Viviana es la menor de tres hermanas, su vida da un giro inesperado cuando se ve obligada a tomar el lugar de su segunda hermana para casarse con un Despiadado multimillonario y así poder salvar la vida de toda su familia, tras el matrimonio forzado Ares Grey la hace vivir un infierno por venganza... Acompáña a Viviana en esta historia desafortunada.
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Confesión
Ares sonrió, su sonrisa fue arrogante y segura de sí mismo. —Ah, Viviana— dijo, —No tientes tu suerte niña— . Se acercó a mí con su mirada intensa y dominante. —¿Recuerdas que ya eres mi esposa?— su mirada parecía quemarme con una intensidad que me hizo retroceder.
—¿Entiendes?—Dijo —¿Entiendes que eres mía y que puedo hacer lo que yo quiera contigo verdad?—.
La sonrisa de Ares se ensanchó mientras me miraba, y por un momento, pensé que iba a estallar en ira. Pero en lugar de eso, su mirada se volvió más intensa, más calculadora. Yo sentí un escalofrío en la espalda, pero no me dejé intimidar.
—Sé que soy tu esposa, y eso pasó porque yo así lo decidí, firme y con plena conciencia de mis actos—, le dije —Pude haber gritado a los cuatro vientos que me tienes amenazada y obligada, pero no lo hice—. Mi mirada se clavó en la suya, llena de desafío y determinación.
—¿Y sabes por qué?—. Digo —Porque yo seré tu mayor castigo, Ares. Yo seré quien te haga pagar por todo lo que has hecho— Mi voz estaba impregnada de odio y rencor, y pude ver cómo Ares se tensaba.
—¿Te atreves a amenazarme?—preguntó finalmente, su voz era baja y peligrosa. Su mirada parecía quemarme con una intensidad que me hizo sentir un poco de miedo, pero no me arrepentí de mis palabras.
—Tómalo como quieras, querido esposo—, le respondí con desdén, —Pero ya lo verás, ya te darás cuenta de mis palabras—. Y sin más, le di la espalda y me fui, dejándolo con la palabra en la boca, mientras sentía su mirada quemando en mi piel.
Ares se quedó inmóvil mientras me veía alejar. Por un momento pensé que iba a reaccionar, que iba a intentar detenerme o hacerme daño. Pero en lugar de eso, se quedó quieto, clavo su mirada en mí con una intensidad que me hizo sentir un escalofrío en la espalda.
—Viviana—dijo finalmente, —No te conviene jugar con fuego—. me advirtió y yo pude sentir la amenaza implícita en sus palabras. Pero no me detuve, no me di la vuelta. Seguí caminando, con mi espalda erguida y mi cabeza alta, mientras sentía su mirada quemando en mi piel.
Sabía que había cruzado una línea, que había desafiado a Ares de una manera que no podía ignorar. Pero no me importaba. Estaba decidida a demostrarle que no era una mujer que se pudiera dominar o controlar. Que era capaz de luchar por mí misma, y que no iba a dejar que me pisoteara.
POV ARES.
La vi sonreír, una sonrisa que parecía desafiarme, provocarme. Y luego, sus palabras, como un golpe directo a mi orgullo —Sé que soy tu esposa, y eso pasó porque yo así lo decidí, firme y con plena conciencia de mis actos—, dijo, Me sentí desconcertado, no esperaba esa reacción de ella. Pensé que estaría temblando de miedo, que estaría rogando por mi perdón. Pero no, ella estaba desafiante, y segura de sí misma.
Su mirada se clavó en la mía, llena de odio y determinación. —Pude haber gritado a los cuatro vientos que me tienes amenazada y obligada, pero no lo hice— Me sentí un poco inquieto, no me gustaba la dirección que estaba tomando esta conversación. —Porque yo seré tu mayor castigo, Ares. Yo seré quien te haga pagar por todo lo que has hecho—. Su voz estaba impregnada de veneno, y pude sentir cómo mi ira crecía.
—¿Te atreves a amenazarme?—, pregunté. Quería ver si se arrepentía, si se daba cuenta de que estaba jugando con fuego. Pero ella no se inmutó. —Tómalo como quieras, querido esposo— dijo con desdén. —Pero ya lo verás, ya te darás cuenta de mis palabras—. Y luego, se dio la vuelta y se fue, dejándome con la palabra en la boca.
Me quedé allí, mirándola mientras se alejaba, sintiendo cómo mi ira y mi frustración crecían. No estaba acostumbrado a que me desafiaran, no estaba acostumbrado a que me hablaran de esa manera. Y menos aún por parte de mi esposa. Algo tenía que hacer, algo tenía que cambiar. No podía permitir que ella siguiera comportándose de esa manera.
Mientras Viviana se alejaba, coloqué mi mano en la cintura, sintiendo la suavidad de la tela de mi traje. Reí un poco, un sonido bajo y gutural, mientras sostenía mi frente con la otra mano.
Sabía que esta mujer sería un desafío, que no se dejaría dominar fácilmente. Pero eso era precisamente lo que me atraía de ella. Su fuego, su pasión, su determinación.
Me gustaba la idea de tener que trabajar para conquistarla, para hacerla mía. No era una mujer que se pudiera comprar o manipular con facilidad. No, Viviana era una mujer que requería un enfoque diferente. Requería paciencia, estrategia y una buena dosis de astucia.
Mientras la veía desaparecer de mi vista, sonreí para mí mismo. Sabía que esta sería una batalla interesante, una batalla que estaba dispuesto a ganar. Porque cuando se trataba de Viviana, no había opción. Tenía que tenerla, tenía que hacerla mía. Y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para lograrlo.
Yésica apareció de repente. —¿Qué pasa, Ares?—dijo,
la tomé del brazo y le pregunté, —¿Qué haces tú aquí?—, su mirada se desvió hacia mi rostro y su expresión cambió.
—¿Qué te dijo tu esposa?,Ella nos descubrió juntos, ¿que va hacer?—, preguntó con preocupación.
La miré con una expresión irritado y solté su brazo —Ve con tu esposo, Yésica. Si ella te ve cerca de mí ahora, no podré detenerla—. Mi voz era baja y urgente.
Yesica entendió el mensaje. Su rostro se tensó ligeramente, pero luego asintió con la cabeza y se dio la vuelta para irse. —Sí, será mejor que me vaya, pero hablaremos después— dijo, con su voz apenas audible.
La vi alejarse, sintiendo un suspiro de alivio. No necesitaba más problemas en este momento. La situación con Viviana ya era lo suficientemente complicada como para agregar más leña al fuego.
Caminé hacia el evento nuevamente, —Ares, querido, ven aquí— Me llamo mi madre.
Me acerqué a ella y tomé asiento al lado de Viviana, quien me miró con una sonrisa desafiante en sus labios.
—¿Querido esposo, mi suegra pregunta dónde vamos a pasar la luna de miel?—, dijo, su voz estaba llena de ironía.
Me di cuenta de que estaba tratando de provocarme, de hacerme sentir incómodo. Pero no iba a dejar que me afectara. La miré a los ojos, tratando de leer su expresión, y luego me volví hacia mi madre.
—No me importa dónde estemos, eso es lo de menos, ella ya es mía—, Mis palabras saliendo de mi boca con una convicción que parecía afectar a Viviana.
Viviana se tensó ligeramente, pero se recompuso de inmediato, tratando de mantener la compostura.
Mi madre se rio, su risa era cálida y divertida. —Oh, hijo, no seas descortés—dijo, sacudiendo la cabeza.
—Pronto serás abuela, no te preocupes—dije y Viviana pareció ahogarse con su trago de champán, mi madre se apresuró a decirle que respirara. —Los espero con ansias— agregó, sonriendo a Viviana.
La situación se volvió un poco incómoda para Viviana, Viviana se estaba recuperando rápidamente. La miré, y ella me devolvió la mirada, sus ojos azules brillaron con una mezcla de sorpresa y desafío.
Me incliné hacia Viviana y le susurré al oído, —Creo que ya es hora de irnos a nuestra habitación, querida esposa—. Mi voz era baja y sensual.
—Sigue soñando, querido esposo—me dijo también en un susurro.
Me reí bajo, sabiendo que Viviana me estaba retando. En ese momento me levanté de la mesa y abotoné mi traje, llamando la atención de todos.
—Queridos invitados—dije en voz alta, para que todos me prestaran atención. Incluso Viviana me miró, con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
Tomé su mano y la hice levantar del asiento, sintiendo su mano y su mirada nerviosa. —En nombre de mi esposa y mío, les agradecemos a todos por asistir a nuestra boda— dije.
—Pero como comprenderán, necesitamos retirarnos ya a nuestra habitación. Ustedes entenderán—, agregué, con una leve sonrisa sugerente.
Mientras hablaba, tomé el vaso sobre la mesa y me lo tomé todo de un sorbo, sintiendo el líquido frío recorriendo mi garganta. La multitud aplaudió y vitoreó, Viviana me miró con una mezcla de irritación. Sabía que yo estaba tomando el control de la situación, Ahora, era hora de llevarla a nuestra habitación y ver qué pasaba después.
Camine y la tomé fuertemente de la mano obligándola a seguirme....