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EVOCACIONES DE ARABELA

EVOCACIONES DE ARABELA

Status: En proceso
Genre:Grumpyxsunshine
Popularitas:3.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Vero Vero

Arabela es una adolescente que la mayor parte del tiempo se la pasa perdida en sus pensamientos, tratando de entender el interés que despertó en una de sus compañeras de salón, cuando antes de jugar botella ambas eran invisibles en la vida de la otra.

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CAP 8. HACERLO CONTIGO

El profesor de álgebra siguió formando parejas.Su voz se fue opacando cuando Rebeca caminó hasta su lugar compartiendo la mirada conmigo.

—César con Marlen —mencionó el profesor y el berreo de mi amiga casi me destruye el tímpano.

—¡No! ¡por favor! Quien sea menos él —suplicaba ella con los puños cerrados. A César parecía darle igual. Se mantuvo sentado con los tobillos cruzados lanzando una goma al aire.

El profesor no le dio importancia al reclamo de mi amiga y siguió mencionando nombres.

—Oye, ¿estás bien? —me giré hacia Marlen.

—No. ¿Por qué me tuvo que tocar él? Lo más fácil será que yo haga todo el trabajo y él solo ponga su nombre.

Fruncí mi labio.

—Al menos yo puedo controlarlo, pero pobre de ti, te tocó con la peor, mi más sentido pésame —me puso la mano en el hombro y yo la sostuve sonriendo con sutileza. Al girarme de vuelta a mi lugar, Rebeca me vigilaba, como un león esperando a su presa. Bajó la vista a mi mano que acariciaba los dedos de Marlen sin cambiar su semblante amenazador. Me sobresalté, tratando de disimular en cuando la descubrí para que ella no se saliera con la suya. No me iba a intimidar. Seguí tomando la mano de mi amiga y la miré con indiferencia.

Saliendo de clases, justo cuando me estaba despidiendo de Marlen, Rebeca se acercó a mí. Casi nunca me iba con mi amiga porque ella tenía la responsabilidad de llegar temprano a su casa para ayudar en su negocio familiar. Rebeca se plantó frente a nosotras y la barrió con la mirada.

—¿Se te perdió algo? —dijo Marlen.

Rebeca no respondió, siguió con su mirada fusilante cruzada de brazos.

—Bien, ya entendí —respondió mi amiga, me abrazó y luego se marchó, viendo con molestia a la chica oscura.

—Si es por lo del trabajo, no habrá problema, solo dame tu nombre completo y lo agregaré cuando lo termine —saqué un cuaderno y una pluma, me quedé viendo la cuadrícula de la hoja, esperando que ella me lo dijera.

—Rebeca —lo escribí rápido para seguir escuchando el resto.

—Ese es mi nombre.

—Lo sé, pero faltan tus apellidos —la miré y luego volví a ver mi libreta.

—Quiero hacerlo contigo —susurró en mi oído erizando los poros que lo cubrían. Me quedé inmóvil sintiendo el soplo de su voz.

—Haré mi parte del trabajo —se apartó, astuta.

Ah, a eso se refería.

—Mejor dime dónde nos veremos.

Me le quedé viendo, luego apunté mi dirección en debajo de su nombre y corté el pedazo de hoja.

—Ten, te veo aquí el sábado, llega por la tarde —le puse el papel en el pecho y ella lo tomó.

Si la iba a citar en algún lugar, tenía que ser en uno donde yo me sintiera en confianza.

Rebeca se marchó alcanzando a Cuky, se cuchichearon algo, Rebeca regresó la vista y luego comenzó a reírse con su amiga.

La inseguridad me invadió. Se habían burlado de mí, y yo caí como un gorrión en la boca del lobo. No debí darle mi dirección, no debí, no debí, no debí. En definitiva, una presa fácil.

El sábado, cerca de las tres de la tarde, tocaron la puerta de casa. Mi cuerpo se aceleró. Caminé de un lado a otro antes de abrir. Agité las manos como si fueran dos pompones, pensando cómo saludarla. Ni siquiera estaba segura de que fuera Rebeca, pero mi cuerpo no pudo controlarse. Podría abrazarla, no, no somos amigas, darle un beso en la mejilla, no, no somos nada, pero eso es un saludo cordial. Yo no era cordial.

—¡Arabela!, ¿por qué no abres? —preguntó mamá desde el comedor.

—Ya voy —grité. Carraspeé y abrí la puerta.

—Hola —pronuncié sin gestos que delataran mi emoción, presionando fuerte la manija.

Rebeca sonrió y después de que le diera el paso, entró con timidez. Quien diría que la famosa niña rebelde se portara de esa manera frente a mí.

—Vamos a trabajar en la mesita de la sala, ¿está bien? —caminamos hacia allí.

Asintió. Nos sentamos en el suelo y comencé a compartir las hojas de los ejercicios.

—Buenas tardes, señora —la saludó Rebeca cuando mamá se acercó a nosotras.

—Hola, ¡qué gusto! ¿Ese es su trabajo? —preguntó al echar un vistazo. Tomó una hoja y sus ojos se sobresaltaron—. Hija, te dije que después de las multiplicaciones eras tu contra el mundo. Lo reitero.

Me reí y Rebeca me observó.

—Está bien, mamá, puedo con esto.

—Bien, iré a comprar para hacer la cena —Tomó sus llaves, cerró la puerta y después de eso éramos solo Rebeca y yo.

—¿Estamos solas? —pronunció con tono confabulador.

—Sí —contesté revisando los ejercicios. Sentí su mirada. Se acercó un poco e intentó recoger mi cabello.

—¿Qué haces? —me aparté como acto reflejo. Ella se quedó con la mano en el aire.

—Podemos trabajar, por favor —exigí.

Rebeca tomó las hojas que le tocaban, escogió un lápiz y comenzó a resolver ecuaciones. Sus movimientos fueron tan rápidos que apenas y me di cuenta del tiempo que pasé contemplándola.

—¿Lo harás?

—Sí, no quiero que saques una mala calificación por mi culpa —alzó el semblante, luego lo devolvió al papel.

Estuvimos dos horas resolviendo ejercicios, restos de goma por doquier, dedos manchados de grafito y tinta, manchones grises en las hojas, lápices tirados o arrinconados a orillas de la mesa, hasta terminar la primera parte del trabajo. Comprobé mis ecuaciones, después, Rebeca me dio las suyas y comencé a revisarlas estando aún sentadas en el suelo.

—Tengo una duda.

—Dime —respondí recorriendo la punta de la pluma a lo largo de una de las ecuaciones.

—¿Cómo supiste que te gustaban las mujeres?

La miré sin pensarlo dos veces.

—Eso no es una duda sobre el trabajo —no solté ni la pluma, ni la hoja.

—Nunca dije que lo fuera —volví la vista hacia los números negando con la cabeza.

—¿Puedes responder?

Entonces solté lo que traía en las manos y mi atención fue suya.

—¿Cómo supiste que te gustaban los hombres?

—No sé, siempre ha sido así.

—Pues lo mismo, un día me di cuenta que tenía interés en las chicas ,se lo conté a mamá, ella me dijo que estaba bien, fue algo normal para mí, no tuve que salir del clóset como le pasa a algunas personas.

—¿Entre esas chicas estoy yo?

Mi estómago se contrajo. Me giré hacia las hojas y fingí seguir revisando.

—Puede ser —respondí con los ojos fijos en el tono grisáceo de los números escritos.

—Y ¿qué es lo que te gusta de salir con chicas?, ¿los besos?, ¿te gusta cómo te besan?, ¿que te besen el cuello como César lo hace?

—Lo que él te hace es asqueroso —Puse una cara de repulsión arrugando la nariz.

—¿De qué hablas? —Se dibujaron líneas en su frente.

—Te chupa el cuello como si estuviera lamiendo y mordiendo una paleta de hielo.

—¿Eso no te gusta? —preguntó preocupada.

—No.

—Creí que estaba bien.

—No sé cómo dejas que lo haga sin que vomites.

Rebeca parecía estar un poco ofendida porque abrió la boca sin pronunciar sonido, luego se quedó pensando.

—¿Tú cómo lo harías?

Titubeé mirando al techo.

—Mis besos serían como pequeños sellos de corazones.

—¿Eso lo haces con Marlen?

Fruncí el entrecejo sin captar de inmediato el significado de su pregunta. Al parecer, Rebeca creía que yo estaba con Marlen. Pobre de mi amiga, en qué lío la había metido.

—Tal vez —dije regresando mi concentración a las ecuaciones.

—Y ¿lo harías conmigo? —dejé de mover la pluma y miré la mesa, quedando en silencio.

—Probablemente —respondí sintiendo espasmos en mi garganta.

—Puedes decírmelo a la cara —pidió tomando mi mentón y girándolo hacia ella. Rebeca no lo planeó porque noté en sus facciones la sorpresa que se llevó al encontrar nuestras bocas tan cerca. Ambas nos miramos los labios, queríamos hacerlo, fusionarlos, sentirlos, acariciar el calor que desprendían, lo dijimos sin palabras al vernos a los ojos. Sus párpados comenzaron a guardar a sus pupilas, mis pestañas descendieron hasta casi intercambiar el sentido de la vista por el tacto.

—Hija, ya llegué —avisó mamá apareciendo frente a nosotras después de cerrar la puerta. Me giré hacia ella. Rebeca también lo hizo.

—Traje todo para cocinar, ¿Rebeca, te quedas a cenar?

—No, ella ya se tiene que ir —intercedí, me paré de prisa, puse todas sus cosas en su mochila sin ningún orden, se la di, la paré, guiándola hasta la puerta y cerrándosela en la cara. Corrí a mi cuarto para sofocar un grito en la almohada.

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Patricia Contreras
Buenas noches, más capítulos. También mi mamá es así.
Patricia Contreras
Excelente
Patricia Contreras
Porque es así su papá????/Scream//Scream//Scream/
Patricia Contreras
Muy yo en la escuela, que tiempos aquellos
Patricia Contreras
Me está gustando
Yusmery Gomez
buenas tardes más capitulos por favor...
Pamela Duran Sandoval
me gusta mucho la novela autora gracias porfavor otro capítulo más gracias
Yusmery Gomez
Buenos días maratón de capitulos por favor..
Yusmery Gomez
maratón de capitulos Autora ...
Yusmery Gomez
Buenos más capitulos por favor...
juan carlos vasquez paredes
Me gusto mucho tu capítulo, necesito descubrir lo que va a suceder a continuación. 😍 ¡Por favor, no me hagas esperar demasiado!
Vero: Gracias, puedes disfrutar de los siguientes capítulos. 🤓
total 1 replies
Emma
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Gbi Clavijo🌙
¡Qué forma de enganchar!
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