CAPÍTULO 3: ¿QUIÉN ERES TÚ?

ELIZABETH

—Inspeccionen el auto, si hay algo confísquenlo —la voz del que parecía ser líder se volvió a escuchar.

—Aprovechemos ahora y corramos a la parte trasera de la casa... —Andy susurro y nosotros hicimos caso, aun agachados fuimos de manera rápida hacia donde dijo—. Tengo que buscar a los chicos —dijo Andy de manera rápida antes de entrar en la casa, aún había tres chicos dentro.

En un parpadeo ya había salido de nuevo y traía con él a los chicos que habían quedado dentro de la casa quienes se agacharon también escondiéndose con nosotros. Todos estábamos muy atentos a cualquier sonido o movimiento que hicieran los otros.

—Quiero que revisen todo, fuera y dentro de la casa. No deben estar muy lejos —me pareció muy extraña su seguridad de que había alguien en el lugar.

—Debemos actuar o nos atraparan —Andy saco su pistola y reviso que tuviera balas suficientes.

—¿Esperan matarlos? —pregunto Ethan algo inquieto—. Por que no mejor escapamos de aquí corriendo hacia el bosque.

—¿Te parece buena idea internarte en el bosque donde es más probable que te pierdas? —contesto Andy con fastidio.

—Debe haber otra manera...

—Ethan, son ellos o nosotros —dije decidida mientras sacaba el revolver. El comportamiento aparentemente nervioso de Ethan, no era el mejor en estos momentos.

Se escuchó el ruido de la puerta trasera, los policías iban a salir y solo teníamos dos opciones.

Matar o morir.

—¡Ahora! —grito Andy empujando con su hombro la puerta haciendo que se abra, los policías que había detrás de esta cayeron al suelo.

Siguiéndolo a él entramos todos los demás, menos Ethan quien permaneció afuera. En el momento que entramos a la casa, los disparos no tardaron en llegar. Tanto de nosotros hacia ellos como de ellos a nosotros, un compañero de Andy había tumbado una mesa para poder cubrirnos de los disparos.

—Que sorpresa verte Elizabeth... —una conocida voz se escuchó. Me sonaba muy familiar pero no lograba recordar de donde o de quien.

—¿Quién te ha dicho mi nombre? —alce la voz antes de salir un poco de la mesa para disparar a los dos policías que seguían en pie. Pero solo logré herir a uno en la mano haciendo que su pistola cayera.

—¿No me recuerdas?... —los chicos me miraban confundidos sin entender que sucedía.

De un momento a otro, una voz inundó mi cabeza haciéndome recordar nuevamente esa voz que escuche aquel día que tanto quiero olvidar.

—Todo estará bien niña...

Sea quien sea la persona que esté hablando, había estado el día en que asesinaron a mi madre.

En ese momento de distracción los policías encontraron el aprovechamiento perfecto, alguien me agarro del cabello empujándome al suelo. Cuando los chicos quisieron reaccionar cada uno tenía un policía apuntando su cabeza, me di la vuelta lo más rápido que pude apuntando con la intención de disparar a la persona que tenía enfrente, pero fue más rápido y disparo el primer disparo dándome en el brazo donde sostenía la pistola.

—¡Joder! —gemí de dolor soltando la pistola y agarrando la herida que empezaba a sangrar con mi otra mano. Mire en dirección a la persona que tenía enfrente pero no podía ver bien su rostro, ya que el dolor empezaba a nublar mi vista.

—Lamento que nuestro reencuentro sea de esta forma —esa voz era de una persona mayor, alguien que ya estaba pasando más de los cuarenta.

Me forcé a mi misma por tratar de verlo pero cuando lo hice solo encontré la violenta imagen de un hombre adulto apuntándome con su arma. Era alto y con un cuerpo lo suficientemente grande como para dejarme como una hoja de papel que podía romper en segundos, tenía el cabello peinado hacia atrás con algunas canas que le daban un color gris al igual que su barba varonil del mismo color. Traía una ropa informal pero con la placa de policía en su cintura enganchada a su cinturón.

—¿Quién coño eres y como sabes mi nombre? —me sentía impotente de que él se sintiera tan superior solo por tener un arma en mi cabeza.

—Shhh —dijo acercándose a mí pero sin apartar la pistola de mi cabeza—. Quieres saber demasiado... —sonrió.

—Púdrete —dije con todo el desprecio que sentía por él en ese momento. El solo rio y puso su dedo en el gatillo seguro a dispararme.

—Baja tu puta arma si no quieres que te vuele la cabeza en este momento —la expresión de diversión rápidamente se esfumó de su rostro cuando sintió una fría pistola en su cabeza.

Ethan estaba detrás de él con una expresión ceñuda, parecía algo irritado, ya que muy pronto seguramente explotaría la vena palpitante de su cuello. Su fría voz parecía demostrar lo molesto que se encontraba. Rápidamente los policías que estaban apuntando la cabeza de los demás chicos pusieron su arma en dirección a Ethan.

—Dile a tus perros que bajen el arma o tú también conocerás la muerte conmigo... —susurro cerca de su oído.

—Bájenlas... —dijo el hombre entre dientes.

Ethan se veía diferente, estaba mostrando una parte de él que hasta ahora no conocía. Estaba tan indiferente a cualquier acción que daba miedo, su rostro no mostraba emoción alguna que mostrara miedo, enojo o temor de matar a alguien. Se notaba seguro a todo, sin miedo a lo que pueda suceder. Parecía estar completamente entregado a todo lo que pudiera suceder en aquel momento, esto me cerraba la boca por pensar algunas veces de que era un tipo blando, en estos momentos solamente parece que le hubieran extirpado la posibilidad de sentir.

—Se van a ir ya mismo... Se los digo por las buenas —Ethan se movió aun apuntándolo y les hizo señas hacia la puerta—. O se los digo por las malas...

—No me iré —reto firme, Ethan no dijo palabra alguna, tan solo disparo a centímetros de su pie provocando un sobresalto de él tipo.

—¡Te vas a ir ya!- grito en su punto máximo de cabreo.

Empece a sentirme mareada y ya no escuchaba las voces con claridad, por un momento había olvidado que la herida en mi brazo seguía sangrando a gran velocidad. Mi vista se empezó a nublar y fui cayéndome cada vez más.

—¡Elizabeth! —dijo Andy preocupado al percatarse de que estaba perdiendo el conocimiento.

—Ethan... —nombre en un último aliento cuando mi mirada se cruzó con la suya antes de que todo se volviera oscuridad y ya no sintiera nada a mi alrededor.

ETHAN

Estaba recostado en uno de los pilares de madera que tiene el pequeño techo del patio trasero de la casa, pensado en la abrumadora noche que habíamos tenido todos. Aquel momento en el que tuve que actuar para que no mataran a Elizabeth me había agotado, pero ahora no podía dormir por los nervios de no saber como se encontraba ella, hace ya unas horas había venido un médico de la familia para atender su herida del brazo. Dijo que iba a estar dormida posiblemente varias horas por la gran perdida de sangre que tuvo.

Aún me sentía raro por la extraña sensación de protegerla que provoco en mí, como si se tratase de un instinto. Cuando la vi en peligro lo único que se me paso por la cabeza fue jugármela entera para que ella estuviese bien. Cuando pasaron las horas me fui dando cuenta de lo peligroso que me puedo poner si Elizabeth estaba en peligro. Ni yo mismo lograba reconocerme y eso me preocupaba. Esto no estaba en los planes, jamás planeé que posibles sentimientos jugaran un papel aun más importante en esto.

Mi celular sonó interrumpiendo mis pensamientos y cuando leí «Cesar» en el identificador de llamadas, trague saliva pesadamente. Ya me imaginaba los problemas que tendría al atender.

—Hola... —conteste con cierto nerviosismo a la echada de bronca que me esperaba.

—¡Ahora me dirás hola capullo! —dijo César con enojo, si pudiera traspasar el celular posiblemente ya me estaría ahorcando—. ¿Casi me vuelas la puta cabeza, solo por proteger a esa mujer?

—¿Qué querías que hiciera, acaso esperabas que cagara todo el plan y acabe con esto? —me defendí excusando la realidad, la realidad de que si lo hice por protegerla.

—¡No me vengas con eso! Podías haberlos dejado morir a todos y fin. ¡Luego te inventabas alguna historia! —Cesar estaba muy alterado y sentía que si seguía diciendo cosas, peor la pasaría.

—No Cesar, ese no era el plan —aseguré.

—Claro, pero si era el maldito plan volar mi cabeza para hacerte el héroe —no llegaríamos a nada con César tan alterado, sin responder solo suspiré.

—¿Vas a calmarte?

—Ethan... ¿Sientes algo por la chica? —la pregunta me tomo de sorpresa. Me quede en silencio, ya que ni yo mismo sabía como responder esa pregunta. ¿Sentía algo por Elizabeth?—. Te mandamos allí por una misión, ¡no para que crees lazos amorosos con ella! —la voz alterada de cesar volvió hacer aparición.

La conocía hace tan solo semanas, era relativamente poco tiempo. No podía enamorarme, pero era verdad que desde el día en que nos presentaron, sentí cosas desconocidas para mí hasta ese momento.

—Joder Cesar, tú que coño tienes contra ella. Solo es una víctima más del trabajo sucio de su padre, no metas a todos en la misma bolsa —Cesar hizo una risa sarcástica.

—¿No lo entiendes verdad? Ella se crio en un cajón de manzanas podridas, eso significa que ella también lo está —explico con lentitud provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo—. No hay lugar para los sentimientos con esa oveja negra.

—No la llames así, y ni tú ni nadie es dueño de mis sentimientos, puedo sentir lo que me dé la gana —espete furioso—. Voy a seguir con todo esto, pero solo por que quiero lo que vine a buscar.

—¿Ethan? —la voz de Elizabeth detrás de mí provoco sudor frio y miedo por saber que había escuchado, me di la vuelta para mirarla y al hacerlo me encontré con sus bonitos ojos color café más claros a la luz del sol—. ¿Qué viniste a buscar? —pregunto curiosa haciendo referencia a lo que había escuchado.

Vine a buscar venganza Elizabeth...

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