El Hombre Mas Codiciado Del Mundo
Andrew despertó en su enorme cama king size, la vista desde su ventana de piso a techo del horizonte de la ciudad se veía impresionante como siempre. Hacía mucho tiempo que se había acostumbrado a su vida de lujos y riquezas, pero también era consciente de que lo había pagado con la soledad.
Se levantó y se dirigió a su vestidor, tomó un par de pantalones y una camisa de seda negra para vestirse. Mientras se ponía los zapatos de cuero marrón, escuchó un golpe en la puerta de su suite.
"¿Señor?", preguntó su asistente personal, Edward, al otro lado de la puerta.
"Sí, Edward, adelante", respondió Andrew.
Edward entró en la habitación y le entregó una taza de café caliente.
"Gracias, Edward, ¿qué tienes para mí hoy?", preguntó Andrew.
"Tienes una reunión con el equipo de finanzas a las 10 de la mañana. También hay un almuerzo con el presidente del banco a las 12", respondió Edward.
"Perfecto, gracias. Por favor, confirma mi asistencia a ambos", dijo Andrew mientras le entregaba la taza vacía.
"Por supuesto, señor. También hay un paquete para ti en la oficina de correo. Lo he dejado en tu escritorio", dijo Edward mientras se alejaba.
Andrew se dirigió a la oficina, un espacio en la suite donde trabajaba cuando no estaba en la oficina central de su empresa. En su escritorio había un paquete grande, lo abrió y encontró un sobre junto con una caja.
El sobre estaba dirigido a él, pero no reconocía la escritura del remitente. Lo abrió y encontró una invitación a una gala benéfica esa noche en el Museo de Arte Moderno. La carta decía que se trataba de una subasta de obras de arte exclusivas para recaudar fondos para la investigación del cáncer infantil.
Andrew recordaba haber donado una cantidad significativa de dinero a la organización benéfica del museo, pero nunca antes había recibido una invitación personal. Sin embargo, algo en la invitación le llamó la atención: la mención de una artista famosa llamada Emily Collins que había donado una de sus obras.
Andrew nunca había oído hablar de Emily Collins, pero la carta describía su obra como "innovadora y única". La curiosidad lo impulsó a buscar información sobre ella en línea.
Después de buscar su nombre en Google, descubrió que Emily Collins era una artista emergente que había sido aclamada por la crítica por su obra innovadora y original. Había tenido exposiciones en todo el mundo, pero nunca había llegado a los grandes circuitos de la industria del arte. La subasta en la gala benéfica del museo podía ser una oportunidad única para conocerla y ver su trabajo en persona.
Andrew decidió que iría a la gala y esperaba tener la oportunidad de hablar con Emily. Pero antes de eso, tenía un largo día por delante de él, con reuniones y negociaciones que atender. Sin embargo, la posibilidad de conocer a alguien como Emily lo emocionó más de lo que estaba dispuesto a admitir. Tal vez esta noche, encontraría algo más que el interés por el negocio y la riqueza.
Mientras se preparaba para su día, Andrew no podía sacar de su mente la imagen de Emily y sus obras de arte. Era extraño que alguien como él, que estaba acostumbrado a la belleza y el lujo, se sintiera tan atraído por una artista desconocida. Pero algo en su trabajo lo había llamado.
Durante el día, Andrew se reunió con su equipo de finanzas y asistió al almuerzo con el presidente del banco. A pesar de que estaba ocupado y distraído, no podía dejar de pensar en la subasta de esa noche y en la posibilidad de conocer a Emily.
Finalmente, llegó el momento de la gala benéfica. Andrew se vistió con su mejor traje y se dirigió al museo. Al entrar, quedó impresionado por la belleza del lugar y la cantidad de personas importantes que asistían al evento.
Caminó por los pasillos, admirando las obras de arte que se exhibían en las paredes. Finalmente, llegó a la sala donde se realizaría la subasta. Había una gran multitud allí, y Andrew tuvo que hacer su camino a través de la multitud para encontrar un lugar donde pudiera ver la obra que estaba siendo subastada.
Mientras se abría la subasta, Andrew se dio cuenta de que la obra de Emily Collins no era la única que le llamaba la atención. Había una pintura al óleo que retrataba a una mujer hermosa y misteriosa, con una mirada intensa que parecía seguirlo a medida que se movía por la habitación. Andrew no podía quitar los ojos de la pintura y se sorprendió al descubrir que era la obra de Emily.
Cuando finalmente llegó el turno de la obra de Emily, Andrew se emocionó. La puja comenzó y rápidamente se volvió frenética. Al final, Andrew se encontró en una subasta de cientos de miles de dólares, compitiendo contra otros compradores por la obra.
Finalmente, después de varias rondas, la obra fue vendida a Andrew. Cuando fue a recoger la pintura, se encontró con Emily Collins por primera vez. La artista era joven y hermosa, con cabello oscuro y ojos verdes profundos. Andrew sintió una chispa de atracción instantánea por ella.
"Gracias por comprar mi obra de arte", dijo Emily, sonriendo tímidamente.
"Fue un placer. Me encanta tu trabajo", respondió Andrew.
La conversación entre ellos continuó y Andrew descubrió que Emily era una artista apasionada y dedicada, que trabajaba incansablemente para crear obras que representaran su visión del mundo. Andrew se sintió intrigado por ella y quería saber más sobre su trabajo.
Cuando la subasta terminó, Andrew invitó a Emily a tomar una copa y a charlar. Pasaron varias horas hablando de arte, de sus respectivos trabajos y de sus vidas. Andrew se sintió atraído por la pasión y la inteligencia de Emily, y comenzó a darse cuenta de que esta podría ser la oportunidad de encontrar algo que había estado buscando durante mucho tiempo: una conexión verdadera y significativa con otra persona.
El tiempo pasó rápidamente y antes de que Andrew se diera cuenta, ya era tarde en la noche. Finalmente, se dio cuenta de que había perdido la noción del tiempo y que era hora de irse. Se levantó de la mesa y se despidió de Emily.
"Fue un placer hablar contigo, Emily. Espero que podamos hacerlo de nuevo", dijo Andrew, mientras le extendía la mano.
"Me encantaría eso", respondió Emily, sonriendo.
Andrew salió del bar y subió a su coche. Mientras conducía de regreso a su casa, no podía dejar de pensar en Emily y en la conexión que habían compartido esa noche. Se preguntaba si esto era algo más que una simple atracción física y si podría haber una oportunidad real de desarrollar algo más con ella.
Cuando llegó a su lujosa mansión, Andrew se dirigió directamente a su estudio privado. Encendió las luces y se acercó a la pintura que había comprado esa noche. Se detuvo ante ella y la miró fijamente, admirando la belleza de la obra de Emily.
En ese momento, Andrew tomó una decisión. Sabía que tenía que ver a Emily de nuevo y que quería conocerla mejor. No era solo por su atractivo físico, sino por la chispa de conexión que había sentido con ella. Andrew se dio cuenta de que esta era una oportunidad única en la vida y que no podía dejarla pasar.
Decidió que enviaría una invitación a Emily para que visitara su casa y ver su colección de arte. Esperaba que ella aceptara y que esta fuera la oportunidad de pasar más tiempo juntos y ver si había una verdadera conexión entre ellos.
Con esa decisión tomada, Andrew se acostó en su cama y cerró los ojos. Aunque estaba cansado, no podía dejar de pensar en Emily y en la posibilidad de una relación significativa con ella. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba decidido a intentarlo.
Mientras se quedaba dormido, Andrew se dio cuenta de que había encontrado algo que siempre había estado buscando: una conexión verdadera con otra persona. Sabía que no podía dejar que esta oportunidad se desvaneciera sin al menos intentarlo.
Continuara...
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