Introducción En un mundo donde todo está cambiando, debemos enfrentar nuestras virtudes y debilidades, pero sin olvidar el amor. Esta es la historia de Valeria, una abogada dedicada a ayudar a otras mujeres. Después de su trágico rompimiento, se dedicó enteramente a su profesión. Sin esperarlo, conoció de nuevo el amor, ese amor sincero en el que te da estabilidad. Claro no todo lo que brilla es oro, ya que este caballero viene con una sorpresa que le cambiará por completo la vida. El caballero que conquista a Valeria, es un hombre mayor, viudo, que al vivir en constante conflicto con sus hijos, lo hace huir lejos de todo para buscar la tranquilidad que le han arrebatado, la traición viene de quien menos lo esperas. Pero el destino le tenía preparado una recompensa por todo el dolor que había experimentado. Al mismo tiempo disfrutaría de nuevo del amor y la pasión.
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Tentación
Capítulo 23
Federico había regresado a la empresa, aún no le dirigía la palabra a sus hijos y ellos a él. Ante la tensión entre ellos, su hermano José Luis decidió quedarse para poder mediar.
—Me alegra que hayas regresado, te ha sentado muy bien el matrimonio.—decía José Luis
—La verdad es que mi esposa es increíble, hace mi vida más alegre y la llena de dulzura.—respondió Federico
—Me alegra hermano, además mi pequeña mujercita la adora. Me dijo que estaba en su lista de sus personas favoritas.—le contaba José Luis
—He pensado, en traerla a la empresa, enseñarla todo lo que pueda. ¿Tú qué opinas?.—preguntó Federico
—Me parece muy buena idea, pero qué haría aquí, ¿Que estudios tiene?.—preguntó José Luis
—Mi esposa es abogada, pensé que podría comenzar en recursos humanos. Pero no le quiero imponer nada.—respondió Federico
—Vaya, eso es bueno, creo. ¿Cuando se casaron firmaron un prenupcial?.—preguntó José Luis
—No, no hizo falta, ya que confío en ella y no creo que sea ese tipo de mujer.—respondió Federico
—Si ella quiere divorciarse tendrás que darle la mitad de todo, te volviste loco acaso, como fuiste tan irresponsable. Esta empresa es el futuro de tus hijos.—lo reprendía José Luis
—Valeria jamás me dejaría, además si quisiera dejarme estoy seguro que aceptaría cualquier acuerdo, además tal vez ella me de más hijos.—respondió Federico molesto
—No soy nadie para reprenderte, pero recuerda que la pareja se conoce en el divorcio. Ya después solucionaremos eso.—decía José Luis
—Mi esposa no es como las demás, con decirte que no usa la tarjeta de crédito que le di, toda la ropa nueva se la regaló Ingrid y no me ha pedido más. Por ejemplo Adela si me llegó a pedir, de todo, nunca le negué nada, por eso cuando conocí a Valeria supe que era la indicada no me hizo un estudio socioeconómico para empezar o para poder salir conmigo. Ella tenía su propio bufet jurídico con su mejor amiga, ahora está aquí a mi lado, dejando todo atrás. Aún así no me pide nada.—le explicaba Federico
—Perdón si insinué algo desagradable sobre ella, debo conocerla más.—decía José Luis
—Bueno continuemos con lo que urge, que es la adquisición de la nueva empresa.—decía Federico
El sabía que por la juventud de su esposa, y siendo extranjera siempre sería cuestionada por haberse casado con el. Así que trató de dejarlo pasar y seguir concentrado en el trabajo.
Valeria había solicitado que la llevaran a una concesionaria para comprar un coche, su tía le había transferido el dinero que quedaba del seguro y la herencia que había dejado sus padres. Necesitaba su propio vehículo y sobre todo buscar cómo comenzar a seguir su lucha. Sabía que así como en Madrid, podía hacerlo mismo en su nuevo país.
—Bienvenida Señorita Miranda.—dijo la vendedora
—Gracias, me gusta este automotor podríamos llevarlo a probar.—le decía Valeria
—Por supuesto que sí.—la vendedora la llevó hacer la prueba, pero a Valeria le costaba mucho trabajo manejar en la Ciudad de México por el exceso de tráfico.
—Lo siento es que necesito aprender la manera de conducir de aquí, pero me gusta. Podemos negociar, sobre todo saber cuánta blanca me va a costar.—le decía Valeria
Ya en la concesionaria le explicaron cómo se haría la compra, y que necesitaban unos documentos para registrarlo. Pero ella todo tenía con los datos de Madrid, además tenía que transferir sus fondos a un banco del país. Intercambiaron datos y quedó de volver en cuanto tuviera todos los requerimientos.
—Señora, si necesita un coche puede pedírselo al señor Faberman.—dijo Salvador el chofer
—Ni una palabra de esto a mi esposo, por favor, sé que él puede darme todo. Pero no estoy acostumbrada a solo estirar la mano, para exigirle blanca.—respondió Valeria
—Otra en su lugar estaría pidiendo todo lo que nunca ha tenido, ¿quiere que la lleve a casa?, necesito ir por la señorita Ingrid.—preguntó Salvador
—Vale, yo te acompaño le dará gusto verme.—respondió Valeria
Valeria necesitaba investigar cómo cambiar sus datos, para hacer todos sus trámites. Al llegar al instituto, Ingrid se emocionó al verla.
—Valeria, es la primera vez que vienen por mí a la escuela alguien de mi familia. Siempre pasa por mi Salvador.—decía Ingrid
—Es que me llevo a ver unos asuntos, y decidí acompañarlo a recogerte. ¿Cómo estuvo tu día?.—preguntó Valeria
—Muy bien, te veo preocupada, ¿Pasa algo?.—preguntó Ingrid
—Necesito arreglar mis documentos, todo es diferente a España.—respondió Valeria
—Bueno mi papá y tú están casados, puedes solicitar tu nacionalidad. Así puedes sacar tus documentos creo, ¿verdad Salvador?.—preguntó Ingrid
—Si, es correcto.—respondió Salvador
—Entonces llegamos a investigar, ¿me puedes ayudar?.—preguntó Valeria
—Claro que sí, en cuanto lleguemos.—respondió Ingrid
Minutos después ambas estaban en el jardín revisando los requisitos para la naturalización, Valeria revisaba detenidamente la lista, aunque había palabras que no entendía.
—Si le decimos a papá él sabrá cómo ayudarte.—decía Ingrid
—Tendré que decírselo, gracias hermosa. Es hora de hacer tu tarea.—le dijo Valeria
—No tengo mejor porque no aprovechamos y nos divertimos en la alberca.—decía Ingrid
—Esta bien, vamos por nuestro traje de baño.—respondió Valeria
Jugaron en la alberca e invitaron a Clara, después de un rato se acostaron a tomar el sol. Era tan relajante que cerraron sus ojos, en eso llegó Damián. Se acercó para saludar a Ingrid, pero lo único que llamó su atención fue Valeria.
La admiraba de pies a cabeza, mientras ella tenía sus ojos cerrados, el aprovechó para dejarse hipnotizar por su belleza. Estaba como un tonto deleitándose con la silueta de la esposa de su padre.
—Hola hermano.—saludó Ingrid haciéndolo salir de su trance.
Al escuchar a Ingrid, Valeria siguió con los ojos cerrados, para evitar cualquier agresión por parte de él
—Pequeña Ingrid por lo visto están disfrutando del día, solo pase a saludarte nos vemos para cenar, iré a tomar un baño.—respondió Damián y se retiró
—Está bien hermano.—respondió Ingrid
Damián no esperaba verla de esa manera, por un momento olvidó que ella era una amenaza, la intrusa que había llegado para fastidiarlos. Pero en ese encuentro ella lo desarmó, ya en la ducha mientras el agua de la regadera recorría su cuerpo, no dejaba de pensar en ella. Trató de despejar su mente, pero no podía apartar la imagen de ella usando el traje de baño. Se sentía atormentado por la mujer que consideraba una intrusa.
Por la noche llegó Federico, Valeria ya lo esperaba en la sala.
—Hola mi amor.—saludó Valeria mientras lo recibía a besos.
En ese momento exacto Damián bajó para cenar, se quedó sin palabras al verlos besándose. Siguió su camino hacia el comedor donde ya estaba esperándolos Ingrid.
—¿Qué te sucede?.—preguntó Ingrid al verlo alterado
—Nada, es que está mi padre con la intrusa.—respondió Damián
—Ella no es como ustedes creen, es buena, deberías darte la oportunidad de tratarla Damián. Hazlo por papá, se lo debes, después de que te involucraste con la otra mujer.—le decía Ingrid
—No sabía que era la mujer que salía con mi padre, pero sé que el tiempo nos dará la razón sobre la intrusa.—decía Damián
—Por lo menos compórtate como un caballero y no la ataques, hazlo por mi. Me duele si la atacan, yo la quiero mucho.—suplicaba Ingrid
—Está bien, pero no te confundas. Mi desprecio hacia ella sigue ahí, pero no diré nada. Hasta que sea el momento.—respondió Damián
Federico y Valeria llegaron juntos para cenar, se sorprendieron al ver ahí sentado a Damián.
—Buenas noches.—saludó Valeria
—Buenas noches.—respondió Damián
—Me alegra verte aquí con nosotros.—dijo Federico
—A mi también, siempre es bueno cenar con mi familia.—respondió Damián mientras observaba a Valeria, traía un vestido negro que se le veía increíble, tal parecía que todo lo que usará la hacía ver preciosa. Eso lo torturaba, pero ella ni siquiera le sostenía la mirada.
Federico se sentía tranquilo, habían tenido una cena agradable. Damián se había comportado con su esposa, eso lo dejó sorprendido, pero se lo agradecía. A diferencia de Marbella que no se presentó para cenar.
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