La habitación en la que estaba era acogedora, hecha de madera viva, como si el árbol aún respirara. Había luces flotantes que zumbaban suavemente y paredes que murmuraban con el viento. Pero su mente no dejaba de repetir lo ocurrido ese día.
Una escuela mágica. Un poder que ardía en su interior. Nuevas personas. Una sombra que lo observaba.
Se levantó en silencio y salió al pasillo. Lira también estaba despierta, sentada junto a la ventana.
Lira
—¿Tampoco puedes dormir? —
Preguntó ella, sin girarse.
Kai
—No. Todo esto... parece un sueño raro —
dijo Kai.
Lira
—Yo siento que es donde debo estar —
Susurró Lira, acariciando a un pequeño zorro que dormía en su regazo.
Antes de que pudieran hablar más, un fuerte sonido de cuerno mágico resonó por los pasillos. Las paredes se iluminaron y una voz profunda habló:
> —Todos los nuevos deben reunirse en el Salón de Raíces. La evaluación comienza.
Lira y Kai se miraron. Era su primer reto
El Salón de Raíces estaba bajo tierra, tallado dentro de un gigantesco árbol. Las raíces colgaban del techo como lámparas vivas, y en el centro había una piedra flotante, rodeada por los instructores.
La Maestra Sylha se acercó.
Sylha
—Hoy conocerán su afinidad elemental. Uno a uno, tocarán la Piedra del Origen.
Los estudiantes pasaban. Agua, aire, tierra, fuego… La piedra revelaba su conexión con un elemento y los clasificaba.
Cuando le tocó a Thorne, la piedra brilló en negro y gris. Sombras danzaron a su alrededor. Él no dijo nada.
Luego llegó el turno de Kai.
Al poner la mano sobre la piedra, esta se estremeció. Un anillo de fuego estalló… y luego otro, de aire. Una hoja cayó flotando… y una chispa eléctrica cruzó el aire.
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