01 de septiembre 2013
En los últimos dos días Alonso no ha recibido ninguna confesión, lo que me hace pensar
¿Cuándo es el momento para hacer?, ¿Y qué diantres hago?, una carta no, porque no la va a aceptar, una comida tampoco lo hará. No sé qué hacer, y creo que en
cualquier momento entrare en pánico o en cualquier momento va a tener nuevamente novia.
Miro por la ventana de la sala, el cielo está nublado, se puede ver niebla, adiós días soleados, hola días lluviosos y muy nublados.
Antes de salir, voy a mi habitación para cambiarme de abrigo a uno que me dé más calor, cuando estoy lista agarro el paraguas antes de salir e ir hacia el ascensor.
En la entrada del edificio está el señor Casas hablando muy animadamente con un señor que nunca en mi vida había visto, teniendo en cuenta que solo conozco al señor Casas y a la ancianita Russo que vive al frente.
Miro de lejos que el señor es alto con cabello negro, con espalda ancha, cuando pasa a la par del señor Casas y saludo a esté, el señor desconocido se vuelve un poco
conocido, ojos verdes como esmeralda, su nariz igualita a la de Wes, ¡Dios!, Wes es casi una copia de su padre.
—¡Listo!, ya nos podemos ir padre—y para matar cualquier duda de que no fuera el padre de Wes, el cual va llegado por el otro ascensor—Tarde más porque el otro ascensor iba bajando y y este iba—Wes se queda a media palabras, veo como su padre frunce el ceño.
—Wes, ¿qué pasa hijo? —su padre le pregunta con duda, veo como Wes se va acercando donde me encuentro yo.
—¡Pero si es el señor sol! —pasa sus brazos por mis hombros y me lleva hacia su padre— Padre de presento al sol en su divida gracias, bueno, aunque hoy no quisiste salir—dice Wes entre risas y con su mano derecha punzando mis costillas con gracia, lo cual me hace reír.
—Señor Gill, soy Ava Graham, un justo en conocerlo—me presento debidamente y extiendo mi mano para que al instante él la tome.
—Un justo Ava, me puedes llamar Ferdy.
—Bueno, solcito ya que conoces a mi preciado padre, ¿Nos vamos juntos a clases? —Me da un apretón en el hombro, ¿Cómo dándome a entender algo?
—Claro, vamos—le regalo una sonrisa al señor Casas y al padre de Wes.
Al tener una buena distancia del edificio, Wes deshace el agarre de mis hombros y suelta un suspiro. Nuestras miradas se conectan y se que expreso duda por lo recién pasado.
—Papá quería irme a dejar al instituto.
—¿Y que hay de malo con eso? —sigo sin entender, el haber escapado de su padre.
—Quería conocer a Gage—susurra Wes.
—¿Cómo conocer?
—Quería crear una oportunidad para hablar con Gage—suelta una sonrisa nerviosa, y lleva su mano derecha a acariciar su nuca— Suena raro, pero así es mi padre, un poco loco nada más—me da una sonrisa muy grande.
—Me cae bien tu padre Wes—le devuelvo la sonrisa—Mi padre también es loco, pero no un poco, cuando le agarra la chiripiorca pues le da—alzo los hombros en modo despreocupada.
Los dos soltamos risas en todo el camino restante hacia nuestro destino.
Al llegar al instituto, en la entrada nos encontramos a los mellizos, ahora me puedo imaginar el momento vergonzoso que he logrado evitar. El desayuno se vuelve a compartir con Wes y Alonso, esto de desayunar y almorzar ellos con nosotros se puede volver una costumbre, si en tan solo 3 días ya Gale ha dado por hecho que a la hora de comer Wes y Alonso se unirán.
La mañana lleva una dirección de buen pie, las clases sin ser tan pesadas, una que otra tarea sin llegar a saturarnos con estás.
El timbre suena, iniciando la hora de almuerzo y dando fin a la explicación del profesor de matemáticas.
Salgo junto con Gage del aula del Señor Li, para ir de una a la mesa donde siempre almorzamos, en el camino escucho murmullos, los cuales no puedo evitar escuchar, ganándome una mirada rara y a la vez de desaprobación de Gage, pero bien que se une a mí a escuchar.
Cuando me medio asomo para ver quienes son las chicas, mis ojos captan a cuatro figuras gemeninas, una de cabello azul, dos castañas y una pelinegra, pero además a la par de la pelinegra esta una figura masculina que por lo poco que veo su cabello es del mismo color, negro.
—Entonces Mía le dijo a Daniela, que Dafne va a declararse a Alonso en la salida—dice una chica de cabello azul.
—Que no se te olvide estúpida lo más importante—la chica castaña le da un golpe a la de melena azul.
—¡Oh cierto! —chasquea los dos dedos antes de continuar hablando—Lo espera con unas flores
de mentira grises, creo que de papel.
—Creo que a esa chica le gusta las manualidades, es rarita.
Siento como Gage me gala de la manga de mi camisa, lo cual lo tomo como señal de irnos de una vez, antes que nos cachen escuchando su conversación.
—Se le van a declarar y yo aquí, todavía pensando como hacerlo—suelto en señal de frustración, a la vez que golpeo el suelo con mi pie derecho.
—No lo pienses mucho solo hazlo—Gage me da una caricia en la cabeza demostrándome apoyo.
—Suena tan, pero tan fácil—ruedo los ojos—Vamos que Gale debe de estar esperando con nuestros almuerzos.
—Mejor dicho, espantando las moscas.
Dicho y hecho, al llegar a la mesa, vemos a Gale espantando las moscas de un plato y Wes otro.
—¡POR FIN! —grita Gale apenas nos ve—¿Qué se perdieron en el camino hacia acá?
—No seas tonta—le dijo tomando asiento a la par de ella—¿Ese es el mío o es el que tiene Wes?
—Pollo asada, pure de papa, ensalada y pasas fritas con limonada es el tuyo—me responde Gale, lo cual no responde del todo mi pregunta, ya que no hay ningún plato con pollo asado.
—¿Ninguno entonces? —vuelvo a preguntar.
—Le dije Alonso que te piedra eso, pero el hielito no puede traer cinco platos a la vez—rueda los ojos Gale.
—Ya te dije que hielito se le puede resbalar los platos—en tono cansado Wes habla.
—Uno solo no puede traer cinco platos, además dije que estaban haciendo otra tanta de pollo—dice Alonso, poniendo el plato al frente mío.
—Gracias—le dijo tímidamente.
Wes y Gale discuten el hecho de no poder traer cinco platos de un solo, Gage tiene una mini conversación con Alonso y yo, me concentro en mi comida o trato de
hacerlo. Ya que en mi mete no puede salir la conversación de esas chicas y la tal Dafne declarándose en la salida a Alonso. Si ella se declara, puede pasar
días, semanas, hasta un mes o quien sabe cuantos meses, hasta que Alonso vuelva a estar soltero y yo aquí, ocultando lo que siento.
El resto del almuerzo termina con las voces de Gale y Wes aun discutiendo.
Las clases de la tarde se vuelve más pesadas por el frio, veo como gotas de lluvia inician a caer por la ventana. Ya en la ultima clase las gotas se vuelve más constantes, creando charcos cada vez más grande.
Al finalizar la clase, Wes va a la par mía junto con Alonso, los nervios crecen cada vez más en mí, al doblar para ir a la salida veo gente alrededor de una chica rubia con un ramo de flores grises. Siento como mi corazón en cualquier momento puede salirse de mi pecho, cada vez más cerca.
Antes de poder llegar hacia el molote de gente, me interpongo en el camino de Alonso, veo como me alza la ceja.
—¿Qué pasa Solcito? —Wes me pregunta.
—Sí, ¿Qué pasa? —Alonso vuelve a formular la pregunta.
Es simple, como dijo Gage, sin tanta exageración de preparar algo, solo dilo, como digo Gage, respira y suelta, vamos Ava.
—¡Me gustas! —siento un peso menos.
Veo como los ojos de Wes se quieren salir de sus orbes, la gente detrás de nosotros inicia a murmurar cada vez más fuerte y la cara de Alonso sigue sin expresión como siempre.
—Se mi novio—termino de decir la típica frase de todas las chicas.
—Esta bien, vamos de acompaño a casa—pasa a la par mía para volver a caminar.
Miro a Wes con asombro, de la misma manera que el lo hace. Los dos comenzamos a seguirle el paso a Alonso.
La chica rubia con las flores grises se encuentra llorando, por lo que puedo ver cuando paso rápidamente a la par de ella.
Alonso abre un paraguas y me hace señas para que me haga a la par de él, nerviosa lo hago.
Por Dios, de verdad soy novia de Alonso Gray, mi crush.
Veo a los mellizos salir con cara de asombro, pero me dan una gran sonrisa y el visto bueno con los pulgares. Wes se une a nosotros cuando salimos del instituto.
—¿Dónde vives? —me vuelve a ver.
—Solo vamos a mí casa primito—responde Wes por mí.
Veo como Alonso alza nuevamente la ceja y suelta un suspiro. El camino a casa fue tranquilo, muy tranquilo y extremadamente silencioso.
Al llegar a mi casa el señor Casas nos saluda a Wes y a mí, nos dirigimos al elevador, marco mi piso y luego el de Wes.
—¿Entonces vives aquí igual? —por un momento casi me olvido de Alonso, mi novio, Dios de verdad mi novio.
—Si.
—Una gran coincidencia, verdad que si hielito—Wes picha con los dedos a Alonso, que solo da un si con su cabeza.
Al llegar a mi piso, salgo del ascensor para despedirme de Wes y Alonso, pero el rey de hielo sale de este y Wes lo imita.
—Tengo que dejarte en la entrada.
—Tan caballeroso primito.
Me doy la vuelta para llegar a mi puerta, antes de introducir el código, la puerta es abierta por mi padre.
—Peque, iba a ir a buscarte—mi padre me acaricia la cabeza—¿Y estos muchachos?
—Soy Wes Gill y el es mi primo Alonso Gray, yo vivo unos pisos arriba—Wes le da a mi padre su mano como saludo.
—Un gusto señor—Alonso imita la acción de Wes—El novio de su hija.
Veo como el apretón se vuelve más duro por parte de mi padre.
—¿Novio?, ¿desde cuando? —mi padre me vuelve a ver con una ceja alzada.
¿¡Porque todos alzan las cejas hoy!?
—Desde hace unos minutos, señor.
—Exacto padre—dijo nerviosa—Ellos ya se van, tengo que preparar la cena.
Mi padre mata con la mirada Alonso, y este simplemente no tiene expresión.
—Esto si es incómodo, pero ¡Que vivan los novios!
Un granmomento para las estupideces de Wes, le doy una mirada asesina que el entiende ya que suelta una risa nerviosa y lleva su mano a su nuca.
—Supongo que puedes irte con Wes, no hay necesidad de venir a traerte—Alonso me regala una mirada, que no puedo describirla.
—Si no hay problema—le regalo una sonrisa.
—En cambio de tendré el desayuno, entonces.
Con eso ultimo se despide de mi padre y se da la vuelta, Wes imita a Alonso, solo que me da cosquillas.
—Así que novio señorita—mi padre se pone en modo celoso y vuelve alzar la piche ceja.
—Pue si, iré a cocinar.
Entro como alma que lleva el diablo a mi hogar, detrás de mí escucho a mi padre soltar una risa, sabia que el modo padre celoso no iba a durar tanto.
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