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Sweet Like Sugar

Gatito Sonrientes

—N-ngh... Hyuuung...~

—Vamos Minnie, sólo un poco más.

—A-ah... Minjoonnie-hyung...

—Tú puedes bebé, yo sé que sí. Lo haces siempre.

— ¡Pero me duele hyung!

—Ya falta poco, te lo prometo.

—Pero a hyung le gusta jalar mi pelito y eso duele...

—Lo siento bebé, no puedo evitarlo.

—Du-duele muchito, Joonie-hyung, muchito... Porfis, ya pare...

—Ya casi... Agh~

—Hyuuung~

—Ya está, bebé. Ve a lavarte y vestirte, que debes ir a la escuela. —Dijo con una sonrisa el joven de tez morena besando con ternura la blanca mejilla de su lindo menor, admirando la recién cepillada melena corta de este, preguntándose cuando le había crecido tanto el pelo, que ya le llegaba a los hombros.

Podrían llamarlo Amo de la Destrucción, y es que no era su culpa ser tan inhumanamente torpe, pero con el adorable hermano menor que tenía era imposible no tratarlo como si fuese una linda muñeca de porcelana... Y con lo pálido que éste era, más su lindura y forma de vestir, parecía realmente la más linda de las muñecas.

Y claro, jamás dejaba una mañana de cepillar el cabello del pequeño Minhyun, quien siempre aceptaba gustoso los mimos de su hermano mayor.

Simplemente Minhyun, o Minnie como prefería ser llamado, era un lobito demasiado lindo para la salud mental de cualquiera.

—Shi, hyung.

Con un último beso en la mejilla morena, el pequeño omega de aroma a coco y galletas recién horneadas enfundó sus pies en sus pantuflas de peluche panda y corrió al baño para maquillarse un poco y colocarse el uniforme escolar para otro lindo día de escuela.

Minjoon sonrió ampliamente, dejando ver sus característicos hoyuelos, y bajó las escaleras de su casa en dirección a la cocina, donde abrazó por la espalda a la bella omega que estaba cocinando el desayuno y sirviéndolo en cinco platos, además de preparar dos pequeños tazones azul y rosa pastel con papilla de alguna verdura. Tras el breve abrazo, se fue al refrigerador a buscar algo de beber. —Buenos días, Omma, ¿durmió bien?

—Claro que sí, cielo, ¿y ustedes? ¿Dejaste a Seojoonnie dormir temprano? Recuerda que pronto entrará a época de exámenes y no puede perder noches valiosas de repaso estudiando únicamente anatomía contigo. —Dijo la mujer de mediana edad con una sonrisa burlona, soltando una risita al ver a su hijo atragantarse con el jugo de naranja que estaba bebiendo directamente del cartón, con las mejillas rojas como tomates maduros.

—Mamá... por favor. Seojoonnie y yo sólo… nosotros... Agh...

—Vamos, Minjoon. Ya eres bastante grande como para avergonzarte de admitir que tú y tu novio follan como conejos, si hasta los hemos visto cogiendo contra nuestra voluntad. —Y claro, su amable padre se metía a apoyarlo sin despegar la vista de su periódico. Disimuló su risa bebiendo un poco de café, para luego sonreírle de oreja a oreja a los lindos omegas jóvenes que se sentaron a la mesa con él no mucho después.

Uno de cabello negro largo y usando un uniforme femenino y el otro un tanto más llenito, con el cabello castaño, alborotado y mucho más corto, usando el uniforme masculino. Ambos charlaban alegremente sobre algún nuevo cantante que les había llamado la atención y demás cosas triviales que lograban que los dos alfas de la casa pusieran los ojos en blanco en tiempo récord.

—Gracias Minjoonnie-hyung~ –Ronroneó el pequeño omega mientras tomaba con sus manitas el vaso de jugo de naranja que su hermano mayor le había servido, para luego empezar a comer su desayuno junto a su familia. A su vez, el alfa joven también le sirvió un vaso de leche de plátano al omega castaño, que le agradeció con una pequeña sonrisa sonrojada. —Buen provecho a todos porque los amo muchito.

—Y nosotros a ti, Minnie. —Dijo su madre mientras seguía, junto a su esposo, tratando de lograr que los gemelos de siete meses, niño alfa y niña omega, comieran su desayuno. —Vamos bebés, por favor... Aquí viene el avioncito~ —Bufó cuando su pequeño bebé le dio un manotazo a la cucharita, logrando que su tercera blusa en la mañana se manchara de papilla de zanahoria. Tendría que cambiarse de atuendo otra vez. —Definitivo, tú o te pones condón o yo me pondré esas inyecciones anticonceptivas. Pero ni un cachorro más, Doyun.

— ¡No, condón no, mi reina, no! —Exclamó de forma suplicante su esposo, palideciendo hasta parecer un papel ante la aterradora idea de tener que usar el pequeño pedazo de látex.

Los tres jóvenes que estaban sentados a la mesa soltaron unas risitas ante la acostumbrada discusión del matrimonio Han desde que los gemelos Minseok y Somin habían nacido, hace ya casi nueve meses, especialmente desde que estos habían empezado a comer alimentos más sólidos que la leche materna de Seohyun, y con ello habían llegado nuevas manchas al repertorio: variadas papillas que los pequeños lanzaban porque no querían comer o sólo querían iniciar una pelea de comida.

Los tres estudiantes que se encontraban allí terminaron su desayuno entre charlas cotidianas, risitas y una tierna confusión de parte de Minhyun ante los chistes doble sentido que decían sus mayores y su menor de prominente pero bonita nariz.

Se despidieron de Doyun y Seohyun con sus rutinarios abrazos y mimos hacia los dos lindos omegas, tomaron sus almuerzos y los metieron a sus mochilas, un panda de peluche en el caso de Minhyun, salieron de la casa y montaron sus bicicletas y empezaron a pedalear en dirección a la escuela, con el tierno Minhyun siendo mirado por cuanto alfa y beta se encontraban una vez llegaron al gran edificio donde les impartían clase.

Seojoon y Minjoon habían dejado de recibir aquellas miradas lascivas o de enojo desde el momento en que el menor de aquella pareja había aparecido en clases con una linda marca de mordida adornando su blanquecino cuello, además de oler fuertemente a Minjoon, quien se encargaba de dejar bien en claro que él era el responsable de aquel lazo con mimos, besos y abrazados desvergonzados en cada momento posible… a pesar de las constantes reprimendas de parte de los profesores, exigiéndoles que tuviesen más decoro.

— ¡Han Minyun, te hago gemelos hasta que salgan impares! —Exclamó un alfa en cuanto el bonito omega soltero pasó a su lado. El pequeño ladeó su cabecita con confusión al escuchar aquello, y rascó suavemente su mejilla mientras trataba de entender lo que el cretino, que se había ganado que la omega a su lado le diera un fuerte pisotón con sus tacones escolares.

—Lo siento hyung, pero no comprendo a que se refiere... —Dijo el pequeño, haciendo un lindo puchero al ver la mueca de dolor del alfa, ignorando olímpicamente la mirada de furia que le lanzó la omega que empezaba a soltar un amargo aroma para tratar de alejar al menor de aroma dulce. Este arrugó su naricita al sentir aquel tufo y la tapó con una de sus manos. —Noona, ese perfume huele muy feo, debería usar otro. —Dijo con dulzura plasmada en cada una de sus palabras, logrando que la chica considerara seriamente la posibilidad de abalanzarse sobre el pequeño para quitarle su quizás fingida inocencia a golpes, pero recapacitó al notar que quizás se rompería una de sus uñas falsas en el proceso.

—Tú y yo nos vamos, idiota hormonal. —Le gruñó a su supuesto novio, jalándole de la oreja y arrastrándolo a otro lado del lugar bien lejos del aroma y presencia del omega más codiciado de toda la secundaria y preparatoria donde estudiaban.

—Minjoonnie–hyung, ¿de qué hablaban noona y hyung? No los entendí... —Le preguntó el pequeño a su hermano mayor, tomando la mano libre de este, siendo la otra tomada por Seojoon como siempre.

—Shhh, nada de lo que tú tengas que preocuparte, mi vida. —Dijo su sobreprotector y posesivo hermano mayor soltando momentáneamente a su novio para luego abrazar con fuerza a su hermanito, alzándolo en brazos y frotándose contra este para dejar su aroma a mirra y café muy bien impregnado en él, sabiendo que así ningún alfa idiota querría acercársele hasta que el aroma se disipara. —Ve a tu salón, Minnie bonito, y tú igual Seojoonnie bebé. Estudien mucho, presten atención y si algún idiota se intenta sobrepasar, saben que sólo deben gritar y yo lo moleré a golpes, ¿entendido, mis angelitos? —Dijo de forma melosa el fornido alfa, aferrando a los bonitos omegas en sus brazos, logrando que ambos pálidos se asfixiaran.

Algunos afortunados aprovecharon cuando estos dos fueron levantados un poco por el alfa Han para dejar caer muy convenientemente alguna cosa para así agacharse y tratar de avistar brevemente la ropa interior del omega que usaba falda corta, presumiendo sus flacas y posiblemente ilegales piernas blancas, que eran objeto de envidia de la mayoría de los omegas de aquel plantel.

—S-sí, hyung, pero suelte a Minnie y Seojoonnie, nos asfixia... no respiro... —Lloriqueó el pequeño de cabello largo, siendo soltado a los pocos momentos por el atolondrado alfa de hoyuelos.

— ¡Joonie-hyung debe tener más cuidado! Además, n-no somos bebés, salvo quizás Minnie... ¡pe-pero nos sabemos cuidar! —Tartamudeó el omega marcado, sonrojado hasta las orejas por lo mimoso y desvergonzado que era su alfa al tiempo que le daba algunos manotazos en los brazos, y arrebatándole su mochila, que el más alto llevaba. —Va-vamos Minnie, antes de que ese bobo nos lleve a casa porque según él, el maestro te tiene ganas... —Refunfuñó Seojoon, empujando con cuidado a su cuñado dentro del salón bajo la mirada de Minjoon.

— ¡Ese sujeto tiene pinta de violador de omegas!

— ¡Es omega, y para que te enteres está embarazado de dos meses!

— ¡Así no se nota! ¡¿Y si miente?!

—¡Ya lárgate a tus clases, pendejo! —Seojoon no espero la respuesta del mayor para tirarle la puerta del salón en la cara, rodando los ojos ante la escena que este armaba todas las mañanas al dejar a los dos menores en sus clases, que coincidían en varias materias.

Inmediatamente el aula se llenó de las feromonas que soltaban los alfas para tratar de atraer al de piel de porcelana, quien parecía ignorarlas como si nada mientras se sentaba al frente, tal como le gustaba, mientras sacaba sus lentes de su estuche y se los colocaba, viéndose quizás más lindo que antes, si es que eso era posible siquiera, y ni se diga cuando se cruzó de piernas, logrando que las hormonas de los alfas del lugar se alborotaran a mil.

Seojoon arrugó su nariz al sentir tantos aromas mezclados, preguntándose cómo demonios hacía Minnie para no marearse por tanto olor.

—Han, oye, ¿practicas equitación? —Un alfa idiota que apestaba a menta y leña se había acercado al pupitre del menor, tratando de ignorar el aroma del hermano mayor de Minhyun impregnado en él, siendo fulminado con la mirada por Seojoon, pero Jeongjin hizo caso omiso de aquello, concentrándose en el pequeño que le miraba con curiosidad.

—Eh... no, Gwon Jeongjin-hyung, pero me gustaría, ¡los caballitos son muy bonitos! —Dijo el menor sonriendo de oreja a oreja, logrando que tanto Seojoon como el alfa se diesen una fuerte palmada en la frente, siendo la del omega muy literal y la de Jeongjin mental.

—Bueno, sí... muy lindos... oye, ¿y el futbol que tal? —Preguntó volviendo a esbozar su sonrisa coqueta, esperando que esta vez no se le viera frustrada su broma doble sentido para tratar de ligar con Minhyun.

—Nop, no entiendo el juego, hyung, pero es muy divertido jugar con pelotas, ¡me encanta hacerlo! Aunque soy muy torpe y me caigo mucho... ¡pero me levanto otra vez como niño bueno! —Exclamó Minhyun, apretando sus propias mejillas a manera de aegyo, sin entender que algunas de las cosas que había dicho en su inocencia eran ahora mismo malinterpretadas por los presentes, ignorando que Seojoon empezara a golpear su frente contra su pupitre, como toda una reina del drama.

— ¡Ya, dejen a Minnie bebito en paz! ¡Vete a tu pupitre, idiota de nudo pequeño! —Le gruñó tiernamente otro omega de cabellos rojo fresa abrazando posesivamente a Minhyun, quien soltó una risita al ser abrazado, correspondiendo a este inmediatamente al reconocer la gruesa voz de su otro mejor amigo, que contrastaba con su rostro suave y delicado, llenando de dulces besitos la mejilla de éste.

Ambos omegas ronronearon de gusto tras el fin de aquella larga separación de pocas horas en las que sólo se vieron a través de videochat. Seojoon no tardó en unirse al abrazo, acurrucándose junto a sus amigos.

—Siempre que los veo juntos pienso que debería contar como porno lésbico. —Dijo un alfa entrando al salón de clases con una rara pero linda sonrisa de corazón, acariciando cariñosamente las cabezas de los tres omegas que conocía desde la infancia, dejando un casto beso en los labios del teñido de pelirrojo. —Hola mi amor, ¿desayunaste bien?

—Sí, hyung. Y traje almuerzo para los dos. —Una sonrisa surcó el rostro del pelirrojo, extrañamente cuadrada, pero adorable, y rompió el abrazo con sus dos amigos para lanzarse a los brazos de su amoroso alfa, llenando de besos los labios de este, un poco sonrojado. Seojoon fingió arcadas ante lo melosos que eran sus amigos, en cambio Minhyun sonrió de oreja a oreja, imaginando que se sentiría estar en los brazos de alguien que le mire de la forma en que Minki y Wooseok se miraban. —Seokkie-hyung, vaya a su clase, que ya van a iniciar y no quiero que te metas en problemas, ¿sí?

—Claro bebé, te veo en el almuerzo en nuestro lugar de siempre. Los veo luego, pequeños lesbianos. —Dijo sonriendo mientras acariciaba cariñosamente las cabezas de los otros dos omegas, el de prominente nariz lo apartó a manotazos suaves, y el de piel de porcelana optó por ronronear tiernamente por las caricias, haciendo un pucherito de protesta cuando la mano de su hyung dejó de hacerle mimos.

Dejó un último beso en los labios del pelirrojo antes de retirarse del salón, soplándole un beso a dicho omega antes de salir.

— ¿Les he dicho que amo mucho a mi solecito Seokkie? —Preguntó el omega pelirrojo mirando con una sonrisa de tonto enamorado la puerta por la que acababa de irse su pareja, mientras sacaba de forma distraída sus lápices y libros de la mochila, siendo imitado por Seojoon y Minhyun. La libreta de Minhyun tenía una linda portada de oso panda. Seojoon fingió otra vez tener arcadas mientras abría su cuaderno.

—Me dan un coma diabético cada vez que los veo a ustedes dos juntos. Atentan contra mi salud. —Gruñó Seojoon, rodando los ojos.

—Yo pienso que Minmin-hyung y Seokkie-hyung son muy tiernos. Me gustaría tener un hyung que me ame así y me dé mimitos siempre. —Respondió Minhyun, sonriendo de oreja a oreja imaginando aquello, mirando al frente una vez entró el omega embarazado que les daba clase, exigiendo atención de parte de sus alumnos.

A pesar de decir estar de apenas dos meses, ya se le veía un bulto bastante notorio, y en su escritorio se veía un lindo ramo de rosas dejado más temprano esa mañana por su esposo.

—Ya llegará algún día, Minnie, ya verás. —Le dijo su amigo pelirrojo en un susurro con otra brillante sonrisa cuadrada. Bien sabían él y Seojoon cuánto soñaba Minhyun con encontrar algún día a su príncipe azul y vivir feliz siempre con el amor de su vida.

Estaba más que seguro de que su pareja destinada estaba por ahí, buscándolo y anhelándolo tanto como él le anhelaba.

Mensajes de voz

—Ya te puedes largar, no tienes nada más que hacer aquí. —Dio una calada a su cigarrillo, sin siquiera mirar a la omega de cabello largo que se estaba vistiendo frente a él lentamente, tomando las diminutas prendas que había usado antes de haber cogido con el gruñón alfa que estaba sentado en el alfeizar de la ventana, totalmente desnudo, dejando ver sus músculos marcados y numerosos tatuajes.

Ella le hizo un puchero, ensortijando un mechón de cabello con su dedo, y tratando de verse "provocativa".

—Oh, vamos... ¿no quieres otra ronda, guapo? —Dijo con esa ridícula voz que según ella era sexy, y que francamente a él le hacía sangrar los oídos.

No recordaba claramente la noche anterior, cuando pensó que sería buena idea ir a un antro a bailar y beber como vikingo; tenía recuerdos muy borrosos de música altísima, mucho calor, y vagos vistazos de bailar muy cerca de la chica que, ahora que la veía más atentamente y sin la bruma de alcohol, le hacía entender mejor ese dicho popular de “cualquiera puede verse muy bien después de las suficientes cervezas” y preguntarse seriamente cómo demonios ella pudo convencerlo, no sólo de enrollarse, sino hasta de hacerlo en su apartamento.

—Escucha... ¿Hyeseo? ¿Hyerin? Agh, me vale un carajo tu nombre. Puedes tomar tu sostén y tangas rellenos e irte en tus tacones de zorra derechito a la mierda. —Tiró la colilla del cigarrillo por la ventana antes de encerrarse en el baño para darse una ducha, ignorando los agudos e irritantes gritos llenos de insultos que le dirigía la chica.

Escuchó la puerta ser azotada, cosa que no pudo importarle menos, y se metió a la lluvia artificial caliente, sintiendo la cabeza palpitar de dolor gracias a la jodida resaca que lo torturaba.

Definitivamente debía dejar de tomar tantos tragos cuando estaba solo, era evidente que su juicio no era el mejor… aunque ha terminado en situaciones peores, como cuando despertó en un hotel desconocido en Busan con una tanga de plumas rosa puesta, un extraño tatuaje nuevo de Bob Esponja que le costó mucho dinero tapar con otro menos vergonzoso, una cantidad abismal de contactos desconocidos en su teléfono, una enorme cuenta abierta en un bar y eso era lo que podía recordar.

Una vez salió de la regadera, se tragó un par de aspirinas junto a una taza de café negro sin azúcar, tal como le gustaba, y tomó un poco de pizza que había en su refrigerador mientras presionaba el botón de su teléfono fijo para que sonaran los mensajes de voz que le habían dejado.

—"Hola Jiwonnie... soy yo, Minsung, nos divertimos mucho la otra noche y quería saber si podíamos ir por un café a eso de las..." —Ni se molestó en terminar de escuchar el mensaje antes de borrarlo con toda la indiferencia del mundo. No recordaba al pequeño iluso que se hacía llamar "Minsung", ni cómo fue que obtuvo su número de teléfono, pero tampoco le importaba. —"Hola guapo, soy Joohyun, no te olvido, en verdad creo que nosotros..." —Borrado sin miramientos, mientras tomaba un buen bocado de pizza. Iba a escuchar el siguiente mensaje cuando entró una llamada, y ante la curiosidad de si sería alguna llamada de Seokhwa o de su padre, contestó.

—Baek Jiwon, ¿Quién es?

—"Hyung... s-soy yo... Woo-Wooshin... necesito verte, por favor..." —Puso los ojos en blanco en cuanto escuchó aquella irritante voz que tanto le acosaba desde hace dos meses.

Estaba considerando la posibilidad de buscar una orden de restricción en contra del mocoso que aparentemente no entendía que sólo fue una aventura de un par de veces, porque el chico parecía niña y resultó tener un culo bastante apretado, y él estaba demasiado ahogado de alcohol cuando le conoció y folló, siendo el último acostón que tuvieron por mera lástima.

—Te dije que no volvieras a llamarme, ¿Qué tengo que hacer para que entiendas que contigo no quiero ni la hora? Creí que te había quedado claro hace dos semanas que sólo fuiste un polvo. —Espetó, comiéndose lo que le quedaba de pizza con absoluta frustación.

— "¡E-estoy embarazado, y de ti, lo juro!" —La voz le temblaba tanto al omega que sólo pudo reír amargamente ante tan mala mentira. La había escuchado tantas veces de tantos omegas diferentes que, si recibiese un dólar por cada ocasión, podría acabar con la hambruna mundial

—Pequeña zorra, no tiro con alguien sin condón para evitar que fáciles como tú me vinieran con esa patética mentira para tratar de amarrarme. Y para tu información, tengo hecha la vasectomía, el condón es sólo para que no me peguen algún bicho. —Bueno, al menos en era sincero con el pobre omega al que destrozaba sin importarle en lo más mínimo y sin esfuerzo. —Aún si estás embarazado, me vale una mierda. No vuelvas a llamar, aléjate de mí y si vuelvo a verte, solicitaré una orden de restricción en tu contra porque ya me hartaste. Sólo desaparece de mi vida.

Tras decir aquellas frías palabras, colgó el teléfono y observó la hora, luego su agenda, y al ver que estaba libre por al menos dos días, salvo de la horrorosa prisión que se hacía llamar escuela, y que era lamentablemente obligatoria para él, se tiró en la cama a dormir como si hubiese caído en coma. Excelente forma de pasar su domingo.

Despertó varias horas más tarde, y con pereza observó que su reloj despertador anunciaba que eran las 6:03 de la madrugada, y se planteó muy seriamente la posibilidad de usar algún buen soborno para poder conseguir una nota de doctor falsa y así saltarse la escuela los siguientes dos días.

Luego recordó que ya había usado notas con demasiada frecuencia aquel semestre y se le pasó, tendría que guardar aquel truco para el siguiente semestre o podrían castigarlo severamente, y eso sería peor que tener que aguantar algunas aburridas horas de clase.

Tras intentar volver a dormir, aunque sea un poco, girando sin cesar en su cama, se frotó la cara con frustración y fue al baño a asearse, para después colocarse el tedioso uniforme escolar que tanto detestaba, aunque, realmente, ¿Qué no detestaba aquel alfa egocéntrico, egoísta y malhumorado?

Con un gruñido de fastidio al revisar que en su refrigerador había sólo algo de mostaza y un tomate verde, además de lindos conejos de polvo en su despensa, tomó su billetera, mochila, llaves y su casco de motocicleta para luego salir del apartamento en dirección al supermarket que había a dos calles de allí.

Hizo una mueca cuando la luz brillante del lugar le dio en la cara, haciendo relucir la resaca que aún no se le iba del todo, a pesar del café y las aspirinas. Tomó una cesta de mano y empezó a tomar algunas cosas, en especial café, ramen y aspirinas, y una vez estuvo en la caja tomó además un par de cajetillas de cigarrillos.

Le guiñó el ojo a la cajera, quien se quedó embobada y ruborizada observando al apuesto alfa que de vez en cuando iba a comprar a ese pequeño establecimiento, y como siempre que hacía eso, olvidó cobrarle como debía y terminó metiendo en la caja registradora muchos menos wons de los que correspondían a las cosas que compró Jiwon, pero claro, a pesar de ser rico a este le gustaba divertirse jugando con la gente, y mientras más ingenua fuese su pobre víctima, mucho mejor.

Volvió brevemente a su lujoso y solitario apartamento, dejó las compras en la mesa, que ya se encargaría después la sirvienta de ordenar, y volvió a su moto para así arrancar a la escuela, y de vez en cuando frenando un poco para silbarle a cuanta omega y beta atractiva veía mientras pasaba, y más de una le devolvió el coqueto saludo.

Iba algunos minutos tarde, pero no le importaba.

Sabía que si su padre desembolsaba algunos cuantos billetes todas sus tardanzas e inasistencias desaparecerían sin problemas de su expediente escolar, aunque luego se llevase un largo sermón sobre la importancia de asistir a clase y tomar sus responsabilidades como futuro alfa de la familia, no sólo en la escuela, sino además al encargarse de los negocios de la familia.

Estaba muy acostumbrado a sus sermones, pero lamentablemente aún no había encontrado la forma de responderlos sin enojar aún más a sus progenitores.

Quizás algún hermoso día encuentre la forma.

Debería pedirle a Hanbyul su secreto para soportar los de su padre sin morir de aburrimiento en el proceso, e incluso ser capaz de cortarlos sin consecuencias.

Dado que iba tarde, como de costumbre, los pasillos estaban bastante vacíos en esos momentos. Hanbyul y Woojung no compartían con él la primera clase de los lunes, así que ¿Para qué molestarse en llegar temprano a ese lugar que tanto detestaba si no podría encontrarse con ellos hasta algunas horas más tarde?

Puede que Hanbyul y Woojung no se llevasen bien entre ellos, pero por separado aún eran sus mejores amigos. Simplemente era mejor no juntarlos, especialmente teniendo en cuenta que Hanbyul tenía una aventura con el novio de Woojung y él ni enterado.

—Joven Baek, es la tercera vez este mes que llega tarde a mi clase. Otra tardanza injustificada más y me veré obligado a citar a sus padres con el director. —Dijo el severo beta de cuarenta y muchos años que dirigía la clase, mirando con enojo a Jiwon a través de sus gafas de montura cuadrada cuando éste entró al salón con la frente bien alta con arrogancia.

Jiwon le sonrió burlonamente al profesor mientras entraba al salón y se sentaba en su asiento preferido, justo al final junto a sus amigos de la clase.

—Oh, disculpe Yoon-Sangsenim, pero sí tengo una excelente justificación para mi tardanza. —Le respondió Jiwon borrando su sonrisa y mostrándose de repente incómodo y tenso, como si la razón de su tardana le avergonzara enormemente.

En cuestión de instantes había ideado una forma de joder al profesor que tanto amaba atormentar.

— ¿Ah sí? ¿Cuál? —Inquirió el profesor Yoon, tratando de contener las ganas de arrancarle la yugular de un zarpazo al insolente alfa que se esmeraba en sacarlo de quicio cada vez que lo veía.

—Una bonita zorra me dio una excelente mamada justo antes de entrar, y como a mí no se me corta la leche, pues claro me tardé en llegar. Esas cosas no se apuran, profesor Yoon. —Dijo de forma socarrona, escuchando a sus amigos reír a carcajadas por aquella estupidez y haciendo sonrojar a Yoon Seunghyun tanto por el decoro como por la rabia absoluta, sintiéndose humillado tras haber caído en tan absurda trampa de su alumno más odiado (y con razón).

— ¡Silencio! ¡Baek, a la oficina del director ahora mismo! —Gritó el hastiado profesor señalando la puerta, logrando reducir las risotadas estruendosas a sólo unas risitas por lo bajo.

Se detuvo un momento en la puerta sólo para darle una nalgada a una muchacha que iba entrando tras una breve ida al baño, además de mostrarle el dedo medio al profesor.

— ¡Su hija tiene un precioso culo, Yoon-Sangsenim!

Labios compartidos

—Han-Hanbyulie... N-no podemos de-dejarnos llevar, y-ya sabes... N-no puedo llegar oliendo demasiado a ti, s-se darán cuenta... —Jadeó el de voz más gruesa de ambos jóvenes, que se encontraban en uno de los pasillos casi desiertos de la escuela.

Sabían que estaban llegando tarde, como hacían últimamente, también que se estaban arriesgando demasiado a que cualquier persona que pasara por allí los viese en tan comprometedora situación.

El omega de voz gruesa se encontraba bastante cómodo en los brazos del alfa que devoraba su cuello, cuidando mucho de no chupar o dejar alguna marca en aquella deliciosa piel perfumada a miel, lirios y limón, y acariciando con fervor las piernas delgadas pero musculosas de su amor prohibido, sin fuerza de voluntad para separarse de Changhyun.

—Me tienes como un perro a tus pies, Changhyunnie... —gruñó el mayor sobre la piel del menor, poco preocupado por ser atrapado en pleno acto, a pesar de las terribles consecuencias que esto podría traer. Se había vuelto adicto a Woo, y no le molestaba admitirlo, pero lastimosamente, aunque quisiera no podía gritarlo a los cuatro vientos, y un quinto por si acaso, sin arruinar más de una vida aparte de la suya. —Mi boca insensata ha caído en ti y no quiere separarse...

—Cá-cállate, Yang... —Dijo con una sonrisa el omega de cabellos bicolor antes de separarse de su adorado alfa, con su lobo interno aullando en protesta, y dándole un último beso en los labios, fugaz pero totalmente cargado de pasión desmedida.

El alfa incluso se tomó unos breves momentos para así ayudarlo a acomodarse el uniforme escolar, arrugado por sus minutos de achuchones intensos.

—Te amo, Changhyunnie. —Le dijo Hanbyul con una sonrisa llena de amor y una mirada dulce que reservaba solamente para el omega de sonrisa grande.

—Te amo, Byullie. —Susurró sobre los labios ajenos, antes de abrir el casillero sobre el cual estaba apoyado anteriormente, sacando de este su frasco de neutralizador de aroma en espray, aplicándolo en sí mismo para borrar el aroma de Hanbyul a pino, hierbabuena y naranja mezclado con el suyo, para luego rociarle un poco a Hanbyul también.

Los pondría en una situación bastante comprometedora si tal popurrí de olores era detectado por Jinhwan y/o Woojung. Tomó un par de libros, dejando la mochila en el casillero, mientras Hanbyul se iba con una suave sonrisa plasmada en su usualmente serio rostro en camino al tercer piso, para ver una aburrida clase de matemáticas avanzadas.

El alfa miró el anillo de compromiso que adornaba su dedo anular, suspirando con cansancio antes de meter la mano en el bolsillo de su pantalón para no tener que ver la irritante pieza de joyería que le recordaba con brillante insistencia como iba cagándola cada día un poco más, diciéndole insistentemente lo miserable que era su vida.

— ¡Byullie mi amor! ¡Hyung, está llegando tarde pero ya le guardé su asiento junto a mí! —La chillona, a sus oídos, voz de Jinhwan no tardó en hacerse presente. La profesora Bae, una alfa de edad media con sonrisa de corazón, miró con una ceja alzada al alfa que estaba en el umbral de la puerta, esperando su aprobación para entrar al salón de clases.

—Disculpe Bae-Sangsenim, estaba atendiendo unas llamadas muy importantes. En estos momentos estoy tramitando la compra de una empresa y no podía rechazar la llamada. —Mintió de un tirón, sin pensarlo siquiera. No era del todo una mentira, después de todo realmente estaba metido en una negociación nueva, pero no vería a los demás empresarios hasta el fin de semana.

Era una compañía pequeña y quebrada, pero le veía cierto potencial; la compraría por el menor precio posible, la levantaría otra vez y cuando estuviese en su mejor momento la vendería al mejor postor. Luchando para ocultar su fastidio se sentó en su mesa junto a Jinhwan, quien como siempre usaba el cuello lo más descubierto que el uniforme escolar le permitía sin verse vulgar, presumiendo el lazo primario de suave color rosa que adornaba su cuello.

El lobo interior de Hanbyul hizo una rabieta porque el omega que había marcado, a pesar de lo superficial de los lazos primarios, no era su conejito Changhyun, sino el infantil de Jinhwan.

Quien pasaba noches en su casa y salía en público a citas con él era Jinhwan, mientras que con Changhyun debía estarse escondiendo siempre, yendo a citas alejadas de la ciudad en lugares poco concurridos y siempre con tapabocas, sin poder presumir a su pareja en redes sociales, sin poderlo llevar a cenar en casa con sus padres ni alardear frente a todos que sólo él podía tocar al bonito omega ni adornar su delicioso cuello bronceado con su marca.

Ni siquiera podían hablarse más allá de un saludo informal durante la jornada escolar porque Jinhwan o Woojung podrían sospechar algo.

Sí, era un asco. Su vida entera era un asco que no se podía disfrazar con algunos cuantos millones en su cuenta bancaria.

—Intente que ello ya no interfiera con su puntualidad, al menos en mis clases señor Yang. No puedo seguir tan tolerante con sus tardanzas y faltas. —Dijo la severa profesora mientras acomodaba sus gafas antes de seguir escribiendo fórmulas matemáticas en el pizarrón, para varios alumnos bastante difíciles de entender.

—Tenga Byullie-hyung, aquí tiene mis apuntes del inicio de la clase que se perdió. —Le susurró Jinhwan mientras le pasaba una hoja de papel que había sacado de su libreta con varias anotaciones a Hanbyul. —Debería apagar el teléfono al llegar a clase, no quisiera que a hyung lo regañen sus padres. —Un puchero adornó el rostro del rubio menor. Hanbyul medio forzó una sonrisa mientras aceptaba el papel y lo colocaba en su libreta.

—Gracias, Jinhwan. No tenías que molestarte.

—Sabes que haría lo que fuera por ti, hyung. Lo amo mucho. —Susurró el menor, sonrojándose ligeramente de esa forma que a veces le exasperaba un poco a Hanbyul. Jinhwan no era el problema, era un buen chico y un perfecto partido para cualquier otro. El problema es que no era Changhyun.

—Igualmente, Jinhwan. —Susurró, o más bien gruñó Hanbyul, rodando los ojos al sentir a su lobo haciendo una rabieta interna por aquella mentira tan cruel. La clase, y la mañana en general, pasaron de manera bastante monótona.

Oír a los profesores, anotar las cosas que decían, acariciar de vez en cuando a Jinhwan o darle algún fugaz y ligeramente brusco beso, y soportar sentarse a su lado en la cafetería, escuchándolo parlotear junto a sus frívolos e interesados "amigos" de ambos, mirando desde lejos y con inmensa envidia a Changhyun acomodado sobre las piernas de Koo ahora que los profesores no los veían, quien le abrazaba la cintura mientras ambos estaban en la mesa almorzando junto a sus amigos.

Changhyun lo descubría observándolo de vez en cuando, y normalmente le lanzaría algún beso volador o le guiñaría un ojo con coquetería, pero estaba rodeado de prácticamente todos sus amigos, y sería imposible hacerlo sin que uno o dos por lo menos se diesen cuenta de su coqueteo.

— ¡Changhyunnie-hyung, ya se tiñó el pelo otra vez! Se ve muy bonito, yo quisiera teñir el mío. —Dijo el pequeño omega de cabello largo con un pucherito mientras se cruzaba de brazos. El día anterior Changhyun había cambiado su rubio platinado por un nuevo peinado mitad negro tinta mitad blanco.

—Pareces Cruella De Vil, claro, si Cruella De Vil fuera sexy. —Le dijo Woojung a su novio con una sonrisa juguetona, ganándose una palmada en el brazo de parte del omega de cabellos bicolor.

—Nada de eso, Minnie. Tienes un pelo muy lindo como para dañarlo con tintes como Changhyun y Woojung, que a este paso se quedarán calvos... —Protestó Minjoon, como siempre que salía a colación el tema de teñir el cabello de Minhyun. Al menos, intentó protestar hasta que su pareja decidió interrumpirlo.

—Es irónico que tú seas quien le niegue teñirse usando ese argumento, ¿Tanto tinte te quemó las neuronas? —Preguntó con una sonrisa burlona Seojoon, jalando juguetonamente el cabello violeta del alfa, quien se acercó al rostro ajeno y suavemente le mordió la mejilla, siendo luego su rostro apartado por un leve manotazo de Seojoon. — ¡Minjoon, me llenaste de tus babas! Ahora estoy todo ensalivado... ¡Traga tu comida, no a mí! —Protestó el menor, intentando meter el rollito de huevo a la boca del alfa.

—Prefiero comerte a ti. —Dijo este en un susurro perfectamente audible y una exagerada sonrisa “lasciva”, logrando que las pálidas (y ensalivadas) mejillas del menor se tiñeran de un fuerte color rojo, ganándose más manotazos de parte del omega enlazado.

— ¡Eres un idiota pervertido, hormonal, sucio, cochino, grosero...! —Exclamaba Seojoon, remarcando cada insulto con un manotazo nuevo en los brazos y torso de Minjoon, quien se reía a carcajadas por las reacciones tan tiernas de su novio.

—Changhyun-hyung... ¿Comerse a Seojoonnie-hyung no sería canibalismo? —Le preguntó el omega de cabello largo en un susurro a su amigo de cabello bicolor, sonriendo a pesar de estar confundido. Woojung besaba castamente el cuello de su novio, quien no le tomaba mucha importancia cuando volteó su rostro en dirección a su lindo menor.

No se fijó en el ceño fruncido del alfa al ser este interrumpido mientras mimaba a Woo.

O quizá sí lo notó, pero prefirió ignorarlo para no crear una discusión frente a sus amigos, que obviamente los incomodaría muchísimo. El hecho de que últimamente discutiesen como matrimonio al borde del divorcio no era algo que tuviesen que ventilar a todos, y mucho menos tener que arrastrarlos a ese tenso ambiente.

—Se refiere a comerlo de otra forma, Minnie. Es una expresión que tú eres demasiado pequeño y bebé para entenderlo, aún. —Dijo Changhyun con una sonrisa ladina mientras le daba una suave palmadita en la cabeza a su menor, quien frunció su ceño e hizo un adorable pucherito mientras se cruzaba de brazos, a manera de berrinche, antes de volver a tomar su almuerzo y sus palillos, empezando a comer mientras seguía ceñudo. Parecía un adorable gatito bebé. —Más que asustarme, me matas de la ternura Minnie. Ya cambia esa carita, te saldrán arrugas. —Dijo de forma bromista mientras le apretaba la naricita a Minhyun, quien le sacó la lengua como el pequeño consentido que era.

—Minnie, eres literalmente la cosa más mona de mundo. No hay forma de que puedas intimidar a nadie con esa carita. —Le dijo Wooseok mientras le colocaba un refresco de limón en el lugar frente a él. Se había ausentado un par de minutos mientras iba a una máquina expendedora a buscar bebidas para todos, y detrás de él iba Minki con algunas bolsas de papas fritas y galletas para repartir entre sus amigos. — ¿Quién aquí está de acuerdo conmigo?

Y para indignación de Minhyun, literalmente todos sus amigos alzaron la mano. Seojoon y Minjoon interrumpieron su breve pelea de manotazos y mordiscos para alzar las manos, Changhyun y Woojung dejaron de susurrarse entre sí para voltear a verlo alzando ambas manos cada uno, y Minki alzó su mano derecha tan rápido que dejó caer un par de bolsas de papas fritas, haciendo reír incluso al dulce omega de falda corta, que se acercó para ayudarlo a recoger los bocadillos caídos.

—Me las van a pagar, ya verán. —Decía el pequeño omega a modo de broma, sacándoles la lengua a todos.

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