capitulo 3

CAPITULO 3. BODA.

ADVERTENCIA CONTENIDO EXPLICITO +18

Narra Valeri Carrasco.

Mis últimos días en Alemania fueron una verdadera maravilla. Desde que cruzaron mis caminos con Timote, todo dio un vuelco inesperado. Al principio, me asaltó una pizca de desconfianza, pero, con el tiempo, su encanto me fue conquistando. Es increíblemente atento y sorprendentemente paciente; ¡debo admitir que tratar conmigo no es un paseo en el parque! Jajaja.

Y, efectivamente, posee una paciencia admirable. He explorado rincones extraordinarios de este país, y uno de los momentos más memorables fue cuando me llevó a un restaurante que gira de forma asombrosa. Situado en lo alto de una imponente torre, la vista de la ciudad era simplemente deslumbrante; te sentías casi como si estuvieras montado en un carrusel, disfrutando de un espectáculo visual que te dejaba sin aliento.

El tiempo se deslizó como un susurro, y mañana me embarco hacia Turquía. Mi corazón danza entre la alegría de la aventura y la melancolía de dejar atrás lo conocido. Sé que solo son unas vacaciones, pero el apego que siento me hace dudar.

¡Qué emocionante y agridulce es este momento! Él es solo un conocido, aunque no puedo negar que tiene su encanto y me atrae. Cuando se lo conté a mi amiga, su reacción fue inesperada: ¡me instó a que me despidiera de la mejor manera posible! Según ella, no debería dejar pasar la oportunidad y hasta me sugirió tener sexo, ¡jajaja, está completamente loca! Pero así es como la quiero. Aunque Timote me gusta, no estoy lista para dar ese paso con alguien que acabo de conocer.

Desde que Maicol partió de este mundo, he estado sola, sin un hombre a mi lado. Sin embargo, lo que ella sugirió es una locura tentadora. Solo imaginarlo desnudo hace que mi mente se dispare, y desearía que fuera real. Taponeo mi rostro, sonrojada, riéndome de la situación. ¡Ay, Dios mío! ¿En qué estoy pensando? ¿Y si tiene novia o si resulta ser un mujeriego al estilo Playboy? Tal vez no...

¡Ay, ya me estoy enredando de tanto pensar en ese alemán que me tiene completamente trastornada! Después de un rato ajustando mi atuendo, sé que él llegará en cualquier momento. Me propuso salir esta noche a brindar un adiós antes de que mi vuelo me lleve lejos mañana por la mañana. Decido ponerme un vestido de lentejuelas que mi amiga me regaló, que realza mis curvas de una manera fascinante. Combinándolo con unas botas negras que llegan hasta la rodilla, me miro en el espejo y sonrío satisfecha con lo que veo. Suelto mi cabello y opto por un maquillaje delicado, perfecto para una noche llena de recuerdos y buenos momentos.

Al salir, él me aguarda, envuelto en un misterio de negro que resalta su encanto. Es la imagen de la seducción, y no puedo evitar sentirme cautivada por su presencia.

¡Lo adoro! Entramos en una vibrante discoteca, o como prefieran llamarla por aquí. El ambiente está lleno de energía, con un mar de personas disfrutando de la música, moviéndose al ritmo de sus pasos y levantando copas en un alegre brindis.

-       Jamás imaginé que el baile fuera una de tus pasiones; no parece que seas el tipo de hombre que se deja llevar por el ritmo.

-       Yo no soy muy de estos lugares, pero tú, Valeri, me contaste que era uno de tus pasatiempos favoritos. Por eso decidí traerte aquí. Un amigo me lo recomendó y pensé que sería una buena idea. ¿Qué opinas?

-       Es realmente encantador y la música es genial.

-       ¡Espero que podamos disfrutar mucho juntos! ¿Qué te parece si nos acomodamos, pedimos algo rico y, de paso, me compartes algunos pasos de baile? Te confieso que soy un verdadero novato en esto.

-       En serio, ¿me traes a un lugar de baile cuando ni siquiera sabes mover los pies? ¡Jajaja! Estoy convencida de que esta noche va a ser toda una aventura.

Iniciamos una velada entre copas, sumergiéndonos en charlas ligeras y desenfadadas. Él me relata anécdotas de su empresa, mientras yo comparto las experiencias de la mía. Entre risas y sorbos, el tiempo se desliza sin prisa y las horas se convierten en un hermoso susurro de camaradería.

No tengo ni idea de cómo terminamos en la pista de baile, pero aquí estamos, envueltos en un abrazo, dejándonos llevar por una melodía que jamás había escuchado. Aunque la letra en alemán me resultaba un misterio, la suavidad de la música me cautivó y nos unió aún más mientras nos movíamos lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros.

En ese instante, se acerca a mí y susurra dulcemente al oído.

-       Valeri, hay algo en ti que me atrapa por completo. Siento que estoy cayendo en un torbellino de emociones que nunca había experimentado antes. No entiendo muy bien qué es lo que me ocurre, pero simplemente me resulta imposible imaginar mi vida sin ti a mi lado.

-       No sé si fueron los tragos, pero lo que me dijo me encantó, comencé a temblar en sus brazos lo mire a los ojos respire profundamente y lo bese, al principio fue un beso tierno lleno de promesas y amor, pero luego fue subiendo y se convirtió en uno lleno de pasión y deseo nos dé tuvimos por falta de aire y una vez más nos miramos, yo veía en esa mirada un brillo hermoso que me atraía y no podía dejar de mirar.

-       Me puse roja de vergüenza, ya que fui yo la que lo beso y agache la cabeza para que no me mirara.

-       El me agarró la barbilla con cuidado y volvió a unir nuestros labios.

-       Me encantas Valeri, me has hecho el hombre más feliz, este asido el mejor beso, siento que tú sientes lo mismo que yo quiero hacerte mía sé que es muy pronto para esto y entiendo si no quieres, pero me gustaría hacerte el amor.

-       Se que es una locura, pero a mí también me gustaría.

ATENCIÓN: CONTENIDO EXPLÍCITO PARA ADULTOS (+18)

¡Dios mío! ¿Cómo pude haber dicho eso? No tengo idea de qué me pasó. Siento que debería dejar de beber, porque cuando finalmente abrí los ojos, nos encontramos en su coche, o tal vez el de alguien más, ya que no tenía ni idea de quién estaba al volante. Me llenaba de caricias cada rincón, sus dedos se aventuraron bajo el tejido de mi vestido, rozando suavemente la tela de mi ropa interior, mientras una oleada de calidez me envolvía. ¡Oh, cielos! Este hombre ha despertado en mí emociones que creía olvidadas. Mi cuerpo tiembla y las sensaciones que fluyen en mí son tan intensas que escapan a cualquier palabra.

Continuamos en ese juego íntimo, mientras deslizo mis dedos bajo su camisa, exploro la firmeza de su pecho cubierto de vello. La emoción de tocarlo me envuelve, desatando una pasión que me consume. Sus caricias despiertan una corriente eléctrica que recorre cada rincón de mi ser, una sensación tan nueva y vibrante que me deja sin aliento. Al llegar a su edificio, me susurró que era su hogar. Subimos al último piso sumidos en un torbellino de besos, ni siquiera me di cuenta de cómo terminamos en una cama descomunal. Fue entonces cuando él se apartó de mí, creando un instante de suspenso entre nosotros. Empezó a quitarse la ropa y, ¡madre mía! ¡Es un auténtico Adonis! Su figura es simplemente impecable y, sinceramente, me deja sin palabras. ¡Por el cielo, todo esto es solo para mí! Mi amiga no se equivocaba; esto promete ser el mejor encuentro de mi vida.

Él se acerca y, poco a poco, va despojándome de todo, dejándome expuesta y vulnerable. La vergüenza me envuelve y trato de cubrirme, pero él interpone su mano, impidiendo que lo logre.

-       No sientas vergüenza, tu cuerpo es una obra maestra y me fascinan esos senos tan encantadores que tienes.

¡Ay, este hombre va a ser mi ruina! Desciende suavemente por mi piel, sus labios acarician y exploran a cada paso, hasta que llegan a mi intimidad, donde se entrega por completo. La sensación me envuelve, provocando un placer que electrifica cada rincón de mi ser, erizando mis vellos. Grito de puro éxtasis, suplicándole que no se detenga; me siento en las alturas, dejándome llevar por la ola de placer que me eleva, llevándome a un éxtasis que me deja flotando entre nubes y estrellas.

La incertidumbre no se detiene, continúa desbordando sensaciones placenteras en mí. Un dedo se aventura en mi piel, y mi sensibilidad se enciende como nunca. Dios, es una explosión de sensaciones; mi cuerpo vibra, y, aunque siento el deseo de que pare y me queje, sé que lo que viene superará todo lo anterior. Me invadió de inmediato, un solo impacto fue suficiente para que un grito escapara de mis labios. ¡Qué hombre! Sus gestos son poderosos y me desquician; gira con la destreza de un maestro, y al acercarse a mi oído, susurra algo que me deja sin aliento.

-       ¡Me encantas! Con un tono irresistible que enciende los sentidos, muerdo mi labio superior y le contesto.

-       ¡Sí, sí, sí! Es una delicia, ¡qué exquisitez! Nuestros cuerpos se entrelazan, impregnados de sudor, mientras nos entregamos a un torbellino de pasión que nos eleva hasta tocar las constelaciones. Le echo un vistazo y lo encuentro inquieto. Nuestros ojos se cruzan y, con una expresión reveladora, me susurra.

-       Valeri, ¿dónde te habías metido? ¡Eso fue increíble! Necesito más de esa magia. Espera un momento, voy a buscar un poco de agua. ¿Te gustaría que trajera para ti también?

-       Si, muchas gracias. Siento sequedad en mi garganta.

Regreso con agua y me ofreció un vaso y, tras disfrutar de su frescura, continuamos viviendo una de las noches más memorables de nuestras vidas.

Al despuntar el nuevo día.

No tengo muchos recuerdos, hasta que la mañana se hace presente. Al abrir los ojos, me encuentro en un vasto cuarto. Un reloj en la pared marca las tres de la tarde. Un sobresalto me lanza de la cama, ¡Dios! He perdido mi vuelo. Y eso no es lo peor; cada rincón de mi cuerpo grita de dolor. Poco a poco, fragmentos confusos empiezan a asomar en mi mente. Al mirarme, me doy cuenta de que estoy vestida de blanco. Un vestido de novia. ¿Qué demonios ocurrió aquí? ¿Qué hice anoche? Solo puedo recordar que estábamos en medio del mejor sexo de mi vida, y de repente, despierto en esta extraña situación.

¿Qué diablos pasó? Recorro el cuarto con la mirada, pero él sigue oculto. De repente, la puerta se abre y lo veo aparecer, lleva una sudadera y una camisa polo, y en sus manos, una bandeja con comida. Me regala una sonrisa enigmática que me deja perpleja, como si ocultara un secreto.

-       Timote, cuéntame qué sucedió anoche y por qué, de repente, me encuentro con este atuendo tan extraño.

-       No te preocupes, querida. Estás así vestida porque, tras nuestra boda, decidiste no despojarte de ese atuendo tan especial, y al final, te quedaste dormida en él.

-       ¡No puede ser! ¿Es una broma, ¿verdad? No puedo haber llevado a cabo una locura semejante.

-       No es así, ahora perteneces a mi mundo, mi amada esposa.

-       No, eso es una total locura. No puedo creer lo que dices, siempre has dicho cosas sin sentido. Nunca debí haberte creído; esta es la consecuencia de mi ingenuidad y confianza desmedida en alguien que apenas conozco.

¿Y ahora qué se supone que haga? (con lágrimas en los ojos)

-       Cálmate, mi querida, por favor, no llores más. Cada lágrima tiene su historia y este momento tiene su razón. Sé que esto puede doler, pero si no hubiera actuado así, quizás ya no estarías a mi lado. Te lo ruego, perdóname; me he entregado a ti de una manera inigualable, y no puedo siquiera imaginar mi vida sin tu amor.

-       Estás fuera de ti, no me engañes. Por mucho amor que digas sentir, no es sensato casarse con alguien que apenas has conocido durante una semana, y menos aún si esa persona no está en pleno uso de sus facultades.

-       Disculpa por la situación, permíteme aclararte todo. Te lo ofrezco con sinceridad; al final, tú tendrás la libertad de elegir: quedarte a mi lado o tomar tu propio camino.

-       ¡Basta ya! Estoy al límite de mi paciencia y no quiero que tengas que enfrentarme en mi versión más dura.

-       Claro, pero recuerda que es hora de darle un respiro a tu estómago; has pasado demasiado tiempo sin probar bocado y eso no es lo ideal.

-       ¡Es momento de alimentarte dices! No tengo apetito, así que elige bien tus palabras, o tal vez te vea usando esa bandeja como un sombrero.

-       Tranquila, que aquí va la historia: hace unos meses, todo tomó un giro inesperado...

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