El zorro de ojos astutos dio un paso más cerca, con una sonrisa ladeada.
Kevin
—No venimos a pelear, alfa… solo a reclamar lo que es nuestro.
Rocky gruñó, mostrando los colmillos.
Rocky
—Nadie “reclama” a un omega aquí. No mientras esté bajo mi protección.
Kevin
El zorro chasqueó la lengua.
—¿Y desde cuándo los perros se encariñan con los gatos?
Rocky no respondió con palabras. Su cuerpo se adelantó con una rapidez feroz, y en segundos lo tenía contra un árbol, con la garra sobre su cuello.
Rocky
—Te daré cinco segundos para desaparecer… antes de que tus restos se mezclen con las hojas del suelo.
El zorro, ahora pálido, asintió con la cabeza y huyó con un par de sombras que lo acompañaban.
Rocky se quedó en silencio un momento, respirando fuerte. Luego regresó a la cabaña, donde Nacho lo esperaba temblando.
Rocky
—¿Estás bien? —le preguntó Rocky, mirándolo de arriba abajo.
Nacho
—Yo… sí. Pero no deberías haberte arriesgado por mí. No valgo tanto.
Rocky se le acercó, su presencia más intensa que nunca. Lo miró directo a los ojos.
Rocky
—Tú no decides cuánto vales. Y mucho menos frente a un alfa.
El omega sintió un calor recorrerle la espalda. El instinto en su interior se agitó. Su cuerpo reconocía la presencia del alfa, y no podía evitar temblar.
Nacho
—¿Por qué haces esto, Rocky? —susurró.
Rocky
—Porque no soporto ver cómo te tratas como si fueras basura. Eres fuerte, Nacho. Criaste a un hijo solo. Huiste de un clan peligroso. Y aun así, sigues de pie.
Rocky se acercó aún más. Sus hocicos casi se tocaban. El calor era real. El vínculo se insinuaba, suave pero latente. Y por un segundo… ninguno de los dos respiró.
Nacho
—No me mires así —susurró Nacho, con voz quebrada.
Rocky
—¿Así cómo?
Nacho
—Como si pudieras cuidarme… como si quisieras hacerlo.
Rocky bajó la mirada hacia Yoon, que dormía en la cama improvisada al fondo.
Rocky
—Tal vez… empiezo a querer.
Nacho sintió su corazón latir fuerte.
Ese alfa... era diferente. Y por primera vez, no tenía miedo de sentirlo.
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