"Una fanática decide tomar una misión imposible: salvar a su cantante favorito de las garras de la adicción, enfrentándose a los demonios de su pasado y a los peligros de la industria musical."
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CUANDO BASTA CON SOLO ESTAR
Aurora
Me quedé mirando a Ethan subir las escaleras. No dijo nada más, solo ese “tienes razón” que aún me daba vueltas en la cabeza. Lo vi perderse entre los peldaños, como si cada paso fuera una despedida silenciosa de algo que no sabía si volvería. Suspiré. Me dejé caer en el sillón, abrazando mis propias piernas. Por un momento sentí que quizás sí lo había ayudado, aunque fuera un poco. Que quizás esa herida que cargaba desde hace tanto tenía espacio para empezar a sanar.
Después de media hora empecé a organizar cada punto de la casa. Estaba hecha un caos después de esa fiesta. Botellas vacías por todos lados, vasos con bebidas a medio terminar, cojines fuera de lugar, y una alfombra manchada que prefería no inspeccionar demasiado de cerca.
Esta casa es realmente grande. Cada vez que terminaba de recoger en una habitación, otra parecía haber multiplicado el desorden. Suspiré. ¿Cómo podría acabar de limpiarla sola?
Sabía perfectamente que lo haría. La ama de llaves de Ethan no vendría hoy. Era domingo y estaría descansando, como le correspondía. Y él... bueno, él estaba encerrado con Carla.
Recogí una pila de platos del comedor y me dirigí a la cocina. Dejé que el sonido del agua llenando el fregadero me acompañara, como si pudiera lavar junto con los vasos todo lo que sentía.
Me pregunté, por un segundo, si alguien notaría el esfuerzo. Si Ethan bajaría en algún momento y vería todo lo que había hecho. Pero no lo esperaba. No de verdad.
Pasaron las horas. Ya se hacía un poco tarde cuando, por fin, logré terminar de arreglar la casa. Me dolían los brazos, tenía el cabello desordenado y el cuello tenso de tanto agacharme y mover cosas de un lado a otro. Pero al menos todo volvía a tener algo de orden, aunque por dentro yo todavía fuera un completo desastre. Me dirigí a la cocina, con la idea de preparar el almuerzo. pero el silencio en la casa ya no parecía tan denso como antes. Solo... vacío.
Abrí la nevera sin muchas ganas. Estaba indecisa, mirando cada cosa como si fuera una decisión imposible. Pasta, arroz, algo de pollo, verduras... todo parecía demasiado. Hasta que me decidí por hacer algo sencillo pero reconfortante: sopa de verduras con fideos y pan recién tostado. Algo cálido, que abrigara aunque no pudiera curar.
Me puse a picar en silencio. El sonido del cuchillo sobre la tabla era casi terapéutico. El aroma comenzó a llenar la cocina, y por primera vez en todo el día, sentí que respiraba sin que el pecho me pesara tanto. Estaba sirviendo mis platos para almorzar cuando escuché pasos bajando las escaleras. Me giré lentamente. Era Ethan. Su mirada se cruzó con la mía. Y por un segundo, ninguno de los dos dijo nada.
—Huele bien —dijo finalmente, con esa voz baja que usaba cuando no sabía qué estaba permitido sentir.
—Es solo sopa —respondí, volviendo la vista a los platos para no desmoronarme.
—Gracias —añadió, más suave.
Y se sentó en la mesa, como si el silencio fuera una forma de quedarse. Me senté frente a él deslizando el plato con cuidado. No dijimos nada al principio. Solo el sonido de las cucharas chocando suavemente contra la cerámica que llenaba la habitación. Cada tanto, lo miraba de reojo. Ethan tenía la vista clavada en la sopa, como si buscar respuestas en ella fuera más fácil que enfrentar las que ya conocía. Parecía cansado. O tal vez, simplemente vacío.
—No sabía si iban a bajar —dije finalmente, rompiendo el silencio con cuidado, como si fuera de cristal.
—Si ya descanse bastante —respondió sin levantar la vista
—¿Estás bien? —pregunté, bajito.
Él alzó la mirada. Sus ojos tenían ese brillo opaco que aparece cuando alguien lleva mucho rato sintiendo demasiado.
—No lo sé. Pero gracias por estar aqui almorzando conmigo —dijo, y por primera vez, una pequeña grieta se abrió en su voz.
No supe qué decir. Solo asentí otra vez, sintiendo que si hablaba más, iba a desbordarme. Porque, aunque no era mucho, ese “gracias” significaba más de lo que él sabía. Terminamos de comer sin prisas. En silencio. Pero esta vez, no era un silencio incómodo. Era uno compartido, como si en medio de todo, seguir sentados ahí ya fuera una especie de alivio.Cuando se levantó, recogió su plato sin que yo se lo pidiera. Lo dejó en el fregadero y, antes de irse, se detuvo en la puerta de la cocina
—estuvo muy rico , gracias por tu compañia , ___ ¿ puedes seguir acompañándome ? —preguntó sin mirarme—. Solo... estar.
—Claro —dije, sin pensarlo. Y entonces supe que a veces no se necesita hacer nada grandioso para sostener a alguien. A veces, solo estar es suficiente. ethan y yo nos quedamos en silencio el volvio a sentarse pero esta vez al lado mio y sólo nos mirábamos. Ahí estaba él, mirándome con esos ojos… oscuros, intensos, como si cada mirada suya pudiera escribir un poema en mi piel. Su cabello, desordenado con intención, caía justo como si el viento supiera lo que hacía. Negro, suave, con ese toque rebelde que lo hacía imposible de ignorar. Y esos tatuajes… Dios, como si cada uno contara una historia que solo él supiera. No eran solo tinta; eran partes de él, fragmentos de su alma que lo hacían aún más real, más único. Era arte caminando, y yo, simplemente, no podía dejar de mirarlo.
"Me ha gustado especialmente la forma en que el autor ha explorado temas profundos y universales, como el amor, la pérdida y la búsqueda de la identidad. La escritura es hermosa y evocadora, con una prosa que es a la vez poética y accesible.
"Lo que más me ha impactado de este libro es la forma en que me ha hecho reflexionar sobre mi propia vida y experiencias. Me ha hecho darme cuenta de que no estoy solo en mis luchas y sentimientos, y que hay otros que han pasado por cosas similares.
"En resumen, este libro es una obra maestra que me ha dejado sin aliento y con ganas de más. Lo recomiendo a cualquiera que busque una historia que lo haga sentir, pensar y reflexionar. Es un libro que se queda contigo mucho después de que lo hayas terminado de leer, y que te hace apreciar la belleza y la complejidad de la vida humana."