A escondidas

—Oh, vamos Baek. Ambos sabemos que no voy a terminar en tu asquerosa cama llena de semen. Ya vete al carajo. —Le gruñó Seojoon al alfa de cabello gris ceniza, cerrando su casillero de golpe.

Sabía que en aquellos momentos su posesivo alfa se estaría preguntando porque la marca que las distinguía como pareja ardía de rabia.

—Anda, un poco de neutralizador de aroma, algo de tequila y tendrás la mejor noche de tu vida, Byun. —Dijo Jiwon empleando su mejor sonrisa coqueta. Esa que generalmente le garantizaba que cualquiera de propensión a los polvos rápidos accediera a unos míseros minutos de su compañía.

—… —Seojoon se calló unos instantes, fingiendo considerarlo seriamente y hasta haciendo uso del truco barato de morderse el labio con falso nerviosismo. —Estás en el club de baile, ¿No…? —Preguntó en voz baja, haciéndose el tímido. Creyendo que ya por fin había caído en su trampa después de semanas persiguiéndolo, Jiwon asintió varias veces, animado. Hasta que vio la mirada de odio que Seojoon le dirigió de un momento a otro. —Pues te voy a regalar unas zapatillas de ballet para que te vayas de puntillas derechito a la mierda, y además…

Mientras Seojoon se deshacía en insultos cada vez más originales y coloridos para él, Jiwon se dedicaba a fantasear como el estúpido calenturiento que era.

"Esos labios... Mmm, lo bien que se verían en mi pene... Se supone que a nadie además de mí le debería quedar bien éste horrible uniforme... Uff, y esas nalg... No, ¡se están moviendo! ¡Detenlas, idiota!"

— ¡Espera! ¿¡Tú qué...!? Joder, ya se volvió a ir. —Jiwon torció el gesto, otra vez se distrajo y ahora veía al hermoso chico que se había propuesto llevar a su cama irse lejos de él lo más pronto que sus torneadas piernas le permitían.

No le importaba mucho el hecho de que una mordida adornara el cuello de él. Nadie se resistía a Baek Jiwon, ni siquiera marcados; en su larguísima lista de conquistas había un par de enlazados que terminaron por romper con sus parejas debido a aquello.

Normalmente no se fijaría en un omega hombre, pero ese culo que se cargaba Byun no lo tenían muchas chicas, y repetir plato no era lo suyo. Bueno, al menos no la mayor parte del tiempo, incluso él tenía sus excepciones.

Como dice el dicho: "En tiempos de guerra, cualquier agujero es trinchera."

Como cada vez que se encontraban, no podía evitar preguntarse, ¿Qué lo traería tan molesto ésta vez? Era el alfa por mucho más atractivo de la institución, los omegas, betas y gammas babeaban y adoraban el suelo que él pisaba y prácticamente nadie se resistía a sus encantos.

Usualmente lo ignoraría por completo por estar marcado y ser hombre, pero que lo mandara al diablo cada vez que lo veía lo hacía irresistible a sus ojos. Se moría de ganas por verlo ceder a sus baratos coqueteos y acostarse con él sin más quejas, pero por los vientos que soplaban parecía que aquello sucedería el 30 de febrero, con suerte.

Definitivamente Byun Seojoon terminaría en su cama. Algún día.

Revisó el reloj que adornaba su muñeca, para verificar si aún le quedaba tiempo para “arreglar sus notas de historia”, y lo confirmó.

Bien, le haría caso a Seokhwa e iría a ver a sus profesores en privado. Necesitaba una ayudita, pero nada tenía que ver con sus notas. Por los momentos.

Por los momentos

— ¡Oh, mierda!

—Ese vocabulario, profesor...

— ¡Tú dices muchas más, jovencito! –Exclamó alterado el follable profesor de historia, el cual se negaba rotundamente a que lo llamara por su nombre de pila, a pesar de ser sólo algunos años mayor. Estaba observando las hojas llenas de semen esparcidas por su escritorio, junto al desastre de lubricante natural que había entre sus piernas. — Yo... Lo siento, Jiwon, es que... Hicimos un desastre en 10 minutos... ¿Tenías que...? Tú sabes... Agh, ¡Sabes cómo me pongo cuando me pellizcan! ¡De-debes saberlo! Eso no se olvida...

El nombrado se subió los pantalones, cosa que también debería hacer el profesor Park Namseok, sin prestar mucha atención a la cháchara del mismo. Para ser alguien "callado y reservado", como el profesor de inglés lo describe, y "gruñón y aburrido", como sus estudiantes lo describían, suelta la lengua (entre otras cosas) en presencia de su estudiante favorito.

—... Seguro alguien nos escuchó, o bueno, a mí, tiendo a ser muy ruidoso, aunque ya sabes eso, con todo el tiempo que llevamos ha-haciéndolo... —Tartamudeó y soltó una irritante risilla, revelando ese lado infantil que jamás dejaba salir durante sus clases.

A veces incluso él se preguntaba cómo diablos logró enrollarse con ese arisco de primera, y aunque no pensaba preguntar algo tan íntimo (no le interesaba conocer la vida personal de sus conquistas), estaba casi totalmente seguro de que era virgen al empezar a tener relaciones. Era imposible que alguien tan apático, introvertido y serio, con una constante cara de estreñimiento, pudiese haber tenido parejas antes.

Además, quizás eso explicaría su nulo aguante.

—Ah, hoy te noté distraído, ¡Casi tiras el florero! ¿Te preocupan tus calificaciones? Recuerda que arreglaré todas tus notas de mi materia, al grado de que sean creíbles; ya sabemos que no eres el mejor de los estudiantes... Y con los demás profesores vas decentemente bien... Pero no importa, igual te ayudaré, Jiwonnie...

Jiwon se echó el largo cabello cenizo hacia atrás con una mano, rodando los ojos ya cansado de oírlo hablar tanto. Si Park supiera que también se folla a un par de cerebritos para que le hagan las tareas, y a su queridísimo compañero de trabajo para que modificara sus notas en el sistema, no estaría tan parlanchín. La idea lo hizo reír entre dientes, e hizo una nota mental de grabar la reacción de Park Namseok si llegaba a enterarse algún día.

Ese asocial que tenía por profesor le había confiado una ve después de sus tantos polvos que en realidad no hablaba con nadie fuera de los asuntos estrictamente profesionales porque no era muy bueno en el ámbito social y no sabía cómo integrarse a los círculos sociales que tenían sus compañeros profesores, lo que para Jiwon se traducía a “soy un empollón sin amigos que no se enteraría de os chismes de la institución ni para salvar mi vida”.

A menudo también se preguntaba cómo diablos es que pudo con ese arisco ¡Pero sigue siendo incapaz de lograr acostarse con Byun Seojoon! Era francamente incomprensible para él.

Miró el reloj por centésima vez, deseando poder apurar las manecillas.

10... 9... 8...

— ¡... Me haces creer que sólo duermes en mi clase! ¿Qué tanto haces por las noches que te deja tan cansado? Sé que no me incumbe, pero... ¿De qué te ríes ahora? ¡Y-yo...!

Jiwon nunca había escuchado algo tan glorioso como el sonido que vino después.

¡RIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIING!

¡Salvado por la campana! Agarró su mochila e hizo su habitual despedida: besó los labios del profesor, un rápido apretón de nalgas y prácticamente huyó.

Le gustaría ver la cara de sus superiores si lo vieran así, con los pantalones y la ropa interior hasta las rodillas, mejillas coloradas y el pelo alborotado. Hasta el aroma en su oficina decía "recién follado." Estuvo a nada de tomarle una foto.

Si fuera por él, no repetiría pareja sexual más de un par de veces; muy rara vez veía a alguien frecuentemente, y claramente, no era así de irritante. Pero lo que se hace por la necesidad y vagancia... Tal vez Seokhwa tenía razón al decirle que se pasaba de haragán.

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