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Del Odio Al Amor

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Capítulo 07 Invitación.

Cristián

No la sigo no quiero que se crea la importante, no deseo que crea que me interesa.

— Oye te besé no pensando en que ella vendría y...

— ¿Te pregunté?

— Pensé que te molesto...

— No somos nada, yo puedo estar y besarme Con quien yo quiera, súbete que tengo mucho trabajo.

Se sube al auto y solo veo por el retrovisor el restaurante, no se lo quitaré, solo me encanta verla furiosa, arranco y doy un respiro y vuelvo a sentir su deliciosa loción, me marcho imaginándome su cuerpo desnudo, creo que necesito desahogarme.

Llego que mi oficina, Charloth se marcha a sus que aceres y empiezo a trabajar, pero su imagen no se aparta de mi cabeza, necesito tenerla, necesito hacer la mía, quiero tenerla gimiendo mi nombre.

Me recuesto en mi asiento y desabrocho mi cinturón, cierro los ojos, imaginando que está aquí, que me lo está ma****o, sujeto mi p**e, lo agito de arriba hacia abajo, recordando el beso que nos dimos, sentir su contacto, su loción, su aliento, voy más rápido, la imagino de todas maneras posibles, hasta que siento la tibieza manchando mi mano, respiro profundo y me marcho al baño a limpiarme y a lavarme las manos.

Yo nunca pierdo y ella será mía.

Patrick

Estoy en mi despacho, pensando en la hermosa Emma, esa mujer sí que tiene lo suyo, es hermosa y pronto se divorciara, o al menos eso me comento Charloth. Así que será un buen partido para que este a mi lado, necesito que deje de estar cerca de su marido, al parecer no se llevan, pero el tipo es algo posesivo a pesar de no tenerla como debería.

Tocan la puerta de mi despacho y hago pasar a la persona que está tocando.

— Señor, aquí tengo la reservación para su cita, la cual será en una semana.

— Perfecto, preciosa, ahora encárgate de lo que te pedí.

— Como guste señor.

Se marcha y reviso la reservación, sonrió, esa mujer y ese cuerpo serán míos, hoy la invitaré a salir, el tal Cristián se cree el dueño de toda la ciudad, pero cree poder tener todo, pero eso no es así, en la vida no se tiene todo ni a todos a tus pies.

Tomo asiento y veo la imagen de la hermosa chef, rubia, ojos grises, cuerpo de diosa, doy un largo suspiro, tiene que ser si o si mía.

Pasa la mañana, a las 1:00 pm, salgo de la empresa con rumbo a donde se que se encontrara, me parqueo y salgo de mi land rover gris, con un atuendo elegante, traje completamente negro, corbata de juego, me encanta lucir elegante, me encaminó a la entrada del restaurante y el de recepción me pregunta si deseo la misma mesa y respondo que si, pero necesito hable con la dueña, él asiente y me dirige a mi lugar.

Pido un café, el frío es exquisito, pero más exquisito es lo que veo asomándose a mí.

— Señor, Patrick, un gusto tenerlo en mi restaurante.

— Me levanto a besarle la mejilla, dejo su mano extendida, nada de señor, solo Patrick.

— Como ordené Patrick.

— Tutéame, no tengo problema con eso, me haces sentir mayor si me tratas de usted.

— Como gustes, Patrick.

— Mucho mejor, toma asiento, vine porque quiero conversar contigo, llevo tiempo viniendo a tu restaurante y me gustaría invitarte..

— Muchas gracias Patrick por venir, pero estoy casada y...

— Y no veo un anillo en tu mano, ni un esposo apoyando tus triunfos, la corto, tómalo como una cita de negocios, pueda que habrás otro restaurante en otro estado, no te parecería una buena idea.

— Pues... Si me interesaría, pero..

— Pero nada preciosa, quedemos el día miércoles por la noche, llegarás al hotel de central park, habrán muchos empresarios, no acepto un no, es una oportunidad para seguir escalando, lo dejo a tu interés, digo poniéndome de pie.

— Es muy lindo y amable de tu parte todo esto, pero si mi esposo malinterpreta todo, perderé.... no continúa la frase, perderé su confianza, lo dice dudosa.

Aquí hay algo más, que perderá si la ve con otro hombre, al parecer el tal Cristián la tiene bien dominada.

— Es solo negocio, el ama el negocio, no veo porque no ir, pero si no deseas aprovechar la oportunidad, está bien, tengo cosas que hacer, espero poder verte, beso su mejilla, pero ahora lo hago más cerca de su boca, tu comida es una delicia.

— Gra... Gracias Patrick.

— De nada, le guiño un ojo, Pago la cuenta y me marcho.

Subo a mi auto y valla que esa mujer sabe como ponerme duro, es tan exquisita, su aroma, sus curvas, tiene que llegar, será mi cita, lo será porque lo será.

Patrick Harrison

Emma

Ese hombre es atractivo pero muy atrevido.

— ¿Que te dijo? llega zoe por detrás.

— Zoe me asustaste.

— Así debes tener la conciencia, ambas nos reímos.

— Me invito a una cena, en el restaurante central park, que podría brindarme una oportunidad para abrir otro restaurante y...

— No me vallas a decir que lo rechazaste.

— No es eso, es Cristian, que tal si me ve, todo por ese maldito contrato, no puedo hacer nada y si me quita la casa y mi.....

— Dejate de tonterías, por lo que me contaste, no puedes tener una relación y ahí esta, no saldrás en con el como "pareja" mueve los dedos, saldrás como una cena de negocio.

— Tienes razón, pero y si se complica todo y....

— Y nada, vámonos, iremos a una hermosa lencería, después a comprar un hermoso vestido, debes lucir esa figura.

Jaja ella siempre sabe como hacerme sentir bien, si no la tuviera me sentiría sola.

Salimos del restaurante y nos subimos a mi mini Cooper, nos encaminamos a la lencería, compro tangas, porque las amo, compro medias, brasieres, no pienso tener sexo o no por el momento.

— No me digas qué no tendrás sexo con él.

— No, que creerá de mí.

— Eso no importa, tienes que sentir a un macho sobre ti.

— Si pero...

— No me digas, que quisieras que ese idiota te monte.

Recuerdo cuando vi su miembro, era muy grande, apetecible a decir verdad, pero no sé con cuantas ha estado y no quiero tener una infección.

— No claro que no.

— Jajaja, pero lo pensaste zorra.

— Claro que no, con ese idiota jamás.

Salimos de la tienda y quedamos en ver en otras tiendas vestidos, el hambre nos atacó y nos dirigimos a comer a un restaurante que está cruzando la manzana, me estacionó e ingresamos al lugar.

Tomamos asiento y llega el mesero, los mejores mariscos los venden aquí, así que pido una langosta y Zoe camarones, el mesero se marcha.

— Hablando del rey de Roma, dice rodando los ojos.

— ¡Que! Pregunto confundida.

— Eso es lo que me molesta, tú no puedes acostarte con nadie, ni salir con nadie, pero el bastardo si puede estar con una de tantas amantes.

Dirijo mi mirada a donde Zoe me hace señas y efectivamente, ahí está el idiota, ella le coquetea, mientras él ríe gustoso. Maldito digo para mis adentros.

— Pues no me importa, ojalá un día le dé una enfermedad, volteo a ver y nuestras miradas se cruzan, así que rápidamente veo a otro lado.

— Opino lo mismo, dice Zoe.

— Ahora regreso le informo, iré al tocador.

— ¡Está bien! Yo revisare unos pendientes desde mi móvil.

Me dirijo al tocador, me lavo las manos, retoco mis labios, mis mejillas y estoy lista para salir.

Cuando siento un jalón fuerte, me pegan a la pared y por la loción tan varonil sé dé quien se trata, me lleva a la parte más distante del restaurante.

— ¡Que carajos haces, me lastimas!

— Creí que te gustaba rudo.

— Pues fíjate que no y menos contigo.

Toma mi barbilla con brusquedad.

— Con quien te acuestas ah, lo dice tan cerca de mí.

— Suelta enfermo mental, aparte que te importa a quien le abro o no las piernas.

— Al único que debes abrirle esas piernas es a tu marido.

— Se las abriera pero no tengo.

— Ah no, quieres ver que sí.

Sube mi vestido, las medias están sujetas a un cinturón de liga, traigo una tanga, porque me gusta sentirme sexy.

— Me la pones como piedra, más sintiendo esto.

— Suéltame, le digo empujándolo.