Emily y Andrew estaban tan emocionados de llevar a su bebé a casa. La habitación de su hijo estaba decorada con tonos suaves de azul y blanco, y estaba llena de muebles nuevos para bebés. La cuna estaba preparada con sábanas y mantas suaves y el armario estaba lleno de ropa para el bebé.
La primera noche en casa fue agotadora para la pareja. El bebé no dejaba de llorar y Emily estaba preocupada de no estar haciendo las cosas bien. Andrew la tranquilizó y le recordó que todo era nuevo para ellos y que tomaría tiempo acostumbrarse.
Durante los siguientes días, Emily y Andrew aprendieron rápidamente los patrones de alimentación, sueño y cambio de pañales de su hijo. Emily estaba sorprendida de lo rápido que se había adaptado a la vida de ser madre.
Andrew también estaba disfrutando de su papel como padre. Había instalado una cámara de vigilancia en la habitación del bebé y la había conectado a su teléfono para que pudiera verlo en cualquier momento. Se sentía tan orgulloso de su hijo y no podía esperar para ver cómo crecería.
Emily estaba feliz de tener a Andrew en casa para ayudarla en la crianza del bebé. Sin embargo, un día, Andrew recibió una llamada importante de negocios y tuvo que salir de la ciudad por varios días. Emily estaba preocupada por estar sola con el bebé, pero sabía que tenía que hacerlo.
Los primeros días fueron agotadores para Emily. El bebé lloraba a menudo y parecía que no dormía nunca. Pero después de una semana, Emily había encontrado su ritmo y había aprendido a hacer malabares con todo lo que debía hacer.
Ella disfrutaba de los momentos de tranquilidad con su hijo cuando dormía en sus brazos y disfrutaba de los largos paseos por el vecindario. Emily se sentía tan agradecida de tener a su hijo y no podía imaginar su vida sin él.
Finalmente, Andrew regresó a casa y Emily estaba feliz de tener a su compañero de nuevo. Le contó sobre todas las cosas que habían pasado mientras él estaba fuera, y le mostró todas las cosas nuevas que había comprado para el bebé.
Andrew se sintió orgulloso de Emily por ser una madre tan fuerte y dedicada. Estaba agradecido por su esposa y por el pequeño regalo que habían creado juntos.
Juntos, Emily y Andrew estaban creando una hermosa familia, y estaban emocionados por lo que el futuro les depararía.
El bebé había estado un poco inquieto en los últimos días, y Emily notó que tenía una tos suave y una nariz un poco congestionada. Después de algunos días de monitorear sus síntomas, Emily comenzó a preocuparse de que su hijo pudiera estar enfermo.
"Creo que deberíamos llevarlo al pediatra", le dijo a Andrew una noche después de acostar al bebé.
Andrew estuvo de acuerdo, así que al día siguiente, Emily hizo una cita con el pediatra de su hijo. Después de una revisión, el médico confirmó que el bebé tenía un resfriado.
"Es bastante común en los recién nacidos", explicó el médico a Emily y Andrew. "Pero debemos asegurarnos de que no empeore. Aquí hay algunas cosas que pueden hacer en casa para ayudarlo a sentirse mejor".
El médico les recomendó algunos remedios caseros, como hacerle lavados nasales con solución salina, usar un humidificador y asegurarse de que el bebé se alimentara con regularidad para mantenerse hidratado.
Emily y Andrew siguieron todas las recomendaciones del médico al pie de la letra. Pasaron horas en el sofá con el bebé acurrucado en sus brazos mientras se mecían suavemente. Andrew se tomó un tiempo libre del trabajo para ayudar a cuidar al bebé mientras Emily descansaba.
A medida que pasaban los días, el bebé comenzó a mostrar signos de mejoría. La tos disminuyó y la congestión nasal desapareció lentamente. Emily y Andrew estaban aliviados y felices de ver que su hijo estaba mejorando.
Sin embargo, a medida que el bebé comenzó a recuperarse, Emily se dio cuenta de que ella misma había contraído el resfriado. Empezó a tener dolor de garganta y congestión nasal, lo que dificultaba su capacidad para cuidar al bebé.
"¿Cómo voy a cuidarlo si estoy enferma?", se preguntó a sí misma.
Andrew vio que Emily estaba luchando y decidió actuar. Él hizo una lista de tareas que necesitaban ser realizadas para cuidar al bebé y se aseguró de hacer todo lo posible para ayudar a Emily a recuperarse. Incluso contrató a una niñera para que ayudara durante el día mientras él estaba en el trabajo.
"Lo siento tanto por estar enferma", le dijo Emily a Andrew una noche mientras estaban acostados en la cama. "No quería que esto te agregara más trabajo".
"Te amo, Emily", dijo Andrew mientras le acariciaba el cabello. "Esto es lo que haces cuando te amas, cuidas de las personas que son importantes para ti".
Emily sonrió y se acurrucó contra él. A pesar de que todavía se sentía mal, se sintió agradecida por tener a Andrew a su lado. Juntos, podrían enfrentar cualquier cosa, incluso el resfriado más fuerte.
A pesar de que Andrew estaba un poco preocupado por la salud del bebé, estaba seguro de que todo saldría bien. Se quedaron en casa cuidando del pequeño, asegurándose de que estuviera cómodo y abrigado. Emily se encargaba de darle el medicamento para su resfriado y Andrew se aseguraba de que estuviera alimentado y cambiado.
Los días pasaron, y aunque el bebé todavía estaba un poco resfriado, comenzó a mejorar. Emily y Andrew estaban muy agradecidos de que su hijo estuviera en buen estado de salud. Habían descubierto que ser padres no era fácil, pero estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Andrew volvió al trabajo después de unos días, dejando a Emily en casa para cuidar al bebé. Aunque Emily estaba emocionada por pasar tiempo con su hijo, también se sentía un poco sola y abrumada. Se dio cuenta de que cuidar a un bebé era una tarea agotadora y que no había mucho tiempo para hacer las cosas que solía disfrutar antes de convertirse en madre.
Sin embargo, Emily sabía que tenía que ser fuerte y que no podía permitirse sentirse abrumada. Tenía un hijo hermoso que necesitaba su amor y atención, y eso era lo más importante en ese momento.
Continuara...
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