LA PRIMERA NOCHE

La mansión matrimonial era una obra maestra arquitectónica: elegante, imponente y silenciosa. Demasiado silencioso.

Zahraea cruzó el umbral de su nueva casa con la cabeza en alto, arrastrando con gracia la larga falda de su vestido de novia. Sus tacones resonaron contra el mármol del vestíbulo mientras una de las empleadas cerraba la enorme puerta detrás de ella.

No había rastro de Kairos. No era una sorpresa. Él había desaparecido tras la recepción sin molestarse en inventar una excusa creíble.

Era evidente que no tenía intención de compartir su primera noche como esposos.

Zahraea suspiro y comenzó a subir la escalera principal. El vestido pesaba sobre su cuerpo, sofocante, y cada paso se sentía como una carga innecesaria. Al llegar a la habitación principal, cerró la puerta tras de sí y se dejó caer en el enorme sillón junto a la ventana.

Estaba sola y por primera vez en su vida, estaba completamente sola, y no sabía cómo sentirse al respecto.

Zahraea tardó casi una hora en deshacerse del vestido de novia, el maquillaje y el peinado perfectamente elaborado. Se puso un short de algodón y una blusa holgada, disfrutando de la libertad de la tela ligera contra su piel.

Se miró en el espejo del vestidor. Ya no era la hija perfecta. Ya no era la primogénita ejemplar que obedecía cada regla impuesta por sus padres.

Ahora era la esposa de Kairos Lazarescu .

La idea le resultó tan absurda que soltó una risa seca. Sin ganas de dormir, bajó la cocina y, por primera vez en su vida, sacó su teléfono y pidió comida a domicilio.

Comida chatarra, algo que nunca se había permitido: Hamburguesas, papas fritas, malteada de chocolate… todo lo que su estricta educación le había prohibido.

Cuando llegó la entrega, subió con las bolsas hasta la sala de televisión, se acomodó en el enorme sofá y subió una película al azar.

Fue una experiencia liberadora, comió sin preocuparse por la etiqueta. Se río con las escenas absurdas. Vio película tras película, disfrutando de una madrugada sin límites, sin reglas, sin órdenes de nadie.

Pero cuando el reloj marcó las cuatro de la mañana, su estómago comenzó a protestar.

Zahraea sintió un retortijón y se llevó una mano al abdomen. No estaba acostumbrada a comer tan tarde, y mucho menos a ese tipo de comida.

Ignoró la incomodidad y siguió viendo la pantalla, pero el malestar fue empeorando, para las cinco de la mañana, estaba acogida en el sofá, abrazándose el estómago.

Su primera noche en la casa matrimonial había sido su primer acto de rebeldía y ahora lo estaba pagando.

Kairos regresó a la mansión poco después del amanecer. Lo último que quería era estar allí, pero sabía que su abuelo esperaba que cumpliera con su deber de esposo, al menos en apariencia.

Mantuvo el motor de su auto encendido por un momento antes de salir. Respiró hondo, se ajustó su chaqueta y entró a la casa con pasos calculados.

No esperaba encontrar a Zahraea despierta, pero ahí estaba sentada en la sala de televisión, con una manta sobre los hombros y un rostro visiblemente pálido.

Kairos se detuvo en seco. Ella lo miró sin expresión, pero las ojeras marcadas bajo sus ojos lo hicieron sentir incómodo.

— Kairos: No esperaba verte despertar —dijo él, cruzándose de brazos.

Zahraea apartó la mirada y contesto —No dormí.

Su voz sonaba más ronca de lo habitual, y su piel estaba más pálida de lo normal. Kairos frunció el ceño y le pregunto —¿Estás bien?

—Zahraea : Estoy perfectamente bien. — Era evidente que mentía ante los ojos de Kairos.

Él apretó los dientes. Por supuesto. Su primera noche como esposos había sido un desastre y ahora, con ese aspecto demacrado, ella lo hacía parecer como el villano de la historia.

— Kairos: Si te sentiste mal por mi ausencia, pudiste habermelo dicho antes de que me fuera —espetó con frialdad.

Zahraea lo miró con incredulidad y le pregunta —¿Perdón?

Zahraea sintió un atisbo de culpa, pero la enterró de inmediato. No tenía sentido discutir. No tenían sentido muchas cosas en ese matrimonio.

Así que, sin decir más, se dio la vuelta y subió a su habitación.

Zahraea lo observará alejarse, demasiado cansada para corregirlo.No se sintió mal por su ausencia. Se sintió mal porque, por primera vez en su vida, había probado la libertad y su cuerpo no estaba acostumbrado a ella.

Zahraea dejó escapar un suspiro cansado. Aún sentía el estómago revuelto y la cabeza le latía después de haber pasado toda la madrugada sin dormir. Pero lo peor de todo no era la incomodidad física, sino la mirada de Kairos.

Él creía que estaba así por su ausencia —Qué absurdo — pensó ella hiriendo su orgullo.

Si algo le había provocado su desplante, era alivio. No tenía que fingir, no tenía que compartir la cama con un hombre que no la amaba y que aún esperaba por otra.

Pero tampoco tenía energía para corregirlo. Se obligó a levantarse del sofá, tambaleándose ligeramente. Su cuerpo se sentía pesado, pero logró llegar a la cocina, donde una de las empleadas ya estaba preparando el café.

—Señora —la saludó la mujer con una leve inclinación de cabeza—. ¿Le preparo algo?

Señora. El título sonaba extraño —Zahraea negó con la cabeza y respondió —Solo agua, por favor.

Se sentó en una de las sillas y cerró los ojos un momento, intentando calmar el malestar, justo cuando la empleada le sirvió el vaso de agua, la voz de Kairos la sorprendió.

— Kairos: ¿No vas a desayunar?

Kairos abrió los ojos y lo encontró de pie en el umbral de la cocina. Ya se había cambiado, ahora vestía una camisa blanca remangada hasta los codos y pantalones oscuros. Parecía relajado, pero su mirada la analizaba con detenimiento.

Ella tomó un sorbo de agua antes de responder.

— Zahraea: No tengo hambre.

Kairos se cruzó de brazos y dijo —Tienes mala cara.

Zahraea dejó el vaso sobre la mesa y lo miró con calma —No dormí bien.

Él hizo un sonido de desdén, pero no dijo nada más. El silencio se alargó.

Zahraea estaba segura de que iba a marcharse, pero para su sorpresa, se sentó en la silla frente a ella y llamó a la empleada.

— Kairos: Café y tostadas.

Ella parpadeó y repitió —No tengo hambre.

— Kairos: Igual te traerán algo —replicó él sin mirarla.

Zahraea presionó los labios. No iba a discutir por algo tan insignificante, así que simplemente tomó otro sorbo de agua y evitó su mirada.

La empleada colocó el café y las tostadas en la mesa. Kairos tomó su taza, la quitó con calma y luego la observó.

— Kairos: No puedes enfermarte el primer día.

Zahraea arqueó una ceja —¿Por qué?

— Kairos: Porque todos están observando —dijo él con indiferencia—. Si alguien se entera de que pasó la noche enferma o en vela, van a especular.

Zahraea dejó la taza con más fuerza de la necesaria y dijo dejando claro y acabado el tema —No fue por ti.

Kairos la miró fijamente y pregunto —¿No?

— Zahraea :No — Lo dijo con convicción mirando los ojos de Kairos

Él sostuvo su mirada por unos segundos antes de encogerse de hombros.

—Kairos: Entonces ven.

Ella sospechó y tomó un trozo de pan. Si eso iba a hacer que él la dejara en paz, valía la pena ceder.

Pero mientras masticaba lentamente, sintió su mirada sobre ella.

Él aún creía que su malestar era culpa suya y aunque ella no tenía intención de contarle la verdad, algo le decía que Kairos Lazarescu no dejaría de observarla tan fácilmente.

Zahraea terminó de masticar el pan lentamente, sintiendo cómo el peso de la mirada de Kairos se clavaba en ella. No le gustaba esa atención, no después de todo lo que había pasado en el último día.

Se obligó a beber un poco de café, ignorando el nudo en su estómago.

— Zahraea : ¿Satisfecho? —preguntó con calma, dejando la taza sobre la mesa.

Kairos exhaló con suavidad, como si analizara su respuesta antes de hablar —No quiero que nadie diga que te trato mal.

Zahraea presionó los labios y lo miró fijamente —Si realmente te importara lo que piensen, habrías pasado la noche aquí, aunque la verdad no me importa , te dejare las excusas habilidosas a ti.

Kairos sonrió con ironía —Tienes razón, pero aún estamos aquí, compartiendo el desayuno como el matrimonio feliz que todos esperan.

Zahraea entrecerró los ojos —No me gusta fingir, porque eso desgasta mucho, así que te dejo el ingenio a ti.

— Kairos: Nos guste o no, tenemos que hacerlo.

Zahraea sintió una punzada de frustración. Sabía que tenía razón, pero eso no significaba que le agradara. Terminó su café y se levantó de la mesa sin decir más.

— Zahraea : Voy a descansar —anunció con calma.

No esperó una respuesta. Simplemente salió de la cocina y subió las escaleras, su cuerpo aún débil por la falta de sueño y el malestar de la madrugada.

Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta y se dejó caer en la enorme cama.Era su primera mañana en la mansión matrimonial entregada por los padres de ambos y ya estaba agotada.

Kairos se quedó en la cocina unos minutos más, removiendo su café con lentitud.

Zahraea estaba molesta. Lo entendía, pero también notó que al corregirlo no le había aclarado qué la había hecho pasar una mala noche, y eso, por alguna razón, lo molestó un poco teniendo en cuenta que se conocían desde niños.

No le importaba que ella estuviera molesta con él, pero le disgustaba la idea de que estuviera sufriendo en silencio y eso lo perjudicará más adelante.

Tomó un sorbo de café y miró hacia la escalera. Quizá estaba imaginando cosas.

Pero si algo había quedado claro después de esa primera noche, era que Zahraea Clutterbuck no era la esposa sumisa que muchos esperaban.

Y si algo iba a salir de ese matrimonio, él tendría que descubrir quién era realmente la mujer con la que se había casado.

Más populares

Comments

Zora

Zora

Que interesante historia me encanta 😍 super original y diferente 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼

2025-03-15

3

Elvira Fretes

Elvira Fretes

me encanta, como se está desarrollando, todo es un misterio

2025-03-20

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play