Dulce Pecado.

Pía Rossetti.

Estoy dormida y en el sueño me llega su aroma, lo siento, lo veo irse y luego un frío recorre mi cuerpo y lo llamo para que me abrace, siento un roce en mi cabeza y abro los ojos, ya basta Pia debes dejar de imaginártelo pienso, pero luego me doy cuenta de que es real y que está aquí conmigo, el corazón se me acelera y mis piernas comienzan a temblar, sí, había olvidado el efecto que tiene Alexander en mí.

De repente comienza a hablar como loco y me dice muchas cosas que no puedo creer, pero luego recuerdo que Amelia me comentó que Olivia era una mala persona capaz de todo y que le hizo algo muy feo a ella, es entonces cuando todo cobra sentido, cuando Alexander termina su relato me siento como puedo y dejo ver mi panza, él está en shock solo llora sin parar y lo escuché por qué me dijo que si quería me podría ir y él no haría nada por, pero después de verme, me dijo que no cumpliría esa promesa

No sé si son las hormonas lo que se es que esto me ha copado y estoy llorando, hace mucho que no lo hacía, ya que eso me puso en peligro a mí y a los bebés, es allí cuando recuerdo que no es uno sino dos.

Alexander se abalanza sobre mí y me abraza tocando el gran paquete que llevo por barriga y un quejido sale de mí por el hecho de que estos traidores que no patean por más que les hablo y les canto, con el solo sonido de su voz y su toque están pateando como locos.

— Estás bien mi amor, quieres algo.—Dice Alex preocupado.

— Si solo patearon.— dije y abrió sus ojos enormes.

— Querrás decir, pateó el bebé, nuestro bebé dio una patadita.—

— No dije, patearon, los dos bebés patearon.— me vuelve a abrazar y grita de alegría.

— Perdón amor fui un cobarde, juro que el día del bar lo iba a dejar todo por ti, pero desapareciste y me he vuelto un completo amargado.— Dice y bajo mi mirada.

— Te juro que no te vuelvo a fallar a la mierda todo sí, esa mujer está loca, mejor vámonos los dos lejos y si no lo aceptan que nada nos importe.— Dice Alexander y mi padre lo interrumpe.

— Si no quiere que te vuelva a golpear, deja de intentar alejar a mi princesa de mí, la acabo de recuperar idiota.— dijo mi padre abrazándome.

— y bien ya hablaron, aclararon las cosas, mis nietos tendrán a sus padres juntos.— Preguntó Amelia y yo me sonrojé, pero luego respondí calmada para medir reacciones.

— Sí, ya hablamos y sí, sus nietos tendrán siempre a sus padres, es más, por ahora tendrán hasta dos madres por lo de la boda y más adelante a lo mejor... tengan dos padres.— La cara de Alex era digna de foto, se pudo muy rojo y su nariz también, eso quería decir que era mucho su enojo yo lo conocía muy bien.

— Yo sí me voy a casar Pia Rossetti, pero con usted ellos no tendrán a otra madre y mucho menos a otro padre, me tiene a mí.— dijo con su cara de enojo e indignación, disimuladamente observé a mi padre y a Amelia sonriendo con mofa por la actitud de Alex.

— mamá, Roberto, me podrían dejar a solas con Pía.— Dijo y ellos salieron, casi de inmediato estaba abrazado a mí como si fuera un perezoso, su respiración era agitada y sentía mi hombro mojado, posiblemente de sus lágrimas.

— Mi amor, Mi chiqui por favor perdóname, yo... Yo sé que te falle, pero debía proteger a mamá, sé que debí contarte, pero no me alejes de mis bebés, ni de ti.— Dijo y el corazón se me puso como una pasa arrugadito, sentí una opresión en el pecho por hacerlo sentir así, pero me era difícil olvidar cuánto lloré.

— Alex... Yo... sufrí mucho por nuestra separación, casi pierdo a los bebés, no sé si pueda seguir lo mejor será Que...— Me interrumpió.

— Lo mejor será que te tomes el tiempo de pensar bien, las cosas me amas y te amo mi amor.—

Me quedé pensando como ida y no siquiera sé en qué ya había tomado una decisión y se lo diría.

— O es que ya ni me amas chiqui... Dime hubo o hay alguien más, Amas a alguien.— Fue su pregunta, su cara demostraba nerviosismo y miedo.

Lo miré y baje la mirada para después de un suspiro resignado contestar.

— Alexander, tú me habías fallado... O eso pensé yo, me fui con el alma rota y yo no lo pude evitar... _ Mientras hablaba ya Alex se veía derrotado y ansioso, pero ya debía sacarlo todo y decirle.