Numerale

Capítulo 4

Numerale

De todos modos doña Gilda tenía un pálpito. Sintió que algo malo estaba por suceder en poco tiempo. Era posible que solamente fuera una mala sensación, producto de su exceso de preocupación por la vida de sus hijos y su marido, pero por si acaso decidió enviar un mensaje a alguien, ordenando que se quedara al lado de Toba a partir del día siguiente.

Había una mujer que hacía mucho tiempo llamaba la atención de Gilda. Era, o mejor dicho, iba a ser una de "los especiales". En otros tiempos los llamaban numerale, el matón del jefe. Un asesino letal que solo servia a un amo y al que sólo este podía ordenar. La relación entre el Don y el numerale era sagrada e incorruptible, igual que el estatus de este personaje que estaba a la altura de cualquiera de los jefes y subjefes del clan.

Gilda tenía un gran olfato para reconocer a los mejores de entre sus filas. Por supuesto que toda su gente estaba muy bien entrenada y disciplinada y siempre cumplían las orden dadas.

Pero muy de vez en cuando aparecía algún especial. En toda su vida la jefa solo había conocido otros dos y ya era una suerte. Sabía perfectamente cuál era el potencial de este tipo de criaturas, del mismo modo sabía que un jefe de la mafia que supiera ganarse la lealtad de uno de estos, tendría en sus manos una de las armas más poderosas que cualquier desearía.

Este tipo de perfiles se caracterizaba no solo por lo potentes y por lo físicamente poderosos que eran. Hacían gala de cualidades extraordinarias a todos los niveles, también en inteligencia y astucia.

En el caso de su nuevo descubrimiento, había encargado investigarla a fondo para evaluar su valor potencial.

La chica era buena en artes marciales, combate cuerpo a cuerpo y en el uso de armas de fuego. También era capaz de armar y desarmar explosivos. Usaba cuchillos y arcos con mucha destreza También era buena en tecnología y podía hackear sistemas eléctricos e informáticos.

Era capaz de matar a un hombre en apenas cuatro segundos incluso si este le doblaba el tamaño así que como arma letal era perfecta.

Pero es que además era huérfana y no tenía familia lo que la convertía en alguien sin nada que perder. Durante el entrenamiento al que se sometió cuando fue reclutada destacó por la alta tolerancia que tenía al dolor lo que hacía muy resistente a la tortura.

Esa mujer era fría, despiadada y no tenía miedo a nada. Sus mentores durante el entrenamiento estaban absolutamente impactados con ella y hablaron de que había sido la mejor adquisición de la familia en los últimos veinte años.

En cuanto a su personalidad, era silenciosa y reservada, muy solitaria y no le gustaba relacionarse con el resto. Eso también era una ventaja. La mirara por donde la mirara doña Gilda comprobó que tenía el mayor potencial de todos sus subordinados. Era realmente una especial.

Sus capacidades y sus cualidades eran impresionantes. También su carácter y actitud. Además le habían dicho que era una auténtica belleza aunque ninguno de los hombres que la rodeaban habían sido capaces de acercarse a medio metro de ella.

La única cosa que a la jefa le quedaba por resolver era justo la cuestión más importante porque a pesar de todo eso había una sola cosa qué era imprescindible para convertirla en la nunerale de doña Gilda y la familia: la lealtad.

Eso era lo más importante de esta raza de especiales. Por experiencia la jefa del clan sabía que estas personas no amaban a nadie y era muy difícil conseguir que siguieran a alguien a la muerte.

Aparte de su personalidad de seres solitarios, desconfiados y egoístas, también solían ser personas que sólo se ocupaban de sí mismas y de sus propios asuntos.

Cumplían órdenes por dinero pero solo si ellos querían. No se equivocaba al pensar que la única cosa que movía a gente como ella era su propio interés y su propia libertad individual.

Esto también los convertía en elementos peligrosos puesto que en cualquier momento podían migrar a otro dueño si no tenían de por medio el compromiso de lealtad a un solo amo y la posición del numerales claramente definida. Se vendían al mejor postor, sin dudarlo.

Entonces la pregunta aquí era cómo conseguir su lealtad. De momento la chica era la mejor pagada de la organización aunque ella misma no lo sabía. Y era la única baza que los Jiménez tenían para mantenerla a su lado. Pero eso podría cambiar cuando ella fuera consciente de su valor o en el momento en el que alguna de las otras familias la descubriera.

Gilda se había ocupado de mantenerla apartada del resto precisamente para evitar que se corriera la voz sobre lo poderosa que era. La jefa era ambiciosa. Su impulso era el que había llevado a la familia a lanpromera posición y a su marido a ser el jefe de todos los jefes. Si pudiera contar con esa numerales ella se convertiría en la mujer más poderosa de las familias. Incluso más que su esposo Antonio.

La jefa se sentó frente a la chimenea y se sirvió otra copa de su vino favorito, mirando al fuego pensativamente y agitando el cristal de modo que el líquido rodaba dentro y formaba lagrimas en los bordes al caer.

Conseguiría a esa chica, pero antes ella debía mantener a su hijo a salvo. Debido a las inquietudes que la rondaron hoy sobre Toba y su seguridad decidió que no estaba de más tenerla cerca de él por el momento.

El asunto del coche bomba lo habia dejado expuesto y tambien su paradero y aunque le habían puesto protección suficiente, estar en el hospital lo colocaba en una posición vulnerable.

Doña Gilda había quedado en ver a esa mujer en el hospital a la mañana siguiente para encargarle el trabajo personalmente.

Además a partir de ahora tenía pensado contactarla siempre directamente y sin intermediarios. Eso también era parte de su estrategia para convertirla en una pieza clave de la familia. La cercanía fomentaba los lazos.

La señora se quedó más tranquila sabiendo que su futura "especial" estaría protegiendo al heredero. Cuando se reuniera con ella al día siguiente le preguntaría el porqué de su extraño nombre. Dio un sorbo a la copa, saboreó el vino en su garganta y pronunció en alto:

Bixby

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