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Dorothea & Kendall

Dorothea & Kendall

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Amor de la infancia / Oficina / Melodrama
Popularitas:359
Nilai: 5
nombre de autor: kittens_pink

Dorothea y Kendall se toman de las manos.

Dorothea y Kendall se dan besos en la boca.

Dorothea y Kendall se dicen te amo.

Dorothea y Kendall duermen juntos.

Pero, ¿son novios o mejores amigos?

¿Qué pasará cuando los sentimientos de ambos empiecen a hacerse presentes y difíciles de ignorar?

¿Pasarán a la siguiente etapa de su relación o se distanciaran?

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Capítulo 02.

El color rosa siempre a sido mi favorito. Mamá y Kendall dicen que es el color que me caracteriza, imagino que es porque siempre que tengo la oportunidad es el que elijo.

Mordí mi labio inferior pensando en que color de sombra de maquillaje elegir. Me debatí entre el rosa intenso con brillos o el rosa pastel. Elegí la primera opción. Agarré una brocha pequeña tomando un poco del producto y lo esparcí en mi párpado. Hice lo mismo en el otro parpado hasta estar satisfecha con el resultado acompañándolo junto a un delineado con lápiz color negro y por último me coloqué brillo labial con olor a fresa.

Guarde el espejo junto a todo el maquillaje en el primer cajón del ropero de mi habitación. Consistía de un total de cinco cajones en donde el primero está destinado para el maquillaje. Me coloqué delante del espejo de cuerpo completo observando mi vestuario. Peine mi cabello en media coleta alta dejando dos mechones sueltos en mi frente. Me aseguré de que los rizos sueltos estuvieran en orden.

Observe el crop top color blanco junto a los jeans de tiro alto acompañados de zapatos de tacón alto con plataforma color negras. Sonreí mirándome en el espejo de cuerpo completo.

Escuche el auto de Kendall en la entrada, me apresure a agarrar mi bolso y bajar las escaleras, antes cerré la puerta de casa y me subí a su auto.

—Gracias por venir por mi amorcito.— Dejé un beso en sus labios.

—Te ves tan hermosa.— Me agarró de la barbilla y me besó una última vez antes de poner en marcha su auto.

—¿Ya te dije lo sexy que te ves con lentes de sol?

Observé la vista a mi alrededor una vez que tuve una afirmación por parte de él. Han pasado dos días desde nuestra ida a la pizzería. Hoy iría a casa de Kendall ya que es el cumpleaños de su madre, ambos habíamos asistido a la universidad en la mañana y decidí que iría un rato a su casa. No me quedaría tan noche ya que mañana tenemos clases.

Cuando era niña me gustaba ir de visita a su casa ya que nunca me aburría. De niña amaba pasar horas ahí ya que había una inmensa cantidad de juguetes y como es grande podíamos jugar a las escondidas o cualquier otro juego sin limitarnos con el espacio. Conforme fuimos creciendo fui pasando más tiempo en su casa incluso llegué a pedirle permiso a mi madre varias veces para hacer pijamadas con Kendall; que luego se empezaron a hacer costumbres. A veces olvidaba algunas de mis pertenencias ahí hasta que Kendall me designó un espacio en su armario y ahora solo le aviso a mi madre cada vez que voy a quedarme en su casa sin preocuparme por un cambio de ropa o mi pijama.

Hasta la fecha sigo sin aburrirme ya que la casa sigue siendo grande para mi y siempre podía encontrar snacks o ver cualquier tipo de película o serie que está de moda ya que Kendall tenía todos los programas de pago. Es como un paraíso.

Me baje del auto una vez que Kendall lo estacionó en la cochera observando los más de diez autos estacionados cada uno en su respectivo lugar. Desde el más común que usaban sus padres y su hermano para asistir a sus asuntos, hasta los autos clásicos de colección y los autos caros de último año. Que por lo que me había comentado Kendall son solo un capricho de su padre.

Agarrados de las manos nos dirigimos a la parte trasera en donde sabíamos que estarían las pocas personas que habían decidido invitar. A pesar de que los padres de Kendall conocen a muchas personas, para asuntos que se consideran familiares preferían hacer las cosas de forma mas íntima.

Dejé el pequeño regalo que había traído junto al resto. Mamá y yo habíamos decidido ir al centro comercial para escogerlo. Un par de aretes con piedras preciosas color azul. No se si son piedras verdaderas o de imitación pero a ambas nos habían gustado.

Salude a las personas que se encontraban en la pequeña fiesta dándome cuenta de que todos son los familiares de Kendall. Abuelos, tíos e incluso algunos de sus primos. A todos ya los conocía desde hace años. Son como mi segunda familia.

Salude a los cuatrillizos que se encontraban cerca de la mesa de dulces. Una mujer y tres hombres que si no mal recuerdo tienen quince años. Me alejé de ellos no sin antes amenazarlos con llevarlos de las orejas hacia sus padres si me daba cuenta de que volvían a tratar de arruinar una fiesta. Son primos de Kendall y son igual de inquietos que un niño de cinco años a la hora de hacer un berrinche por una paleta.

Alcance a escuchar susurros donde decían que mi karma sería tener hijos iguales a ellos. Les di una mirada de advertencia antes de alejarme junto a Kendall.

Salude y felicite a la señora Smith. Su abrazo se sintió muy hogareño. Es una mujer muy simpática y amable, pero cuando se enoja da miedo. Me tocó escuchar varias veces como regañaba a sus hijos cuando eran unos niños e incluso yo, que era a la que no le reprochaban nada sentía el regaño dirigido a mi. Supongo que lo que intimidaba es que no les alzaba la voz y trataba de sonar tranquila, así hubieran la peor travesura Kendall y su hermano.

Después de saludar a todas las personas me senté junto a Kendall. Y cuando digo que me senté es porque me senté en sus piernas, algo común en nosotros y para nada extraño para el resto de los presentes.

—Incluso Jack que tiene tres años se comporta mejor que tus primos.— Susurre en el oído de Kendall viendo como Leticia y sus tres hermanos se aventaban a la alberca con todo y zapatos.

Mire a las tías de Kendall que se encontraban cerca de lo ocurrido levantarse rápidamente de sus asientos y sentarse lo más lejos de la alberca para que no les cayeran salpicaduras del agua.

Miré como Alberta la madre de los cuatro diablillos se dirigió hasta ellos regañándolos por lo ocurrido. Sonreí al verlos salir del agua tratando de disculparse y diciéndole a su madre que no hacía falta confiscar las tabletas y los videojuegos.

—Deja de burlarte de la miseria de los demás.— Kendall pellizcó mi cadera.

Volteé hacia él y le saque la lengua sin hacerle caso a sus palabras. Siempre es bueno burlarse de esos niños, más aún después de todas las travesuras que me hicieron. Como la vez que pegaron un chicle en mi cabello y mamá tuvo que cortármelo por debajo de las orejas. Me la pase horas llorando por su culpa.

—Se lo merecen.— Dejé un beso en sus labios.

Miré a mi alrededor notando que hay muchas flores en el jardín trasero como decoración. Cerca de la casa hay una mesa de dulces y por lo que podía notar habría buffet para comer. Observé el sushi que están acomodando y junto a el se encontraban varias botellas de vino, pero la que se llevó mi atención fue la botella de vino con etiqueta color roja. Cereza es el sabor.

Los vinos de la familia Smith's son una delicia. Siempre que vengo a casa de Kendall tengo la oportunidad de probarlos e incluso desde que cumplí la mayoría de edad siempre que sacan un nuevo sabor me regalan toda la colección para llevar a casa. Mamá y yo los amamos. Por lo que sé son caros y solo puedes comprarlos si eres miembro de alguno de los hoteles Smith's o si consumes en algún restaurante de la misma empresa.

—Debí de traerme un vestido.— Jugué con los dedos de la mano de Kendall.

—¿Por qué?— Me miro divertido.— Creo que en mi cuarto tienes uno.

—Para que me quepa más comida.— Respondí a su pregunta sin mirarlo a los ojos.

Escuché una carcajada por parte de Kendall y lo mire sintiéndome ofendida.

—No te preocupes le diré a los meseros que te guarden un poco.— Golpeé su hombro al verlo burlarse de mi.

—Van a pensar que no hay comida en mi casa y deja de burlarte.— Me queje.

—Lo siento.— Me miro con una sonrisa.

—Te odio.— Susurre soltando su mano.

—Yo te amo más.— Acarició mi cintura.

Ambos sabemos que mi enojo no durará mucho porque Kendall cumpliría lo que dijo y yo lo amo demasiado como para estar enojada con él por una tontería.

Durante mi estadía en casa de Kendall comí lo que prometí y él comió pechuga rellena bañada en salsa dulce acompañándola con uno de los vinos. Ambos nos divertimos y cuando llego el momento bailamos junto al resto. La madre de Kendall abrió sus regalos y no es por presumir pero el mío fue el mejor. Ni siquiera las perlas que estoy segura que valen miles de dólares que le regaló su esposo superaron mi

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