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-¿Ya elegiste la película que quieres ver?- pregunta Dean abrazándome por la espalda.
Llevamos 2 meses saliendo, es la segunda vez que estoy en su casa, vive solo desde hace tiempo, quisimos pasar el rato viendo una película.
-Aún no me decido, estoy entre “El silencio de los inocentes” y “El perfume”, ¿Cuál prefieres?
- Hannibal, es interesante, la manera en que mata a sus víctimas, los estudia, y su estado mental, son magníficos- explica acariciando mi cara.
Por un momento, un escalofrío recorre mi columna, no sé si es la manera que lo dijo o cómo me miró, pero me sentí insegura por un leve momento.
-Es magnífico observar sus rostros llenos de miedo y confusión, el mejor placer es la primera función al ver sus caras llenas de pánico, la segunda es cómo se retuercen de dolor y la tercera observar sus ojos y ver cómo la vida se les va y pasan a ser cadáveres sin sentido- añadió después de un momento- Matar debe sentirse muy bien para Dios, ya que lo hace todo el tiempo, ¿acaso no estamos hechos a su imagen y semejanza?
-Te refieres a la película, ¿cierto?- pregunté sintiéndome intimidada por su mirada.
-Claro Butterfly, de hecho lo último es una frase digna de Hannibal- Dice con un tono de admiración.
-Debe gustarte mucho, es tu película favorita, ¿no?
-Sí, de hecho es mi inspiración.
No tenía idea de la gravedad de sus palabras en ese entonces, así que lo deje pasar, creí que su gusto por ello solo se debía a la trama de dicha cinta.
Debí darme cuenta, cuando sus ojos adquirieron ese brillo vivo, cuando explicaba sin perderse un solo detalle como una vida dejaba de existir, que sus palabras no eran sólo palabras, sino que venían con advertencia y malicia sin duda alguna.
La película transcurrió tranquila luego de eso, nadie dijo ni opinó más nada.
-Te pareces a Clarice, en personalidad- dijo a mitad de la película.
- ¿Ah sí? - pregunté cohibida por la respuesta que daría. Sin embargo sólo recibí un asentamiento de cabeza como respuesta de su parte.
- La valiente Keattlyn, me avisarás cuando esos corderos dejen de gritar, ¿verdad?- dice susurrando en mi oído, el diálogo de la cinta, mientras que una de sus manos desciende hasta mi cuello.
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-Estás más hermosa que antes- comenta sentado frente a mí.
-¿Qué es lo quieres?
-Me tomó tiempo encontrarte y cuando lo hago, ¿así es cómo me recibes?- chasquea la lengua y vuelve a mirarme fijamente- no recuerdo haberte enseñado ese tipo de modales pequeña, tendremos que empezar de nuevo, ¿no crees?, recordar esos momentos dulces.
-No deberías estar aquí Dean, y no me interesa si me has estado buscando, es más que obvio que no quería que me encontraras, así que por favor, vete- me pongo de pie dispuesta a salir, pero se me adelanta tomándome fuertemente del brazo.
-No me das miedo imbécil, ya no, solo eres un enfermo, ESTÁS ENFERMO.- no termino de decir la oración, su mano ya está alrededor de mi cuello presionando con fuerza. Trato de soltarme pero su fuerza es mucho mayor que la mía.
-Mi pequeña keattlyn. Has olvidado todo lo que te enseñé- su voz se oye más ronca de lo normal, con su otra mano libre, acaricia mi cintura, sube a mis pechos y se detiene en una cicatriz no muy visible en la parte de la clavícula.
-Es hermoso, ¿no? Como algo tan insignificante puede tener una historia tan encantadora- deposita un beso en aquella zona.
Me cuesta trabajo respirar y él lo sabe, solo me está enseñando una lección. afloja su agarre un poco mientras su mano sigue recorriendo cuerpo.
-Vendré a verte otro día pequeña, tengo una reunión que atender- se va sin esperar respuesta alguna.
Minutos después salgo de la sala y voy directo al baño, una vez dentro rompo en llanto, soy consciente que estoy hecha un lío, miro al espejo para comprobar lo que ya sabía.
Mi cuello está rojo debido al agarre de su mano, mis ojos rojos y llorosos, ni hablar de mi cabello, soy un desastre en este momento.
Saco mi celular dispuesta a llamar a Sofi, pero no contesta.
El número al que se desea comunicar se encuentra fuera de servicio, inten…
Caigo en cuenta que son pasadas las 5 p.m., ella había pedido su día para salir antes, dejo un mensaje en su buzón de voz, mientras bajo por mi auto.
Conduzco lo más rápido hacia mi hogar. El único lugar donde me siento a salvo, al entrar me dirijo hacia el mini bar que tengo, saco una botella de vino y me sirvo una copa, la tomo sin dejar rastro , enciendo un cigarrillo para tratar de calmar los nervios que me embargan.
No puedo volver a caer de nuevo en ese círculo que me destrozó por completo, y no, no me refiero a la forma física. Todos los recuerdos que llegan, golpean fuerte mi cabeza.
Los llantos, la desesperación, los ojos sin vida, mis manos llenas de sangre, cuerpos desmembrados, los trofeos que se guardaban después de cada cacería, cuerpos disueltos en ácido sulfúrico, cuerpos colgando de los tobillos, abiertos de canal y vacío en viseras. Mujeres y hombres, no había un patrón para las víctimas, su sed de sangre no tenía límite alguno, y ahí estaba yo, siendo su cómplice en cada acto de maldad, su aprendiz en cada cacería.
Me volví dependiente de él a tal punto de ayudarlo a escoger a cada víctima, me enseñó cómo identificar a los débiles por su forma de andar, cada persona tiene una debilidad y él sabía cómo exponerla fácilmente.
Y lo admito, me enamoré de esa vida, porque de cierta forma me sentía liberada.
Friedrich Nietzsche dijo: Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti.
Cuanta verdad hay en sus palabras.
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