Narra Abigail
Me despierto desorientada. No tengo idea de dónde estoy. Lo último que recuerdo es haber hablado por teléfono con mi padre sobre mi viaje planificado a Australia para el siguiente verano.
Busco con la mirada algún punto que me resulte familiar. Me encuentro conectada a cables, con un tubo en la boca. Me los quito, e intento ponerme de pie, pero fallo. Sigo observando a mi alrededor en busca de algo que reconozca, pero no encuentro nada.
Siempre he sido fuerte, no me gusta mostrar debilidad ante nadie, y mucho menos ante personas que no conozco. De pronto escucho ruidos fuera de la puerta, y eso me asusta.
La puerta se abre y deja ver a dos hombres: uno de edad avanzada y otro de unos treinta años. No los reconozco, y eso me hace actuar con brusquedad. Estoy asustada. Creo que eso ya es evidente para ellos, aunque no tanto, ya que uno de ellos intenta acercarse.
Miro cómo el hombre frente a mí se rompe a llorar cuando le pregunto:
—¿Quién es usted?
Y algo dentro de mí duele. Es como si verlo de este modo me lastimara.
—¿Por qué, Abigail...? ¿Por qué no puedes recordarme? Dime que esto es una pesadilla, que me estás jugando una broma y que sí me recuerdas... dímelo —suplica, con la voz rota.
—Lo siento, señor. Yo no lo conozco. No sé qué hago aquí. Ayer, cuando me dormí, estaba en Tokio y ahora no sé dónde estoy. Usted me da un sentimiento de familiaridad, pero no puedo decir qué es —le contesto, tratando de que deje de llorar. No he visto a muchos hombres llorar; siempre he creído que eso les arruina el orgullo.
—Señor, permítame revisar a la señorita —interviene el hombre de mayor edad, que lleva una bata de doctor. Me observa con calma mientras se acerca.
—¿Revisarme? ¿Por qué?
—Señorita Abigail, hace cinco años usted sufrió un accidente de auto, en el cual quedó en coma —me informa con tono profesional.
—Eso es imposible —respondo automáticamente.
Veo cómo el hombre que antes lloraba se acerca y me recuesta con cuidado en la cama. No me resisto. Lo dejo acostarme. No entiendo nada. ¿Cinco años en coma? No lo creo.
—Señorita, ¿recuerda qué fecha es hoy? —me pregunta el doctor.
—Hoy es 13 de junio de 2014 —respondo, segura.
—Se equivoca. El día de hoy es 4 de abril de 2019 —responde el doctor.
—¡Eso es imposible! ¡Está equivocado! ¡No pude haber perdido la memoria! —grito, visiblemente alterada.
—Doctor, ¿hay alguna forma de que ella recupere su memoria? —escucho preguntar al hombre más joven, con la voz cargada de esperanza y desesperación.
—Esta amnesia puede ser temporal o duradera. Todo depende de la propia persona —explica el médico, con serenidad.
Escucho con atención, tratando de no alterarme más y de conservar la calma. Respiro profundamente antes de enfocar la vista nuevamente en el hombre más joven. Él parece tan desconcertado como yo.
Espero pacientemente a que el doctor termine. Todavía estoy muy confundida.
Cuando el doctor finaliza su revisión, le pido que se retire para poder procesar todo esto. Él solo me quita algunos cables, pero deja otros más.
Una vez que el doctor sale, me quedo sola con el hombre. Este parece más concentrado en tratar de leerme que en otra cosa. Me observa en silencio... como si buscara a la mujer que fui.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 44 Episodes
Comments