Tras la muerte de su padre, Violeta se enfrenta a una desgarradora decisión: regresar a la casa que heredó de él y lidiar con la última esposa de su padre, una mujer perversa que la someterá al dolor y la inseguridad. La convivencia con esta mujer, quien busca imponerse en la vida de Violeta, se tornará un infierno.
En medio de esta difícil situación, un ángel de carne y hueso se cruza en el camino de Violeta, alguien que no revelará sus verdaderas intenciones hasta que ella no sienta amor verdadero. ¿Podrá Violeta encontrar la fuerza para superar sus miedos y abrir su corazón al amor? ¿O sucumbirá ante la maldad que la rodea?
Esta es la historia de una joven que lucha por encontrar su camino en medio de la adversidad, una historia llena de emociones, secretos y un amor que lo cambiará todo.
Con gran admiración a todas las románticas que aman leer sobre: amor, emoción, algo de tragedia y misterio, intento regalarles una lectura que me encantó hacer y emocionarme junto a Violeta
NovelToon tiene autorización de Mar78 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El renacer de Vita
La noche clara de la luna llena, había envuelto el campo de acacias en un manto de estrellas. La cena, dispuesta con esmero, aguardaba sobre la mesa, lista para ser disfrutada en compañía.
Eduardo, con la voz llena de alegría, rompió el silencio: "Quiero brindar por la inauguración de esta cabaña, un sueño hecho realidad. Y, sobre todo, quiero brindar por nuestra querida Vita, que ha regresado a nosotros. ¡Esta es tu casa, Vita, es un regalo, hecho con mucho cariño!".
Vita, con una sonrisa dulce y agradecida, lo observaba conmovida. Los demás se unieron al brindis, compartiendo la alegría del momento.
"He estado pensando en un nombre para este lugar especial, pero aún no se me ocurre nada", confesó Eduardo. "Quizás tú, Vita, puedas darle el nombre perfecto".
"Si, ¡El sueño de las acacias!", exclamó Vita, levantándose para abrazar a Eduardo conmovida. "¡Es el nombre perfecto! Muchas gracias, Eduardo, y a todos, por este regalo y por todo lo que han hecho por mí. Realmente lo aprecio"
Esther, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, añadió: "Tienes amigos maravillosos, hija. Todos hemos estado muy preocupados por ti durante este tiempo. Me siento inmensamente feliz de que hayas regresado por fin".
Más tarde esa noche, Eduardo, con una copa de coñac en la mano, se encontraba en el porche de la casa, disfrutando del silencio y la frescura del aire. De repente, Vita apareció, uniéndose a él en ese momento de tranquilidad. Se sentó en la hamaca, sus miradas se cruzaron y un torbellino de emociones la invadió.
"Eduardo, lo que han hecho por mí... ¡jamás lo olvidaré!", exclamó Vita con la voz entrecortada por la emoción. "Ustedes, que fueron injustamente despedidos por esa víbora de María, ¡y todavía tuvieron la valentía de enfrentarla!", añadió con los ojos llenos de lágrimas. "Me siento bien, sí, pero no puedo estarlo del todo. En cuanto me recupere, ¡voy a hacer que esa mujer limpie el suelo que ustedes pisan!", sentenció con determinación.
Eduardo, con una sonrisa dulce y comprensiva, la interrumpió suavemente: "Vita, no te preocupes por nada ahora. Mira el horizonte, respira esta belleza que nos rodea. Esto es lo que debe volver a tu vida: este perfume, esta paz, esta vida fértil como la tierra misma. Tu vida, Vita, pronto volverá a ser como antes, pero con más fuerza, te lo aseguro".
Eduardo continuó hablando, compartiendo con Vita sus conocimientos sobre las plantas y flores que los rodeaban, mientras ella lo escuchaba atentamente, embriagada por la paz del momento y la compañía de Eduardo.
Al día siguiente, Norma y Román partieron junto a Valentín, quien pilotearía el helicóptero que los llevaría de vuelta a la ciudad. Se despidieron de Vita con la promesa de regresar pronto.
Vita, sentada en el porche de la cabaña, acompañada por Eduardo y Esther, compartió con ellos los detalles de su sueño, un relato que heló la sangre de sus oyentes.
"Eric se me apareció en sueños y me habló sobre la sortija de compromiso", comenzó Vita, su voz temblaba ligeramente al recordar el encuentro onírico con Eric, omitiendo el detalle íntimo que había compartido con él. Continuó "Y al despertar, ¡encontré su camiseta a mis pies!".
Un escalofrío recorrió el ambiente. Intentaron encontrar una explicación lógica, pero era imposible. No había forma de que un objeto surgiera de un sueño y se materializara en la realidad, ¡era algo inexplicable!
Esther, con el ceño fruncido y rascándose la cabeza, expresó: "Vita, este reencuentro contigo misma es una señal de que aún hay heridas por sanar. Lo de la camiseta... ¡no le encuentro sentido! Pero no te apresures, todo se irá revelando a su debido tiempo".
Las palabras de Esther resonaron en el corazón de Vita, quien sintió una mezcla de confusión y esperanza. Tal vez, con el tiempo, el misterio de la camiseta, y el significado de su sueño se aclararían.
Eduardo, con la amabilidad que lo caracterizaba, les propuso a las chicas acompañarlo al pueblo. La idea de explorar las encantadoras tiendas del lugar las llenó de emoción.
Esther, del brazo de su señorita, caminaba con la delicadeza de una anciana, como si cada paso fuera un tesoro. Al entrar en una tienda, sus ojos se abrieron como platos ante la gran variedad de objetos. Vita, impaciente, se adelantó para explorar la siguiente tienda, y luego otra, y otra más.
Mientras tanto, en el café, un joven pasó a su lado sin siquiera rozarlas. Vita sintió un vuelco en el corazón. ¡Era él! Un torbellino de emociones la invadió. Salió del café, lo buscó con la mirada, pero el joven había desaparecido como por arte de magia.
"¿Qué sucede, Vita?" preguntó Esther, al ver la expresión de desconcierto en su rostro.
"Creí ver a alguien conocido, pero se esfumó" respondió Vita, con la voz entrecortada.
"¡Espérame aquí!" exclamó, y salió corriendo en busca del misterioso joven.
Llegó a la esquina, pero no había rastro de él. La decepción la invadió. Con el corazón apesadumbrado, regresó al café, donde Esther la esperaba con una sonrisa.
"Te perdiste de tantas cosas, mientras estabas enferma" le dijo Esther, mientras Vita se sumergía en sus palabras, intentando olvidar el fugaz encuentro que la había dejado sin aliento.
Los días transcurrían y la salud de Vita se fortalecía a pasos agigantados. A pesar del duro golpe que supuso asimilar la pérdida de su padre, una herida que se reabrió de repente, Vita demostró una admirable resiliencia y siguió adelante con su recuperación.
Una mañana, con una chispa de entusiasmo en los ojos, anunció su deseo de ir a la ciudad. ¡Quería ir de compras! Esther, con la preocupación de una madre, se ofreció a acompañarla, temiendo que Vita no estuviera del todo preparada para enfrentarse a la multitud y al bullicio de la ciudad. Eduardo, por su parte, se quedó en casa para recibir a unos trabajadores que iniciarían un nuevo proyecto.
Vita manejaba la ranchera de Eduardo y, al volver a sentir el control de su cuerpo, una ola de alivio la inundó. Llegaron a la calle principal y estacionaron frente a una boutique. Juntas, recorrieron las calles, deleitándose con la variedad de tiendas.
De regreso al vehículo, Vita vio pasar un auto y, al mirar al conductor, ¡lo reconoció! Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero el auto desapareció rápidamente. Sin dudarlo, Vita subió a la ranchera y le explicó a Esther, con el corazón latiendo a mil, que necesitaba ver a ese hombre de cerca.
Con una mezcla de emoción y nerviosismo, Vita siguió al auto, tocando bocina insistentemente para llamar su atención. Algunos kilómetros más adelante, el conductor finalmente reaccionó, deteniéndose a un lado de la carretera. Vita se bajó de la ranchera, el corazón en la garganta, sin saber que le diría, pero lista para enfrentarse a lo que el destino le deparara.