Las Cuarenta

Diego se levantó de la cama, pensando en lo que le acababa de decir Gabriela. Nunca pensó que la cosa fuera tan grave.

- Diego, no estoy loca- dijo ella, con lágrimas en sus ojos- No sé porque veía esas cosas. Pero, tú sabes que no estoy loca.

Él la miró por unos segundos.

- ¿Cómo era?- preguntó él.

- ¿Quién?- preguntó ella confundida.

- El monstruo que se llevó a tu amiga- dijo él- ¿Cómo era? ¿Recuerdas algo más de él, aparte de las garras y los colmillos?

- Pues- dijo ella tratando de recordar. Entonces recordó algo más- Era gris y escamoso.

- Un Kamikaze- dijo él en voz baja.

- ¿Cómo?- preguntó ella.

Diego caminó hacia un retrato que estaba volteado hacia la pared y recostado de la misma, en el suelo. Lo tomó y se lo mostró a Gabriela.

- ¿Se parecía a él?- preguntó Diego.

Gabriela puso cara de espanto al ver el retrato de aquel monstruo alado. Efectivamente era él, tal y como lo recordaba, con sus garras, sus colmillos y sus ojos rojos desorbitados. Fue como revivir aquel momento en el cementerio.

- Sí- dijo Gabriela espantada- Es él.

- No- dijo Diego bajando el cuadro- No es él.

- Claro que es él- dijo ella- Lo recuerdo perfectamente.

- Gaby- dijo Diego colocando de nuevo el cuadro en su lugar, luego se sentó de nuevo al lado de Gabriela y la miró- Existen miles como él. Todos se parecen.

- ¿Qué?- preguntó ella confundida- ¿Cómo?

- Es toda una especie- dijo Diego- No tienen un nombre. Pero los demonios los llaman Kamikazes, porque no piensan en nada, más que en devorar carne humana, incluso si estan muriendo en el proceso. Son un riesgo hasta para ellos mismos.

Gabriela se quedó analizando por un instante, sin decir nada. Solo escuchaba lo que Diego decía.

- No deberían existir- continuó Diego- Nadie planeó crearlos.

- ¿Entonces por qué existen?- preguntó ella frunciendo el ceño.

Diego desvió la mirada al suelo y Gabriela supuso que no quería decirle nada, luego él volvió a mirarla.

- Por culpa de los híbridos- dijo Diego- Es decir, por culpa de mi especie.

- Explícate- dijo ella confundida.

- Veras... la mayoría de los híbridos, pelea a cambio de más poder- dijo Diego- Ese poder les es otorgado por demonios originales, o por híbridos más poderosos. Otros pueden incluso robar el poder de los demonios que asesinan. Pero- Diego miró a Gabriela a los ojos- Muchos no logran controlar tanto poder. Así que cuando lo expulsan por completo, se transforman en un Kamikaze. Pierden el control, olvidan por completo quienes son, su parte humana desaparece totalmente y se vuelven carnívoros.

- ¿Cómo Tú?- preguntó Gabriela.

- Yo nací carnívoro- dijo Diego- No existe un Lilim que no sea carnívoro, o hemófago.

- ¿hemófago?- preguntó Gabriela confundida

- Vampiro- explicó Diego- Pero nosotros comemos para recargar nuestro poder y para mantenernos vivos. Los Kamikazes comen, solo por comer.

- Entiendo- suspiró ella.

- ¿Ves esto?- dijo él mostrándole la sortija en su dedo.

- Si... Es la sortija que te regaló tu madre ¿No?

- Correcto. Y te mencioné que solo hay tres ¿No es así?- ella asintió- pues asi es. Y en estos momentos hay miles de híbridos dispuestos a todo con tal de apoderarse de por lo menos una de ellas.

- ¿Por qué?- quiso saber ella.

- Porque esta sortija, en manos de un hibrido, puede impedir que este se transforme en un Kamikaze al expulsar su poder.

- ¿Por qué dices "Puede" como si dudaras?

- Porque no me consta que así sea- dijo él.

Gabriela sonrió. Entonces, pensó sobre los Kamikazes por unos instantes, y se dio cuenta de algo terrible.

- Espera, pero... si los Kamikazes, solo piensan en comer la carne humana ¿Significa que Elena?

- Así es- dijo Diego- Tu amada Elena, está muerta.

Gabriela tomó aire tratando de no empezar a llorar de nuevo. Ella nunca tuvo fe en que Elena estuviese viva, era una idea a la que ya había renunciado.

- Al menos ahora lo sé con seguridad- dijo ella con un nudo en la garganta.

- Lo siento- dijo Diego- Pero no me gusta dar falsas esperanzas.

- No te preocupes- dijo ella recuperando la calma- Ya me había preparado para eso.

Diego miró a su hermana dormida y notó algo extraño: su ceño estaba temblando.

- No estás loca- dijo Diego mientras se levantaba e iba a revisar a su hermana- Eso es seguro.

- Qué bueno que lo sepas- dijo ella- ¿Pero por qué veo cosas?

Andreina abrió sus hermosos ojos cafés y miró a Diego.

- Duerme- le dijo él- Aún no es tiempo.

Diego sopló el rostro de la niña y esta se volvió a quedar dormida.

- ¿Qué le pasa?- preguntó Gabriela.

- Es muy poderosa- dijo Diego- Es difícil mantenerla dormida. Muy pronto será inmune a mi hechizo del sueño. Debo enviarla con Lilu lo antes posible.

- ¿Lilu?- preguntó Gabriela.

- Mi hermana mayor; creo que ya te la había mencionado- dijo Diego regresando a la cama- Actualmente es el Lilim más viejo que existe- él se sentó- El único problema, es que no puedo contactarla desde aquí.

- Me suena el nombre- dijo Gabriela pensativa- Desde que Mirian la nombró aquel dia, me pareció familiar.

- Lo sé- dijo Diego- Su nombre aparece en muchos libros. Seguro leíste sobre ella en alguno.

Ella desvió la mirada hacia la niña dormida y sintió un poco de curiosidad.

- ¿Qué fue lo que hizo para que la durmieras?- preguntó.

- Mató a dos niñas de "El Llanto Negro"- dijo Diego.

- ¿Las gemelas?- preguntó ella frunciendo el ceño con desagrado- ¿Fue esta niña la que las mató?

- Sí- dijo Diego- Yo les dije bien claro que no podían comerse a los habitantes del pueblo. Y ella, siendo la líder de "Las Cuarenta", debía encargarse de que esa orden se respetara. Pero en lugar de eso, se reveló. Tuve que dormirla antes de que influenciara a las demás.

- ¿Las... cuarenta?- preguntó ella confundida.

- Así las llaman en mi familia- dijo Diego- Es porque en total son cuarenta niñas.

- ¡¿Qué?!- se impactó Gabriela- ¿O sea que hay cuarenta niñas carnívoras en El Llanto Negro?

- Sí, incluyendo a Andreína, que es la líder.

Ella trató de digerir aquello. Cuarenta monstruos sueltos en toda montaña y el pueblo; eso era demasiado. Suspiró y se dejó caer en la cama.

- Y la gente del pueblo te culpa a ti de los ataques- murmuró con las manos en su cara.

- Me molesta que la gente piense eso, pero es mejor que lo piensen, y no que sepan que hay todo un nido de demonios carnívoros en la montaña.

- Entiendo- dijo ella un poco desconcertada por todo eso y se volvió a sentar.

Diego miró a Gabriela unos segundos.

- ¿Preguntaste por qué ves cosas?- preguntó.

- Sí- dijo Gabriela- ¿Por qué las veo? No entiendo.

- Simple- dijo Diego- Al ver a ese Kamikaze recibiste ese poder, el cual debe ser como una maldición para un humano.

- Sí, lo es- dijo Gabriela.

- La mayoría de las veces, cuando una persona se encuentra con un demonio, no vuelve a ser la misma- dijo Diego- Algo cambia.

Ella suspiró y sintió algo de rabia. ¿Por qué no le dejó algo mejor? ¿Por qué tuvo que castigarla así?

- Alégrate- Dijo Diego al ver la expresión en el rostro de Gabriela- Al menos no te mordió, ni te arañó.

Ella lo miró pensativa.

- ¿Eso que hubiese provocado?- Preguntó ella confundida.

- Pudo haber provocado dos cosas- dijo él- La primera; habrías tenido una muerte lenta y dolorosa. Y la segunda; Te habrías convertido en una Hibrida carnívora de clase B.

Gabriela se desconcertó mucho al escuchar eso. ¿Podía un humano convertirse en demonio? Eso no parecía tener mucha lógica.

- ¿Eso es posible?- Preguntó ella extrañada- ¿Cómo?

- Hay varias formas- dijo Diego- Todas necesitan de tu fe y tu coraje. Y todas son peligrosas.

- Increíble- dijo ella sorprendida.

- Y tiene que ser un hibrido el que te convierta, por seguridad- dijo Diego.

- ¿Por qué?- preguntó ella.

- Porque si un demonio original lo hace, no hay muchas probabilidades de que sobrevivas- dijo Diego- el cuerpo no soporta el cambio.

- Comprendo- dijo ella.

De pronto, ella miró a Diego fijamente, pensando. Diego la miró a los ojos y dedujo rápidamente lo que estaba pasando por su mente.

- Ni siquiera lo pienses- dijo Diego.

- ¿Por qué no?- sonrió ella- podríamos estar juntos por siempre, divirtiéndonos.

- Gaby...- dijo Diego- Te irás al infierno cuando mueras.

- ¿Los demonios mueren?- preguntó ella confundida.

- Claro- dijo Diego- Es difícil matarlos, pero sí.

- Bueno- ella frunció el ceño- No creo que yo vaya al cielo cuando muera de todos modos.

Diego se quedó callado por unos segundos, mirándola.

- Lo mejor de ser humano...- dijo Diego- Es que no importa cuántas veces te equivoques, siempre puedes arrepentirte y enmendar tu error, salvando así tu alma inmortal. Pero si te conviertes en un demonio, no importa cuánto te arrepientas de tus errores, no importa cuánto supliques perdón a Dios. Te irás al infierno, por el simple hecho de ser un demonio.

- ¿Qué?- preguntó Gabriela desconcertada.

- Gabi, yo no elegí ser demonio- dijo Diego- Así nací. Y aunque estoy orgulloso de ser lo que soy, no creo que tu quieras esta vida. No elijas mal.

Ella lo pensó unos instantes. Sabía que Diego no la convertiría, pero esa idea ya se había metido en su cabeza y no sería nada fácil sacarla de allí. No le importaban las consecuencias; quería que Diego la convirtiera.

- Vas a insistir ¿Cierto?- Preguntó Diego mirándola.

- La verdad es que no me importan las consecuencias, Diego- dijo ella- La idea de convertirme en un demonio, me resulta fantástica.

- Empiezo a creer, que en verdad estás loca- dijo Diego- Hasta Mirian lo pensó mucho antes de tomar la decisión. Y eso que ella estaba muriendo.

- ¿Convertiste a Mirian?- gritó sorprendida.

- Si- dijo él- ¿Cómo crees que se le curó el cáncer? ¿Gracias a Dios?

- ¿Y sus padres lo saben?- preguntó ella confundida.

- No- dijo Diego- Y nunca deben saberlo.

- Pero nunca envejecerá ¿o sí? ¿No crees que sus padres lo notaran?

- Nos iremos de aquí en dos años- dijo Diego- Ese es el tiempo máximo que permanecemos en un sitio. Mirian ya fue informada de eso y sabe que cuando el momento llegue, deberá dejar a sus padres, para siempre.

Gabriela solo podía imaginar lo difícil que debía ser eso para esa niña. No volvería a ver a sus padres nunca más. De pronto, una niña pálida, como de seis o siete años, de cabellos muy largos y castaños, con vestido blanco, apareció frente a ellos. Gabriela casi brinca del susto.

- Angélica- dijo Diego- ¿Qué haces aquí?

- Mirian está en la cascada- dijo la niña con voz dulce.

- Ah ¿Conque allí estaba?- dijo Diego.

- Parece que fue a nadar- dijo la niña- Pero tuvo un encuentro con tres cazadores de Demonios.

- ¿Está herida?- preguntó Diego.

- No- dijo la niña- Venus, Katherine y Tatiana la ayudaron a acabar con ellos sin dificultad. En este momento se los están comiendo. Creí que debías saber eso.

- Gracias por la información, Angélica- dijo Diego- Por favor dile a Wendy que reúna a todas nuestras hermanas en la cascada.

- Sí- dijo Angélica.

- Y dile a Mirian que regrese a su casa, y no salga de allí hasta nuevo aviso.

- Claro- dijo ella, y luego desapareció.

Diego miró a Gabriela, que aún se recuperaba del susto.

- ¿Ves lo desagradable que es llevar esta vida?- Preguntó Diego- ¿Nunca tienes paz?

Gabriela suspiró y lo miró a los ojos.

- Puedes decir lo que quieras- sonrió Gabriela- Ya tomé mi decisión; quiero ser un demonio.

- Niña estúpida- dijo Diego negando con la cabeza.

Diego y Gabriela, caminaban hacia el Llanto Negro, por aquellas rocas que Gabriela esperó nunca volver a ver. El inclemente sol la estaba matando.

- Parece, que él sol pega más aquí que en el resto de la montaña- se quejó Gabriela mientras caminaba.

- No te quejes- dijo Diego- Yo te dije que te quedaras en la casa.

- Olvídalo- dijo Ella- De ahora en adelante, no pienso quedarme sola en ninguna parte.

- Pues entonces no te quejes- dijo él.

Bajaron por el barranco, y al llegar abajo, Gabriela vio algo que la hizo estremecerse del miedo. El lugar estaba repleto de niñas con vestidos blancos. En verdad eran demasiadas Lilims; todas con la vista fijada en ella.

- Las cuarenta- dijo Gabriela terriblemente nerviosa.

- Tranquila- dijo Diego tomando la mano de Gabriela- No te harán daño.

- Pues parece como si estuviesen viendo un Pastel de chocolate- dijo Gabriela asustada, mientras ella y Diego caminaban entre ellas.

Diego se subió a una roca grande con Gabriela.

- Hola Hermanas- dijo Diego- Como han crecido en estos meses.

- Muy gracioso, Diego- dijo una de ellas y todas rieron.

- De verdad- dijo Diego- se ven más altas.

- Te he oído decir eso por mas de medio siglo- Rió Wendy.

- Sí- rió Angélica- No trates de darnos falsas esperanzas. Ya nos resignamos a ser niñas para siempre.

Todas rieron de nuevo. A Gabriela, todo aquello le parecía un tipo de humor muy negro.

- Qué bien- dijo Diego y luego guardó silencio por unos segundos- Niñas, les tengo buenas y malas noticias.

- ¿Vas a destituir a Wendy de su cargo?- preguntó una hermosa niña rubia sonriendo.

- Hey- le gritó Wendy a la niña rubia un poco molesta.

- ¿Que?- sonrió la niña rubia- Yo quiero postularme.

- Ana María...- dijo Diego a la rubia- Esto no es una democracia- todas rieron, incluso Ana Maria- Wendy seguirá al mando de Las Cuarenta hasta que Andreína se reincorpore o hasta que yo lo diga; lo que pase primero.

- Negrero- gruñó Ana Maria y todas rieron.

- Habla, hermano- dijo Wendy aun riendo- ¿Que pasa?

- Ok...- dijo Diego- Verán... la mala noticia es que... Se les acabó la vagancia; no más juegos.

- ¡¿Qué?!- se quejó Wendy- Dijiste que podíamos jugar todo el día y toda la noche, mientras solo comiéramos animales. Ese era el trato

- No hemos comido gente desde hace un mes- dijo otra niña, y Gabriela recordó haberla visto en el techo de la casa- Excepto por esos cazadores que nos comimos hoy. Pero tú dijiste que también podíamos comer cazadores y a cualquier intruso.

- Cierto- dijo Venus, que estaba sentada en una roca- Y esos narcotraficantes no eran del pueblo, eran intrusos, igual que todas esas personas que reportaron desaparecidas hace un mes. No puedes castigarnos por eso.

- Además no dejamos evidencias- dijo una niña rubia, cuyo cabello estaba dividido en dos largas coletas.

- ¿Me van a dejar hablar?- dijo él, y todas se quedaron Calladas- Sé lo que dije Lola- agregó dirigiendose a la rubia con coletas-, y lo siento, de verdad. Pero no es tan malo, creo que les va a gustar.

- ¿Trabajar?- preguntó Wendy con ironía- ¿Gustarnos? ¿A nosotras? Tú estás loco.

- Habla- dijo Lola- ¿De qué se trata?

- Los cazadores saben que estamos aquí- dijo Diego- Atacarán tarde o temprano. Necesito que vigilen todas las entradas de la montaña y el pueblo, pero sin salirse del domo.

- ¿Y cuál es la parte que según tú nos va a gustar?- Preguntó Venus con desagrado.

- Pues- dijo Diego- Esa es la buena noticia: la que vea a algún extraño entrar al pueblo, o la montaña, puede matarlo y comérselo en el acto.

Las niñas se miraron sorprendidas y excitadas.

- ¿De verdad?- preguntó Venus emocionada- ¿Sin investigarlos?

- Así es- dijo él- No tendrán que perder el tiempo investigando si son parientes de alguien en el pueblo. Solo les pido que sean cautelosas, qué los militares y la gente del pueblo no las vean.

Las niñas gritaron de alegría. Fue como si les hubiesen dicho que las escuelas estaban cerradas y que había dulce para todas.

- ¿No será peligroso?- le preguntó Gabriela a Diego en voz baja.

- No para nosotros- dijo él.

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Comments

Elizza Diaz

Elizza Diaz

oh! cariño, tu corazoncito alberga esa añoranza de no ser un mártir más en el purgatorio de una esperanza de indulgencia del creador😟

2023-07-05

1

Elizza Diaz

Elizza Diaz

No manche Gaby, eso ya es extremo! aunque te verías bien de hermana mayor🤗

2023-07-05

1

Elizza Diaz

Elizza Diaz

Estar a la expectativa de tu alrededor y la de los tuyos. El mal nunca duerme😔

2023-07-05

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