Sweet Like Sugar
—N-ngh... Hyuuung...~
—Vamos Minnie, sólo un poco más.
—A-ah... Minjoonnie-hyung...
—Tú puedes bebé, yo sé que sí. Lo haces siempre.
— ¡Pero me duele hyung!
—Ya falta poco, te lo prometo.
—Pero a hyung le gusta jalar mi pelito y eso duele...
—Lo siento bebé, no puedo evitarlo.
—Du-duele muchito, Joonie-hyung, muchito... Porfis, ya pare...
—Ya casi... Agh~
—Hyuuung~
—Ya está, bebé. Ve a lavarte y vestirte, que debes ir a la escuela. —Dijo con una sonrisa el joven de tez morena besando con ternura la blanca mejilla de su lindo menor, admirando la recién cepillada melena corta de este, preguntándose cuando le había crecido tanto el pelo, que ya le llegaba a los hombros.
Podrían llamarlo Amo de la Destrucción, y es que no era su culpa ser tan inhumanamente torpe, pero con el adorable hermano menor que tenía era imposible no tratarlo como si fuese una linda muñeca de porcelana... Y con lo pálido que éste era, más su lindura y forma de vestir, parecía realmente la más linda de las muñecas.
Y claro, jamás dejaba una mañana de cepillar el cabello del pequeño Minhyun, quien siempre aceptaba gustoso los mimos de su hermano mayor.
Simplemente Minhyun, o Minnie como prefería ser llamado, era un lobito demasiado lindo para la salud mental de cualquiera.
—Shi, hyung.
Con un último beso en la mejilla morena, el pequeño omega de aroma a coco y galletas recién horneadas enfundó sus pies en sus pantuflas de peluche panda y corrió al baño para maquillarse un poco y colocarse el uniforme escolar para otro lindo día de escuela.
Minjoon sonrió ampliamente, dejando ver sus característicos hoyuelos, y bajó las escaleras de su casa en dirección a la cocina, donde abrazó por la espalda a la bella omega que estaba cocinando el desayuno y sirviéndolo en cinco platos, además de preparar dos pequeños tazones azul y rosa pastel con papilla de alguna verdura. Tras el breve abrazo, se fue al refrigerador a buscar algo de beber. —Buenos días, Omma, ¿durmió bien?
—Claro que sí, cielo, ¿y ustedes? ¿Dejaste a Seojoonnie dormir temprano? Recuerda que pronto entrará a época de exámenes y no puede perder noches valiosas de repaso estudiando únicamente anatomía contigo. —Dijo la mujer de mediana edad con una sonrisa burlona, soltando una risita al ver a su hijo atragantarse con el jugo de naranja que estaba bebiendo directamente del cartón, con las mejillas rojas como tomates maduros.
—Mamá... por favor. Seojoonnie y yo sólo… nosotros... Agh...
—Vamos, Minjoon. Ya eres bastante grande como para avergonzarte de admitir que tú y tu novio follan como conejos, si hasta los hemos visto cogiendo contra nuestra voluntad. —Y claro, su amable padre se metía a apoyarlo sin despegar la vista de su periódico. Disimuló su risa bebiendo un poco de café, para luego sonreírle de oreja a oreja a los lindos omegas jóvenes que se sentaron a la mesa con él no mucho después.
Uno de cabello negro largo y usando un uniforme femenino y el otro un tanto más llenito, con el cabello castaño, alborotado y mucho más corto, usando el uniforme masculino. Ambos charlaban alegremente sobre algún nuevo cantante que les había llamado la atención y demás cosas triviales que lograban que los dos alfas de la casa pusieran los ojos en blanco en tiempo récord.
—Gracias Minjoonnie-hyung~ –Ronroneó el pequeño omega mientras tomaba con sus manitas el vaso de jugo de naranja que su hermano mayor le había servido, para luego empezar a comer su desayuno junto a su familia. A su vez, el alfa joven también le sirvió un vaso de leche de plátano al omega castaño, que le agradeció con una pequeña sonrisa sonrojada. —Buen provecho a todos porque los amo muchito.
—Y nosotros a ti, Minnie. —Dijo su madre mientras seguía, junto a su esposo, tratando de lograr que los gemelos de siete meses, niño alfa y niña omega, comieran su desayuno. —Vamos bebés, por favor... Aquí viene el avioncito~ —Bufó cuando su pequeño bebé le dio un manotazo a la cucharita, logrando que su tercera blusa en la mañana se manchara de papilla de zanahoria. Tendría que cambiarse de atuendo otra vez. —Definitivo, tú o te pones condón o yo me pondré esas inyecciones anticonceptivas. Pero ni un cachorro más, Doyun.
— ¡No, condón no, mi reina, no! —Exclamó de forma suplicante su esposo, palideciendo hasta parecer un papel ante la aterradora idea de tener que usar el pequeño pedazo de látex.
Los tres jóvenes que estaban sentados a la mesa soltaron unas risitas ante la acostumbrada discusión del matrimonio Han desde que los gemelos Minseok y Somin habían nacido, hace ya casi nueve meses, especialmente desde que estos habían empezado a comer alimentos más sólidos que la leche materna de Seohyun, y con ello habían llegado nuevas manchas al repertorio: variadas papillas que los pequeños lanzaban porque no querían comer o sólo querían iniciar una pelea de comida.
Los tres estudiantes que se encontraban allí terminaron su desayuno entre charlas cotidianas, risitas y una tierna confusión de parte de Minhyun ante los chistes doble sentido que decían sus mayores y su menor de prominente pero bonita nariz.
Se despidieron de Doyun y Seohyun con sus rutinarios abrazos y mimos hacia los dos lindos omegas, tomaron sus almuerzos y los metieron a sus mochilas, un panda de peluche en el caso de Minhyun, salieron de la casa y montaron sus bicicletas y empezaron a pedalear en dirección a la escuela, con el tierno Minhyun siendo mirado por cuanto alfa y beta se encontraban una vez llegaron al gran edificio donde les impartían clase.
Seojoon y Minjoon habían dejado de recibir aquellas miradas lascivas o de enojo desde el momento en que el menor de aquella pareja había aparecido en clases con una linda marca de mordida adornando su blanquecino cuello, además de oler fuertemente a Minjoon, quien se encargaba de dejar bien en claro que él era el responsable de aquel lazo con mimos, besos y abrazados desvergonzados en cada momento posible… a pesar de las constantes reprimendas de parte de los profesores, exigiéndoles que tuviesen más decoro.
— ¡Han Minyun, te hago gemelos hasta que salgan impares! —Exclamó un alfa en cuanto el bonito omega soltero pasó a su lado. El pequeño ladeó su cabecita con confusión al escuchar aquello, y rascó suavemente su mejilla mientras trataba de entender lo que el cretino, que se había ganado que la omega a su lado le diera un fuerte pisotón con sus tacones escolares.
—Lo siento hyung, pero no comprendo a que se refiere... —Dijo el pequeño, haciendo un lindo puchero al ver la mueca de dolor del alfa, ignorando olímpicamente la mirada de furia que le lanzó la omega que empezaba a soltar un amargo aroma para tratar de alejar al menor de aroma dulce. Este arrugó su naricita al sentir aquel tufo y la tapó con una de sus manos. —Noona, ese perfume huele muy feo, debería usar otro. —Dijo con dulzura plasmada en cada una de sus palabras, logrando que la chica considerara seriamente la posibilidad de abalanzarse sobre el pequeño para quitarle su quizás fingida inocencia a golpes, pero recapacitó al notar que quizás se rompería una de sus uñas falsas en el proceso.
—Tú y yo nos vamos, idiota hormonal. —Le gruñó a su supuesto novio, jalándole de la oreja y arrastrándolo a otro lado del lugar bien lejos del aroma y presencia del omega más codiciado de toda la secundaria y preparatoria donde estudiaban.
—Minjoonnie–hyung, ¿de qué hablaban noona y hyung? No los entendí... —Le preguntó el pequeño a su hermano mayor, tomando la mano libre de este, siendo la otra tomada por Seojoon como siempre.
—Shhh, nada de lo que tú tengas que preocuparte, mi vida. —Dijo su sobreprotector y posesivo hermano mayor soltando momentáneamente a su novio para luego abrazar con fuerza a su hermanito, alzándolo en brazos y frotándose contra este para dejar su aroma a mirra y café muy bien impregnado en él, sabiendo que así ningún alfa idiota querría acercársele hasta que el aroma se disipara. —Ve a tu salón, Minnie bonito, y tú igual Seojoonnie bebé. Estudien mucho, presten atención y si algún idiota se intenta sobrepasar, saben que sólo deben gritar y yo lo moleré a golpes, ¿entendido, mis angelitos? —Dijo de forma melosa el fornido alfa, aferrando a los bonitos omegas en sus brazos, logrando que ambos pálidos se asfixiaran.
Algunos afortunados aprovecharon cuando estos dos fueron levantados un poco por el alfa Han para dejar caer muy convenientemente alguna cosa para así agacharse y tratar de avistar brevemente la ropa interior del omega que usaba falda corta, presumiendo sus flacas y posiblemente ilegales piernas blancas, que eran objeto de envidia de la mayoría de los omegas de aquel plantel.
—S-sí, hyung, pero suelte a Minnie y Seojoonnie, nos asfixia... no respiro... —Lloriqueó el pequeño de cabello largo, siendo soltado a los pocos momentos por el atolondrado alfa de hoyuelos.
— ¡Joonie-hyung debe tener más cuidado! Además, n-no somos bebés, salvo quizás Minnie... ¡pe-pero nos sabemos cuidar! —Tartamudeó el omega marcado, sonrojado hasta las orejas por lo mimoso y desvergonzado que era su alfa al tiempo que le daba algunos manotazos en los brazos, y arrebatándole su mochila, que el más alto llevaba. —Va-vamos Minnie, antes de que ese bobo nos lleve a casa porque según él, el maestro te tiene ganas... —Refunfuñó Seojoon, empujando con cuidado a su cuñado dentro del salón bajo la mirada de Minjoon.
— ¡Ese sujeto tiene pinta de violador de omegas!
— ¡Es omega, y para que te enteres está embarazado de dos meses!
— ¡Así no se nota! ¡¿Y si miente?!
—¡Ya lárgate a tus clases, pendejo! —Seojoon no espero la respuesta del mayor para tirarle la puerta del salón en la cara, rodando los ojos ante la escena que este armaba todas las mañanas al dejar a los dos menores en sus clases, que coincidían en varias materias.
Inmediatamente el aula se llenó de las feromonas que soltaban los alfas para tratar de atraer al de piel de porcelana, quien parecía ignorarlas como si nada mientras se sentaba al frente, tal como le gustaba, mientras sacaba sus lentes de su estuche y se los colocaba, viéndose quizás más lindo que antes, si es que eso era posible siquiera, y ni se diga cuando se cruzó de piernas, logrando que las hormonas de los alfas del lugar se alborotaran a mil.
Seojoon arrugó su nariz al sentir tantos aromas mezclados, preguntándose cómo demonios hacía Minnie para no marearse por tanto olor.
—Han, oye, ¿practicas equitación? —Un alfa idiota que apestaba a menta y leña se había acercado al pupitre del menor, tratando de ignorar el aroma del hermano mayor de Minhyun impregnado en él, siendo fulminado con la mirada por Seojoon, pero Jeongjin hizo caso omiso de aquello, concentrándose en el pequeño que le miraba con curiosidad.
—Eh... no, Gwon Jeongjin-hyung, pero me gustaría, ¡los caballitos son muy bonitos! —Dijo el menor sonriendo de oreja a oreja, logrando que tanto Seojoon como el alfa se diesen una fuerte palmada en la frente, siendo la del omega muy literal y la de Jeongjin mental.
—Bueno, sí... muy lindos... oye, ¿y el futbol que tal? —Preguntó volviendo a esbozar su sonrisa coqueta, esperando que esta vez no se le viera frustrada su broma doble sentido para tratar de ligar con Minhyun.
—Nop, no entiendo el juego, hyung, pero es muy divertido jugar con pelotas, ¡me encanta hacerlo! Aunque soy muy torpe y me caigo mucho... ¡pero me levanto otra vez como niño bueno! —Exclamó Minhyun, apretando sus propias mejillas a manera de aegyo, sin entender que algunas de las cosas que había dicho en su inocencia eran ahora mismo malinterpretadas por los presentes, ignorando que Seojoon empezara a golpear su frente contra su pupitre, como toda una reina del drama.
— ¡Ya, dejen a Minnie bebito en paz! ¡Vete a tu pupitre, idiota de nudo pequeño! —Le gruñó tiernamente otro omega de cabellos rojo fresa abrazando posesivamente a Minhyun, quien soltó una risita al ser abrazado, correspondiendo a este inmediatamente al reconocer la gruesa voz de su otro mejor amigo, que contrastaba con su rostro suave y delicado, llenando de dulces besitos la mejilla de éste.
Ambos omegas ronronearon de gusto tras el fin de aquella larga separación de pocas horas en las que sólo se vieron a través de videochat. Seojoon no tardó en unirse al abrazo, acurrucándose junto a sus amigos.
—Siempre que los veo juntos pienso que debería contar como porno lésbico. —Dijo un alfa entrando al salón de clases con una rara pero linda sonrisa de corazón, acariciando cariñosamente las cabezas de los tres omegas que conocía desde la infancia, dejando un casto beso en los labios del teñido de pelirrojo. —Hola mi amor, ¿desayunaste bien?
—Sí, hyung. Y traje almuerzo para los dos. —Una sonrisa surcó el rostro del pelirrojo, extrañamente cuadrada, pero adorable, y rompió el abrazo con sus dos amigos para lanzarse a los brazos de su amoroso alfa, llenando de besos los labios de este, un poco sonrojado. Seojoon fingió arcadas ante lo melosos que eran sus amigos, en cambio Minhyun sonrió de oreja a oreja, imaginando que se sentiría estar en los brazos de alguien que le mire de la forma en que Minki y Wooseok se miraban. —Seokkie-hyung, vaya a su clase, que ya van a iniciar y no quiero que te metas en problemas, ¿sí?
—Claro bebé, te veo en el almuerzo en nuestro lugar de siempre. Los veo luego, pequeños lesbianos. —Dijo sonriendo mientras acariciaba cariñosamente las cabezas de los otros dos omegas, el de prominente nariz lo apartó a manotazos suaves, y el de piel de porcelana optó por ronronear tiernamente por las caricias, haciendo un pucherito de protesta cuando la mano de su hyung dejó de hacerle mimos.
Dejó un último beso en los labios del pelirrojo antes de retirarse del salón, soplándole un beso a dicho omega antes de salir.
— ¿Les he dicho que amo mucho a mi solecito Seokkie? —Preguntó el omega pelirrojo mirando con una sonrisa de tonto enamorado la puerta por la que acababa de irse su pareja, mientras sacaba de forma distraída sus lápices y libros de la mochila, siendo imitado por Seojoon y Minhyun. La libreta de Minhyun tenía una linda portada de oso panda. Seojoon fingió otra vez tener arcadas mientras abría su cuaderno.
—Me dan un coma diabético cada vez que los veo a ustedes dos juntos. Atentan contra mi salud. —Gruñó Seojoon, rodando los ojos.
—Yo pienso que Minmin-hyung y Seokkie-hyung son muy tiernos. Me gustaría tener un hyung que me ame así y me dé mimitos siempre. —Respondió Minhyun, sonriendo de oreja a oreja imaginando aquello, mirando al frente una vez entró el omega embarazado que les daba clase, exigiendo atención de parte de sus alumnos.
A pesar de decir estar de apenas dos meses, ya se le veía un bulto bastante notorio, y en su escritorio se veía un lindo ramo de rosas dejado más temprano esa mañana por su esposo.
—Ya llegará algún día, Minnie, ya verás. —Le dijo su amigo pelirrojo en un susurro con otra brillante sonrisa cuadrada. Bien sabían él y Seojoon cuánto soñaba Minhyun con encontrar algún día a su príncipe azul y vivir feliz siempre con el amor de su vida.
Estaba más que seguro de que su pareja destinada estaba por ahí, buscándolo y anhelándolo tanto como él le anhelaba.
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