Casada A Primera Vista

Mía sintió un dejo de diversión al observar la cara de Matt luciendo tan seguro al principio de que entre ellos había pasado algo y luego la decepción al ella confesarle que se quedó profundamente dormido. Así que procedió a explicarle lo que acababa de descubrir apenas unos minutos atrás.

-Bueno- comenzó diciendo- No es que la situación no se hubiera puesto muy caliente- explicó- todo lo contrario, pero al parecer la persona que puso eso en tu comida, lo hizo mal- afirmó.

Matt la miró desconcertado mientras le daba un mordisco a su sándwich.

-¿Cómo? ¿Entonces yo tenía razón en eso de que habían puesto algo en mi comida?- preguntó.

-Así es- respondió ella- y no solamente en eso tuviste razón.

-¿En qué más? Mi abuela- murmuró- ¿Ella?...

-Sip...ella mandó a Sonia a poner algo en tu comida- confirmó la muchacha.

-¡Esas dos! -espetó Matt enojado- ¡Voy a tener que hablar seriamente con ambas!- replicó- Pero... si ella puso eso en mi comida, ¿por qué me dormí?

-Pues, parece ser que Sonia se equivocó con la dosis, puso de más y eso hizo que te durmieras- respondió la muchacha con una sonrisa un tanto divertida en su rostro.

-¿De qué te ríes?- le preguntó con seriedad acercándose más a ella.

-De nada- respondió Mía pasando saliva ante su cercanía.

-¿Acaso te estas burlando de mí y de mi desgracia?- indagó con su rostro muy cerca del de la muchacha.

-¡No, no! ¿Cómo se te ocurre?- exclamó ella con nerviosismo sintiendo que los latidos de su corazón se disparaban, viendo como Matt se ponía de rodillas sobre la cama dejándola ver su torso desnudo, su abdomen tan bien trabajado y la v que se perdía debajo del elástico de su ropa interior. Esto debido a que luego de que él cayera en aquel sueño tan profundo, Mía salió de la habitación, buscó por toda la mansión al chofer de Matt, le explicó que su jefe no se sentía bien, y le pidió que lo desvistiera y lo metiera en la cama.

-Me parece que sí, te estás burlando de mi- afirmó él acercando tanto su cuerpo al de Mía que ella se vio obligada a dejarse caer sobre la cama. Él se acercó más, de tal manera que sus respiraciones comenzaron a mezclarse- ¿Sabes que no deberías burlarte de mi desgracia? ¿Verdad?

-No. Yo no me estaba burlando- replicó ella poniendo una de sus manos sobre el pecho de Matt intentando alejarlo para no sentirlo tan cerca.

-¿Sabes quien soy yo, Mía?- preguntó él acercando sus labios cerca del oído de la muchacha, ella asintió con un movimiento de su cabeza-¿De verás?

-Sí- balbuceó ella.

-Tsh, tsh, tsh,- chistó él mientras negaba con su cabeza- Yo creo que no sabes quien soy, muñeca- le dijo con voz suave y ronca, haciendo que a Mía se le estremeciera cada partícula de su cuerpo, el cual a esas alturas estaba debajo del robusto cuerpo de Matt, él la tenía atrapada entre el mullido colchón y su torso desnudo- Dilo, Mía - le susurró sobre los labios- dí quien soy...- le pidió. La muchacha lo miró a los ojos, esa era por así decirlo la única parte de su cuerpo que le producía menos sensaciones.

-Usted es...- dijo ella tomando una gran bocanada de aire para que no se le notara que casi dejaba de respirar por culpa de su cercanía- Es el señor Matt Norton-respondió y en ese momento sintió que la mirada de Matt le quemaba.

-Error, preciosa- replicó él con algo de disgusto- Te equivocas, Mía- agregó mientras su dedo pulgar iba a dar sobre su labio inferior y con un suave y sensual movimiento él lo delineaba lentamente.

La muchacha lo miró desconcertada, no comprendía cual era la respuesta que él esperaba que saliera de sus labios. Matt, notó cada una de las reacciones del cuerpo de Mía a su cercanía y continuó demostrando descontento.

Con un movimiento suave, pero seguro, Matt colocó sus manos a los lados de la cabeza de Mía, ella respiró profundamente, él simplemente la miró, ella sintió que su mirada era tan penetrante que cerró los ojos pasando saliva una vez más y mordió su labio inferior en un acto sumamente reflejo e inocente. El hombre sobre ella, delineó con su dedo índice el contorno de su rostro, erizándole la piel.

-Aún no me has dicho lo que quiero- le dijo de repente tomando su barbilla y dejando sobre ella un beso muy coqueto y sutil.

-¿Qué... Qué quiere que le diga?- murmuró ella con su voz apenas audible.

-Quiero que digas quien soy, Mía- replicó con suavidad el hombre, bajando su dedo índice desde su labio hasta el centro de su barbilla para luego seguir deslizándose por el centro de su pecho recordando el color de la piel que se hallaba debajo de aquella blusa de color púrpura y tirantes delgados, los cuales deslizó con sus dientes. Luego, Matt relamió sus labios, su dedo siguió bajando hasta encontrarse con el dobladillo de la blusa y lentamente la fue bajando hasta tener nuevamente frente a sus ojos la suave y delicada piel de la mujer que tanto estaba anhelando.

-Ya te lo dije- espetó ella con una mezcla de enojo, expectación y deseo.

-No, no me has dicho lo que quiero escuchar- afirmó él y volvió a subir hasta estar frente a sus ojos- ¿Lo vas a decir, Mía? ¿Vas a decirme quién soy?- preguntó una vez más y luego sustituyó su dedo por su boca, le besó la barbilla, luego tomó sus labios en un beso impulsivo y necesitado el cual le borró a la muchacha todos los pensamientos, su mente quedó completamente en blanco, Matt separó sus labios y continuó bajando hasta el centro de su pecho deteniéndose en medio de sus senos (sintiendo allí sus latidos acelerados y erráticos).

Matt se quedó inmóvil, observando aquellas dos montañas que lo llamaban anhelando su atención, así que, como el caballero que consideraba ser no demoró en darles lo que le pedían pasó la lengua sobre las pequeñas cúspides endurecidas de estas luego les dio un pequeño chupetón suave, delicado y preciso.

Mía se retorció debajo de el producto de la excitación que estaba sintiendo que quemaba su cuerpo.

El joven dio un pequeño soplido, y habló sobre el cuerpo de Mía, haciéndole sentir el calor de su aliento.

-¡Por favor!- dijo en una súplica la muchacha- ¡Ya no hagas eso!

-¿Qué? ¿No te gusta, preciosa?- preguntó Matt, ella movió su cabeza en señal de que si le gustaba, él sonrió con satisfacción sobre el vientre de Mía- Entonces, si te gusta ¿por qué me pides que no lo haga?

-Por qué... porque haces que sienta que te necesito- respondió ella.

-¿Qué me necesitas?- preguntó él, ella asintió- ¿Cómo? ¿Dónde me necesitas, amor?

-Mucho más cerca de mí- respondió ella.

-¿Qué tan cerca?- murmuró él dejando caer sus brazos, acercando sus cuerpos, quedando su pecho y su abdomen sobre los de Mía, y sus intimidades separadas solamente por la ropa que los cubría- ¿Así?- le preguntó haciéndole sentir como su cuerpo se había despertado producto del juego que estaba jugando, tras un suave gemido ella negó con su cabeza.

-Más cerca te quiero... mucho más- dijo ella cerrando los ojos, mordiendo su labio y deseando que él le diera lo que ella necesitaba.

-Me quieres- afirmó él- ¿me quieres dentro de... ti?- preguntó, ella sintió vergüenza, pero reconoció que si, que eso era lo que quería. Así que afirmó con un movimiento suave de su cabeza- Entonces, dilo Mía.- repitió él y cuando la muchacha estaba a punto de refutar que no sabía que quería que le dijera. Matt acercó sus labios al oído de la muchacha y le susurró con la voz ronca y deseosa- Di quien soy, di que soy tu esposo Mía...