Ivan me miró y frunció un poco los labios, pero no dijo nada. Estábamos juntos desde hacía trece años. Por eso, podía leerlo con facilidad y entender cada uno de sus movimientos y expresiones: resultaba evidente para mí que él estaba dudando y no sabía qué decir. En ese instante, me arrepentí de haberle hecho esa pregunta en medio de la cafetería.
Morley se acercó y, con soltura, se aferró al brazo de mi marido.
—Ivan, me dijiste que le ibas a contar la verdad en una semana, pero ya pasaron ocho días. Como no cumpliste, le di la noticia en tu lugar, y acaba de arrojarme café en el rostro. ¿Cómo fue que te casaste con una arpía?
—Vete, Morley. Yo me ocuparé de esto —le respondió él con ternura. Ella asintió y me clavó la mirada antes de voltear para irse. Luego, Ivan se acercó para tomarme de la mano mano y arrastrarme hacia la calle. Cuando llegamos al coche, me hizo subir de un empujón y se sentó frente al volante. Apenas cerró la puerta, colapsé por completo. Un mar de lágrimas corrió por mis mejillas y el pecho me dolía tanto que sentía que estaba a punto de partirse en dos. Él, en cambio, encendió un cigarrillo con impaciencia y empezó a fumar, lo que me produjo una sensación de ahogo insoportable. Sin embargo, en cuanto se percató de que algo andaba mal conmigo, apagó el cigarrillo de inmediato y dijo—: Como puedes ver, todo es verdad. No me atrevía a decírtelo porque sacrificaste mucho por nuestra familia; pero, ya que te enteraste, deberíamos aclarar las cosas. Es mejor así. —Miré su rostro a través de las lágrimas y, en ese momento, comprendí que los últimos trece años no lo habían cambiado casi nada. La única diferencia era su temperamento, pues se había vuelto más maduro y estable, y también más atractivo. En cuanto a mí, miré el espejo retrovisor de manera inconsciente y el reflejo me devolvió una cara flácida y ajada. A pesar del maquillaje que me había puesto, no podía disimular las ojeras pesadas y oscuras. Al ver mi apariencia, supe que había perdido—. Deja de llorar —ordenó exasperado—. Eres una dama. ¿Por qué haces un escándalo cuando te encuentras con algo como esto? —Ante ese comentario, quise preguntarle qué quería que hiciera. ¿Tenía que ser magnánima y fingir que no había pasado nada? Él se limitó a mirarme en silencio por unos segundos antes de continuar—: Reina, ya que estamos hablando del asunto , te daré la mitad de las acciones de la empresa. A fin de cuentas, todo es mi culpa. Divorciémonos. —Sus palabras me dolieron mucho, a tal punto que sentía que me asfixiaba. En los últimos dos años, nuestra relación había dejado de ser tan estrecha como antes. A medida que la empresa crecía, él tenía cada vez más reuniones y negociaciones sobre los proyectos todos los días, por lo que me aboqué a cuidar sola de mi hijo y de la casa. Cada vez que mi marido volvía, pasadas las once de la noche, yo estaba muy cansada, así que nos íbamos a dormir sin hacer nada. Sin embargo, habíamos compartido muchos momentos hermosos cuando éramos jóvenes. Aunque en algún punto de nuestras vidas habíamos sido la persona más importante e indispensable para el otro, eso había cambiado y él quería divorciarse de mí. ¿Seguía siendo el mismo hombre que había dicho que quería cuidarme y pasar el resto de su vida conmigo? Volví a romper en llanto de solo pensarlo. Miré a Ivan, queriendo ver en sus ojos si todavía me amaba, pero estaba ocupado encendiendo otro cigarrillo con impaciencia y encendió el coche. Condujo hasta el jardín de infantes sin dirigirme la palabra y, recién al estacionar en la puerta, susurró—: Primero, ve a recoger a Jesse. Hablaremos del resto cuando lleguemos a casa.
Miré el reloj y descubrí que habíamos llegado una hora tarde. Como vi que ya no había niños esperando a que sus padres los recogieran, me apresuré a llamar al maestro, quien dijo que Jesse estaba en su oficina y me dejó pasar a buscarlo. Mientras caminaba, no pude evitar pensar en lo que había ocurrido: Ivan acababa de pedirme el divorcio. ¿Cómo fue que terminamos así? Pensé que encontrarse y hablar con una amante era algo que solo pasaba en las telenovelas, por lo que nunca esperé experimentarlo en carne propia.
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Comments
Olenka C. Gp
pues la verdad se vio estúpida y poca cosa ante la amantes.
si ya tuvo el valor para hablar con ella. mínimo debió de tener dignidad frente al poco hombre del esposo. muy poca cosa la protagonista
2024-10-04
0
María Elena Pérez
pensé que por lo menos no lloraría ante el, yo primero muerta que llorando!!
2023-08-26
3
mimar silva
increíble imagen
2023-07-10
0