Capítulo V Confianza en sí mismo.

Por recomendación médica mi abuelo debe apartarse de los negocios incluyendo la presidencia de la empresa.

Le corresponde a mí padre presidirla. Pero eso no va a ser posible puesto que mis padres y muy a pesar de sus edades se han quedado atrapados en la era de los hippies y como tal actúan viviendo la vida sin ningún tipo de ataduras, y sin un rumbo fijo, tal cual nómadas.

Obviamente mi abuelo ni siquiera lo consideró para semejante cargo, y por consiguiente fue preparando a su única nieta desde hace cinco años para el cargo en cuestión.

Así qué con veinticinco años asumo la presidencia de la empresa familiar fundada por mi abuelo hace medio siglo.

Debido a la preparación previa que tuve estos años confío en que no se me haga difícil desenvolverme eficazmente, y sobre todo acatando lo que mi abuelo enfáticamente me ha recomendado de mantener todo tal como está hasta ahora.

Haciendo hincapié en el trato cordial con todos y cada uno de los trabajadores a quienes considera como los verdaderos artífices. Sin ellos la empresa no existiría, siempre ha dicho que el verdadero capital de la empresa lo compone toda la plantilla de trabajadores de diferentes cargos que han colaborado a establecer la empresa hasta el sitial de honor en que se encuentra hoy. Así que, suficiente motivo para tener preferencia especial por todos ellos.

En una asamblea extraordinaria que el abuelo convocó, he sido nombrada presidente de las empresas Plastic Dunst Atkins Company.

Ha representado un momento muy importante y especial para mí. Y por supuesto no debo obviar la gran responsabilidad que tendré a partir de este momento.

Así que comencé a ejercer con vientos no muy favorables. Muchos no estaban de acuerdo con mi nombramiento, pero no podían ni siquiera opinar, y mucho menos protestar, ya que la decisión ha sido tomada por el fundador de la empresa dedicada por cincuenta años ininterrumpidos a la fabricación del plástico.

A veces me sentía a punto de tirar la toalla. Es que no era lo mismo los cinco años que estuve entrenándome a la realidad. No era fácil desempeñar un cargo donde la mayoría del personal eran hombres entre obreros, empleados, gerentes y altos ejecutivos, por cierto mucho mayor que yo.

En las asambleas de la empresa me daba cuenta que a pesar de estar en pleno siglo XXI, intentaban subestimarme y descalificar mi trabajo solo por el hecho de ser muy joven y sobre todo por ser mujer.

Consideraban qué había sido un total desacierto de mi abuelo haber tomado esta decisión. Estaban seguros, y hasta apostaban que la empresa no sobreviviría ni un año. No confiaban en mis capacidades para mantener la empresa tal cual como me fue entregada.

Transcurrido un año todo marcha igual, e incluso mejor que cuando mi abuelo era el presidente. Ha sido muy satisfactorio saber que junto con algunos empleados que me apoyaron incondicionalmente logré desenvolverme perfectamente bien.

Sé qué un año no es nada y obviamente ahora es que tengo camino por recorrer, máxime cuando se trata de la empresa familiar. Pero de cierta manera me siento complacida por haber superado los miedos e inseguridades que al principio me acecharon haciéndome dudar de mis capacidades y de poder creer en mí.

He confirmado que se pueden trazar metas, se pueden tener grandes expectativas, se puede tener el deseo de realizar todo bien. Se puede tener la mejor actitud, se puede tener inteligencia, fuerza y positivismo. Sin embargo lo más importante, lo que nos hará alcanzar el éxito en cualquier situación y nos dará plena convicción de que lo estamos haciendo perfectamente bien, sencillamente es:

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