Sacar a Toba de ahí

Capítulo 5

Sacar a Toba de ahí

Bixby abrió los ojos y se levantó de un salto. Se acercó corriendo a la puerta sin emitir ni un sonido y la abrió muy despacio echando un vistazo rápido al pasillo.

Sin decir nada cerró la puerta y pasó el pestillo. Volvió corriendo hacia la ventana y la abrió sacando medio cuerpo fuera y mirando a los lados por si había posibilidad de salir por ahí. Era factible pero peligroso y si estuviera ella sola lo hubiera intentado pero tenía que contar con el hombre que estaba herido en la cama. No podía arriesgarse. 

Rápidamente se acercó a las dos puertas que había a la izquierda. La primera pertenecía al baño y la segunda daba acceso a otra habitación que tenía una puerta al fondo. Se maldijo por no haber hecho las comprobaciones de seguridad cuando entró la primera vez.

Error de novata. Confío en la seguridad que estaba en la planta y no consideró necesario hacer su propia valoración del entorno ni programó una ruta de escape.

Ahora ya era demasiado tarde para arrepentirse de eso y no tenía casi nada de tiempo. Volvió atrás a buscar al paciente, le puso una mano en la boca y le despertó. Él abrió los ojos y de inmediato estuvo tan alerta como ella y aunque no sabía qué, el hombre entendió que corría peligro.

Bixby hizo un gesto con la cabeza y le señaló que fuera tras de ella en silencio. Le quitó el suero y puso las zapatillas cerca de él, ayudándole a ajustarlas con premura.

Lo tomó de la mano y los jaló en dirección a la habitación de al lado. Al pasar por la puerta intermedia también la cerró con el seguro. Cualquier cosa que los ayudara a ganar un segundo, era bienvenida.

Se acercaron hasta la salida de esa habitación y esperaron. Tenía que estar atenta y sincronizar bien los tiempos. No iban a tener dos oportunidades así que cuando escuchó que los atacantes conseguían abrir la puerta de al lado buscando su objetivo, abrió decididamente la puerta sosteniendo la mano de Toba y en silencio, con paso rápido, se lo llevó por el ancho pasillo hacia la izquierda

Sabía que a la derecha estaban los ascensores y no era conveniente ir por ahí. Por tanto, calculó que en la dirección contraria estaba la escalera que era una mejor opción. En vez de llevarlo hacia abajo tironeó de su mano indicándole que subiera.

Ya en el piso de arriba buscó los ascensores de esa planta. Rogó internamente para que no estuvieran muy lejos y tardaran poco en alcanzar ese piso. Había atrancado todas las puertas que habían atravesado y eso les daría algo de tiempo pero estaba absolutamente ciega al desconocer cuánta gente había venido a matar al hombre ni en qué plantas estaban colocados. 

Por eso lo llevó hacia arriba en un movimiento inesperado. Era muy posible que estuvieran tanto en el vestíbulo de salida como en los tramos inferiores de la escalera. También cubrirían cualquier otra posible salida hacia abajo.

Por su parte ella no podía usar su comunicador para alertar a algún equipo de la central porque la escucharían. Lo que sí hizo fue activar en su bolsillo un dispositivo de alarma silenciosa que avisaría en la casa grande de que algo le pasaba y también señalaría su ubicación.

Las puertas del ascensor se abrieron y ella entró aún arrastrando el hombre que estaba mucho más calmado de lo que cabría esperar. Él había le dejado totalmente el mando a ella y la seguía obedientemente. En ese momento estaban en la planta diecinueve. 

La chica no pulsó el botón de la planta baja sino marcó a la tercera y cuando el ascensor se puso en marcha de un salto empujó y abrió la trampilla del techo y le indico al hombre que subiera por la misma. Lo ayudó a subir y lo empujó con fuerza y luego subió ella ágilmente. Volvió a colocar la tapa y lo miró fríamente.

Habló muy bajito cerca de su oído y le puso el tanto de la situación:

- Claramente te quieren matar 

Él asintió y dijo

- Ya veo 

- No sé cuántos son ni dónde están. Lo único que puedo hacer en este momento es ganar tiempo para ti. Cuando lleguemos a la tercera planta quiero que subas ahí.

Y le señaló una escalerilla de metal que recorría todo el hueco del ascensor.

- Una vez que estés en ella vas a deslizarte hasta la planta baja y me vas a esperar. Quiero que te quedes muy quieto hasta que vuelva a por ti. ¿Entendido?

Toba dijo: 

- Sí, ¿pero sabes?, yo también tengo entrenamiento y te puedo ayudar.

Ella lo miró con altivez y dijo:

- Claro, pero hoy no vamos a jugar al héroe muerto. Eres el hijo más querido de la familia y para mí sería una desgracia perderte. Así que vamos a jugar a amos y sumisas. Yo seré la dómine y tu vas a hacer todo lo que yo te diga

Se acercó a él, provocadora, le puso una mano en la nuca y al oído le soltó muy bajito.

- Y si eres bueno después te piso los huevos con mis tacones de aguja.

Y lo miró de lado desplegando una sonrisa malvada.

La cara de Toba cambió completamente y la miró con asco y rabia. ¿Que coño tía loca era esta?¿Le habían mandado una colgada a protegerlo?  

Era justo el tipo de mujer que más odiaba. Prepotente, engreída y agresiva. Ella era vulgar. Mientras caminaban juntos escapando de la habitación había podido observarla. Vestía todo de negro con ropa ajustada pero muy elástica que le permitía moverse fácilmente pero estaba ajada y sucia. 

Lo que alguna vez fue un suéter negro se había vuelto gris oscuro debido a múltiples lavados. Además tenía agujeros. El pantalón que llevaba corría la misma suerte.

Calzaba unas grandes botas militares de aspecto masculino y la gabardina que la tapaba casi por entero, le recordaba a la que llevaba un personaje de dibujos animados de su infancia: El inspector Gadget. Era una serie sobre un policía francés que metía las manos en los bolsillos y sacaba mil aparatos estrafalarios de allí. Ella tenía el mismo aspecto pero sin el sombrero con aquella gabardina sin forma y demasiado grande para ella. Casi parecía que llevaba una caseta de campaña a cuestas.

Esa mujer era de todo menos femenina y ahora estaba pegada a él sujetándolo con fuerza por la nuca y hablando obscenidades.

El olor a perfume del malo y tabaco que ella despedía le desagradaba profundamente aunque su pelo, que le rezaba la mejilla, olía a limpio y a jabón de niños.

Aún así, que lo tocara y le hablara de esa forma era algo que no iba a permitir. Así que le agarró la mano con fuerza y la apartó de su nuca, la empujo un poco hacia atrás y le dijo de mala hostia:

- Lo que tú digas. Como tú eres la que manda por hoy, te lo voy a dejar todo a ti. Tranquilita, superwoman. No tengo interés en morirme hoy. 

Ella sonrió ferozmente y le dijo:

- Ay, pero si el niño de mamá es gracioso, jo jo jo

Le dijo con toda la ironía del mundo.

- Sólo haz lo que digo. No dejes que te vean o me pondrás en peligro.

Él la miró con sorpresa.

- ¿Lo peligroso no es que te enfrentes sola a ellos?

- No. Ellos van a morir. Lo peligroso para mí es que te amenacen y yo me tenga que dejar matar por ti.

Lo miró muy seria y con toda la intensidad. 

- ¿Por qué ibas a dejarte matar por mi?. No te pagan tanto...

Le susurró él, impactado por la manera en que lo decía. 

- No es por dinero.

Dijo la mujer. Acercó la cara a Toba y le rozó los labios con su boca de fresa.

- Es porque soy tuya.

Dicho esto, el ascensor se detuvo y Bixby abrió la tapa que daba acceso al habitáculo. Ella se deslizó con gracia por el hueco de la trampilla y le hizo señas a Toba para que lo cerrara de nuevo.

Él hizo lo que le había dicho. Se sujetó a la escalerilla y empezó a bajar con una sensación de vértigo en el estómago. De vez en cuando miraba hacia atrás comprobando en qué planta estaba. Debía llegar a la planta baja cuanto antes y esperar a esa horrible mujer. 

Después de pasar un rato con ella, no se preocupó lo más mínimo por su vida. No había que ser muy listo para entender porqué la habían enviado a protegerlo. Ella era letal y eso se notaba de un sólo vistazo. Él, que se había criado rodeado de asesinos, leía muy bien el aura de la gente, y podía decir sin equivocarse el talante de las personas que conocía. 

La chica de la gabardina era con diferencia la persona más peligrosa que había conocido, aparte de su propia madre.

Su madre daba miedo. Y esta mujer  mucho más. 

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