Historia 2 capitulo 11

Tropese y caí al suelo, cuando voltee a ver detrás de mi pensé que ya estaba a metros de él, y sólo entonces, reparé en que había corrido demasiado porque justamente ahora no tenía ni la más mínima idea de dónde me encontraba.

Intente levantarme, era como en una película de terror donde la chica tonta se caía y era víctima fasil, la verdad es que yo y las situaciones extremas no nos llevábamos bien pero si había alguna similitud con alguna película de terror debía apresurarme y continuar ya que siempre que la víctima se detiene y piensa que dejó al asesino atrás siempre resulta que estába cerca.

Camine observando a mi alrededor mientras intentaba descubrir dónde estaba, buscaba cualquier cosa que me resultará similar pero estaba rodeada por árboles enormes y si veía algo similar solo era un árbol similar a otro, pero no quería nisiquiera pensar que estaba perdida.

Aquellos arboles hacían ver todo oscuro, por suerte para mí por fin había conseguido distinguir algo entre las sombras: una pequeña cabaña.

camine lentamente y con cautela ya que por supuesto que encontrar algo así, casi como de la nada, no era algo normal así que la situación se volvía cada vez más rara asi que tenía que encontrar la forma de salir de allí. Al estar frente a aquella cabaña se me ocuurrio una medida desesperada para lograrlo.

Con esfuerzo y cuidado intente subir al techo de la cabaña porque mi idea era que desde un lugar alto podría ver desde la altura el camino de regreso y por suerte para mí una vez sobre el techo, pude ver que no estaba tan lejos de la escuela, incluso de allí conseguí ver la misma puerta por la cual había salido y que hasta había dejado abierta.

— ¿Qué haces aquí? -Repentinamente escuche decir a una voz que me tomo por sorpresa.

El susto casi me hace caer del techo, era algo que no esperaba escuchar una voz hablarme así y en ese lugar. Sin embargo, ese había sido un torpe efecto del susto, porque al prestar atención, noté que al dueño de esa voz yo ya lo conocía.

—¿Profesor? —Confundida bajé de la cabaña tan rápido como pude y corrí hacia donde estaba essperando que pudiera ayudarme. Creo que a él de seguro le habría parecido de lo más extraño verme allí, y en todo caso para mí también lo era el que estuviera en ese sitio.

—¿Que haces aquí? —Pregunto preocupado.

Para mi desgracia el profesor Nícolas venía acompañándolo y yo no lo había visto.

-¿Se conocen fuera del colegio? -Pregunto Nicolás.

Para un hombre tan correcto como él, seguro era rarísimo ver tanta cercanía entre profesor y alumna así queenía que encontrar la manera de persuadirlo para no meter en problemas al amigo de mi padre o terminaría por castigarme.

—¿Y bien?. -Volvió a preguntar.—¿Qué está pasando aquí?

—Nada. -Conteste. -Queria ir a casa y con tantos árboles me olvide por dónde ir.

—Te llevaremos. —El señor Nícolas me contestó.

Ambos me acompañaron de regreso a la escuela y de allí me guíaron como volver a casa.

-Gracias. -Les agradeci dándome media vuelta.

-No tan rápido. -Dijo Nicolás. -Faltaste a detención así que espero el lunes en mi escritorio.

-Esta bien.. -Le dije. -No me importaba, solo quería volver a casa.

Al día siguiente me servi un tazon de cereal lista para desayunar, esperaba estar tranquila este día pero no podía aprovechar el día para descansar ya que el profesor Nicolás me había mandado tarea así que luego de desyunar comencé a hacer la tarea que me habia dejado el profesor que era de Literatura, era de esperarse para un profesor de literatura así que comencé a escribir la definición de literatura que me había pedido:

-Según la Real Academia Española (RAE), literatura es el «arte de la expresión verbal» (entendiéndose como verbal aquello «que se refiere a la palabra, o se sirve de ella». ​) y, por lo tanto, abarca tanto textos escritos (literatura escrita) como hablados o cantados (literatura oral). En un sentido más restringido y 'neotradicional' (ya que las primeras obras literarias fueron compuestas para ser cantadas o recitadas), es la escritura que posee mérito artístico y que privilegia la literariedad, en oposición al lenguaje ordinario de intención menos estética y más práctica. El término literatura designa también al conjunto de producciones literarias de una lengua, de una nación, de una época o incluso de un género (la literatura griega, la literatura del Siglo xviii, la literatura fantástica, etc.) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, jurídica, etc.). Es estudiada por la teoría literaria.El concepto de literatura ha cambiado con el tiempo por ser parcialmente subjetivo; en su sentido genérico es el conjunto de cualquier producción escrita u oral de una nación, época o género y, en su sentido restrictivo, se considera que debe tener un valor estético o intelectual. La literatura es una de las Bellas Artes y una de las más antiguas formas de expresión artística, caracterizada, según el Diccionario de la Real Academia Española, por la “expresión verbal”. Es decir que alcanza sus fines estéticos mediante la palabra, tanto oral como escrita. Sin embargo, nunca resulta fácil justificar qué cosa es y qué cosa no es literatura, ya que este se trata de un concepto construido históricamente.En busca de la definición de los conceptos «literatura» y «literario», surgió la disciplina de la teoría de la Literatura, que empieza por delimitar su objeto de estudio: la literatura. No hay una definición unívoca del término, ya que dependerá del crítico literario que la defina, como así también de la época y del contexto que la define. Sin embargo, los primeros estudiosos que se preocuparon por el estudio de esta disciplina son los llamados formalistas rusos.

A comienzos del siglo xx, el Formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga sobre los rasgos que definen y caracterizan dichos textos literarios, es decir, sobre la literaturidad de la obra. Roman Jakobson plantea que la literatura, entendida como mensaje literario, tiene particularidades de tal forma que la hacen diferente de otros discursos; ese interés especial por la forma es lo que Jakobson llama «función poética», por la que la atención del emisor recae sobre la forma del mensaje (o, lo que es lo mismo, hay una «voluntad de estilo» o de estilizar el lenguaje por parte del escritor). En efecto, hay determinadas producciones lingüísticas cuya función primordial es proporcionar placer literario, un deleite de naturaleza estética, producido por la belleza, en relación con el pensamiento aristotélico. El lenguaje combinaría en sus elementos más simples dos tipos de elementos: redundancias, recurrencias o repeticiones rítmicas formales y de contenido semántico, esto es, analogías, por un lado, y por el otro, desvíos de la norma, para alejarse del lenguaje común, causar extrañeza, renovar: la llamada anomalía; de ese modo se impresiona la imaginación y la memoria y se llama la atención sobre la forma del mensaje, su peculiar forma expresiva. De ambas tendencias, la rítmica o repetitiva es popularizante, y la segunda, por el contrario de sesgo aristocratizante.

El lenguaje literario sería uno estilizado y con una trascendencia particular, destinado a la perdurabilidad; muy diferente de las expresiones de la lengua de uso común, destinada a su consumo inmediato. La literatura, por otra parte, exige por tradición un respaldo sustentable: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha no habría podido escribirse si no hubieran existido antes los libros de caballerías.

Wolfgang Kayser, a mediados del siglo xx, plantea cambiar el término «Literatura» por el de Belles Lettres, diferenciándolas del habla y de los textos extraliterarios, en el sentido de que los textos literario-poéticos son un conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados, en el que los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creándose así objetividad y unidad propias.

-El dilema de si el escritor debe tomar posición frente a los problemas contemporáneos o atender a su mundo interior ha estado siempre presente: la pregunta arranca de Platón, pero ha tomado un cariz especial a raíz de las guerras mundiales, los genocidios o la degradación de las relaciones humanas y de la naturaleza.El debate acerca de la transformación de la sociedad a través del arte sufrió un gran impacto con la aparición de ¿Qué es la literatura? (1948) de Jean Paul Sartre.Sartre dirigió su ensayo a sus contemporáneos pero su objetivo concreto fue rebatir las opiniones vertidas por Julien Benda (1867-1956) en un conjunto de estudios sobre literatura titulado La France byzantine (1945) y en un ensayo aparecido en 1927 y titulado La trahision de los clercs (la traición de los intelectuales).Ya durante la Primera Guerra Mundial Benedetto Croce había despreciado a los intelectuales que ignoraron su compromiso con la verdad al avalar las mentiras de la propaganda de la guerra, y en 1925 condenó el manifiesto de los intelectuales fascistas. Sus consideraciones no pasaron desapercibidas, pero fue Julien Benda quien más reflexionó en aquellos años sobre el papel que debía cumplir el intelectual en la sociedad. Benda abominaba de aquellos autores que no abordaban las grandes cuestiones que afectaban desde siempre al ser humano y se consagraban a las menudencias políticas de cada día, despreocupándose de los problemas mayores e infectando sus propios escritos con lo cotidiano.Sartre responde asegurando que la misión del escritor es arrimar el hombro en el momento que le ha tocado vivir, y escribir para los contemporáneos en vez de mirar el mundo con ojos futuros. El escritor no es sinónimo de creador, sino casi de soldado o de combatiente. Frente a los calificativos de obra hermosa o emocionante, el existencialismo de Sartre valora las obras en función de su importancia, de la eficacia para la causa a la que se adhiere. No son sus valores estéticos los que cuentan sino la influencia que su mensaje puede ejercer en los contemporáneos. Lo primordial de la literatura es servir a la comunidad, y eso es lo que platea Sartre en ¿Qué es la literatura?, donde propuso tres preguntas: ¿Qué es escribir?, ¿Por qué escribir? y ¿Para quién se escribe?Sartre libera de compromiso a la poesía, porque según él, no utiliza palabras-signos sino palabras-cosas, del mismo modo que la música usa sonidos o la pintura colores. Para el prosista las palabras son significados, son las armas de las que se vale; para el poeta, las palabras son la cosa misma. El escritor vive en una situación, de modo que el silencio es tan responsable, tan culpable, como la acción. Todo escrito posee un sentido, aunque diste de aquel que el escritor quiso dar a sus páginas, pero inevitablemente, el escritor está comprometido hasta su retiro más íntimo, tanto si opina mediante su obra como si calla. Según Sartre, el placer estético es puro cuando llega por añadidura, pero primero ha de reflexionarse sobre la intención de lo que se escribe y solo después considerar el estilo o la construcción literaria. -Lei el libro de literatura intentando ver si hari falta escribir más.-Para Sartre, en definitiva, se escribe para revelar la relación del hombre con el mundo, lo que implica que se escribe para el público (contemporáneo) y, además, con el objeto de incitar a quienes nos rodean a tomar postura ante lo que se tiene delante. La idea básica es, entonces, que no hay comunicación al margen del tiempo; las obras del espíritu se producen para ser consumidas en el mismo lugar y momento en que se producen.Así, fue revisado y redefinido numerosas veces a lo largo del tiempo, y existen muchas definiciones posibles .

Uno de los rasgos singulares de la literatura es su uso del lenguaje, que a menudo se denomina la “lengua literaria”, y que se diferencia del uso ordinario o cotidiano. Su uso particular del lenguaje persigue la belleza y la reflexión sobre sí mismo, no sólo mediante el empleo de tropos y figuras retóricas, sino también de un sentido particular del ritmo.

A esto, además, deben sumarse los permisos que da la ficción: situaciones, imágenes y relatos provenientes de la imaginación o de la realidad misma, pero filtrados a través de la subjetividad.

La literatura es un campo de estudio en sí mismo: sirve de objeto de estudio a la teoría literaria y a la crítica literaria, así como a la filología e historia de la literatura. Por otro lado, puede hablarse también de literatura en un sentido no vinculado con el arte, sino referido a un conjunto organizado de saberes y textos en torno a un tema: “literatura médica” o “literatura técnica”, por ejemplo. Hasta el siglo xvii, lo que actualmente denominamos «literatura» se designaba como poesía o elocuencia. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier invención literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso, entendiéndose por tal tres tipos fundamentales de "poesía / literatura": la lírica (propia del canto, en verso), la épica (propia de la narración, en verso largo o prosa) y la dramática (en diálogo).[3]​ A comienzos del siglo xviii se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A mediados de la misma centuria, Lessing publica Briefe die neueste Literatur betreffend, donde se utiliza «literatura» para referirse a un conjunto de obras literarias. A finales del siglo xviii, el significado del término «literatura» se especializa, restringiéndose a las obras literarias de reconocida calidad estética. Este concepto se puede encontrar en la obra de Marmontel, Eléments de littérature (1787), y en la obra de Madame de Staël, De la literatura considerada en relación con las instituciones sociales.

En Inglaterra, en el siglo xviii, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo xviii eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas. En las últimas décadas del siglo xviii apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra A Defence of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blake y Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.Raúl H. Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre el concepto y cómo se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.

Si se considera la literatura de acuerdo con su «extensión y su contenido», la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que, por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormente por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.

Según el «objeto», la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; «histórico-crítica» si el enfoque de su estudio es genealógico; «comparada», si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; «comprometida» si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; «pura» si sólo se propone como un objeto estético; «ancilar», si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.

Según los «medios expresivos y procedimientos», Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios universales, que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; «lírico», «épico» y «dramático». Manifestaciones líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándose a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el didáctico.

El teórico Juan José Saer postula que la literatura es ficción; es decir que todo lo que leemos como literatura no tiene referencia directa en el mundo real.[5]​Lo literario sólo existe en relación con el texto en el cual aparece. Pero la literatura, aunque resulte paradójico, es profundamente verdadera: su autenticidad pasa por reconocerse como ficción y hablar de lo real desde allí. Saer afirma, además, «que la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción», y que cuando optamos por la práctica de la ficción no lo hacemos con el propósito turbio de tergiversar la verdad. En cuanto a la dependencia jerárquica entre verdad y ficción, según la cual la primera poseería una positividad mayor que la segunda, es, desde luego, en el plano que nos interesa, «una mera fantasía moral».

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