—No es mi invitada, así que no tengo por qué hacerla pasar —le dije sin rodeos—. ¿Qué esperas, que invite a tu amante a nuestra casa?
El rostro de Ivan se puso rojo de la bronca, pero no pudo contradecirme, por lo que lanzó un suspiro y le dijo a Morley:
—Siéntate, vamos a cenar todos juntos.
Al oír eso, reventé el tenedor que tenía en la mano contra la mesa.
—¿Te volviste loco? ¿Te parece que está bien dejar que se quede a comer? Jesse está aquí, ¿cómo se la vas a presentar? Hace apenas un momento, antes de que llegaras, ella quiso pegarle una patada. —Siempre había sido directa y no me importaba si él me creía o no, tenía que decírselo; pero frente a su amante no podía hablar con calma.
Ivan, sintiendo que lo ahogaba, levantó la voz:
—¿Querías que viniera a cenar o a pelear? ¿No puedes aguantártelo frente al niño y fingir que está todo bien?
Estaba furiosa, pero me las rebusqué para forzar una sonrisa y repuse:
—No, no puedo. No puedo fingir que estoy bien ni tampoco me gusta la paz ficticia. —Cuanto más enojada estaba, más ganas de sonreír me daban; al punto de que, cuando me encolerizaba, podía llegar a tener una sonrisa radiante. Pero eso solo sucedía cuando había extraños: cuando estaba frente a mi familia, solo podía llorar. De ahora en más, Ivan ya no reunía las condiciones para verme hacerlo. Por otro lado, mi sonrisa lo irritó tanto que le dio un golpe a la mesa.
—Ella pateó a Jesse sin querer, pero tú la tiraste al suelo. ¿Sabes qué? Olvídalo. ¡Vámonos! —Tomó a Morley de la mano y juntos se marcharon, abriendo de un tirón brusco la puerta de vidrio. Salieron dando zancadas y, cuando estaban a unos cinco metros, la puerta volvió sobre su eje y se cerró de un golpe. Yo me quedé mirándolos alejarse con el pecho en llamas; sentía tanto dolor que tuve que abrir la boca para recuperar el aliento. Había dicho las palabras equivocadas, nuestro amor ya no existía.
—Mamá, ¿qué pasó? —preguntó una vocecita. Miré hacia arriba y vi a Jesse en el descanso de la escalera, escondido detrás de una planta, con la expresión pálida y aterrada. Por un momento, mi corazón dejó de latir: no sabía qué había visto él.
—No es nada, hay algunos problemas entre tu padre y yo que debemos solucionar. —Subí las escaleras deprisa, lo abracé y le besé la mejilla.
—¿Papá y esa chica…? —Infló los cachetes y me miró a los ojos mientras me preguntaba—: ¿A papá le gusta esa chica y quiere romper contigo?
Lo abracé con más fuerza, sin saber cómo responder esa pregunta ante sus ojos cristalinos. Para él, su papá y yo representábamos, cada uno, la mitad de su mundo, y ahora que había problemas entre nosotros, este se derrumbaba por completo. Lo sostuve entre mis brazos y no dije nada, pues no quería que tuviera que conocer la crueldad de los sentimientos de los adultos siendo tan pequeño. Él se recostó sobre mi hombro en silencio, esperando una respuesta. Yo me obligué a sonreír.
—Jesse, es hora de comer, cociné algo que te encanta. Más tarde hablaremos de lo que pasó entre mamá y papá, ¿sí? —dije, mientras le acariciaba la carita y lo llevaba hacia la mesa del comedor.
—¡Bueno! —Los ojos del niño se iluminaron y yo me sentí mejor al verlo sonreír. De repente supe que mi mundo no estaba del todo destruido: al menos me quedaba Jesse.
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Comments
esterlaveglia
qué no le dé el gusto de divorciarse y que les joda la vida así como hicieron ellos.... no sólo a ella sino al niño también .... yo les doy por saco hasta que revienten 💪👍👌😠
2024-09-04
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Guadalupe Vásquez
De verdad, no entiendo porque se aferra a algo que ya no, es , debería de divorciarse tomar lo que le corresponde por derecho y dejar de pelear por el imbécil que no vale la pena.
2024-08-06
1
Eret Lopez
DIVORCIATE Y PELEA TU CINCUENTA POR CIENTO TE LO MERECES
2024-07-04
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