LA PRIMERA CONTRATISTA

¡ES HORA DE CONOCER LA HISTORIA DE ISAAC, EL TERCER CONTRATISTA, ENCARGADO DE LA PROTECCIÓN DEL ARMA SECRETA QUE AYUDARÁ A ALICE CON SU DESEO DE ACABAR CON EL REY: LA HIJA DEL COMANDANTE DE POLICÍA!

TÍTULO:

EL TERCER CONTRATISTA

SINOPSIS:

Antiguo sacerdote, murió a manos de sus jefes al colaborar con el rey para desmantelar una red de tráfico de humanos que era apoyada por varios miembros eclesiásticos y las tres reencarnaciones del anterior monarca. La última imagen que vería, sería como su esposa moría con su hijo aún en su vientre. Fue devuelto a la vida por el dios del destino, con el fin de cumplir una importante misión: proteger la vida de la única testigo que podría acabar para siempre con aquella macabra red. Jamás en su vida pensó que, los mismos jefes que le arrebataron su vida, llegarían a amenazarlo con matar a su hijo, supuestamente fallecido, si no les entregaba a la chica que debía proteger, la cual era una de sus muchas víctimas.

Envuelto en un dilema, deberá no solo proteger la vida de ella, sino también deberá encontrar la forma de rescatar a su hijo. La respuesta a su problema estaría más cerca de lo que creía: hacer un contrato de matrimonio, donde volvería a la mujer que debía proteger, en una inmortal, así como él, a cambio de poder engañar a sus jefes sin ningún riesgo de muerte. No obstante, aquello le traería problemas con dos de sus compañeras contratistas, quienes se irán en su contra por traición.

¿La mujer traumatizada aceptará casarse con él?

¿Logrará rescatar a su hijo, antes de que sea asesinado por su supuesta traición?

CAPÍTULO 1

Ni las estacas en su cuerpo, ni su lengua cortada o sus piernas mutiladas, nada era comparado al dolor de ver como su amada esposa embarazada, era quemada, con su hijo en el vientre, mientras varios de sus jefes observaban divertidos la escena.

Jamás pensó que, por más protección del rey, tuviera su familia, aquellos cerdos de la iglesia llegaran a hacerle un mal a una mujer inocente, mucho menos a un bebé no nato; sin embargo, recordando que aquellos eran los mismos relacionados con una oscura red de trata de personas, fue muy ingenuo al pensar menos de ellos.

—¡Maten al soplón!—ordenó uno de los cardenales.

Su cuerpo, colgada en una cruz invertida, estaba siendo exhibido desnudo en aquel solitario claro del bosque, en mitad de la noche. Fue así que, antes de morir, antes de ver como las llamas quemaban por completo a su esposa, terminó ahogándose con su propia sangre, al ser cortada su garganta.

Un estrepitoso trueno lo asustó, provocando que se despertara de golpe en el asiento del vagón del tren a carbón que lo terminaba de transportar a la capital. Aquella mañana el cielo se encontraba demasiado lúgubre, y eso que era verano, pero estaba acorde con el sentimiento de luto que había en la ciudad a causa del incendio de un orfanato y de la muerte de por lo menos cien niños.

No obstante, hubiera deseado que aquella terrible noticia solo lo estuviera afectando y no la incesante pesadilla de su anterior muerte.

Le había suplicado al dios que lo había traído de la muerte, muchas veces, que le quitara la facultad de soñar, para así descansar algo, pero su ruego fue ignorado y su alma seguía atormentada por el mar de pesadillas que albergaba el último recuerdo de su esposa fallecida.

—¿Por qué yo?—fue lo que se preguntó en un susurro.

Apoyándose contra la ventana, que le mostraba a lo lejos la entrada de la ciudad, pensó en las muchas razones por las que realmente fue devuelto a la vida, si no pudo proteger en vida a su esposa embarazada, mucho menos podría proteger a alguien tan vital como para destruir a aquellos que lo asesinaron.

Sin embargo, suponiendo que tenía la bendición de dios, lo único que podía hacer era esperar lo mejor. Fue así que, justo antes de bajarse, del servicio de catering del tren, comenzó a entregarle a cada pasajero una última merienda.

Fue así que, en una pequeña bolsa de papel, la cual contenía algunos macarrones, encontró escondida una carta que de inmediato leyó, faltando diez minutos antes de la llegada a la estación de trenes.

Estimado sir Isaac Collins,

¡Nos hemos enterado de que has regresado de la muerte! ¿Qué tal estuvo el más allá?

No sabemos si eres un hombre de buena suerte al ser ayudado por un dios, o un desdichado a sufrir eternamente. Así que, iré al grano: o nos entregas a la chica que debes proteger, o el bebé que tu esposa dio a luz, antes de morir, ahora si conocerá lo que es la muerte.

Antes de tan siquiera poder volver a leer la carta, esta activó una runa invisible, la cual la quemó, apenas él leyó la última palabra. Isaac estaba tan estupefacto que tuvo que ser despertado de su letargo por uno de los comodoros del vagón en el que se encontraba, informándole de que ya habían llegado a la estación de trenes.

Con un leve movimiento de cabeza, Isaac salió del tren pálido como la leche, ocultándose tras la capa roja que mantenía en misterio la vestidura que llevaba puesta. No sabía si estaba siendo seguido; sin embargo, por las dudas, decidió tomar un camino más largo al punto de encuentro y tratar de desaparecer de la multitud de gente.

El antiguo sacerdote, sabía muy bien que, aquellos que le mandaron esa amenazante carta, no eran más que los mismos asesinos de su familia, el cardenal y sus aliados. No obstante, le costaba creer que en efecto su hijo siguiera vivo, puesto que, de su muerte, habían pasado casi tres años y recordaba muy bien como Lizzi había muerto con todo y vientre abultado.

Asegurándose de que nadie, o al menos que él creyera, lo estuviera siguiendo, fue rumbo por el camino principal al encuentro con dos de sus compañeras. Al parecer, el mismo dios que lo regresó de la muerte, no solo lo había designado a él cómo un contratista, sino también a dos mujeres más.

Los tres tenían asignado la misión de proteger a la hija del comandante de policía, una mujer de 19 años de edad, la cual había sido secuestrada junto con su madre, por la misma red de tráfico humano que él intentó detener, junto con el rey, antes de que el desgraciado del cardenal lo asesinara.

Después de llegar una hora tarde a su encuentro, Isaac finalmente pudo llegar a una bodega abandonada, muy cerca de una empresa la cual comercializaba caballos para la conducción de carruajes. Allí, dentro del lugar, se encontró con las dos mujeres. Ambas, vestidas al igual que él, se dieron la vuelta para hablarle.

—Isaac, ¿no?—preguntó la pelinegra—soy Alice, ella es Lina. Pensábamos que ya no vendrías.

—El tren tuvo problemas en el viaje—mintió—¿Dónde está ella?

Fue así que, cuando Alice estuvo por hablar, el ruido de un golpe los detuvo en seco. Entrando a una de las alas de la bodega, pudieron ver como una mujer, cubierta con una capa y completamente vendada, intentando ahorcar con poca fuerza a un hombre debajo de ella.

—Perdóname, hija—le dijo el hombre—perdón...

—¡Por tu culpa!—siguió intentando asfixiarlo, pero en vano—¡Por tu culpa!

ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...

LIBROS DE LA SAGA:

1) LA PRIMERA CONTRATISTA (TERMINADA)

2) EL TERCER CONTRATISTA (PRÓXIMO A SALIR)

3) LA SEGUNDA CONTRATISTA (PRÓXIMAMENTE)

4) EL ÚLTIMO CONTRATISTA (PRÓXIMAMENTE)

NOTA: ¡Espero que les haya gustado! Sí, desean la historia del "Tercer contratista", déjenme sus comentarios. Por ahora seguiré con la historia de "Fantasy ending" e ilustrando mi comic "La esposa enfermiza del duque inmortal", ambas disponibles en mi perfil.

¡Gracias por su apoyo!