...BETANIA PRATT...
Después de esa noche Antonio quiso que repitamos unos días después pero aún me dolía lo que hizo conmigo sin siquiera importarle lo que yo sentía y no encontré más que negarme con todas mis fuerzas.
-¿Y ahora qué? ¿Cuál es el problema?- reclamó embravecido
-¿El problema dices? Que esa noche no quería pero tú- con mi dedo índice golpeé su pecho- hiciste lo que quisiste sin siquiera importarte como me sentía yo
-¿Que no querías? No te quejaste mucho así que no te hagas la pobre mártir conmigo y cumple con tus deberes de esposa de una puta vez como debe de ser- se acercó a mi respirando agitado; sus fosas nasales se dilataban por su respiración y aunque sentí miedo no retrocedí
-Te pedí que pararas, no estaba ni lubricada y me dolía pero en vez de detenerte lo hiciste más duro
-No me pediste nada- se defendió mirándome enojado
-Obvio que no me ibas a escuchar si llegaste pasado de copas después de la salida con tus compañeros. Ni se te ocurra tocarme- amenacé y retrocedí un paso
-No eres más que una histérica. Siempre en tu estúpido papel de víctima. Después no te quejes- fue su turno de amenazarme
-¿Que no me queje de qué?- lo cuestioné furiosa
-Que no te quejes si busco en otra mujer lo que te niegas a darme. Jamás en mi vida conocí mujer más fría que tú. Solo pierdo mi tiempo hablándote
-Puedes hacer lo que quieras pero recuerda que yo jamás te engañé y los votos que hicimos ante Dios- respiré agitada parpadeando en el proceso por no llorar mientras mordía mis labios para no acabar sollozando y probablemente haciendo el ridículo ya que a él nada parecía importarle
Antonio tomó las llaves de su auto y se fue azotando la puerta mientras que yo con pasos apresurados fui a nuestro cuarto y me desplomé sobre la cama ya sin poder contener el llanto desesperado que salía de lo más profundo de mi corazón.
Desde mi mesa de noche la joven soñadora que me miraba se veía parecida a mi pero inmensamente feliz del brazo de alguien que todos veían hasta el momento como un perfecto caballero.
-¿Que nos pasó?- Abracé aquella fotografía enmarcada y lloré con amargura hasta ya no poder hacerlo más
En esa foto éramos felices y estábamos muy enamorados. Le entregué mi corazón y le juré amor eterno pero jamás imaginé que el amor podría doler tanto.
Antonio dejó de venir a almorzar, prefería comer en la oficina mientras que yo me sentaba a la mesa viendo su plato vacío mientras que el mío lleno se enfriaba hasta que yo lograba probar alimento.
Solo llegaba por las noches transformandolas en noches de hiel. No éramos felices ya y él me lo demostraba cada vez que me insultaba demostrándome todo el descontento que sentía.
Yo quería ser distinta, ¿Que más habría deseado? Pero yo era así. Fría, tanto como el hielo y quizás hasta más. Todo lo que Antonio hacia no me producía deseo así pasaran semanas que no hacíamos el amor.
Leí libros escritos por mujeres experimentadas hasta certificadas en el tema pero no encontraba explicación a mi falta de emoción. Yo aún lo amaba aunque él creía que no lo hacía y no podía decir con exactitud desde cuándo había cambiado.
Yo no tenía ningún problema de salud ni experiencias previas como para comparar o quejarme de su desempeño pero en realidad yo sentía que mi cuerpo se apagaba en sus manos y se negaba a responder a sus intentos de provocarme. Encontraba algo de gusto cuando me trataba como si fuera la primera vez, con esa ternura y delicadeza que tanto me habían gustado; de ese modo que solo consiguió que aquella noche yo lo amara aún más.
Realmente el hombre que me amó en la noche de bodas años atrás no existía ya. Mi corazón aún latía desbocado como cuando me besó por primera vez. Aún lo veía con amor aunque ahora más que nada era desconcierto por no saber quién estaba frente a mi. Según los libros hacer el amor es el acto más bonito que existe en una pareja pero entre nosotros no era así; ni siquiera se sentía correcto.
La verdad era que yo me sentía feliz teniendo todo de él excepto la intimidad. Mi corazón se aceleraba con sus besos y sus halagos seguían teniendo el poder de hacerme sonrojar. Anhelaba su cuerpo al dormir, su cercanía, su calor, sus hermosas sonrisas. El problema es que la calidez de mi corazón y pensamientos eran reemplazadas cuando la excitación suya entraba a la ecuación y el frío se instalaba negado a abandonarme mientras él no culminara aquel acto que solo disfrutaba mientras mi cuerpo se negaba a cooperar.
Me sentía culpable pero ésta era mi naturaleza y no podía cambiar eso. No es como si no me gustara el color de las paredes de la habitación que podía reemplazarlo sin problema. Esto estaba muy dentro de mi y aunque pusiera todo de mi si mi esposo en años no logró derretir éste hielo no creía que nadie pudiera lograrlo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 82 Episodes
Comments
Karina Stipelcovich
tal vez podría buscar ayuda profesional
2024-08-10
0
yelit
a ella le gustan las mujeres y no lo sabe todavía por eso ve a su marido como a un hermano o un padre
2024-04-27
0
Tere Roque 🇨🇺
sííííííííííí trankila k llegará el indicado, xq simplemente Antonio NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO lo es
2023-10-17
1