CAPÍTULO 12

Pero al igual que él estaba destinada a amar a un imposible, él estaba casado y ella lo sabía desde el primer momento, no podía exigirle ni reprocharle nada.

En ese momento Julieth recordó que debía buscar la cadena con el dije de su madre y se levantó de la cama fue a su pequeña caja de seguridad y lo encontró en una pequeña cajita aterciopelada, la abrió y lo saco al verlo noto que era idéntico al que llevaba aquel señor, en la parte de atrás tena una inscripción que decía:

русский плащ никогда не тронется (el manto ruso jamás será tocado) y tenía unas iniciales я T (I.T.), bueno ella pensó que tal vez su madre lo recibió como algún obsequio o lo encontró en alguna parte ya que las iniciales no coincidían con el nombre de ninguno de sus padres.

Bueno ella decidió usarlo de ahora en adelante y no quitárselo jamás tal y como le había prometido a su madre en el momento que se lo obsequio.

En Chicago…

Thiago era engañado por su hombre de confianza este le mostraba fotos viejas de Julia, haciéndole creer que eran actuales, debía calmar la ansiedad de su jefe.

Cada vez que entraba a su oficina, él estaba ahí inerte viendo la foto de Julia en el teléfono. Solo el trabajo aliviaba su ansiedad, su empresa había crecido notablemente, ya que Thiago era un robot, se había convertido en un hombre frío, calculador y eso lo aplicaba en los negocios.

Pasaba días enteros sin salir de la oficina, cada vez que su esposa quería verlo, debía asistir a la empresa y por lo general salían discutiendo.

Mientras en Hawái…

Julieth se había hecho muy cercana al doctor, ella le contó su historia y él entendió que solamente podía disfrutar de su amistad.

Un día en el Restaurante Julieth recibía una serenata y unas flores por motivo de su cumpleaños, ella lo estaba abrazando en señal de agradecimiento por los lindos detalles al doctor, sin saber que un hombre celoso la observaba desde la puerta del local.

Al terminar la serenata ella sintió que unas fuertes manos masculinas le taparon los ojos, ella se quedó tranquila tratando de adivinar, ese perfume le era familiar y por fin lo descubrió.

__ Raúl, eres Raúl, _ gritó emocionada

Al voltearse recibió un gran abrazo de su amigo, estaba muy emocionada, no podía creer que él diera con ella.

__ Ven Raúl siéntate a mi lado, _ lo llevo a una mesa, pero en ese momento venía Kono con el gran pastel cantando el cumpleaños con todos los presentes en el lugar, el pastel fue puesto en la mesa donde estaba sentado Raúl, este se levantó, comenzó a aplaudir y se unió al canto.

__ Pide un deseo, amiga, _ grito Kono, mientras llenaba la mejilla de Julieth con un poco de merengue del pastel.

Julieth cerró los ojos por unos segundos y soplo las 20 velas, agradeciéndole a todos por los detalles recibidos, las meseras del local comenzaron a repartir el pastel y Julieth se alejó un poco para poder hablar con Raúl.

__ ¿Cómo diste conmigo?

__ ¿te molesta verme?

__ No, ¿cómo crees?, pero recuerda que estoy huyendo y si tu diste conmigo, creo que no estoy tan segura aquí.

__ Tranquila Julieth, recuerda que yo sabía tu nuevo nombre y apellido, además no me fue tan fácil, llevo más de un mes buscándote, vine porque pensé que estarías sola en tu cumpleaños y pensaba alegrarte un poco con mi presencia, pero veo que me equivoque.

__ No, te equivocaste, me alegra mucho verte y si bueno como puedes observar tengo muchos amigos, haber comprado este Restaurante me ha acercado mucho a la gente.

En ese momento se acercan Kono y Kalon, curiosos con la presencia del desconocido.

Julieth decide presentarlos.

__ Raúl, te presento a mi amiga y socia Kono y a Kalon que es mi amigo y el doctor que controla mi embarazo.

Todos se saludaron y siguieron compartiendo la celebración del cumpleaños, las sillas del restaurante fueron colocadas en forma de círculo alrededor de una gran fogata que algunos trabajadores hicieron, ahí bailaron, rieron y algunos tomaron brindando por Julieth.

Un poco más de medianoche todos se retiraron a descansar, Julieth le insistió a Raúl que se alojara en su casa, y este gustosamente acepto.

Julieth le cedió el cuarto de huésped, pero estaban tan felices de verse que amanecieron abrazados en la cama de ella, estuvieron hablando casi hasta el amanecer y el sueño los venció.

Raúl se despertó y aspiro el aroma de Julieth, estaba fascinado y a la vez apenado, se levantó con mucho cuidado de no despertarla, fue el baño y bajo a preparar el desayuno.

Cuando Julieth se levantó, escucho ruidos en la cocina y bajo a ver, se sorprendió al ver a Raúl sirviendo el desayuno para los dos, ella abrió la puerta para dejar salir a Bartolomé y volvió al comedor para dejarse consentir por su gran amigo.