4. Pelea.

“¡Qué pensamientos tan extraños! Cómo puedo creer que este alfa es...” Piensa Christian mientras aún mantiene la mirada fija en ese alfa, ambos emanan un aura hostil y agresiva al no entender lo que sus feromonas quieren comunicarse entre ellos.

El alfa peliblanco gruñe molesto por la confusión y Christian se da cuenta rápidamente que está a punto de atacarlo cuando ve que salen sus garras de sus manos y en un parpadeo fugaz Christian se avienta contra él lanzándose a atacarlo. El alfa desconocido no lo duda mucho antes de también irse a los golpes y garras contra Christian, ya que al oler sus feromonas causan una reacción de desenfreno sobre él, ambos chocan al atacar a la vez.

Lo más lógico para ambos es suponer que el otro le ha lanzado una propuesta de pelea que aceptan gustosos porque al final se ha enterado de que ambos han sido pareja de la misma Omega, el orgullo y algo más los empuja a pelearse como animales.

Christian como un buen alfa le responde y se defiende, comenzando una pelea feroz entre alfas bajo la excusa de que lo hacen por el corazón de una mujer, aunque de alguna manera es liberador cuando sus golpes rozan y garras rozan con la piel del otro, en fricción y en calor, eso hace que se sienta más como un remolino desenfrenado de vigor y ardor entre ellos.

Después de que sus puñetazos y garrazos son cada vez más fuertes y sus gruñidos más escandalosos, los asistentes del velorio se encaminan hacia ese costado de la iglesia para encontrar a los dos alfas golpeándose entre ellos como si fueran animales salvajes casi al borde de abandonar sus lados civilizados, ya se puede ver sus orejas puntiagudas y sus garras afiladas de un lobo de pelaje blanco y un lobo de pelaje negro.

— ¡Christian, para, no hagas un espectáculo que haga hablar a los medios!— Oye que grita su madre angustiada y preocupada mientras él sigue peleándose con el alfa peliblanco, siendo preso de su instinto, de la bestia que alberga en su interior cuando muerde en el brazo al alfa peliblanco.— ¡No rivalices más a nuestras manadas! ¡Detente, por favor, hijo!

Aun así, Christian está tan enfadado y emocionalmente frustrado que sigue peleándose con el peliblanco, descargando su furia, rabia, tristeza y dolor con él. Dos alfas luchando cuerpo a cuerpo en un combate reñido que podría llevarlo a la muerte.

Christian ya ha recibido dos arañazos de ese alfa misterioso en la cara y él le da dos zarpados más en las costillas, el desgraciado es ágil y rápido así que lo esquiva y él esquiva sus golpes haciendo que su pelea sean tan fuerte, nadie de los presentes se atreve a detenerlos a excepción de su padre quien sale de la iglesia al oír el escándalo del alrededor y lanza un rugido tan fríamente tranquilo que hace que ambos frenen bajo la autoridad de un alfa con mayor autoridad que ellos.

Christian aún enojado y estando lleno de sangre ve fijamente a este alfa peliblanco que se detiene enfrente suyo tomándose del brazo donde le ha mordido, él oculta la herida de los presentes porque es vergonzoso que un alfa muerda a otro alfa.

Sorprendentemente, Christian ve un leve rubor en las mejillas del alfa moreno, tan débil por su tono de piel, pero él también se siente avergonzado preguntándose por qué rayos ha sentido ganas de morderlo.

Christian es capaz de saborear su sangre metálica en sus dientes y él admite para sus adentros que es dulce, cálida y deliciosa, podría relamer sus labios para disfrutarla más si no estuviera bajo ciento de ojos, pero los ignoran mientras ellos se ven por unos segundos más en un frío y tenso silencio.

Los rayos del sol hacen acentuar más ese cabello blanco y oscurecer esos ojos plateados

mientras Christian se queda oculto bajo la sombra de un nubarrón encima que los divide, hace que los ojos negros se le vean más obscuros y siniestros, pero aquel alfa peliblanco bufa, luego coloca una media sonrisa y camina acortando la distancia entre ellos.

Christian se queda estático, sintiendo su corazón, latir frenético en su pecho, su nariz puede oler su sangre deliciosa más cerca, su frente y sus brazos sangran por las heridas, su cuerpo está magullado por el dolor de los golpes, pero no aparta la mirada fija de esos ojos plateados que se avecinan cada vez más cerca hasta que este alfa pasa por su lado y empuja con rudeza su hombro mientras camina hacia su motocicleta a unos metros atrás de él dejándolo completamente paralizado ante la fuerza de su esencia y el exquisito sabor de su sangre.

Sin más Christian camina de largo, pasa a grandes zancadas los metros que le alejaban de su madre y esta lo toma del brazo llevándolo lejos de los efectos de las feromonas de aquel alfa desconocido, cualquier rastro de olor es consumido entre más se acerca a su padre que le mira con esos fríos ojos negros aterradores, él trata de limpiarse la sangre de la boca y fingir que no acaba de comportarse frente a todos los presentes como si fuera una bestia descontrolada.

Christian de nuevo se siente como si tuviera cinco años y por más que quiera voltear la cabeza hacia atrás para seguir el sonido de la motocicleta alejándose de la iglesia y el velorio, Christian decide mejor caminar hasta estar al frente de su padre y ponerse a su lado con la cabeza en alto y los hombros firmes, ignorando que su nariz sangra y la ausencia de miradas ajenas de los demás hacia él, otra vez le cubre ese semblante inexpresivo y el cielo cerca de su entorno se vuelve pesadamente a nublar.

Es de nuevo aislado del entorno al quedarse bajo la sombra de su padre, la única que es capaz de ponerse a su lado y tenderle un pañuelo es su madre, ella se lo coloca bajo el puente de la nariz mientras él se queda con las manos rectas atrás de la espalda viendo como su padre políticamente termina de despedirse de los presentes del velorio y él ignora a la familia de su ex-prometida, sobre todo a Daniella que lo observa distante en la lejanía con los ojos aún llorosos, pero una expresión tan estupefacta por conocer por primera un lado de él que no sabía.

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