Breves Historias.
El niño caminó tomado de la mano de la mujer quién con paso acelerado lo llevaba fuertemente agarrado como si él se fuese a escapar.
A pesar de tener tan solo ocho años, ya sabía lo que era la tristeza, ya que al igual que otros niños creció en ese lugar donde solo había monjas que le impartieron mucha disciplina en todos los aspectos, sin embargo, no hubo cariño, ni amor, quizás por ser tantos no había tiempo para eso.
Pero tenía motivos para estar feliz y contento, el día que tanto soñó llegó. ¡Al fin fue adoptado!. A partir de hoy tendría un hogar y una familia. ¡Se sentía dichoso!
Entró al despacho de la madre superiora, y allí los vió. Era una señora y un señor de muy elegante vestir. Al verme, rápidamente se levantaron de sus asientos y me abrazaron, me sentí incómodo, no sabía qué hacer porque nunca nadie me había abrazado, bueno hasta donde yo recuerde.
La señora con voz muy dulce y muy suave me dijo:
—"De hoy en adelante seremos tus padres y tendrás un hogar"
Con timidez y con ojos llorosos levanté el rostro hacia ella, pude observar en esa mirada azul, algo diferente que no sabía que era. Después que la madre superiora les entregara unos documentos, salimos de su despacho y nos dirigimos a la salida. Antes abracé a las monjas y desde allí me despedí de todos los niños que estaban asomados en los balcones de los pisos superiores. Recordé cuántas veces también desde allí observé partir a tantos otros huérfanos que se despedían al ser adoptados, y creí que nunca me tocaría a mí. Sin embargo hoy, con lágrimas resbalando por mis mejillas, me despido de ellos deseando que algún día también encuentren una familia que los quiera. ¡Un hogar!
Después de recorrer una gran autopista por un buen rato, llegamos a una casa con un grande y hermoso jardín. A tan solo unos pocos pasos el señor detiene su caminar voltea a mirarme y me dice:
—¡Bienvenido Rubén, desde hoy en adelante está será tu casa, tu hogar.
—Gracias — dije con timidez.
Nuevamente el señor me dice:
—Eres nuestro hijo y todo ésto te pertenece, si quieres o deseas algo en particular nos los dices, y rápidamente te complaceremos.
Observé a mi alrededor, y le pregunté:
—¿No tiene perros?.
Me gustaban mucho los perros, bueno, casi que todos los animalitos, en el hospicio teníamos muchos, así como varios perros callejeros que llegaban a la puerta por comida y luego terminaban quedándose allí. A todos nosotros nos encantaba tenerlos para cuidarlos, atenderlos, y sobre todo darles el cariño que en la calle no tenían.
El hombre me responde:
—No tenemos, ya lo habíamos pensado pero estábamos esperando tenerte en casa para luego comprarte el que tú elijas. Mañana mismo compraremos uno o dos.
Lo miré fijamente y le pregunté:
—¿Sería muy difícil en vez de comprarlo buscar uno callejero? — Esos que necesitan tanto amor, cuidados, cariño y un hogar?
Me mira sonriendo y dice:
—Pues claro que sí, nos pondremos desde ya a buscar, seguro que encontramos uno, dos o varios.
Eso me alegro muchísimo. Finalmente entramos a la casa y me quedé asombrado. ¡Ésto no era una casa, era un palacio! Cómo los que veíamos en algunas historias en los libros de cuentos, y él dice ¿que todo es mío? — ésto es mucho para mí solo, aquí podrían vivir conmigo todos mis compañeros del hospicio y ahora es que quedaría espacio.
El tiempo fue transcurriendo rápidamente y me fui adaptando poco a poco a mi nueva vida. Gracias a éstas personas que tuve la dicha de conocer, que sin ser sangre de su sangre me han querido tanto, me han dado tanto amor, tanto cariño, lo que yo siempre había anhelado y necesitaba incondicionalmente me lo ofrecieron.
Cambiaron completamente mi destino para bien.
Obviamente con su apoyo estudié. No desperdicié la oportunidad que me brindaron, y puse todo mi empeño y responsabilidad para lograr culminar mis estudios de arquitectura
Hoy cuando el tiempo ha transcurrido, y por supuesto soy un hombre casado con hijos y nietos, no puedo dejar de volver la vista atrás y pensar en la suerte que tuve, al tener en mi vida a éste par de seres extraordinarios, que me abrieron las puertas de su casa y de su corazón.
Por eso quiero hacer sus pocos o muchos años que les quede por vivir, aún más felices de lo que hasta ahora han sido, rodeados de sus nietos y bisnietos que hacen de su senectud sus verdaderos años dorados.
En la vida se puede tener todo lo inimaginable, riquezas, lujos, viajes, estudios y familia. Pero lo más importante que se debe tener, y no todas las personas tienen, ni con la vida, ni con Dios, y mucho menos con aquellos que en su momento tendieron su mano, e hicieron que su futuro fuese diferente. Eso, sencillamente se llama:
¡Gratitud!
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Comments
Maria Perez
Hermosa reflexion...¡¡La Gratitud!!
2024-05-20
1
alicia g
el agradecimiento hacia esas personas que te dieron una mano debe estar siempre
2023-03-10
2
Norys Sequera
muy bonito, interesante
2022-11-18
1