Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Doce
¿Ya estás lista para irnos?- preguntó él saliendo de su oficina.
- Casi- respondió ella.
- ¿ Vendrás a mi casa conmigo?
- Lo siento Nico, hoy tengo clases, voy corriendo a bañarme, como algo y regreso a la universidad. Así serán muchas noches conmigo- le comentó con desgano.
- ¿Y después de clases, alguien la espera señorita?- dijo pegándose a ella.
- Hasta hace muy poco no me esperaba nadie, ahora no tengo ni idea.- le contestó con la mano puesta en la barbilla, como si estuviera pensando.
- Pues todo resuelto, después de clases eres toda mía, vamos, en lo que te bañas, haré algo de comer y así estamos más tiempo juntos.
Ella lo miró como si no lo hubiera visto nunca en su vida, y pensó que cuando aquello terminara ella iba a sufrir mucho.
El estaba en la cocina de su pequeño departamento, ya había cocinado una vez allí así que pudo encontrar todo fácilmente, ella estaba bañándose y él moría de ganas de estar bajo la ducha con junto ella, pero no podía, si la veía así, con todo su cuerpo mojado y el agua corriendo por él, sí no iba a poder aguantarse y la haría gritar de placer embestida tras embestida, y como ella ya había dicho que no quería eso por el momento, pues tenía que aguantarse las ganas. Lo que no sabía era hasta cuando podría aguantarse, porque los juegos que tenían lo estaban llevando al último infierno.
Ella llegó a la cocina, vestida con un jersey azul claro, un pantalón vaquero y unas botas altas, con su pelo suelto y él tragó saliva.
- ¿Debería sentir celos al verte así vestida?- le preguntó el hombre al ver como le quedaba aquella ropa.
- No creo, no me he puesto nada distinto a lo que me pongo siempre, solo que cuando tú me ves, estoy vestida de oficina.- le respondió ella acercándose.
- Pues yo siempre pensé que como te vestías no te podrías ver mejor, y veo que me equivoqué, estás- se quedó callado como tratando de procesar lo que veía- ¿De verdad tienes que ir? Ahora solo pienso en quitarte esa ropa.
- Lo siento- le dijo ella acariciando su mejilla- no puedes quitármela, ahora estoy apurada, y no, no puedo faltar hoy. Además ¿ Que pretendes? Hacerme adicta a ti.- el la tomó por la cintura y la pegó a la erección que tenía de solo mirarla.
- Yo creo que el adicto aquí soy yo, tú solo eres la droga que me controla.- le dijo metiendo su cara en el cuello de la chica.
- Nico, vamos a comer o no voy a salir de aquí, no creas que yo no tengo ganas también de ti. - él la miró y puso una sonrisa ladina- borra esa sonrisa, no me vas a convencer.
- ¿Seguro?- él puso cara de perrito regañado.
- Seguro- le dio un beso y fue a poner la comida en los platos.
..........
- Vendré por ti cuando salgas.
- Puedo tomar un taxi Nico, lo hago siempre.
- Ya no lo haces más, no quiero que andes exponiéndote por gusto- el hombre sabía lo que significaba que ella estuviera a su lado y no quería que corriera riesgos innecesarios.
- Bien, como tu digas, le dio un beso y entró.
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Y como tal como fue el martes, fue todo el resto de la semana, se besaban cuando nadie los veía, se tocaban sin control y él era el más romántico del mundo.
El viernes ella no tuvo clases y se quedaron en su departamento a ver una película.
- Nico- le habló ella y el giró la cabeza que estaba descansando sobre sus muslos- ¿ Tienes algún plan para el fin de semana?
- ¿ Cuenta pasármelo besando una chica que me trae loco? Porque ese es todo mi plan. ¿ Porqué?
- Yo estuve pensando- no sabía como decir lo que tenía en mente- Podemos pasarlo juntos, en la cama, terminando lo que ya empezamos- dijo por fin- ¿ Quieres que vaya a quedarme contigo o tú aquí?- preguntó ella tímidamente.
- ¿ Estás loca, como me preguntas eso?- se levantó él de golpe- Eso es lo que más deseo en esta vida, vamos ahora mismo, no tenemos que esperar a mañana.- la tomó de la mano y la arrastró a la puerta- No lleves nada de ropa, no lo vas a necesitar, lo menos que tendrás es ropa puesta en todo el fin de semana.- y la sacó de la casa rápidamente por miedo que se fuera a arrepentir.
- ¿ Estás segura Helena?- le dijo él nada más entrar al espacioso departamento que él ocupaba.
- Si no estuviera segura no estaría aquí, solo espero no defraudarte.- le dijo avergonzada.
- Ese miedo debería tenerlo yo, para ti será algo nuevo, y no se cuan grandes sean tus expectativas.
- Mis expectativas son tan grandes como lo que tú me has mostrado hasta ahora, y no me has defraudado hasta este momento.- le dijo ella esta vez con una sonrisa.
- Ya veremos, ven, vamos a arriba- la tomó de la mano y subieron las escaleras.
Cuando llegaron a la habitación él comenzó a zafar con mucha delicadeza la trenza que recogía su pelo, quería sentirla tal cual la había soñado tantas veces, cuando terminó, sin decir nada, tomó sus labios y comenzaron a devorarse mientras se besaban cada vez más deseosos, la ropa sobró pronto y esta vez ya él no tuvo que quedarse en bóxer, ahora no tenía que contenerse. Él la guió hasta la cama y la ayudó a tenderse con delicadeza, quería admirar una vez más su cuerpo desnudo, sin prisa, sin ningún reparo, y poco a poco comenzó a recorrerla con su boca, esa boca que ya había probado cada rincón de su cuerpo pero que no se cansaba de hacerlo.
- Helena, quiero que me mires- le dijo acostado sobre ella y entre sus piernas- Se que te va a doler, pero tiene que ser así, y quiero mirarte los ojos mientras te hago mía, perdóname- y ella sintió como él se deslizaba en su interior de una sola estocada que le hizo gritar y clavarle las uñas a la espalda.- ¿ Ya estás mejor?- le preguntó al sentir que disminuyó la tensión de su cuerpo, ella asintió y el comenzó a moverse entrando y saliendo de ella de una manera que la hizo olvidar el dolor que sintió un momento antes.
Los gemidos y el sonido de los cuerpos chocando inundaron la habitación, él nunca se imaginó que una mujer sin experiencia en el sexo pudiera llevarlo hasta el límite que estaba alcanzando, y ella nunca pensó que el hombre que siempre vio como inalcanzable la estuviera llevando a el grado de extasis que estaba sintiendo.
- Helena, quiero escucharte gemir mientras dices mi nombre- le pidió cuando sintió que ella estaba cerca de tener un orgasmo- ven, no te contengas.
- Oh Nico, no pares, ahora no pares- le gritaba mientras recibía un embiste tras otro por parte de él y cuando el hombre sintió que ella no podía aguantar más y la vio comenzar a sufrir los espasmos que le provocaba el orgasmo que estaba teniendo, se dejo llevar para terminar teniendo junto a ella unos movimientos convulsivos muy similares.
Él la mantuvo abrazada mientras ella se recuperaba y cuando la sintió más tranquila la fue acomodando en su pecho.
- Duerme un poco- le dijo besando su frente- eres lo mejor que me ha pasado Helena.- ella no contestó, ella estaba satisfecha solo de escucharlo.
dónde tiene la vivacia y la astucia