Capítulo 5

Allison

"Estoy en camino, no me hagas esperar. Xx"

Leí el mensaje con un ojo cerrado y el ceño fruncido, tratando que el brillo de la pantalla no me quemara las corneas, mientras que con un bufido exasperado me sentaba en una esquina del colchón y me desperezaba ruidosamente.

Sentía como si un camión me acabara de pasar por encima, pero después de tantas noches con insomnio, sentirme como la misma mierda a esas horas de la mañana no era nada nuevo, por lo que sin prestarle mucha atención a la migraña me arrastré al baño, dando gracias a dios porque no estuviese ocupado, y comencé a prepararme en cámara lenta, a sabiendas que, muy probablemente, Lucía llegaría tarde.

Arthur se calzó los zapatos lustrados de trabajo, y se inclinó para que le enderezara la corbata, al tiempo que tomaba su maletín de cuero de la encimera.

- ¿Te llevo a la escuela? - Preguntó\, mirando el reloj en su muñeca y negué con la cabeza\, bebiéndome los últimos sorbos de té.

-Luzu viene por mí. ¿Qué hay de los chicos? - Señalé el piso de arriba con la cabeza y el carraspeó.

-Hoy es turno de tu madre. - Me miró de reojo, inspeccionando mi reacción. -Se quedarán allá hasta el fin de semana. - Dijo, y asentí, comprensiva, todavía sin poder acostumbrarme al tema de los horarios de visita.

-Pues les deseo buena suerte. - Me limité a decir, dándole la espalda para colocar la taza en el lavabo.

-Por cierto, hoy no vendré a almorzar. - Comentó, con naturalidad, poniéndose de pie y me volteé inmediatamente a verle.

- ¿Cómo? - Pregunté\, mientras sus ojos verdes viajaban al auto en la cochera y se encogió de hombros. -Es la tercera vez en el mes\, están explotándote. -

-Así es el trabajo. - Se limitó a decir, acercándose para darme un beso en la frente.

- ¿Y eso es todo? ¿Te llaman y vas? ¿No puedes decir no? -

-Me necesitan. Soy como Superman. - Sonrió dándome una ligera palmadita en el hombro. -Volveré antes de que anochezca. -

-Sí, bueno, ¿a qué hora es eso? -

-No sé, mamá. Te llamo cuando esté de camino. - Bromeó, mientras se dirigía al auto y cerraba la puerta, saludándome desde adentro.

Sabía, tanto como él, que necesitaba estar libre de estrés por un tiempo, tal y como el médico había dicho meses atrás, y aunque ser corredor de bolsa no era el trabajo más estresante del mundo, tampoco eran unas vacaciones de relajación, como para estar haciendo horas extras todo el tiempo. Era probable que estuviese exagerando, pero ya era demasiado la tensión que le había generado a mi padre en el pasado como para haberle aflojado los nervios hasta extremos inimaginables, por lo que prefería no correr más riesgos con él, lo último que necesitaba era que tuviese otro pico de estrés.

Una fuerte punzada en mi cabeza volvió a llamarme la atención y tomé una píldora de la caja de pastillas al tiempo que un conjunto de bocinazos se oía fuera, a los que reconocí instantáneamente, mientras escribía una rápida nota, recordándole a mis hermanos que lo olvidaran cerrar toda la casa antes de irse con Elizabeth, el resto de la semana. Y plantando el papel sobre el refrigerador, tomé mi bolso de la silla, junto con mi teléfono, y salí disparada hacia el jardín, dejando olvidado el calmante.

- ¡Mujer\, que me estoy haciendo vieja! - Lucía sonrió\, quitando finalmente su mano de la bocina\, mientras Leo agitaba su mano en mi dirección\, desde el asiento trasero.

-Llegan tarde. - Dije, acomodándome en el asiento del copiloto, que era mi lugar designado y mi amiga rio, con picardía. -Sí, no quiero saber la razón. - Negué con la cabeza, mientras Leo se inclinaba hacia adelante, para subirle el volumen a la música de la radio.

-Ally, ¿te sientes bien? - Preguntó, con el tipo tono agobiado que le caracterizaba y fruncí el ceño, mientras Lucia también volteaba a verme.

- ¿Por qué lo preguntas? -

-Porqué te vez horrible, será. - Ella agregó, haciendo que su novio negara con la cabeza y me encogí de hombros.

-Y eso que hoy si me puse maquillaje. - Comenté divertida pero ella no rio.

-En verdad, Ally, creo que estás enfermándote. - Estiró una mano para tocarme la frente. -Y creo que tienes un poco de fiebre. Deberías quedarte en casa hoy.

-Castigo el primer día, y faltar al segundo, eso no suena muy prometedor. - Negué con la cabeza, y señalé el camino. -Arranca, estoy perfectamente. - Les aseguré, al tiempo que ella ponía el auto en marcha, con una mirada dubitativa.

Un simple dolor de cabeza no era excusa suficiente para permanecer en casa, y tener que ver a Elizabeth, después de quien sabía cuánto tiempo que no le dirigía la palabra. Sí, eso no iba a pasar.

- ¡Eh\, Al! ¿No tienes la tarea de historia? - Leo preguntó\, librándome de mis pensamientos y reí.

-Esperaba copiártela. Me salté esa clase ayer. -

-Por andar por ahí con Jayson. - Mi amiga canturreó, mientras él ponía una mueca de sorpresa y yo un ceño fruncido.

-Así que tú también...- Suspiró resignado y me apresuré a negar con la cabeza.

- ¡Ni de broma! - Le di un golpecito en el hombro y él se quejó. - ¡Tú le has dado mi número! -

- ¿¡Te habló!? - Luzu chilló\, deteniéndose en la luz roja con un estruendoso ruido de las llantas.

- ¡Me ha dicho que necesitaba discutir algo sobre la clase de literatura! - Se defendió\, alzando las manos a ambos lados de su cuerpo en señal de paz y negué con la cabeza\, al igual que mi amiga.

-Ayer ha sido el primer día, Leonardo. ¿Qué podría querer discutir? - Ella habló, divertida y recibió un ceño fruncido de su novio al escuchar su nombre.

-Yo que sé. Deja de llamarme así. - Se cruzó de brazos y volvió a dirigir sus ojos cafés hacia mí. - ¿Por qué no sales con él y ya? -

- ¡Sí! - Lucia chilló.

-No. - Me limité a responder, sin siquiera molestarme en comenzar el interminable sermón que le había dado a mi amiga ayer, y que probablemente le había entrado por un oído y salido por el otro.

- ¿Bueno\, te apuntas para salir con nosotros esta noche? -

- ¿Está noche? - Leo la miró y ella le devolvió una mirada de advertencia\, el dio un largo suspiró rendido.

-Sí, cariño. Esta noche. -

-Es a mitad de semana. No estoy segura. - Negué, intercambiando una mirada cómplice con él y ella frunció el ceño.

- ¡Por dios! ¿Desde cuándo se han convertido en un par de aburridos? - Habló para sí misma\, mientras aceleraba\, y ladeó la cabeza considerando una nueva posibilidad. - ¿Y el viernes? Leo tiene una fiesta. - Me miró expectante\, y yo miré a Leo\, que sonrió.

-En realidad es la bienvenida a los nuevos del equipo, vamos a torturarlos, pero será genial. - Comentó con todo el orgullo e impaciencia que le provocaba la idea de hacerle padecer a los nuevos el mismo infierno que él había vivido el año anterior.

-No lo sé. - Mascullé, a sabiendas que esas fiestas siempre terminaban en un caos total.

-Óyeme, me alegra que te quitaras el tinte azul y los aretes, pero eso no significa que tengas que ser una maldita monja. Puedes salir a una fiesta sin incendiar media ciudad, ¿sabes? - Luzu habló, casi en tono maternal, aunque ese consejo era lo más anti maternal que pudiese existir. Sonreí.

- ¿Es eso posible? -

-Eso dicen...- Sonrió, con complicidad.

Por supuesto que tenía que llegar tarde si es que Lucia conducía, sin embargo, me apresuré a correr hasta la puerta de entrada, antes que se cerraran, mientras Leo intentaba seguirme con desesperación, cuando ella le sujetaba de la corbata y lo jalaba en su dirección para otra ronda de besos que, inevitablemente, le harían al pobre llegar tarde, y con lo paranoico que era, probablemente le sentaría peor que a mí.

Leo había sido mi compañero desde que tenía memoria, y aunque ahora era lo más humanamente alejado al regordete moreno de segundo año, todavía me seguía pareciendo el mismo. La pubertad le había desaparecido el acné y le había hecho crecer un paquete de seis abdominales, pero todavía le seguía preocupando mantener el promedio y conseguir la beca en la universidad de leyes, de la que nunca dejaba de hablar. Eso, en combinación con el dúo de Lucia y yo, no era muy favorable, por lo que, sabía, que tenía que hacer malabares para mantener a su novia tan conforme como a sus padres, aunque ellos no lo notaran.

Los pasillos ya estaban desiertos, y el silencio reinaba en los patios, hasta interrumpirse por el barullo que comenzaba a aumentar de volumen a medida que me aproximaba al salón.

El aula era el desorden diario de siempre. Todos sobre los bancos, riendo y gritando; al fondo estaban las porristas chillando como gallinas locas alrededor de la cabeza rubia que sobresalía del montón, y que no me costó reconocer. Regina se acomodó el cabello oscuro sobre sus hombros, y se inclinó para murmurarle algo a Jayson, que estaba sobre el escritorio del maestro, mientras otro dolor punzante se hacía presente en mi cabeza, y me maldije por no haber tomado ese calmante cuando tuve la oportunidad.

Caminé sin prisa hasta mi lugar, detrás de Matt, mientras sentía los ojos de Jayson clavados en mi espalda como dos agujas, siguiendo cada paso que daba, pero no me molesté en voltear, concentrada en lo acalorada que me, repentinamente, me sentía.

-Ahí está mi compañera de castigo. - Oí la voz, sobre el barrullo conjunto, mientras un brazo se deslizaba sobre mi pupitre. Me senté sin siquiera mirarlo.

-Hoy no, Miller. - Me limité a responder, mientras observaba de reojo como se lanzaba sobre su asiento y descansaba la mejilla en el puño, observándome.

- ¿Sonrojada al verme\, Faroles? - Comentó\, con el tono de petulante diversión que le era característico y le miré.

-No estoy de humor. - Dije, sintiéndome ligeramente mareada y su semblante se modificó por completo.

- ¿Te sientes mal? - Preguntó\, inclinándose ligeramente hacia mí\, y me alejé por inercia.

-Déjame en paz. - Escupí, volteándome en dirección al asiento vacío que le pertenecía a mi amiga, y oí como su silla se arrastraba, al tiempo que se ponía de pie.

-Vamos. - Habló, poniendo una mano en mi hombro y volteé a mirarle con una mirada incrédula. - A la enfermería. No te encuentras bien. - Sentenció, antes que pudiese decir algo, y fruncí el ceño.

-Estoy bien. - Dije, restándole importancia a su mueca seria, que no había visto antes y él inspiró profundamente.

-No lo creo. - Masculló, moviendo una mano hacia mi frente, y lo alejé, poniéndome de pie de un salto, a sabiendas que los ojos del salón estaban fijos en nosotros.

- ¡Que me dejes! - Gruñí\, sintiendo nuevamente un ligero mareo y me tomé de su brazo cuando sentí que el suelo comenzaba a moverse bajo mis pies.

Jayson me sujetó con delicadeza, mientras sus enormes manos rodeaban mis hombros, y cuando le miré, sus ojos azules no denotaban otra cosa que seriedad.

- ¡¿Qué haces?! ¡Déjame\, Jayson! - Chillé\, mientras me sujetaba de la muñeca y me arrastraba fuera del salón\, llevándonos la mirada de todos nuestros compañeros\, que no tardarían en transformarse en rumores ridículos. - ¡Jayson! - Volví a gritar\, sin siquiera lograr que volteara\, y simplemente logré atinar a sujetarme del marco de la puerta de entrada.

-Suelta eso. - Ordenó, con tono gélido, que me costó procesar. Volteé ligeramente, y como lo esperaba, todos los ojos estaban sobre nosotros. El no apartó sus ojos de mi rostro.

-Oblígame. -

-Hablo en serio, Allison. - Elevó una ceja, en una mueca de impaciencia que me decía que no bromeaba, pero antes de tratar de comprender el drástico cambio de personalidad que estaba sufriendo, me encogí de hombros, aprovechando mi oportunidad para irritarle.

- ¿O qué? ¿Vas a cargarme? - Dije\, sonriendo ligeramente\, con aires de suficiencia\, mientras me soltaba la mano como si le quemara.

Haber sido capaz de callar a Jayson Miller, parecía ser una idea bastante prometedora, pero solamente eran eso, ideas, porque la sonrisa se me borró, en el instante en el que sus grandes brazos me rodearon la cintura, y me lanzaron contra su hombro, como costal de basura, permitiéndome tener una vista panorámica de todas las muecas burlescas del resto de la clase, y ni siquiera tuve la oportunidad de disfrutar la mueca desencajada de Regina Blake, que parecía querer comenzar a echar fuego por la boca en cualquier segundo.

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Comments

Mireya Pastora Rojas

Mireya Pastora Rojas

amoooooooooooo esta historia de amor no puedo dejarlos me encanta leerla 💗

2023-03-10

0

Gaba Avila

Gaba Avila

Me encanta esta historia!!!! No puedo dejar de leerla ♥️

2021-09-12

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