Capítulo 5 OLVIDAR

...💔💔💔💔 BELÉN GIMÉNEZ 💔💔💔💔...

Vi como Romeo se marchaba sin mirar atrás y yo me quedé con el corazón roto pretendiendo sonreírle a quienes gentilmente habían venido a participar de mí fiesta con toda la alegría y buenos deseos. Era una fiesta y si por mí fuera mí rostro expresaría el mismo sufrimiento que al perder un ser querido, claramente un funeral.

No lloraría, no lo haría pero la verdad si deseaba hacerlo hasta agotar todas mis lágrimas.

Poco a poco los invitados se fueron retirando, salvo mis amigas que se quedaron hasta el final para el momento de abrir los regalos.

Ya ellas tenían siempre ropa en casa por si decidían quedarse así que lo hicieron para no dejarme sola con mí tristeza.

Abrí algunos obsequios en compañía de mis padres pero luego ellos se retiraron a descansar. Reuní dinero en efectivo, algo de ropa también, algunos conjuntos de aretes y pulsera. Fui guardando todo con mucho cuidado hasta que mis amigas notaron aquel estuche rectangular que poseía un lazo rosa alrededor.

-Te faltó abrir uno Belu- Cami me dio el obsequio que no quise tocar

-No quiero abrirlo- dije mientras sentía mis ojos empañarse por las lágrimas contenidas

-¿Es de Romeo?- Anto se había mantenido en silencio y me abrazó al verme tan triste, solo asentí y comencé a llorar en sus brazos

-Ese idiota no merece ni una lágrima tuya, no llores- Cami se unió a nuestro abrazo intentando consolarme

Lloré hasta que ya no pude más, el ardor en mis ojos era demasiado intenso y aunque aún quisiera seguir llorando ya no había más lágrimas que pudiera derramar.

Finalmente nos acostamos y fue cuando mí teléfono sonó con una notificación de Facebook donde me aparecía que Romeo había subido una foto, fue allí cuando lo vi besándose con una de las chicas que había asistido a mí fiesta horas atrás. Mí corazón volvió a sufrir de nuevo y con todo el dolor de mí corazón abrí Messenger y en aquella conversación que habíamos tenido hace tanto tiempo lo bloqueé para que no pudiera contactarme. Después fui a su perfil y cerré mis ojos al momento de presionar eliminar.

-No mires eso, te hace daño- susurró Anto ya que Cami acababa de quedarse dormida

-Lo eliminé de mis amigos, ésto será lo último suyo que vea- susurré con pesar

-Ya verás que no hay mal que cien años dure- me abrazó y poco a poco fui quedándome dormida

Llegó el día domingo y nos quedamos todo el día en mí habitación hasta que ellas se fueron a su casa ya que el lunes debíamos ir a estudiar de nuevo.

Cuando las chicas se fueron mí madre ingresó para que hablemos a solas, ella sabía que algo estaba sucediendo. Siempre intuyó cuánto amaba a Romeo pero se abstuvo de decirme algo al respecto.

-Ahora quiero saber que sucedió entre Romeo y tú- me pidió con seriedad

-Solo nos peleamos, nada más que eso mamá, nada de lo que debas preocuparte- expresé intentando sonar tranquila

-Se que lo quieres- me miró a los ojos

-Si mamita lo quiero, es amigo de mis hermanos y lo vemos siempre aquí, ya casi hasta parece parte de la familia- sonreí para que me creyera

-Hija sabes a qué me refiero, el te interesa como hombre pero aún eres una muchachita que tiene toda la vida por delante así que deberías dejar eso de lado y cuando seas mayor si aún el te interesa puedes intentar algo con él- intentó ser suave conmigo y eligió con cuidado sus palabras para que no me sintiera mal

-Mamá despreocúpate estoy bien de verdad, él no me importa de esa manera, me gustaría dormir ahora- pedí con una leve sonrisa de una manera tranquila para que se retirara y me dejara sola con mis penas

-Sabes que estoy para ti cuando quieras hablar, que descanses hija- besó mí frente y se fue

El día lunes fui a estudiar como si nada hubiese pasado, me concentré en cada materia para no pensar en lo que estaba pasando a nivel sentimental en mí vida.

Cuando llegué a casa ese día me puse mí ropa deportiva, tomé parte del dinero que me regalaron para mí cumpleaños y fui a anotarme en otro gimnasio, al de Romeo no pensaba volver así me pagaran.

Salí de casa con mí botella de agua mineral y me fui a entrenar a otro gimnasio donde me sentí bienvenida y muy cómoda.

Traté con algunas personas allí y después exhausta volví a casa. En cuanto abrí la puerta me arrepentí de no demorar más en mí nuevo sitio de entrenamiento porque ahí estaba con mis hermanos Romeo.

-Enana, ¿De dónde vienes?- Hernán lucía sorprendido y no era el único

-Fui al gimnasio, ¿No se nota?- le respondí como si nada hubiese pasado

-Venimos de allí y no estabas- volvió a insistir

-Ah, eso es porque decidí ir a otro lugar, hoy comencé- le di un beso en la mejilla a mis dos hermanos y me fui a duchar con aparente tranquilidad

Los días fueron pasando con lentitud sin cambios. Romeo ya no iba demasiado a casa y cuando lo hacía yo lo ignoraba y a él parecía no importarle aquello.

Mí madre quería que todo vuelva a ser como antes pero eso no era posible.

Llegó el cumpleaños de Romeo que coincidía con el de mí hermano Joaquín y muy a mí pesar decidieron celebrar aquel día juntos. Fui a comprarle algo a mí hermano y para Romeo sólo necesitaba un lazo de cualquier color que pudiera ser masculino, el regalo ya lo tenía.

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