Octavo libro de la saga colores.
Lady Pepper Jones terminará raptada por un misterio rufián de poca paciencia y expresión dura, prisionera y en manos del desconocido, no tendrá más remedio que ser la presa del lobo, mientras que Roquer, lidiará con su determinación de cumplir con su venganza y la flaqueza de tener a una hermosa señorita a su merced.
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24. De vuelta en la jaula de oro
...PEPPER:...
Después de tantos días de viaje, llegué a la capital, encontrando guardias en la entrada de la ciudad, vigilando y al ver que iba adentro del carruaje ordenaron darse prisa.
El carruaje se detuvo al fin.
Bajé, pero me hallé frente al palacio, los guardias de mi padre abrieron la reja.
— Creí que iban a llevarme a la guarnición, es ahí donde se encuentra mi padre — Dije a uno de los guardias que escoltaba el carruaje.
— Es mejor que descanse, señorita Pepper, mañana podrá ir a la guarnición a declarar y a visitar a su padre.
Se alejaron por la calle.
Entré dentro de la mansión.
Los guardias se inclinaron.
Subí las escaleras de la gran entrada, abrí la puerta.
El palacio estaba más vacío y se sentía enorme en comparación a cuando me marché.
— Mi lady, gracias al cielo que ha vuelto — Dijo el mayordomo, haciendo una reverencia — Todos estábamos preocupados por su ausencia, por lo que pasó, me alegra que la hayan recatado.
— Gracias.
Las sirvientas también se aproximaron.
Mi doncella rompió los reglamentos, me dio un abrazo.
— ¿Cómo te encuentras? — Preguntó, tocando mi rostro — Mírate estás más delgada.
— Estoy bien, me siento agotada.
— ¿No te hicieron daño? — Insistió.
— Mucho, pero no pasó a mayores.
— Oh, voy a ordenar un baño para ti.
...****************...
Salí de la bañera, la doncella me cubrió con un albornoz y me guió a mi habitación.
Ya estaba empezando a odiar el silencio.
La doncella se colocó detrás de mí cuando me senté sobre el sillón de la cómoda, empezó a peinarme y me observé al espejo.
— Estoy segura de que su padre ya está al tanto de que ha vuelto, no se preocupe, señorita Pepper, esto se resolverá, él saldrá de prisión — Dijo, como consuelo, sabía que no era sincera, pensaba que hablar bien de mi padre me brindaría consuelo, creía que yo estaba preocupada por él.
— Dudo que mi padre salga libre.
— ¿Por qué? — Se sorprendió.
— No es inocente.
— ¿Cómo? — Abrió los ojos como platos — Es su padre, señorita Pepper, seguramente está muy preocupada por él.
Quería gritar que no era mi padre, pero ella no tenía culpa, no sabía la clase de persona que era el lord, solo era una empleada.
— Lo estoy.
— Mi lady, no sé por lo que pasó...
— No lo sabe — Corté, siguió peinando.
— Después de esto tendrá que bajar al salón.
La observé a través del espejo.
— ¿Por qué?
— El abogado de su padre, alguien tiene que encargarse de los negocios del duque mientras está ausente, usted es la única que puede ocuparse de eso, dado que es su primogénita.
— Quisiera descansar un poco, el abogado puede esperar.
— Le diré al mayordomo que se lo ordene — Dijo, con una sonrisa débil — Entenderá perfectamente, usted acaba de llegar, pasó por algo difícil y horrible.
— Si, necesitaré descansar.
Roquer ¿Habrá despertado? ¿Habrá muerto?
— Mi lady... ¿Su virtud...
La observé.
— Lo lamento, olvídelo.
— No está intacta — Dije, no tenía caso ocultarlo, tal vez mandarían a un doctor a revisarme, era mejor ahorrarme el proceso bochornoso.
Su horror fue visible.
— Lo lamento... El responsable pagará por su atroz crimen.
Asumía que fue a la fuerza, todos lo harían.
Me recogió el cabello y apartó las mantas de la cama para que durmiera.
Estaba agotada así que me rendí a la cama.
Extrañaba su comodidad, por supuesto que había cosas que extrañé, la calidez de una habitación, una buena cama, un buen plato de comida y un baño decente.
Pero, a pesar de todo eso.
Me seguía faltando algo y sabía lo que era.
...****************...
Después de dormir, la doncella me vistió, el apretado corset se me hacía extraño después de estar sin ropa interior durante tanto tiempo, el vestido entallado de color azul y mangas largas se me hacía muy pesado.
Era curioso, pero hasta la ropa me quitaba libertad y solo me había dado cuanta ahora, cuando la tenía puesta nuevamente.
Bajé al salón.
El abogado de mi padre, un hombre mayor, se levantó de sillón e hizo una reverencia.
— Mi lady, un gusto verle.
— Señor Bladimir — Hice un saludo.
— He venido a tratar asuntos importantes.
— Ya me informaron, tome asiento — Dije, volvió a su asiento y me senté frente a él.
— Señorita Pepper, debido a la situación de su padre, me veo en la obligación de cumplir con mi deber como representante legal y financiero del lord — Me observó detenidamente.
— Entiendo que no se puede abandonar los asuntos que mi padre llevaba a cabo.
— Así es, señorita — Abrió el maletín — Su padre me dejó algunas instrucciones en caso de que estuviese ausente, este documento me da la potestad de ser un albacea.
— Pero, mi padre aún no ha muerto.
— No, pero está en una posición que limita su libertad para llevar a cabo sus asuntos y dejarlos resueltos — Explicó, tendiendo el documento, lo leí mientras seguía hablando — Tendremos que revisar el testamento de su padre y así proceder.
— ¿Mi padre irá a un juicio a muerte? — Pregunté.
— Es lamentable, hay pruebas contundentes que lo pueden guiar por ese camino, su propia confesión es una de ellas, no manejo más información debido a que no se me permitió hablar con él cuando estuve en la guarnición y entiendo que son las normas, si pudiera brindarle más información al respecto, lo haría.
¿Cómo lograron que confesara? Mi padre jamás admitiría sus crímenes, no a su propia voluntad. Tal vez con las pruebas que el lord consiguió, él cedió.
Lo que significaba que ya estaban enterados de mi verdadera procedencia.
Debía fingir que no sabía nada al respecto.
— Traeré el testamento.
— No será necesario, su padre me dejó una copia — Sacó un pergamino y lo abrió — El duque ha dejado en claro una cosa, su única heredera es usted, pero hay ciertos reglamentos que debe seguir.
— ¿Cuáles reglamentos? — Pregunté, imaginando lo que mi padre había escrito como condición.
— Debe casarse para poder heredar el título y la fortuna — Dijo, con expresión seria.
Así era la realeza.
La mayoría de los padres con hijas únicas ponían condiciones para que sus progenitoras no llevaran las riendas de sus títulos y fortunas, solo bajo la sombra de un esposo podían heredar.
— ¿No especifica con quién debo hacerlo?
— No, solo es eso — Dijo, tendiendo el documento para que también lo revisara — Además, se específica que mientras la heredera cumple con las condiciones, tendrá un tutor que también se encargará de velar por la fortuna y los negocios del duque.
— ¿Quién será?
— Seré yo — Dijo y lo observé — Mi nombre está escrito en la cláusula donde se menciona.
— ¿Así que usted será mi tutor?
No quería otro amo con una llave para meterme adentro de la jaula, nuevamente.
— Mientras su padre este encarcelado.
— ¿Le dió instrucciones de cómo debía ser su tutoría? — Elevé una ceja.
— Solo cuidar de usted.
— Siempre salgo con mi doncella, así que no deberá cuestionar eso — Dije, retando.
— Su padre me mencionó que usted no deberá salir a menos que sea estrictamente necesario y más ahora con lo que vivió, salir mientras el responsable aún está libre, no hay que correr el mismo riesgo, es peligroso para usted.
— No es mi padre.
— Soy su tutor, ahora — Dijo, observandome de forma rotunda — Su padre ya le consiguió con quién casarse.
— ¿Cómo lo sabe si no habló con él?
— No, no hablé con él, pero sí con su prometido.
Me tensé — ¿Quién es?
— El capitán Morfall.
Fruncí el ceño — ¿Un soldado?
— Así es, pertenece a la guardia real.
— Mi padre nunca tomó en cuenta a un capitán para ser mi esposo, él solo quería un lord.
— El capitán Morfall tiene familia noble, su padre es un vizconde que vive casi llegando a la costa, él dejó de lado su vida mobiliaria para cumplir con el deber de proteger el reino y a su majestad el rey — Dijo y me sentí disgustada.
— Quiero hablar con mi padre.
— Mañana irá a la guarnición, tal vez el general pueda concederle ese favor, al fin y al cabo, tendrá que dar confesión sobre su rapto y lo que sucedió en todo este tiempo — Guardó los documentos que yo había dejado sobre la mesita.
— Le repito, saldré cuando se me apetezca, soy una mujer.
— Ah, ese es otro asunto, dado que fue raptada y estuvo en manos de un rufián, el doctor a venido a verle para revisarla...
— Perdí mi virtud — Gruñí, con la esperanza de que eso cambiara los planes de compromiso.
Se estremeció — Era algo de suponer.
— No será necesaria una evaluación.
— Su padre tomó medidas, el capitán a aceptado casarse incluso si usted fue mancillada, descuide, no se mencionará nada al respecto por el bien de su reputación, usted solo quedará como una víctima del rapto.
— Fui una víctima — Siseé, enojada ante su comentario.
— Disculpe, señorita Pepper, no era mi intención ofenderle, la sociedad puede ser dura, puede que fuese raptada y forzada, pero la señalarán por haber perdido su pureza, así que esto no saldrá a relucir.
— Espero que eso sea así... Antes tengo mis propias condiciones — Gruñí y me evaluó.
— Dudo que esas condiciones puedan ser...
— Si usted interfiere en mi vida personal, en mis salidas, desistiré de sus servicios cuando tenga mi título y mi fortuna — Dije y apretó su mandíbula — Me dejará salir y entrar de este palacio cuanto desee, no va a cuestionar mis acciones a menos que yo se lo pida.
— Pero, mi lady...
— Si quiere seguir trabajando para los Jones, tendrá que acatar estás condiciones, descuide mi padre está imposibilitado para sus asuntos y encarcelado, no se enterará de que no está cumpliendo con su papel de tutor como se debe — Dije, no permitiría que mi libertad fuese robada, antes lucharía por ella — Así que obedezca o atengase a las consecuencias.
— Esto no me parece necesario, mi lady, podemos tratar el asunto sin necesidad de amenazas.
— Por supuesto, pero hay cosas que deben dejarse en claro, tengo momentos que requieren de mi salida del palacio y usted debe tener sus propios asuntos para andar detrás de mí, reprendiendo mi supuesta rebeldía — Gruñí, levantándome del sillón — Aclarado esto, debo ir a cenar, estoy demasiado agotada tanto física como mentalmente, pasé por algo estresante y aterrador, no me haga pasar por más.
— No es mi intención mi lady, comprendo perfectamente y no se preocupe, en la medida de que sus actos o salidas no pongan en riesgo su imagen o su seguridad, no voy a intervenir — Accedió y asentí con la cabeza en agradecimiento.
Me marché a cenar, el abogado me acompañó, el comedor seguía siendo silencioso, tomé el tenedor y el cuchillo.
Antes podía comer con las manos, sin preocuparme en ser criticada, aunque Roquer me raptó y me mantuvo a su lado, yo fui más libre de lo que fui dentro del palacio.
Me comí otro bocado, aunque no tenía hambre, la debilidad me obligaba.
Roquer era el mayor motivo de mi debilidad, mi desánimo, me contenía para no llorar ante la incertidumbre de saber sobre él, no quería que estuviera muerto, quería verlo despertar y no pude.
Quería verlo de nuevo y no podía.
Tal vez no volvería verlo.
...****************...
El carruaje se detuvo afuera de la guarnición.
Lo que me tocaría enfrentar no sería sencillo.
No quería ver el rostro de mi padre.
Entré dentro de la guarnición, detrás de el estaba el abogado que era mi supuesto tutor.
— Mi lady — Dijo un hombre mayor con uniforme — Soy el general de la guarnición, estoy orgulloso de que mis hombres la trajeran de vuelta, sana y salva — Me evaluó.
— Gracias, señor, el abogado es mi tutor mientras mi padre está apresado — Dijo, cuando lo evaluó con duda.
— Puede esperar aquí, adelante — Me ordenó el general.
— ¿Veré a mi padre? — Pregunté.
— Antes debemos interrogarla, es un proceso que agilizará la agresión del rufián que la raptó.
— Entiendo.
Me llevaron a través de los calabozos, pero giró hacia una puerta de hierro, la abrió.
Me tensé.
Adentro había otro soldado, tenía uniforme con medallas.
Era un hombre de cabellos castaños.
Hizo un saludo al general y luego me evaluó.
— Señorita Pepper, soy el capitán Morfall, un gusto conocerle — Dijo, haciendo una reverencia.
Este era mi supuesto prometido.
— Igualmente, señor Morfall.
Se quedó detallando mi rostro, sabía que era por las pecas, siempre me sucedía.
— Tome asiento — Dijo el general — Descuide, solo tiene que responder nuestras preguntas con la verdad.
Hice lo que pidió.