Cegada por el primer amor confío en que era correspondida dando paso a lo que fue y lo que será la vida de Diana, una adolescente que comienza a experimentar una vida de maltratos
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Capítulo 18
Llevábamos tres días en el hotel, la estábamos pasando de maravilla cuando decidimos ir a la piscina, allí Rubén y Augusto se besaban como si no hubiese un mañana, estaban felices de estar casados finalmente. Marx y yo tampoco nos quedamos atrás, yo estaba súper confiada y muy recertiva a él en todo momento.
Augusto y Marx nos diera un beso y fueron a por un cóctel, mientras nosotros esperábamos en la piscina. Fue así como sentimos a lo lejos como si el pequeño Rubén nos llamara por madre y padre, nos miramos al instante, estábamos escuchando lo mismo, como podría ser. Al mirar hacia la dirección del llamado vimos a nuestro hijo que venía a nuestro encuentro.
Al llegar se sorprendió mucho de vernos allí en plan vacaciones y mucho más por no haberle comentado nada, nos quedamos sin palabras ante semejante interrogante, que podríamos decir. Salimos de la piscina tomamos una toalla y lo abrazamos mucho, lo besamos antes de responder, hacia un tiempo que no lo veíamos. Seguidamente fuimos a una mesa cerca del agua y tomamos asiento, para ponernos al día.
El volvió a preguntar qué hacíamos ahí, fue una suerte que Marx y Augusto fueran a por esos cócteles por qué cinco minutos antes nos hubiera visto besándonos con nuestras respectivas parejas y así de golpe las cosas serían muy díficil de comprender. Le explicamos que estábamos allí ya que habíamos salido con unos amigos del trabajo de Rubén, estábamos aburridos de la monotonía, de hacer lo mismo cada día, esa respuesta lo complació ya que no indagó más, incluso nos alentó a seguir haciéndolo, éramos muy jóvenes para estar en casa decía nuestro hijo.
Pero la gran sorpresa era que hacía él allí, por qué no estaba en la universidad. Esa pregunta tenía respuesta con nombre y apellido. Su novia era la hija del dueño del hotel Karla se llamaba, así que venían seguido, aún cuando la universidad quedaba un poco lejos, era un buen sitio para desconectar y sobre todo no debían pagar ni un centavo, era gratis.
Todavía nos encontrábamos charlando cuando Marx y Augusto aparecieron con las copas. Nuestra mirada reflejaba precaución, pero Rubén antes que hubiese alguna indiscreción tomó la iniciativa y presentó a nuestro hijo ante ellos. Sus caras se tornaron hacia un asombroso indescriptible. Rápidamente, siguieron el ritmo del engaño.
Pasamos la tarde juntos los seis, ya que luego la novia de Rubén junior se incorporó a la mesa, al final la pude conocer en persona, lástima que sean en estas circunstancias. Era una muchacha sencilla y de buen carácter, nos llevaríamos bien, estaba segura de eso. Ya casi era la hora de la cena fuimos todos juntos a nuestras habitaciones para cambiarnos.
Fingimos ser una pareja frente a nuestro hijo, el cual inconscientemente provocó la ruina de la luna de miel de su padre y el fin de mi romance tórrido con Marx. Él quiso ir hasta nuestra habitación para seguir con nosotros un poco más, esta petición nos tomó por sorpresa, Marx tuvo que pasarme la llave discretamente para que fuéramos a mi habitación, la mía con él, ya que si íbamos a la de Rubén y se le ocurría abrir el clóset solo vería pertenencias de hombre.
Llegamos y estuvo casi hasta la hora de la cena, mientras uno se bañaba el otro conversaba con él, estaría cuatro días nada más, lo mismo que nosotros, así que este sería el fin de nuestro romance feliz. Rubén tuvo que vestir con ropa de Marx para no ser descubierto, lo bueno era que usaban la misma talla. Por otro lado lo positivo era que Augusto y Marx eran hermanos sino hubiese sido muy incomodo está situación, ya que tendríamos que dormir separados, por si acaso.