Capítulo 5

Ilan

Aún no podía creer que estaba yendo a la casa de Aidan y menos que él me estuviera llevando en su auto. Lo miré de reojo sintiéndome bastante nervioso. Creía que había cometido un error diciéndole que quería venir a su casa hoy mismo. Comencé a mordisquear mi labio y a tamborilear con los dedos en mi mochila mientras movía nerviosamente mi pierna.

—Cálmate, Ilan, no te llevaré a un matadero —tomó mi mano manteniendo la vista en el camino—. No tienes por qué estar nervioso.

Desvié la mirada hacia él, sonreía sin mirarme acariciando el dorso de mi mano, con toda la vergüenza del mundo y hecho un manojo de nervios, giré mi mano entrelazando nuestros dedos, recibí una mirada rápida de él que no supe.

—¿Estás calmado así? —preguntó dirigiéndome la mirada ahora que nos habíamos detenido, me dedicó otra sonrisa.

—S-sí —dije tartamudeando como idiota—. M-me siento mejor con usted —su mirada cambió de repente—. Lo siento, contigo —volvió a sonreír.

—No me trates como un anciano, no necesito que me muestres tanto respeto.

Soltó mi mano para colocarla en la palanca de cambios, miré mi mano como un idiota; no era como que hubiera dejado algo en ella, pero no podía dejar de verla. Cuando llegamos a su casa, estacionó en el garaje y se bajó, también bajé del auto y lo seguí hasta la puerta que comunicaba el garaje con el resto de la casa. Me llevó hasta la sala e hizo que me sentase en el sillón, me saqué el abrigo, Aidan lo tomó y lo llevó al perchero de la entrada, miré a mi alrededor, la casa era muy bonita, todo estaba acomodado y limpio, nada comparado a lo que sería mi departamento una vez me fuera de casa.

—Ilan —desvié la mirada rápidamente hacia él—. Ven, te mostraré el piso de arriba.

Me levanté, me acerqué a él y lo seguí escaleras arriba. Me mostró su habitación, la cual se encontraba junto a la habitación donde dormiría, me mostró donde se encontraba el baño indicándome que podía usar todo lo que necesitara. Luego bajamos, me mostró donde quedaba la cocina donde nos quedamos.

—Gracias por dejar que me quede aquí —dije mirándolo mientras él ponía la cafetera—. Ivana se ha ido unos días con su familia —asintió girándose hacia mí.

—¿Te quedarás hasta que ella vuelva? —Se paró contra la mesada.

—N-no, no quiero molestarte.

Revolvió mi cabello con una sonrisa en el rostro que hizo que mis mejillas comenzaran a arder un poco.

—No me molesta que te quedes aquí. Vivo prácticamente solo, no me viene mal un poco de compañía de alguien y me agrada más si eres tú.

Bajé rápidamente la mirada sintiendo mi cara arder aún más; "me agrada más si eres tú" sus palabras resonaron en mi cabeza.

—¿C-cómo es eso de "prácticamente"?

Intenté cambiar un poco el tema, él no respondió, silbó un poco y, en cuestión de segundos, unos pasitos se escucharon acercarse rápidamente. Pronto vi a un pequeño perro Beagle marrón y blanco, el animal se acercó a mi moviendo su cola, me agaché para acariciarlo.

—¡Qué bonito es! —comenté acariciándolo detrás de las orejas.

—Se llama Cocoa —sonrió, mientras dejaba las tazas de café que había preparado en la mesada.

—Siempre quise tener un perro, pero mis padres nunca me dejaron. Mi madre decía que no podría cuidarlo solo y mi padre que, simplemente, era muy idiota para hacerlo.

El perro se acostó en el suelo para que le rascase la panza, sonreí al instante cumpliendo su deseo.

—Puedes ayudarme a cuidarlo, entonces —Levanté la mirada hacia Aidan, él me sonreía—. Ven, vamos a tomar el café en la sala.

Asentí incorporándome, tomé la taza y lo seguí hasta la sala, ambos nos sentamos en el sillón. Nos sumimos en un silencio que, para mí, era demasiado incómodo. Tomé un sorbo del café desviando la mirada hacia Cocoa, quien se había sentado junto a mi pierna a mirarme como esperando a que hiciera algo

—Le agradas, quiere que lo sigas acariciando —comentó Aidan, sonreí acercando mi mano al perro para acariciar su cabeza. De nuevo nos sumimos en un nuevo silencio incómodo, dejé de acariciar al animal y me terminé el café de un solo trago.

—Ilan —me volví hacia él—. ¿Por qué me preguntaste si soy gay? —Sentí toda mi cara arder, rápidamente desvié la mirada de su rostro hacia mis manos, no creí que me preguntaría sobre eso—. ¿Tienes algo que decirme? ¿Necesitas un consejo?

Negué con la cabeza sintiéndome sumamente avergonzado; no sabía qué debía hacer, mi mente estaba completamente en blanco, no me esperaba en absoluto que me hablara de la conversación que tuvimos. Tal vez hubiera sido mejor si no le preguntaba nada, pero, si no lo hacía, Aksel no me dejaría de molestar.

—L-lo siento, s-solo tenía curiosidad —era un idiota, un idiota de los grandes. Aidan se acercó a mí.

—Puedes decírmelo, no pensaré mal de ti con nada de lo que me digas.

Apreté la taza que tenía entre mis manos. Nervioso, abrí la boca para hablar, pero, en ese preciso momento, el celular de Aidan comenzó a sonar, él lo tomó y miró la pantalla, acto seguido soltó un suspiro.

—Lo siento, tengo que contestar —rápidamente se levantó del sillón y, mientras salía de la sala, contestó la llamada que estaba recibiendo—. ¿Qué es lo que quieres? —lo escuché decir mientras se alejaba por las escaleras. Solté un suspiro pesado, saqué mi celular y abrí el chat de Aksel.

—"Adivina donde estoy".

Escribí rápidamente y se lo envié. Esperaba que no estuviera jugando videojuegos, de ser así, no me prestará atención en horas. Para mi suerte, Aksel me contestó unos minutos después.

—"¿En tu cuarto entreteniéndote, pensando en tu psicólogo?".

Si lo tuviera aquí le hubiera tirado algo.

—"No idiota, estoy en su casa".

Mandó un par de emojis.

—"¿Qué? ¿Te lo vas a tirar?" —suspiré—."Luego cuéntame que tal la velada con él".

—"Solo vine porque ni mis padres ni Ivana están en casa y él me ofreció venir para que no me quede solo".

Aunque le explique la situación, sé que Aksel pensará que Aidan y yo terminaremos acostándonos.

—"Aprovecha, ¿en qué otra ocasión lo tendrás solo para ti?".

Lo consideré por unos instantes, tenía razón, ¿o no? No sabía cuándo iba a tener de nuevo a Aidan para mí solo, pero no estaba seguro de que él quisiera algo conmigo. Decidí no contestarle cuando escuché los pasos de mi psicólogo acercarse a mí, guardé mi celular en el bolsillo de mi mochila.

—Lo siento, no quise demorarme mucho en la llamada —se sentó junto a mí, negué con la cabeza mostrándole una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, ¿era trabajo?

Hizo una mueca que no supe identificar.

—Algo así —suspiró—. ¿Te gustaría ver una película?

Asentí, él rápidamente tomó el control remoto y prendió el televisor. Pasamos la tarde viendo películas de todo tipo, aunque en realidad no le habíamos prestado del todo atención, ya que nos poníamos a comentar detalles de la película, o, simplemente, conversábamos entre medias. Aidan era realmente interesante cuando estaba fuera de su papel de psicólogo, aunque siempre se salía de su papel conmigo. Me acerqué un poco a él dejando mi mochila a mi lado, lo miré de reojo algo nervioso, solté un bostezo fingido y me recosté más contra el respaldo del sillón.

—¿Estás cansado?

Desvié la mirada hacia él, Aidan también me miraba. Volví mi vista a la pantalla y, con toda la vergüenza del mundo, coloqué mi cabeza en su hombro, cerré los ojos inhalando profundo con la esperanza de que no me apartara de su lado. Aidan me apartó un poco de él, pero para rodear mis hombros con su brazo, luego colocó su mano en mi cabeza e hizo que me recostara contra él nuevamente, mis mejillas comenzaron a arder al instante por sus acciones.

—¿Sabes? —comenzó diciendo—. Tienes unos ojos muy bonitos.

Ahora todo mi rostro ardía.

—G-gracias —no pude evitar tartamudear—. Son herencia de mi madre —Desvié la mirada hacia él—. Aunque los míos son un poco más claros que los de ella.

Me miró fijamente a los ojos unos instantes.

—Mira, así puedes comparar.

Saqué mi celular, busqué rápidamente el Instagram de ella y busqué una foto en la cual se vean bien sus ojos. Cuando la encontré, se la mostré a Aidan, él la miró unos instantes y luego volvió a mirarme.

—Tu padre quería una niña bonita como tu madre, ¿verdad? —asentí—. Pero tú eres muy atractivo. Tus ojos son más bonitos que los de ella por mucho, la forma de tu rostro es perfecta —mientras decía esto, pasó su mano por el contorno de mi cara produciéndome un escalofrío—. Eres muy lindo.

Otra vez mi rostro estaba ardiendo. Él me sonrió separándose un poco aún con la vista fija en mí. Guardé mi celular, para luego volver a recostar mi cabeza en su hombro. Pensaba que era lindo, aunque seguramente lo decía para no hacerme sentir tan miserable, después de todo, aún tenía un corte en la mejilla que estaba cicatrizando.

Cuando se hizo demasiado tarde, Aidan y yo decidimos ir a nuestros respectivos cuartos. Me encerré en el cuarto que me había prestado, me puse mi pijama y saqué mi celular, me fui directamente al chat con Aksel y lo llamé mientras me acomodaba en la cama.

—¿Qué haces llamándome? Deberías estar en la cama con tu doctor —dijo ni bien contestó.

—Cállate, idiota, no me voy a acostar con él —solté un suspiro—. Quería decirte algo.

Escuché el sonido de la silla de su escritorio, seguramente se haya reclinado en esa vieja silla.

—Cuéntame, entonces —abrí la boca para hablar, pero él lo hizo antes—. Si va a ser algo como "Cincuentas sombras de Grey" mejor no me cuentes, aún no estoy listo para tolerar el porno gay.

No pude hacer otra cosa que reír por lo que acababa de decir.

—Eres un idiota —solté una nueva carcajada—. Escúchame, él ha dicho que soy lindo —sonreí como si Aksel pudiera verme—. Estábamos viendo una película, intenté aprovechar un poco y me recosté en su hombro. Comenzó diciendo que mis ojos son bonitos y luego ha dicho que soy lindo.

—¿Por qué no te le haz tirado encima? Tienes una chance del tamaño de Rusia con él. ¿Por qué no le dices que te gusta?

—No lo sé, Aksel. Tal vez lo dijo por cortesía. Recuerda que tengo una herida cicatrizando en mi mejilla, dejará una marca y no una bonita precisamente.

—No seas idiota, eres lindo aun con la cara marcada —escuché un ruido del otro lado de la línea—. Heredaste la belleza de tu madre aunque tu padre no quiera verlo. El punto: él te ve lindo y no creo que sea solo por cortesía —lo escuché masticar, seguramente estaba comiendo galletas como siempre—. Dime algo, ¿él te miraba a los ojos o a la herida?

—Me miraba a los ojos —dije con una pequeña sonrisa.

—Le gustas, o tal vez no, pero si le pareces lindo, por lo que le puedes gustar.

Me asombraba laseguridad de Aksel para afirmar este tipo de cosas sin siquiera conocer aAidan. Aunque, sinceramente, me gustaría que él tuviera razón, que terminasegustándole y teniendo una relación con mi psicólogo. 

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Comments

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Jajajajajajajajajaja no, nomás igual y se comen... Lo que hagan Aiden de comida no sean mal pensados 😂🤣

2023-07-17

2

Sol

Sol

el te lo pidió???... mmm no lo recuerdo así

2023-05-18

0

Sol

Sol

no digas eso... capaz se te tire encima ahí mismo

2023-05-18

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