Imperfecto [Mpreg Libro 1]

Imperfecto [Mpreg Libro 1]

Capítulo 1

Ilan

Me dejaron en la habitación del hospital, mi madre estaba al teléfono afuera, apenas podía escuchar su voz como un murmullo. La cara me dolía, tanto como las muñecas y el cuello, las heridas eran superficiales, pero aun así dolían. Mi camiseta estaba llena de sangre, Ivana se enfadará mucho cuando vea la ropa manchada. Solté un suspiro pesado, toqué la venda de mi mejilla, el dolor no tardó en aparecer, pero no aparté mi mano. De repente, unos toques en la puerta hicieron que apartase la mano. Al no recibir respuesta, estos insistieron.

—¿Puedo pasar? —escuché la voz de mi madre cuando la puerta se abrió un poco—. Ilan, hijo —entró al cuarto sin esperar respuesta—. Le he pedido a los médicos que se dedicasen unos días a tus heridas, así que te quedarás aquí. No tendrás que ver a tu padre.

Asentí con la cabeza sin emitir ningún sonido. No había dicho nada desde antes de herirme, no tenía muchas ganas de hablar.

—¿Por qué no hablas, hijo?

Porque, aunque lo haga, ni a ti ni a tu esposo parece importarle lo que me sucede.

—Ivana me ha dicho que no has hablado desde el almuerzo.

Eso era correcto, ya eran casi las ocho de la noche y no les había dicho nada; tampoco planeaba hacerlo, no por ahora. De repente, el celular de mi madre comenzó a sonar, miró la pantalla y rápidamente salió del cuarto. Solté un suspiro pesado al tiempo que me recostaba en la camilla.

—Odio todo esto. —volví a suspirar.

Mis padres siempre habían estado más pendientes de sus trabajos que de cualquier otra cosa. Mi madre siempre había pasado más tiempo fuera del país que en mi casa conmigo. Pasó un rato largo hasta que mi madre volvió al cuarto. Parecía un poco malhumorada, así que supuse que le jodí algún trabajo, del que le están reclamando ahora.

—Mañana no estaré aquí —dijo en tono seco; que raro mamá, nunca puedes quedarte más que unas cuantas horas conmigo—, tengo que volver a Gales, aún tengo trabajo por hacer.

Se formó un silencio entre nosotros, la miré, ella tecleaba rápidamente en su celular quien sabe que mierda. Solté un bufido desviando mi mirada hacia el techo; no era para nada importante, mi padre ni siquiera había venido a verme, no le importaba nada más que sus fotografías y su perfecta esposa. Me saqué los zapatos, me acomodé en la camilla y me tapé.

—¿Dormirás tan temprano? —Le di la espalda—. Que carácter... —La escuché levantarse—. No sé de dónde sacaste ese carácter tan odioso —Revolvió mi cabello de manera brusca—. Bien, cuando se te pase todo esto, llámame.

Dicho esto, se alejó de mí, apagó la luz y salió del cuarto dejando la puerta abierta de par en par, solté un bufido. No quería levantarme, ya me había acomodado, así que dormiré con la puerta de mi habitación abierta como si fuera un niño pequeño. No tenía sueño realmente, no estaba cansado y las heridas me ardían un poco; esto no me dejará dormir cuando quiera hacerlo. Solté un suspiro pesado, me levanté de mala gana y cerré la puerta. Volví a acostarme, esta vez mirando la ventana. Las cortinas se encontraban cerradas, pero había una pequeña separación entre estas por la que podía ver algunos edificios y un poco del cielo.

—Esta noche estaré tranquilo al fin.

Salvo por Ivana, preferiría pasar toda mi vida en este lugar. Cerré los ojos exhalando lentamente. Debería hacer esto más seguido para estar aquí siempre, aunque Ivana seguramente me regañe cuando me vea, no podré volver a hacer algo así.

Desperté sintiendo la luz del sol que entraba por la ventana, me moví un poco con incomodidad; no recordaba cuando me quedé dormido, solo recordaba haber cerrado los ojos y ponerme a darle un par de vueltas a unas cosas. Bostecé aun algo cansado, intenté volver a dormir, pero unos toques en la puerta me lo impidieron. Al instante el médico que me había tratado las heridas entró junto con una enfermera, revisaron los cortes, volvieron a desinfectarlas y cambiaron las gasas.

—Tu madre me ha pedido que te informara que hoy verás a un psicólogo —simplemente asentí; ¡genial! No tenía ganas de ver a nadie que no sea el médico—. Trabaja en este hospital, así que, una vez que te dé el alta, tendrás que venir para verlo.

Solté un suspiro, el médico me miró unos instantes, para luego salir junto con la enfermera. De nuevo me encontraba solo en mi habitación, exactamente como los últimos diecinueve años de mi vida. Me levanté de la camilla y abrí las cortinas, luego abrí la ventana para asomarme. El viento frío me pegó en la cara, respiré profundo llenando mis pulmones de aire fresco. Estaba tranquilo por alguna razón, solo esperaba no tener que volver tan pronto a mi casa, no quería ver a mi padre de nuevo.

—Cierra esa ventana, niño, vas a resfriarte —sonreí al instante al escuchar aquella voz—. ¿No me oíste? —Se acercó a mí, me apartó de la ventana y la cerró—. Vas a enfermarte y en lugar de estar hasta mañana aquí, vas a pasar la semana —dijo con el ceño fruncido, para luego sonreírme—. Te he traído una camiseta limpia, unos calzoncillos y tu cepillo de dientes.

Ivana había sido como mi madre, de hecho había sido más que mi madre. Hace quince años está cuidándome. La contrataron solo para hacer los quehaceres en la casa, pero terminó haciéndose cargo de mi cuando vio el poco caso que me hacían mis padres.

—Ya habla niño, no querrás hablar con tu madre ni con los doctores, pero puedes hablar conmigo —acarició mi cabello, yo solo desvié la mirada—. Está bien, ya me hablarás, por ahora solo aséate y come algo.

Asentí, me dio la mochila que me había traído con mis cosas. Me dirigí rápidamente al baño, me di una ducha y me aseé. Luego salí encontrándome a Ivana sentada en la camilla mirando hacia la ventana. Me senté a su lado dejando la mochila en el suelo, ella posó su mano en mi mejilla y la acarició con cariño.

—También te traje tu celular. Tu amigo ha llamado un par de veces a casa ayer, ha dicho que no le contestabas y se preocupó.

Sonreí. Busqué mi celular y miré los mensajes que Aksel me había dejado, eran muchos y en todos hablaba en tono preocupado.

—Háblale luego, estuvo preocupado con lo que pasó.

Asentí, volví a guardar el celular en mi mochila. Ya lo llamaré cuando recupere las ganas de hablar con alguien. Nos pasamos unos minutos en silencio, ella acariciaba mi mejilla de manera maternal y cariñosa, pero nuestra tranquilidad fue interrumpida por unos toques en la puerta. Ivana se levantó rápidamente, se acercó a la puerta y la abrió dejando que una enfermera junto con un médico entraran al cuarto. La enfermera traía una bandeja con algo de comida, que colocó en una especie de mesa para los enfermos que se encuentran acostados, la acercó a mí y luego salió. En cuanto al médico, tomó una de las sillas que se encontraban al lado de la ventana, la acercó un poco a la camilla y me miró.

—Adelante, come —me sonrió desviando la mirada hacia Ivana—. Soy el psicólogo, tengo que hablar con el paciente, necesitaremos privacidad.

Ivana se acercó a mí.

—Vendré a buscarte mañana por la mañana, no te quedes dormido. —Asentí—. Se un niño bueno y no des problemas al médico, ¿entendiste?

Volví a asentir. Me tomó de las mejillas, me besó en la frente y salió del cuarto despidiéndose una vez más. Cuando estuvimos solos, el médico se sentó en la silla que había acercado a mi camilla y abrió la pequeña carpeta que traía entre las manos. Por mi parte, me dispuse a comer; desde ayer no comía nada.

—Ilan, ¿verdad? —asentí sin prestarle mucha atención—. Soy Aidan Zhang.

Lo miré, él simplemente me sonrió.

—Tu madre me ha dicho que no has hablado desde el almuerzo del día de ayer. ¿Por qué no lo has hecho? —me encogí de hombros; tampoco hablaré contigo, no me interesa hablar con nadie—. Bien, supongo que permanecerás en silencio —soltó un pequeño suspiro, acercó más su silla a mí y se inclinó un poco—. Escúchame, Ilan, no soy tu enemigo, intento ayudarte, ese es mi trabajo, solo necesito que cooperes.

Tomó mi mano entre las suyas; parecí que mis manos eran como las de un niño si las comparaba con las de este hombre.

—Nada de lo que digas aquí será rebelado a tus padres si no es algo que ponga en riesgo tu vida. Puedes decir todo lo que quieras sobre ellos, pero nada saldrá de aquí, ¿entiendes? Cuanto antes hables, antes podremos terminar con el tratamiento. Antes podrás tener tiempo libre para jugar con la consola, estar con tus amigos o con tu novia. Solo necesito que hables. —Soltó mi mano, miré unos segundos por la ventana y luego volví a mirarlo.

—No tengo novia, soy gay —contesté—. Y no necesito un psicólogo, así que le agradecería que se fuera.

Soltó un suspiro.

—No parece que te haya importado mucho lo que te dije antes —se levantó de la silla y se sentó a mi lado—. Ilan, tómame como un amigo. Al final del tratamiento voy a conocerte mejor que tú mismo —volvió a tomar mi mano—. Hagamos un trato: prueba a hablar conmigo un mes, si no te sientes cómodo, te doy el alta y no tienes que venir de nuevo.

Miré nuestras manos unos instantes; seguía creyendo que mis manos se ven como las de un niño pequeño cuando están entre las de él.

—¿Cuántas sesiones son por semana?

—En tu caso, serán tres veces por semana. ¿Tenemos un trato?

Levanté la mirada a su rostro, no lo iba a negar, era un médico apuesto, tal vez valía la pena tener las sesiones con él, al menos para mirarlo mientras hablaba.

—Está bien.

Me sonrió soltándome la mano. Volvió a su lugar y yo a distraerme con la comida que me habían traído. Comenzó a preguntarme cosas básicas, como cuál era mi edad, si ya había terminado la escuela, donde vivía, si tenía muchos amigos, si salía constantemente. Contesté a todas las preguntas, después de todo no me estaba preguntando nada muy íntimo. Luego de las preguntas que me hizo y de anotar mis respuestas empezó a preguntarme sobre mis gustos. No le encontraba mucho sentido que tenga que preguntarme sobre algo así siendo mi psicólogo, pero no me molestaba en absoluto, al menos el tiempo se pasaba un poco más rápido.

—Bien, por hoy terminamos —se levantó—. Te veré el viernes, no lo olvides —negué con la cabeza, noté que escribió algo rápidamente en su libreta y luego arrancó un pedazo de la hoja—. Ten —me extendió el papel—. Es mi número, si necesitas hablar de algo puedes llamarme, sea cual sea la hora y cualquier día —me sonrió.

—Gracias.

Tomé el papel, él me saludó con la mano para luego salir del cuarto. Me quedé mirando el papel, para ser médico tiene una muy bonita letra. Saqué mi celular y abrí WhatsApp, aún tenía que responderle a Aksel, pero antes, me puse a leer todos y cada uno de los mensajes que me había enviado.

—"Estoy aquí. Ivana me ha traído el celular hoy".

Le contesté. No pasaron ni dos segundos hasta que obtuve respuesta por su parte.

—"Me tenías preocupado, idiota. ¿Qué has hecho? ¿Te has lastimado? ¿Tu padre te ha hecho algo?".

Solté un suspiro pesado, no quería contarle nada de lo que había pasado aún, seguramente iría a verme a mi casa cuando saliera del hospital.

—"Ya verás, no quiero contártelo ahora. En su lugar, prefiero informarte que tengo que ver al psicólogo tres veces por semana".

—"Te hará bien, Ilan" —Esperé unos instantes—."¿Al menos es un psicólogo lindo?" —sonreí, nunca fallaba, él siempre intentaba buscarme un novio en cada hombre que se me acercaba—. "¿Te ha dicho su nombre? Deberías buscarlo por internet, tal vez encuentres sus redes sociales y sepas mejor si tiene novia y si puedes intentar algo con él" —solté una pequeña risa; Aksel era un idiota si creía que un médico como él me haría caso.

—"Eres un idiota, ¿sabes?" —sonreí—. "Y sí, es un médico muy lindo" —miré el papel que me había dado Aidan—. "También tiene una caligrafía hermosa y legible. Para ser médico, es muy bonita su letra".

Y ahí volvió el viejo Ilan, fijándose en cosas que nadie más se fijaría en el momento de buscar una pareja. Decidí salir de WhatsApp y agendar a Aidan, luego volví a la aplicación y actualicé los contactos para ver a Aidan entre los demás. Tal vez esto de recibir terapia por parte de alguien como él no sea tan malo como había pensado en un principio. Podría acostumbrarme a verlo tres veces por semana, no me agradaba la idea de tener que contarle mi vida, pero eran detalles menores. 

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Comments

Meiti 🥰🇲🇽

Meiti 🥰🇲🇽

pobre chico 😞

2024-08-07

1

Mix Mix

Mix Mix

Que le ha hecho su padre?

2024-06-27

2

Arelis Quintero

Arelis Quintero

Me encantó el comienzo, no sé si todos en algún momento hemos sentido esas ganas de no vivir más, pero es algo difícil de sobrellevar y sí se necesita ayuda para sobrellevarlo.
Excelente ortografía y redacción, felicidades.
Aah, por cierto, quizá el psicólogo aporte más que una terapia.

2023-08-25

5

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