Capítulo 18 CENA Y REENCUENTRO

...👠👠👠👠 BELÉN GIMÉNEZ 👠👠👠👠...

Me levanté de buen humor con el aroma del desayuno preparado por mamá. Cuánto había extrañado esto, de verdad. Yo puedo preparar el mismo café, incluso los mismos huevos pero los de ella tienen otro sabor.

-¡Buenos días familia!- exclamé contenta de estar en casa, cuánto me gustaría adelantar el tiempo para poder regresar y no extrañarlos tanto

-Hola enana, dijeron mis hermanos al unisono mientras que mis padres me abrazaban

-¿Que harás hoy hija?- preguntó mi madre

-Queria ir al gimnasio y después Romeo me invitó a cenar, ¿Por qué?- contesté con un trozo de pan tostado en la boca

-Oh, ¿Algo así como una cita?- ella movió sus cejas y yo negué

Mis hermanos y mi padre habian dejado de comer esperando mi respuesta con atención. Yo seguí comiendo con tranquilidad.

-No mamá, como amigos y nada más, ya te lo dije anoche ¿Recuerdas? No me interesa ni le intereso yo de otro modo que no sea como amigos

-Yo solo decía, al menos el no intentará estar con tus hermanos, sabemos que le gustan las mujeres- dijo riéndose y los demás acompañándola en el acto

-Si mamá y justamente porque se cuánto le encantan todas las mujeres yo no estaría con él, no sé por qué me quieres emparejar con él ahora- el fastidio ya me salía por los poros

En el pasado me habría encantado que me imaginaran al lado de Romeo, con una casa con cerca blanca, dos niños, un perro y un gato, pero era ingenua. Anhelaba mi vestido de novia algún día, verme como una hermosa princesa que se entregara por amor por primera vez en la noche de bodas y todas esas cosas que soñamos todas las niñas pero al crecer vemos que todo eso no es más que un simple mito, una fantasía que solo se vive en los cuentos de príncipes y princesas.

En la vida real sabemos que la virginidad se pierde con quién más tarde nos damos cuenta de que no la merecía, incluso es cuando abrimos los ojos y comprendemos que ni siquiera estábamos listas al momento de dar ese paso haciendo que el arrepentimiento nos golpee más tarde.

El sexo no tiene un papel importante en mi vida ni una relación tampoco, al menos por ahora. Me gustaría volver a vivir aquí con mis sueños profesionales realizados, conseguir un buen trabajo donde el dinero me alcance para vivir bien y poder económicamente devolverle a mis padres algo de todo lo que me han dado. Después quisiera tener una pareja con quién establecerme y tal vez en un lejano futuro formar una familia. Pero todo eso irá paso a paso y más después de mí último fracaso.

Llegada la tarde Romeo vino y ya lo esperaba cambiada para ir a entrenar. Ya estar con el no me suponía incomodidad, tampoco sentía lo que antes por él.

Entrenamos cada quien por su lado, yo necesitaba mí espacio para descargar así mis malas energías que parecían invadirme entera.

Al finalizar mí rutina decidí estar un rato caminando a un ritmo algo acelerado y así acabar de despejarme.

-¿Mal día?- me preguntó sacándome de mis pensamientos. Mis ojos estaban puestos en la pequeña pantalla de la caminadora que decía los kilómetros recorridos, la velocidad y calorías quemadas pero en realidad no prestaba atención a esos números

-Disculpame pero no te escuché ¿Que decías?

-Que si tuviste un mal día, podrías contarme que te pasa, tal vez hasta pueda ayudarte

-Si te lo cuento no quiero que lo malinterpretes, yo ya le aclaré lo mismo más de una vez pero no creo que lo entienda- pedí cansada

-¿De qué se trata? ¿Quién no entiende que cosa?

-Mi madre cree que entre nosotros dos- nos señalé- hay algo, ya sabes pareja o algo así. Ya le dije que solo somos amigos y que no hay más intereses entre los dos pero aún así quiere creer lo contrario. Sumemos a ésto que con tu historial de faldas pueden bromear y decir que no te interesaras en mis hermanos

-¿Eso te molesta?- preguntó confundido pero manteniendo su sonrisa característica

-Creci y si me molesta. Cuando tenía dieciséis y era estúpida me habría encantado que pensaran de nosotros juntos pero ya no. Me abriste los ojos de golpe y te lo agradezco, fue lo que necesitaba.

-Si quieres le aclaro que no tenemos nada

-No hace falta, sola terminará entendiéndolo

-Como cambian las cosas, antes me veías como a un Dios y ahora ni me registras, antes no podrías haber durado un día sin hablarme pero después demoraste eso y mucho más. Pasaste de sociable a inalcanzable, de cálida a fría.

Poco fue lo que hablamos después, más que nada me limité a escuchar y analizar sus palabras. ¿Tanto cambié de verdad o simplemente crecí y aprendí a ver la vida y a las personas como una adulta?

Me acompañó a casa y después de bañarme y cambiarme nos fuimos a cenar otra vez pero a nuestra mesa vino alguien que hacía mucho no veía, Ismael.

Romeo no se veía muy contento por Ismael, pero aún así disimuló el malestar que le causaba para no arruinar la noche ni la deliciosa cena.

Quedé con él de verlo al regreso porque viajaba pero intercambiamos números y ahora estaríamos en contacto.

-Se nota que por algo no te agrada el- dije cuando se fue Ismael

-Fue quien se aprovechó de ti para llevarte a la cama, es obvio que no me agrada ni lo hará jamás- respondió serio

-Jajaja el y yo jamás nos acostamos, solo lo dije para que me dejaras en paz- comencé a reírme y el pareció relajarse

-¿Entonces? ¿Aún eres...?- quiso saber si aún no tenía relaciones y lo miré con claro desconcierto

-No, tuve un novio pero digamos que comprendimos que como pareja éramos excelentes amigos. Y éste con el que vine ya sabes... comprendí después porque no me deseaba- los dos nos reímos

-Cualquier hombre te desearía, excepto Federico y los de su tipo- nos reímos aún más

Acabamos una divertida cena y luego me llevó a casa donde otra vez se despidió con un abrazo y se fue. De nuevo mí madre vió el gesto aquel y se imaginó que teníamos algo sentimental pero no gastaría tiempo en explicarle que estaba equivocada.

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