capítulo 12

¡MIRANDAA!

Fue lo que pudo decir Josefina de la impresión de que tenía, su mente no aceptaba que esa fuese su hija.

La pobre ama de llaves se encontraba en la cocina preparando el té para Josefina, al escuchar semejante grito de desesperación de su señora. Sin pensarlo dos veces dejó todo lo que hacía y salió corriendo, como si su vida dependiera de éso.

Miranda, a toda prisa dejando la cocina se disponía a subir las escaleras en dirección de la habitación del Juan Quintana, pues creyó firmemente que por lo desesperada que sonó su señora. Únicamente se significa que el Sr. de la casa estaba agonizando.

Al poner el primer pie en el escalón pudo ver de reojo a dos personas en la puerta principal de la casa y volteando a esa dirección pudo observar que se era su señora Josefina y otra persona que no pudo reconocer gracias a la distancia. Miranda soltó un suspiró y se dirigió a donde se hablaban aquellas mujeres.

Ama de llaves Miranda: mi señora, he llegado¿necesita algo? - dijo sin levantar la mirada del piso y prestando ninguna atención ante la desconocida-.

Sin tener que pensarlo Josefina dio medio giro para quedar en frente de Miranda y así dándole la espalda a María.

Josefina: dime si conoces a esta persona.

Miranda levantó la cabeza echándole una mirada para ver si la reconocía. Ella y María conectaron miradas, la impresión de Miranda que aún no había dicho absolutamente nada, estando con la mandíbula más que abierta, Josefina con verla la conmoción de Miranda confirmó que todo era verdad y que su mente no le jugaba una mala pasada.

El silencio reinó por un momento ninguna de las tres hizo comentario alguno, solo y únicamente se contemplaron era como si el tiempo se hubiera detenido por un segundo, hasta que Miranda rompió el interminable silencio y corriendo a los brazos de María.

Miranda: mi niña has vuelto. ¿Sufriste mucho?

María Quintana: na… nana.

María rompió a llorar al sentir los cálidos brazos de su querida nana quien la crio como si fuera su propia hija dándole tanto amor que María mostraba su verdadero ser con ella.

Josefina se paralizó pero a la vez también quería y ir a consolar a María sin embargo dio un paso y se detuvo. En sus pensamientos, María estaba de esta manera debido a su inmadurez, que gracias a ella Juan estaba en tal estado, que su decisión de huir; dejó la familia Quintana en bocas de todos por primera vez.

Simplemente con un perdón no bastaba. Ya nada será igual.

Josefina de Quintana: por favor Miranda, lleva a la señorita a cuarto del baño y aséala, también manda a la servidumbre a limpiar y acomodar apropiadamente la habitación del primer piso. Cuando este todo listo y la señorita se acomode en la habitación me informas necesito hablar a solas con María.

Sin expresión alguna Josefina volvió a tomar asiento dejando a su ama de llaves y María en la entrada pero al darle la espalda a ambas sus lágrimas no tardaron en salir.

La ama de llaves si dudarlo tomó a María de un brazo y la arrastró para llegar lo más rápido posible al baño pero antes llamó a unas cuatro sirvientes y mando a tres a preparar el cuarto para María y a la última la mandó a preparar el té nuevamente pues conocía muy bien a su señora sabía que aunque Josefina se mostrará fría y tranquila por dentro era un mar de tempestad.

Cuando Josefina quedó sola en sofá y ya con su taza de té, se calmó un poco pero sentía un dolor agonizante en el pecho sin darse cuenta empezó a llorar.

su esposo se debatía entre la vida y la muerte mientras que María se encontraba un estado poco favorable y le dolía en el alma verla así.

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