BIENVENIDOS AL SÓTANO

Eran como las tres de la mañana cuando Claudia comenzó a escuchar los gritos de sus tres invitados. Ella se sentó junto a la ventana con una taza de café en sus manos. Aquellos gritos desesperados pidiendo ayuda eran una sensación de satisfacción para ella.

Después de media hora decidió bajar. Claudia tenía pensado bajar más tarde, pero por la obvia situación no iba a ser posible. Tomó las llaves de su mesa de noche para poder abrir la puerta del sótano. Después, bajó por las escaleras y abrió una segunda puerta para así, por fin, entrar a la habitación con pequeños cuartos adentro de ella.

- Por lo visto ya abrieron sus ojos, pero ¿no creen que es muy temprano para tanto ruido? - pregunta Claudia.

- ¿Qué quieres de mí? Si buscas dinero, te lo puedo dar, solo pídelo - responde Estéfano.

- Por lo visto todavía no las constantes Roberto, creí que lo dirías cuando ellos despertaran - dice Claudia.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué estamos los tres aquí? - pregunta Omar.

- No se preocupen, Roberto se los dirá. Bueno, él se sentía solo, así que le traje compañía. Pero esperen, todavía faltan dos personas más para que el grupo de amigos esté completo - explica Claudia.

Sin decir más, únicamente se va. Roberto les cuenta los sucesos que pasó desde que está secuestrado y quién era ella, también el motivo del secuestro. Ellos sabían y, claro, que Claudia no los iba a dejar ir tan fácilmente.

Al estar arriba, Claudia preparó comida para llevárselos porque los necesitaba vivos para poder experimentar el dolor y la humillación. Pilar llamó a Claudia para preguntarle a qué hora iba a llegar, por lo que Claudia respondió que en la noche estaría en casa sin falta.

A las diez de la mañana, Claudia volvió a bajar abajo, pero en esta ocasión se llevó con ella velas y un palo. Ellos la escucharon llegar y lo primero que hicieron fue gritar e insultarla repetidas veces. Ella no hizo caso, únicamente comenzó a preparar el espacio para su nueva tortura.

- ¿Quién quiere ser el primero? No sean tímidos - pregunta Claudia.

— ¡NOOOOO, OTRA VEZ NO, DÉJAME IR! — explotó Roberto.

— ¿Qué nos va a hacer? ¿Por qué reaccionar así? ¿Qué le has echo, maldita? — preguntó Estéfano.

— Tranquilo, Roberto. Hoy no haré lo que hice ayer. Bueno, al menos no en esta ocasión. Hoy va a ser diferente. Hoy vamos a darle la bienvenida a los nuevos invitados — explicó Claudia.

Al finalizar sus palabras, se dirigió primero hacia Estéfano. Cabe recalcar que tanto Estéfano como Omar estaban amarrados, ya que Claudia los ató cuando los enterró. Sacó a los tres afuera, pero a Roberto lo sentó en una silla, mientras que a Estéfano y Omar los tenía echados en el suelo.

Aprendió las velas y las dejó en un lado por un rato, mientras que ella, con la tijera, recortaba la ropa de ellos dos. Al acabar, tomó otra vez la vela, la inclinó un poco para que comenzara a caer las gotas en los cuerpos desnudos de los dos hombres ahí tirados. Ellos gritaban de dolor y trataban de arrastrarse, pero era inútil. Al estar tan fuertemente amarrados, no tenían mucha libertad de movimiento.

Después de unos segundos, Claudia dejó de derramar la cera de la vela. Los cuerpos de ellos estaban rojos. No había ni una sola parte que no tuviera cera. Claudia se acercó a la mesa para traer el palo en sus manos. Roberto, sentado en la silla, únicamente podía observar. Él estaba tan adolorido en su parte trasera por lo sucedido que sentía que no podía caminar. Estéfano y Omar vieron que en las manos de Claudia había un palo. Ambos hombres comenzaron a preocuparse más de lo que ya estaban.

— ¡Suelta eso, estás loca! ¡SUÉLTALO! — gritó agresivamente Omar.

— ¿Ya es suficiente? ¿Acaso no tienes corazón? — preguntó Estéfano.

— Lamento decir que no lo tengo. Ja, ja, ja. Ustedes mismos se lo buscaron. A mí no me pidan piedad, porque será algo que yo nunca les daré — respondió Claudia.

De esa manera, Claudia alzó el palo para dar el primer golpe, el cual fue dirigido para Omar. Los golpes caen repetidas veces por toda la parte de sus cuerpos de ambos hombres. Sus pechos comenzaron a ponerse rojos. Sus narices sangraban, al igual que la barbilla.

En el suelo se estaba formando un pequeño charco de sangre.

Cuando Claudia estaba finalmente satisfecha, paró y colocó a cada uno en las habitaciones. En cuanto a Roberto, que todavía estaba en aquella silla, ella se acercó a él y con la pequeña navaja le cortó el rostro para luego devolverlo a su cuarto.

En aquel sótano prevaleció el silencio. Claudia no le dio importancia y únicamente se retiró, dejando todas las puertas cerradas, para luego dirigirse hacia su casa.

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Comments

Gladys Zapata

Gladys Zapata

uyyy ésto se va a poner bueno bueno

2024-05-10

0

Lucia Feliciano Falcao

Lucia Feliciano Falcao

Que venga los otros huéspedes,no veo la hora de llegada de Renato que fue el peor de todos, hasta la ofreció a Omar,solo que Claudia estaba durmiendo y al parecer no escuchó. 😸😸😸

2024-03-13

0

Beatriz

Beatriz

El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. A Roberto lo “empalo” varias veces luego es imposible que esté vivo porque debió perforar sus intestinos y después de eso nadie vive para contarlo. Un en mil y eso con asistencia médica inmediata

2024-02-23

2

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