Capítulo 4

Ir a estudiar a La Plata, Buenos Aires fue un gran cambio, un lugar diferente a mí pequeño pueblo. El ritmo de la gente era tan acelerado que me asustaba. Llegar a mí departamento fue algo raro, porque era la primera vez que viviría sola. Mis padres me apoyaron en absolutamente todo y siempre me dieron todo lo mejor, ventajas de ser hija única.

Empecé la universidad y fue algo muy duro pero a la vez emocionante. No conocía a nadie hasta que apareció Danilo y todo fue más sencillo porque me ayudó en todo.

Él siempre estaba tan feliz, tan diferente a mí, que me daba envidia. Un día el estaba apagado, carecía de ese brillo característico. Sus ojos rojos delataban cuánto había llorado y me dijo que probablemente tendría que abandonar sus estudios. Él era excelente y no comprendí por qué.

Él le reveló a sus padres su sexualidad y lo corrieron de su hogar, lo abandonaron a su suerte, ni siquiera les importó que fuera un alumno excelente ni sus sueños. Trabajaba, ayudaba a sus padres con los gastos, ejemplar. Ese día lo abracé y se derrumbó.

Hice lo primero que pude al verlo en esa situación, llevarlo a vivir conmigo. Su familia con el correr del tiempo no volvió a comunicarse con el ni buscarlo, hicieron de cuenta que jamás existió.

Planeamos un futuro juntos y mis padres al enterarse de su situación se ofrecieron a ayudarlo aunque él no quiso jamás pedirles nada.

Dani y yo nos divertíamos, sin descuidar nuestros estudios. Éramos bastante opuestos, mientras el amaba salir yo era de quedarme en casa viendo series y estudiando.

Él conocía todos los lugares de la ciudad ya que nació ahí mismo así que si deseábamos salir lo hacíamos a un sitio genial sin dudas. Una noche fuimos a un karaoke y aunque yo jamás había cantado en público me animé y puedo decir que lo hice muy bien y que sonabamos bien juntos así que era nuestro lugar favorito a la hora de divertirnos o desestresarnos.

Los últimos meses fueron caóticos, muchos finales y exámenes. Yo con una carrera estaba saturada y Danilo con dos peor. Pusimos todo de nosotros y logramos aprobar absolutamente todo, gracias q Dios.

Los dos estábamos ansiosos de ir a mí pueblo y cumplir nuestros sueños aunque por mí parte saber que vería a Ramiro luego de tanto tiempo me emocionaba demasiado y me motivaba a partes iguales.

Llegó el día de mí mudanza. Danilo lo haría más tarde cuando obtuviera los papeles de sus carreras. Dejar mí vivienda de años no fue tan fácil porque por un lado deseaba volver pero por otro era salir de mí hogar también, pero valía la pena.

Dani tan sabio como siempre me dijo que no me ilusione con nada referido a mí amor imposible porque no quería tener que consolarme como tantas veces. ¿Le hice caso? Claro que no.

La última vez que hablé con Ramiro me dijo claramente que a mí regreso debíamos hablar ya que tenía algo muy importante que decirme y debía ser en persona. Estaba tan impaciente por volver a casa y tan nerviosa que casi pierdo mis uñas en el proceso.

Lamentablemente a mí regreso el estaba de viaje, lo que solo posponia nuestra conversación. Pensé en mil escenarios y hasta más acerca de que me diría. Guardaba la esperanza de que me dijera que me amaba y que quería su vida a mí lado. Me ilusioné, intuía que seríamos felices por siempre, pero yo no tengo esa famosa "intuición femenina" que tanto mencionan, asumo que la mía se quedó en el útero de mí madre al momento de nacer.

Llegué a la casa donde crecí decidida a combinar mí nuevo yo con el antiguo. Antes de pensar en deporte me enfermaba y ahora corría a diario, me alimentaba sanamente pero por sentirme bien. Siempre amé mí cuerpo tal cual era y no me obsesionaba con dietas y esas cosas, solo deseaba estar sana y eso es todo. Aprendi también a vestir bien, usar tacones sin romperme una pierna y a maquillarme, gracias a Dios.