En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 20: Estrategias Ocultas
El aire fresco de la noche envolvía la mansión Ivanov mientras Viktor se encontraba sentado en el borde de la fuente principal. Había sido un día agotador, y su encuentro con Leonhard aún pesaba en su mente. Era frustrante, desconcertante incluso, cómo cada interacción con él parecía dejarlo al borde de algo que no podía nombrar.
El sonido de pasos ligeros interrumpió sus pensamientos. Viktor levantó la vista y vio a Mikhail, su primo y confidente más cercano, acercándose con su habitual expresión de calma controlada.
—¿Estás bien, Viktor? —preguntó Mikhail, sentándose a su lado. Llevaba una copa de vino en la mano, que ofreció sin decir palabra.
Viktor tomó la copa y dio un sorbo antes de responder. —He tenido días mejores. Blackwood sigue siendo... problemático.
Mikhail dejó escapar una risa suave. —¿No lo es siempre? —Su tono era desenfadado, pero su mirada era inquisitiva—. Aunque admito que últimamente pareces más afectado por él de lo habitual.
—Es un hombre insoportable, Mikhail. Frío, calculador, y no soporta que alguien lo desafíe. —Viktor apretó los labios, tratando de calmar la ira que comenzaba a formarse en su interior.
—Y, sin embargo, no puedes dejar de hablar de él —observó Mikhail con una sonrisa burlona.
Viktor giró la cabeza hacia él, fulminándolo con la mirada. —¿Qué estás insinuando?
—Nada en particular. Solo digo que parece que Blackwood sabe cómo sacarte de tu centro, y no muchos pueden presumir de eso.
Viktor chasqueó la lengua y se levantó, dejando la copa en el borde de la fuente. —No necesito esto ahora.
Mikhail lo observó en silencio mientras se alejaba, una ligera sonrisa todavía en su rostro. Tal vez Viktor no lo admitiera, pero había algo más en su relación con Leonhard, algo que aún no estaba dispuesto a enfrentar.
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A la mañana siguiente, Viktor llegó a la oficina con la firme intención de mantener las cosas profesionales. Estaba revisando los correos electrónicos cuando su asistente tocó la puerta.
—Señor Ivanov, el señor Blackwood está aquí para la reunión programada. Está esperando en la sala de conferencias.
Viktor dejó escapar un suspiro, sabiendo que no podía evitarlo. Leonhard Blackwood parecía ser una constante en su vida últimamente.
Cuando entró en la sala, encontró a Leonhard sentado, revisando unos documentos. Su postura era impecable, y su expresión, como siempre, era imperturbable. Sin embargo, había algo en su presencia que parecía llenar la habitación, una autoridad natural que Viktor no podía ignorar.
—Blackwood —saludó Viktor mientras tomaba asiento frente a él.
—Ivanov —respondió Leonhard sin levantar la vista.
El silencio entre ellos se prolongó mientras ambos revisaban los puntos de la reunión. La tensión era palpable, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romperla. Finalmente, fue Viktor quien habló.
—La propuesta que presentaste sobre el reparto de beneficios necesita ajustes. Tu empresa está tomando una parte desproporcionada.
Leonhard levantó la vista, y sus ojos grises se encontraron con los de Viktor. —¿Desproporcionada? Creo que estás malinterpretando los términos. Lo que he propuesto es justo considerando la inversión inicial de ambas partes.
—"Justo" es un término subjetivo, Blackwood —replicó Viktor, inclinándose hacia adelante—. Y yo no estoy de acuerdo con tu definición.
Leonhard se reclinó en su asiento, cruzando los brazos sobre su pecho. —Entonces, ¿qué sugieres?
Viktor le entregó un documento con las modificaciones que había preparado. Mientras Leonhard lo revisaba, Viktor lo observó en silencio, notando la manera en que su mandíbula se tensaba ligeramente cuando encontraba algo que no le agradaba.
Finalmente, Leonhard dejó el documento sobre la mesa y fijó su mirada en Viktor. —Eres más terco de lo que pensaba.
Viktor sonrió, satisfecho. —¿Eso es un cumplido, Blackwood?
—Es un hecho, Ivanov. —Leonhard se inclinó hacia adelante, acortando la distancia entre ellos—. Pero si crees que voy a ceder tan fácilmente, estás subestimándome.
La cercanía de Leonhard, combinada con el aroma inconfundible de sus feromonas, hizo que Viktor se tensara. Era como si Leonhard estuviera jugando con fuego, y Viktor no estaba seguro de si quería apagarlo o avivarlo más.
—No espero que cedas —respondió Viktor, manteniendo su tono firme—. Pero tampoco esperes que yo lo haga.
Los ojos de Leonhard brillaron con algo que Viktor no pudo identificar. Era como si estuviera disfrutando del enfrentamiento, como si cada palabra de Viktor lo desafiara a ir más lejos.
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Después de la reunión, Viktor se quedó en la sala de conferencias, observando los documentos que habían dejado sobre la mesa. Había algo en la forma en que Leonhard manejaba las cosas que lo irritaba y lo intrigaba al mismo tiempo.
Cuando salió de la sala, se encontró con Leonhard en el pasillo, hablando por teléfono. Sus ojos se encontraron brevemente, y Viktor sintió que el aire a su alrededor se cargaba nuevamente. Leonhard terminó la llamada y se acercó a él.
—¿Sigues aquí? —preguntó Leonhard, su tono neutral.
—Me estaba asegurando de que todo estuviera en orden —respondió Viktor.
Leonhard asintió, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Finalmente, fue Leonhard quien rompió el silencio.
—Ivanov, ¿alguna vez consideras hacer las cosas de manera más sencilla?
Viktor arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta. —¿Sencilla? ¿Qué quieres decir?
—Que no siempre es necesario complicar cada interacción, cada decisión. —Leonhard lo miró directamente a los ojos, y Viktor sintió que esas palabras llevaban un significado más profundo.
—Tal vez, pero así es como soy. Y dudo que tú seas diferente. —Viktor sonrió levemente, desafiándolo.
Leonhard dejó escapar una risa suave, algo poco común en él. —Tal vez tengas razón.
Y con eso, se dio la vuelta y se alejó, dejando a Viktor con una sensación extraña en el pecho. Era como si, por primera vez, hubieran compartido algo más que una rivalidad.
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Esa noche, Viktor se encontró pensando nuevamente en Leonhard. Había algo en él que no podía ignorar, algo que lo mantenía en el centro de sus pensamientos. Tal vez, después de todo, su relación no era tan simple como un enfrentamiento de poder. Tal vez había algo más esperando a ser descubierto.
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No será Ivanov?