Capítulo 16 — Rannia

Despierto y lo primero que hago es revisar mi teléfono. Veo un montón de mensajes de mis amigos felicitándome por mi cumpleaños. En teoría, hoy estoy cumpliendo 27 años, pero la realidad es otra. En realidad, estoy cumpliendo 7 años desde que no morí aquel día luego de la golpiza tan fuerte que me dieron Tomás Herrera y quien es ahora su esposa Alicia.

Cada vez que pienso en ese día, tengo sentimientos encontrados. En ocasiones, estoy feliz, ya que tengo una nueva oportunidad de vivir y he podido hacer todo lo que me he propuesto. A la vez, durante los días no tan buenos, como lo llamo en ocasiones, quisiera haber muerto ese día y no tener que haber pasado por tantas cosas como hasta ahora.

Pueden llamarme loca, pero cada día recuerdo lo que me hicieron y eso es lo que me da fuerza para levantarme, fuerza para no dejarme vencer por algunos contratiempos que me dejaron lo que me hicieron esos dos.

Ese día, gracias a dos ángeles, como fueron Habib e Ignacio, idearon un plan para hacerme pasar por muerta y casi lo estuve. Me dieron dos paros cardíacos, pero los médicos con su maravilloso conocimiento y experiencia lograron estabilizarme. Algunos dijeron que fue un milagro y yo digo que eran mis ganas de vengarme y mi odio hacia ellos que me devolvieron a la vida.

Ese día, cuando Alicia me llamó, como una idiota fui a ayudarla. Aún no entiendo por qué. Ya sé, como diría Habib, porque soy una niña tonta. Caí en la trampa de esa mujer. Cuando entré en la habitación y vi a Tomi, intenté gritar, pero él de un solo golpe me tiró al piso. Fue cuando Alicia me puso la cinta gris en la boca. No podía gritar y aunque lo intentaba, al parecer nadie me escuchaba.

Me amarraron las manos y, mientras yo más luchaba, más golpes recibía de esos dos. Ya no era solo Tomi contra mí, ella también ayudó en mi destrucción. Amarraron mis manos a ambos lados de la cama, imposibilitando que pudiera mover las manos e hicieron lo mismo con mis pies.

Él rasgó mis ropas como tantas otras veces y me mordió, me golpeó, me pateó mientras Alicia miraba divertida y hasta creo que tomó fotos de ese cruel momento.

Me golpeó no sé cuántas veces y fue tan terrible lo que hizo conmigo que me imposibilitó para ser madre. Por dentro quedé muy dañada. Los doctores intentaron salvar algo, pero ellos dicen que es muy difícil que quede embarazada.

Llegó un momento en que de tantos golpes ya no sentía nada. Simplemente lo dejé hacer conmigo lo que quería. No me quejaba, no me movía, solo mis lágrimas salían de mis ojos y me refugiaba pensando en esos pocos momentos que pasé con Habib. Cuando estuvimos en ese enorme jardín de flores, cuando hablamos en la orilla de la playa en la noche y su mirada cuando me desnudé frente a él, sus caricias en mi piel para que me sintiera mejor. Y aun hoy, esos recuerdos me ayudan a darle tranquilidad a mi alma y a mis pensamientos.

Creo que en algún momento dejé de moverme y no siquiera mis lágrimas salían. Ya me habían dejado seca y pude escuchar la voz histérica de Alicia diciendo que había muerto. Menos me moví. Si ellos pensaban que estaba muerta entonces se irían y me dejarían allí. El problema sería en cuanto tiempo se darían cuenta de que yo estaba allí desgarrada, golpeada, fracturada. Poco a poco fui quedando envuelta en un profundo sueño del que desperté luego de más de un mes, encontrándome envuelta en un montón de tubos y máquinas bajo la mirada preocupada de Habib.

Me fracturaron ambas piernas, lo que me imposibilitaba caminar. Tenía muchos golpes en la cabeza, lo que hizo que mi cerebro se inflamara y que tuvieran que ponerme en un coma inducido por más de un mes. Esto sirvió para que me hicieran algunas operaciones que necesitaban que estuviera inmovilizada.

Al despertar, los dolores en el cuerpo fueron enormes. A pesar de que ya los moretones habían disminuido, el desastre que dejaron en mi cuerpo requirió muchas operaciones, tiempo de terapia física y obviamente psicológica. Había días en que le reclamaba a Habib por no dejarme morir.

Luego de las operaciones y de que mis huesos cicatrizaran, debí comenzar a caminar de nuevo. Era nuevamente un niño aprendiendo a realizar sus actividades solo y fueron más de dos años en los que el odio y la sed de venganza eran mi motivación para seguir adelante.

Habib puso a mi cuidado a los mejores especialistas del mundo, por lo que hemos estado de viaje por mucho tiempo. En ocasiones, ha tenido que dejarme sola, ya que debía atender sus empresas y es lógico, si no, ¿de dónde sacaría el dinero para ayudarme?

Hasta mi rostro tuvo que pasar por el poder del bisturí. Mis labios fueron rehechos y algunas otras cosas más, así que en ocasiones desconozco a la persona que veo en el espejo cada día.

Ignacio hizo lo suyo desde el centro de ayuda. Si él no me hubiera dado esa pulsera para ayudarme a ubicarme, ¿quién sabe dónde hubieran iniciado la búsqueda?

Además, él me ayuda cada día a ver lo positivo de la vida y me ha puesto en el camino a numerosas personas que me han ayudado con la parte psicológica. Nos hemos vuelto muy buenos amigos, a la vez que lo he ayudado con algunos casos del centro. Es una persona que me genera una gran ayuda en la parte emocional.

Por lo que un día como hoy, renací con ayuda de Ignacio, Habib y un gran equipo de especialistas que cada día hicieron posible que pudiera levantarme de la cama y que volviera a ser un adulto funcional e independiente.