Capítulo 8

Nos sentamos en una mesa para cuatro personas cuando éramos cinco, genial. Les explico, mí querido amigo Emanuel estaba presente.

Si ya saber que mí amor imposible se casaba, tener que conocer a su futura esposa, organizar su boda no era suficiente, agreguemos que debía lidiar con mí enemigo. Estoy seriamente pensando que necesito una bendición o quizás un exorcismo para quitarme esta mala suerte.

Saludé amablemente a la novia de Ramiro, contesté sus preguntas acerca de mí profesión la cual se le hacía súper interesante. Lo peor fue tener que escuchar al menos mil ideas distintas para la boda, y yo que creía que Danilo era indeciso, ésta chica se llevaba el premio sin lugar a dudas.

Si íbamos a tener que organizar bodas y tratar de complacer a gente que no sabe ni lo que quiere, prefiero comenzar jardinería, seguro era más simple aunque odie las plantas.

Se preguntarán ¿Qué pasó con Emanuel? Pasé olímpicamente de el, lo ignoré en todo momento y fue lo mejor que pude hacer en todo este día, al menos ese placer de imaginar que era invisible duró unos minutos, pero de nuevo mí mala suerte venía a atormentar mí existencia.

Ramiro preguntó que queríamos tomar para hacer un brindis y mientras todos eran "suaves" con sus pedidos yo fui la única que dijo tequila y no me juzguen, si debía soportar tanto al menos necesitaba un trago lo suficientemente fuerte. Las miradas de sorpresa no se hicieron esperar, mientras yo me encogí de hombros restándole importancia.

Ya teníamos nuestras bebidas, el brindis además de ser por la futura y feliz pareja, era para hacernos la petición u obligarnos, a éstas alturas era igual, tanto a Emanuel como a mí a ser los padrinos de la boda. Ser madrina en la boda de la persona que amas, además de la organizadora, y tener que convivir más tiempo del necesario con mí enemigo no puede empeorar.

Emanuel y yo nos miramos, a él claramente la situación le divertía, mientras que yo estaba a nada de asesinar a Ramiro por hacerme sufrir y humillarme tanto en menos de 48 horas. ¿Tan mala amiga fui? ¿Ya no recordaba que en muchas ocasiones le cociné o que le resolví tareas en la escuela? Por Dios, pedía al menos un poco de piedad. Danilo seguía entrelazando mí mano por si cometía una locura, lo cual en estos momentos era muy probable.

Pero dejemos eso de lado un momento apenas, las luces en el bar se apagaron y anunciaron que comenzaba el karaoke. La gente comenzó a subir al pequeño escenario y a cantar como si la vida se les fuera en ello, ninguno muy afinado claro está.

Aún me sorprendía que la policía no llegara al escuchar tantos gritos. Algunos reían de los espectáculos tan vergonzosos mientras que otros se tapaban los oídos, yo estaba en shock.

Oriana y Ramiro subieron al escenario a cantar nada más ni nada menos que 100 años de Ha Ash y Prince Royce. Ese tema es hermosísimo pero jamás volveré a escucharlo en el tiempo que me reste de vida porque supongo que me reiría eternamente. Debo admitir que dieron lo mejor de sí, pero eso no mejoraba el hecho de que cantaran pésimo. Al fin, Ramiro podría ser hermoso pero escucharlo cantando me daba ganas de correr en dirección opuesta a la suya. Oriana supongo que estaba demasiado enamorada como para no notar como desafinaba su futuro esposo, o bien con la voz chillona que ella usaba al cantar no lograba oír nada más.

Ya no aguanté más y cuando la canción estaba por llegar al final estallé en carcajadas, Danilo igual que yo.

Aún no se cómo Emanuel permanecía en su misma posición con su expresión de viejo amargado ante semejante actuación de nuestros acompañantes, pero sí. Estaba inmóvil, con su cara de asco característica y ahora dirigida a mí, quien no podía dejar de reír, hasta que de pronto vi que su expresión cambió por una que tan bien recordaba. Sabía que no me esperaba nada bueno, aunque quizás por primera y única vez fuera él, el único sorprendido.

Cuando Oriana y Ramiro volvieron a la mesa súper felices como si hubiesen dado un concierto en el Luna Park casi vuelvo a reír pero ésta vez en sus caras. Use toda mí compostura para soportar y no quedar tan mal con ellos. A todo esto, Danilo decidió intervenir preguntando ¿Tienen fecha para la boda? Y ellos respondieron que en tres meses.

Eso me hizo olvidar hasta de como sonreír, y lo que vendría después peor aún. Que nos anuncien que seremos Emanuel y yo los encargados de muchas tareas porque Danilo claro tendrá que buscar con ellos un salón para la fiesta y demás cosas innecesarias que cuestan una pequeña fortuna en un tiempo reducido de tres meses, cuando las bodas llevan muchísimo más tiempo. Ahora sí, los tres estábamos jodidos.

Emanuel en un intento de despejarse por todas las noticias que no quisimos recibir tuvo la brillante idea de desquitarse. Luego de tantos años donde dejó de hablarme sin siquiera una razón, tiene la magnífica idea de retarme a cantar. A ver, no lo hago tan mal pero estamos en mí lugar, es sencillo cantar en un sitio donde somos desconocidos pero aquí que es el caso opuesto me daba pánico escénico.

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