Imperial-Hasta El Capítulo 16
El día es tormentoso, el cielo que se alcanza a ver por los ventanales de la iglesia está nublado con nubes grises y turbulentas, tal como está el estado de ánimo de Christian durante lo largo del velorio, sus ojos negros están vacíos viendo de frente el ataúd de su amada.
Christian se disocia de la realidad y regresa por sus recuerdos a horas atrás, una noche de lluvia tormentosa y los relámpagos que caían a su alrededor, aún en su cabeza puede oír el ruido de los cientos de gotas acompañadas de los gritos de ella antes que se marchara de su casa cerrando la puerta con un fuerte portazo.
El sonido del fuerte portazo hace a Christian regresar a la realidad, justamente cuando el padre está dando una plegaria para implorar a la Diosa luna por el alma de esa loba; Christian se tensa rápido, pero prontamente se da cuenta de que su madre sutilmente ha puesto su mano encima de la suya para darle consuelo.
Pero ni esa expresión cálida de afecto es capaz de sacar a Christian de su desconsuelo y él aún puede ver la puerta de su casa, preguntándose si todo hubiese sido distinto, si hubiera corrido tras ella, si no se hubiese quedado de pie viéndola marchar.
Christian es apenas capaz de salir de sus pensamientos cuando siente que pierde el tacto de su madre, todo porque su padre les ha visto, la mujer se endereza y pone los brazos rectos a su costado mientras él pierde en la frialdad de la madera de aquella banca.
Por más que lo intente, Christian no es capaz de salir de su cabeza, trata de poner su atención en las flores de enfrente, en el ruido que hacen las respiraciones de la mayoría de los presentes que llenan por completo las bancas del interior de la iglesia, en las vagas palabras del padre que son transportadas por el viento para nunca jamás volver.
Él no es capaz de articular una sola palabra, apenas pudo gruñir un par de veces antes que sus labios se sellaran en una fina línea, su rostro inexpresivo y su semblante sombrío hace juego con los nubarrones negros en el cielo que se alcanzan a ver por los ventanales a su costado.
Y por un instante desvía su atención del frente para ver el infinito cielo negruzco, pareciera que a mediodía es de noche, todas estas horas se han sentido como una noche eterna para él. Por el rabillo del ojo ve que su padre, un hombre robusto y alto de ojos negros, se coloca de pie, camina hacia el podio hasta ponerse a lado del padre y dar unas palabras tan vagas que igual son robadas por el viento yéndose lejos de sus oídos.
Palabras vacías, dice su padre, no es necesario oírlo para saberlo, únicamente lo hace por pura presencia política; Christian mira de frente a su padre, pero su atención está puesta en aquel viento que corretea la hierba en el alrededor afuera de la iglesia, en la brisa fría que perturba la paz de las copas de los árboles de su entorno.
Los alfas no deben llorar, le dice la voz de su padre en su cabeza, la voz de miles de recuerdos de su infancia; Christian se mantiene con la cabeza alzada y la vista al frente, siendo el heredero perfecto de la manada más prestigiosa de la nación, imponente con su presencia y respetable imagen pero un hombre destrozado por dentro.
No puede dar ningún atisbo de su dolor, él necesita ser fuerte y quedarse serio viendo hacia el frente, pero si atención está puesta en lo obscuro que es el día afuera y en la motocicleta negra que se acaba de estacionar debajo de aquel árbol, en esta monta un sujeto, es fácil de reconocer que es un alfa por su complexión y su físico tan escultural.
Christian pierde su toque serio e inexpresivo cuando entrecierra los ojos y le lanza una mirada recelosa, pero ese episodio no dura mucho porque su padre parado desde el podio le llama la atención con una sutileza aterradora. El control que somete sobre él es tan fuerte que Christian vuelve la mirada y su atención al frente para acabar de oír por primera vez las palabras del padre.
— Que la Diosa Luna...— Su voz se pierde entre el silencio, entre el ruido del barullo de los miles de vientos.
Christian se disocia de nuevo de la realidad, pero de repente siente un escalofrío y por inercia regresa disimuladamente su atención a la ventana viendo que el sujeto ha desaparecido, él no es capaz de rastrear su olor por la humedad en el ambiente y los tantísimos olores de todos los presentes reunidos en el velorio, con solamente el olor de su padre tan dominante es capaz de extinguir la mayoría de los olores recesivos.
No es de extrañar que el padre que dirige la misa trate de mantenerse disimuladamente lejos del patriarca, se ve que las manos le tiemblan cuando sostiene la biblia y Christian con su madre son los únicos que son capaces de mirarlo fijamente a los ojos mientras el resto de los presentes apesta a temor influenciado por esas auras tan aterradoras y dominantes que pertenecen a Christian y a sus padres.
Christian mira fijamente a su padre, muchos han dicho que son como dos gotas de agua, serios e inexpresivos, pero al menos su padre sigue teniendo la compañía de su madre y él está solo rodeado de un mar de gente que le teme, aun así él se mantiene firme.
La misa ya va casi a terminar, Christian lo sabe porque la gente se alborota con sus respiraciones, las figuras borrosas atrás de él, a su lado del padre cada vez parecen más lejanas a su atención e incluso cuando sus ojos ven esos iris negros de su padre él es capaz de perderse de vuelta en sus recuerdos.
Más relámpagos y más lluvia, el clima es de acuerdo al estado de ánimo de Christian y las nubes lloran por él la pérdida de su pez, aquella vez llovió tanto que todo el frente de su casa se inundó y un gran lago se formó, lloró tanto que los ríos se desbordaron y la ciudad entera colapsó, ese día fue el último que él lloró. Solo tenía cinco años.
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Updated 29 Episodes
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serena
no pos que padre
2021-11-16
6