[OMEGAVERSE/BL/YAOI]
SIN EDITAR.
Prince, después de enterarse que su pareja lo había engañado, se divorcia sin siquiera dudarlo dando por hecho que, el amor que aquel Alfa le había jurado, se había esfumado, pues él no pone ni una objeción en firmar el divorcio jamás y se va con un tercero. A los dos meses, se entera que está embarazado y meses después el Alfa se entera de que es padre haciendo que muchas situaciones entre ambos comiencen a suceder.
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23.
Maiston salió esposado del auto. Las fotos fueron tomadas en masa y en una hora estaban rondando los periódicos y sobre todo la televisión.
No había mucho que hacer porque todos habían visto que había chocado a una persona y que, esa misma persona, estaba en estado crítico en el hospital. Los medios no tardaron en tergiversar todo lo ocurrido. Comenzaron a hablar de que estaba drogado, de que estaba ebrio o las dos cosas a la misma vez. Era un empresario famoso y poderoso y, con aquel problema enorme, sus ventas bajaron como si se tratase de un acantilado. Sus acciones descendieron críticamente.
“El famoso empresario Maiston Hammer ha sido detenido por atropello a un transeúnte”.
“El dueño de muchas petroleras importantes del país esposado y acompañado por la policía”.
“El hijo de la familia Hammer es acusado de asesinato”.
“Empresa Petrolera Infinite pierde miles de acciones”.
Los títulos para las portadas de los diarios o revistas eran miles y todas se encargaban de agrandar el problema, de hacerle perder respeto y credibilidad.
Mientras Maiston estaba en una celda, solo se encontraba mirando a la nada. Aún no terminaba de procesar lo que había ocurrido porque eran demasiadas cosas de una sola vez. Su cabeza estaba a nada de explotar y sus manos temblaban por el nerviosismo que lo estaba dominando. Pensó que todo era un simple sueño y ya, pero las sensaciones eran demasiado poderosas para limitarse a una pesadilla.
Cuando escuchó su nombre, fue llevado a otro lugar y nunca antes había pisado una celda ni mucho menos usado esposas. Las sintió heladas y que era otro golpe de la vida para mostrarle que se había equivocado gravemente.
Al cruzar una puerta, vio a uno de sus abogados y a Jim que se puso de pie para ir a abrazarlo sin dudarlo porque sabía que lo necesitaba. Sabía que, la urgencia por saber que no estaba solo, era demasiada.
—Carajo, Maiston, no te puedo dejar ni un minuto solo.
Tomó su rostro para verlo desastroso y soltó un suspiro. Al sentarse todos, el hombre comenzó a hablar.
—Buenas tardes, señor Maiston. Siempre es un agrado hablar con usted, pero nunca pensé que iba a hacer en un punto como este.
—Yo menos, Robert —murmuró.
—Tranquilo, sabes lo capacitado que es Robert para estos asuntos. Saldrás mañana mismo.
Asintió y se quedaron escuchando lo que el abogado decía, sin embargo, a pesar de que sus palabras habían sido demasiado convincentes, el mañana llegó y no pudo salir. La persona estaba en estado crítico, el choque había sido demasiado fuerte y Maiston tenía conocimiento de que el atropello en paso de peatones podía llegar a ser de cuatro meses de cárcel junto con la restricción de dos años sin usar el carnet de conducir y una indemnización monetaria.
Y nunca había pasado una noche en un sitio tan frío. Ni siquiera había podido dormir porque tenía claro que todo se había terminado de ir al carajo y que, al salir de ahí, todo iba a ser diferente y se iba a tener que enfrentar a miles de problemas y sobre todo a entrevistas a la prensa.
Tenía claro que parte de la culpa era de él, pero que, si los periodistas no hubieran estado ahí haciéndole la vida imposible, entonces todo habría sido diferente.
Al día siguiente, se sumaron más cargos. Tenía claro que había golpeado a varios periodistas y había quebrado sus objetos de trabajo.
Para la segunda junta con su abogado, no escuchó cosas buenas. Iba a tener que pagar mucho dinero por los daños causados y el dinero no le importaba tanto, era algo que iba y venía, pero, los días que iba a perder, sí le importaron y mucho.
Su abogado hizo lo máximo para acortar los cuatro meses a solo dos, pero la justicia debía demostrar que no importaba si la persona era famosa, popular o un gran empresario que le daba millones de pesos al país cada mes. Y solo le quedó escuchar como le daban dos meses de cárcel, restricción de su carnet de conducir por dos años y la indemnización monetaria por los daños causados a todos los involucrados en aquel momento.
Maiston se puso de pie al terminar la sesión y miró sobre su hombro para ver a Jim.
—¡Tranquilo! ¡Me haré cargo de todo!
Y no le importó la empresa. Le dio lo mismo si todo se iba al carajo. Lo único que verdaderamente le importó es que iban a ser dos meses más perdidos de no poder estar con su hija y de no poder hablar con Prince.
Y las cárceles nunca eran sencillas. En todos lados estaban los que mandaban más, los que se hacían llamar y ver como los dueños del lugar. Los que todos respetaban por llevar más tiempo ahí o por haber hecho los peores crímenes fuera de la cárcel.
Asesinatos, feminicidios, secuestros con violaciones y mucho más.
Y los nuevos siempre pasaban por lo mismo en todos los lugares, no solo la cárcel y más cuando eran personas que habían sido respetadas por muchos años, cuando eran famosos, reconocidos y con alto poder.
—Miren a quién tenemos aquí —habló uno mientras estaban todos comiendo en un comedor grande y con guardias por todos lados vigilando el lugar.
Maiston no quiso mirar y únicamente se concentró en su comida porque tenía claro que recién estaba en el primer día de muchos que le faltaban.
—Yo siempre lo digo, muchachos, los ricos también son unos malditos ladrones.
Jim le había dicho que no se metiera en problemas dentro porque, si tenía una buena conducta quizás, en lugar de dos meses, podría ser uno y medio.
—¿Dónde está tu gente poderosa ahora?
Lo ignoró aún sabiendo que estaban por todo su alrededor. Los podía oír burlarse de él y decir miles de cosas que quiso ignorar hasta que uno se sentó frente a él para sacarle el pan que tenía en su bandeja.
—¿No te enseñaron a caso? Todos los nuevitos se vuelven mis perras. Puedes preguntarle a todos si quieres, rico.
El moreno nada más lo quedó viendo.
—Ah, ¿crees que me asustas con esa mirada?
El chico del frente solo lo estaba mirando con una sonrisa llena de burla mientras le seguía sacando la comida sin miedo a nada. Levantó sus pies para ponerlos sobre la mesa y se quitó los zapatos frente a sus ojos.
—Tu maldita comida es mía y mejor cuídate la espalda. A los nuevos siempre les doy un lindo regalo.
—¡Snake, deja al nuevo en paz! —advirtió uno de los guardias que iba pasando porque todos lo conocían debido a que llevaba toda su vida estando en la cárcel por las cosas que llevaba haciendo.
—Nada, guardia, lo estoy invitando a que seamos amigos.
Su sonrisa llena de burla obviamente no decía lo mismo. Y Maiston no le tomó mayor atención. No quiso verse intimidado aún viendo las cicatrices que tenía en su rostro. Y no se veía como un Alfa, se veía como un simple Beta, pero con una mirada totalmente atemorizante para cualquiera.
Se puso de pie cuando el almuerzo finalizó. Y estaba cansado. Se quedó en su celda unos segundos viendo el techo del lugar y todo era frío e incómodo. El colchón era como si nada más fueran tablas que se incrustaban en su espalda.
Entonces, llegó el segundo día. No esperaba que Jim fuera a verlo porque tenía claro que iba a estar preocupado de miles de cosas. Y no pudo evitar desear poder ver ese vídeo de nuevo. Quiso ver su sonrisa pura y como sus ojos brillaban. Cerró sus ojos con fuerza sintiendo que eran demasiadas cosas para ser verdad. Siempre había conducido con el debido cuidado, pero estaba sobrepasado y solo quiso huir de esos periodistas sin importarle nada.
Al querer refrescar su cuerpo, quiso ir al baño. No quería salir mucho de su celda para evitar enfrentamientos, así que ni siquiera había ido a tomar desayuno o a comer algo.
Avanzó por el lugar topándose con muchos chicos. Era evidente el hecho de que la cárcel jamás había sido pisada por un Omega e imaginó que, si ellos hicieran algún delito, tendrían su propia cárcel. Al llegar a las duchas, vio unos chicos y le preguntó a uno como era que todo funcionaba. El chico fue simpático y le explicó que algunas duchas estaban malas.
Al quedarse solo, abrió la llave sintiendo el agua helada y era invierno, así que estaba mucho más helada que como podía estar en verano.
Se quitó la polera cuando el golpe le llegó por detrás. Cayó al suelo viendo todo borroso y no tuvo tiempo de nada cuando le llegó una patada en el estómago y otro golpe con algo contundente en su cabeza. Todo se le borró y nada más siguió sintiendo los otros golpes en todo su cuerpo. No podía pensar muy bien, pero asumió que eran los mismos diez chicos que se le habían acercado el primer día. Y era un Alfa, sin embargo, contra los golpes desmedidos que le llegaron, no tuvo tiempo de reaccionar en lo más mínimo.
El dolor se expandió por sus costillas, en su boca sintió sangre, su cabeza pálpito y, entre nebulosas pudo ver como un chico se le acercaba.
—Bienvenido a la cárcel, nuevito, es mi regalo especial para todos y, si te sigues escondiendo en tu celda, todo se pondrá peor.